Es noticia
La noche más negra del festival Primavera Sound
  1. Cultura
DEATH GRIPS OFRECE UNO DE LOS MEJORES SHOWS DE 2013

La noche más negra del festival Primavera Sound

La intensidad no bajó ni un segundo. Imaginen un negro fibroso, desnudo de cintura para arriba, con unos pantalones ajustados. A su lado un cómplice suelta

Foto: La noche más negra del festival Primavera Sound
La noche más negra del festival Primavera Sound

La intensidad no bajó ni un segundo. Imaginen un negro fibroso, desnudo de cintura para arriba, con unos pantalones ajustados. A su lado un cómplice suelta bases brutales, que más que ritmos parecen latigazos. Fue como un cruce de minimalismo dubstep con la adrenalina desbocada de aquel gangsta-rap que cambió las reglas de la música popular a comienzos de los años noventa. Por algo Death Grips son de California, donde nació el género (y mucho más contundentes que Odd Future, favoritos de la prensa de tendencias). Si el Django desencadenado de Tarantino hiciese música en 2013 mientras reconquista la plantación sonaría parecido a esto. 

Poco antes el rapero “Killer” Mike había dado otro show de alto octanaje. Su canción Ronald Reagan fue uno de los momentos cumbre, con su DJ luciendo careta del expresidente mientras él recitaba que Igual que los Bush, Los Clinton o los Obama/Reagan fue otro busto parlante leyendo mentiras en un telepromter. Por si quedaban dudas, la canción samplea al propio Reagan ofreciendo endebles excusas durante el juicio Iran-Contra de mediados de los ochenta (venta de armas al gobierno iraní para financiar la contrarrevolución en Nicaragua).

 

El discurso de “Killer” Mike está cerca de esos curas rojos de barrio que caen bien a casi todo el mundo. Pepinazos como Butane o Ain`t that fresh, ain`t that clean le confirman como uno de los mejores raperos actuales. Lo único que le faltó para triunfar del todo fue un escenario que sonase un poco mejor y acortar su discursos entre temazo y temazo (ya saben como es un predicador cuando tiene un micrófono en la mano). 

El indie vira hacia el rock progresivo

Los siguientes en el índice de intensidad fueron Hot Snakes, grupo viejuno de hardcore estadounidense que aún son capaces de incendiar un escenario. Con el paso de los años, cada vez queda más claro que la escena hardcore estadounidense de los ochenta y noventa fue un momento crucial del rock en Estados Unidos. Lo confirmaron las robustas guitarras de Bob Mould (ex Hüsker Dü, ex Sugar) o el musculoso recital de Dinosaur Jr, maestros en combinar ruido con melodía. Lo más celebrado fue su himno Freak Scene y su destrozo roquero de Just like Heaven (The Cure).

¿La mala noticia de la noche? Se confirma el viraje del indie hacia terrenos del rock progresivo de los años setenta (ese que odiaban los punks con toda su alma). Los estadounidenses Animal Collective suenan cada año más pomposos y vacíos. Además se presentan con uno de esos escenarios psicodélicos grandilocuentes que dominaron la época de Yes y Pink Floyd. Fuck Buttons, procedentes de Bristol (Inglaterra), ofrecen también experimentalismo blandito, pero con algunos momentos minimal capaces de hipnotizar (Surf Solar). 

 
Negro también fue el cierre con Jackmaster y John Talabot. El primero recuperó clasicazos del house, funk y soul-pop ochentero, desde Good Life de Inner City a Your Love de Frankie Knuckles. También puso el Psychokiller de Talking Heads, una mezcla de experimentación y contagio pop que parece ser lo que Animal Collective buscan y no acaban de encontrar. 

El recinto del Primavera se ha ampliado 21.000 metros cuadrados, pero eso no significa que el público se mueva con mayor comodidad, simplemente que hace falta caminar más para cubrir tu programa. El nuevo escenario, llamado Heineken, está tan lejos de la entrada que muchos festivaleros se han negado a pisarlo a no ser que toque alguno de los grupos de su vida. Puede ser el caso de muchos con Jesus And Mary Chain, My Bloody Valentine o Nick Cave, tres de los artistas con más tirón.

La intensidad no bajó ni un segundo. Imaginen un negro fibroso, desnudo de cintