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"Lo importante es que la gente lea, aunque sean infragéneros"
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SUEÑOS Y ESPERANZA EN UNA ÉPOCA DE VIDAS ROBADAS PROTAGONIZAN LA ÚLTIMA NOVELA DE MARIAN IZAGUIRRE

"Lo importante es que la gente lea, aunque sean infragéneros"

Su obsesión es que todo el mundo lea, lo que sea y cuanto más, mejor. Bilbaína de nacimiento, madrileña de residencia y periodista de formación, Marian

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"Lo importante es que la gente lea, aunque sean infragéneros"

Su obsesión es que todo el mundo lea, lo que sea y cuanto más, mejor. Bilbaína de nacimiento, madrileña de residencia y periodista de formación, Marian Izaguirre transmite la serenidad de quien escribe por puro placer, por amor a la propia escritura y por aprender con cada nueva historia. Alterna la literatura con su trabajo como funcionaria, que defiende con orgullo en el momento en el que "más se cuestiona" el empleo público. Su séptima novela, La vida cuando era nuestra (Lumen), es un viaje de varios personajes en diferentes momentos históricos: tan pronto se encuentra uno en la España de posguerra como en la Inglaterra de la Primera Guerra Mundial o en los años 20 parisinos. La guerra no es más que un ruido de fondo, pero trastorna la vida de los protagonistas. Es el motivo por el que la vida de estos no es la suya propia, pero no ceden en su empeño por recuperarla. Un mensaje muy activista en los tiempos que corren.

¿Por qué ese momento histórico para situar el libro?

En esta época que estamos viviendo parece como si estuviéramos rescatando vivencias de muy atrás. Estos pasajes están color blanco y negro y tienen música de NODO. Es decir, que nos están pasando cosas ahora que creímos que nunca las íbamos a volver a ver. Y las estamos aguantando.

¿De ahí el título?

Hablando de la crisis de ahora y de los recortes me dijo una amiga: “Echo de menos la vida cuando era nuestra”. A veces me preguntan si es un título que puede valer para el momento actual, y realmente ha nacido en el momento actual.

¿No es nuestra la vida de hoy?

Conviene que no olvidemos que podemos tener las riendas de nuestras vidas, a pesar de que nos intenten robar la realidad. En esta novela se me ha colado este espíritu: hay dos personas perdedores de la guerra que no pueden cambiar la realidad y que se encuentran con otra que les ayuda a transformar su pequeño mundo, les trae sueños y esperanza.

En sus novelas hay dos o más protagonistas siempre. ¿Es su fórmula?

Tener un solo protagonista no es algo real. Me gusta que haya más de uno. Siempre hay un punto de vista predominante y hay un personaje con el que yo me encariño y me identifico. Pero al final es como en la vida: alguien no tiene el protagonismo absoluto, sino que interactúa y comparte con otros.

Diversos escenarios y varios protagonistas. Y además hablan desde diferentes perspectivas.

La primera o la tercera persona son una herramienta muy productiva que el escritor tiene. A mí me gusta combinarlas incluso en un mismo personaje.

¿Cómo es el proceso de selección de los temas?

Yo siempre elijo qué profesión va a tener alguno de mis personajes en función de lo que me apetece aprender. En mi anterior novela [La Parte de los Ángeles] quise aprender de música y en especial de los violines: cómo se coloca, cómo se apoya la barbilla en la barbada...Y otras cosas que veo en los conciertos pero que en principio no sé cómo se llaman.Todo lo que hagamos socialmente, sea escribir un libro, curar enfermos o enseñar en un colegio es política

¿Se puede desligar un escritor de la política?

Depende de a lo que llamemos política. Si nos referimos a la profesión política claro que sí. Si consideramos la política como estar en el mundo y en la sociedad creo que no se puede desligar, porque la sociedad nos afecta a todos. Pero la palabra política se ha pervertido mucho y no nos gusta. Los escritores plantean cuestiones en sus libros por muy ficción que sea, y la forma en que resuelven sus conflictos son fórmulas con las que la gente se identifica o con las que está en contra. La política no es mi objetivo, pero tal y como estamos inmersos en el mundo de ahora yo me siento activa socialmente.

Todo acto social es política, por tanto.

Y malo sería si no lo fuera, significaría que estamos en manos de otros. Vivimos en esta sociedad con los demás y todo lo que hagamos socialmente, sea escribir un libro, curar enfermos o enseñar en un colegio es política.

¿Y quien se define como apolítico?

Quien dice eso, ¿no está en el mundo?

Lleva más años viviendo en Madrid que en su lugar de origen. ¿Qué parte de aquellos años deja caer en sus libros?

Los recuerdos de mi infancia: la cocina de mi casa, la ropa que llevaba mi madre…

¿De dónde le viene la vocación literaria?

Uno no se hace escritor desde el primer libro que escribe. Yo creo que todo empieza en el momento en el que se emociona con la lecturaEn mi caso, de aquella infancia. Yo creo que todo empieza en el momento en el que se emociona con la lectura y descubre ahí un montón de cosas que luego busca trasladar a los demás usando la escritura para transmitir emociones. 

Y hablando de la infancia, ¿qué rasgos de esa época de nuestra vida debe albergar un escritor?

La espontaneidad, la imaginación, la capacidad de soñar y la capacidad de jugar con lo imposible. Creo que lo aplico.

Escritora desde la infancia entonces. Un largo recorrido que ha tenido como resultado varios premios literarios

Yo debo mucho a los premios pero no son el mayor reconocimiento. El reconocimiento de verdad es que la gente se emocione con lo que te conmueves tú. Da lo mismo que sean cinco que cinco mil, pero simplemente que alguien venga a tu caseta con el libro desde casa para que se lo firmes y decirte que le ha emocionado tu novela vale mucho.

No sé yo si a los libreros les hace gracia que alguien vaya con un libro que no se adquiere allí.

A lo mejor no, pero es una persona que ha ido aposta para que le firmen un libro y yo le trato con todo el cariño del mundo.

Entonces, ¿se encuentra reconocida?

No puedo sentir otra cosa que agradecimiento infinito. Casi nunca se me acerca nadie para decirme que una novela mía no le ha gustado, sino todo lo contrario. Eso lo agradezco mucho porque me apetece más un mundo en positivo: yo no sería capaz de ir a decirle a nadie que no me gusta su libro, e imagino que habrá mucha gente a la que no le gusta mi libro pero no me lo dice, y yo lo agradezco. El reconocimiento de verdad es que la gente se emocione con lo que te conmueves tú

¿Eso no es ver el mundo de color de rosa?

No, tenemos que saber lo blanco y lo negro, pero hay cosas que no hacen falta.

¿Se atrevería con una autobiografía?

Supongo que podría, pero de momento no le veo el sentido. A lo mejor cuando sea más mayor, no digo que no. Yo soy gran lectora de biografías y me gusta que la gente cuente su vida o la de los demás, pero de momento prefiero proyectarme en la ficción.

Quizá porque es más fácil reflejar en la novela todo lo personal que no nos atrevemos a contar en la realidad de una biografía

Las novelas son relatos de nuestro interior vestidos con otras ropas. En el fondo estamos contando nuestras convicciones, nuestros gustos, sueños, lo aprendido, lo que somos, en definitiva. Pero vestido de otra forma.  

Dice en la novela que la frontera entre la libertad y el caos es infinita... ¿A la hora de escribir también?

Me siento cómoda con los recursos que el oficio me ha dado, la verdad, escribir me da mucho placer. También tengo momentos de dificultad, pero no siento todavía ese vértigo de la página en blanco. Aún tengo muchas cosas que contar.

¿No ha tenido épocas de vacío?

Sé que suele pasar. Yo he tenido momentos malos en los que no he escrito pero porque ni lo he intentado, no era el momento de hacer eso sino de solucionar otros problemas. En nuestras vidas ocurren cosas. Escribo porque tengo ganas y si no me sale no escribo y ya está.Puedes leer 50 sombras de Grey y luego leer otro libro. Si la gente lee esas cosas es porque hacían falta.

Eso es porque no viene de una necesidad impuesta por contrato

He procurado no depender de la literatura para comer. Me siento orgullosa de ganarme honestamente la vida con un trabajo sencillo y humilde que me permite llevar a cabo lo que para mí es una doctrina, esa actitud machadiana de a mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito. Me gusta saber que cuando estoy escribiendo es porque quiero y no porque necesito comer.

¿Viajar enriquece los libros?

No creo que sea imprescindible. Ha habido grandísimos escritores que no han salido de sus casas, como la británica Jane Austen [1775-1817] y también viajeros que han escritos grandes obras, como Joseph Conrad [1857-1924]. Creo que va en cada uno.

¿Es porque se viaja más a través de los libros?

Hay dos mundos, el de los paisajes reales y el de los paisajes mentales. Me encanta viajar en las novelas y escribo sobre los lugares en los que estado. Pero también me divierte mucho escribir sobre un lugar donde no he estado nunca. Alguna vez no han sabido diferenciar cuál de los sitios que describo es aquel que he visitado.

¿Le gustaría sumarse a esa corriente de literatura de calentón que tanto vende ahora?

No es mi mundo, las modas no me interesan mucho. Lo importante es que la gente lea. Incluso infragéneros. Puedes leer 50 sombras de Grey y luego interesarte por otro libro. Puedes empezar con novelas románticas o de aventuras y que generen curiosidad por otros temas. Si la gente lee esas cosas es porque hacían falta. Las corrientes masivas muchas veces son espontáneas.

¿Un día sin leer es un día perdido?

Ese lema salió del banco imaginativo de la editorial. Esta novela lleva a otras lecturas, cada personaje tiene sus autores favoritos. Y el otro día me pasó una anécdota muy bonita: en una librería me dijeron que hay gente que viene a pedir los libros de los que se habla en la novela.

Los libros sirven de nexo con otros textos

En efecto. Y se descubren autores que, de otra forma, nunca oiríamos de ellos.

¿Está de acuerdo con ese lema?

Sí, pero sin ser radical. Aunque no tenga tiempo, aunque sea la jornada más intensa, me gusta leer todos los días al menos un poquito. Es una necesidad.

El lector de hoy tiene más opciones a elegir para leer, pero menos dinero. ¿Hay alguna solución?

Yo hago lo que puedo: pongo mis libros en circulación, no los acumulo en mis estanterías, salvo los que deseo conservar por motivos especiales. Muchas de las cosas que leo las regalo a personas que sé que no podrían comprarlo, o a una biblioteca. Prestar libros es bonito.

Hoy día mucha gente lee sin comprar y sin que le presten. Es decir, descargando el libro.

Tenemos que mantener las industrias culturales, porque si no se nos viene abajo todo. Ese conflicto que hay ahora mismo se regulará en un momento dado. Pero yo creo que los libros que se descargan y los que se compran son libros diferentes.

¿Se ha apuntado al carro del libro electrónico?

Jamás he tenido tentación de usar un libro electrónico. Pero no tengo nada en contra de ese tipo de lector, porque muchos de ellos leen cinco libros al año en lugar de uno. 

Su obsesión es que todo el mundo lea, lo que sea y cuanto más, mejor. Bilbaína de nacimiento, madrileña de residencia y periodista de formación, Marian Izaguirre transmite la serenidad de quien escribe por puro placer, por amor a la propia escritura y por aprender con cada nueva historia. Alterna la literatura con su trabajo como funcionaria, que defiende con orgullo en el momento en el que "más se cuestiona" el empleo público. Su séptima novela, La vida cuando era nuestra (Lumen), es un viaje de varios personajes en diferentes momentos históricos: tan pronto se encuentra uno en la España de posguerra como en la Inglaterra de la Primera Guerra Mundial o en los años 20 parisinos. La guerra no es más que un ruido de fondo, pero trastorna la vida de los protagonistas. Es el motivo por el que la vida de estos no es la suya propia, pero no ceden en su empeño por recuperarla. Un mensaje muy activista en los tiempos que corren.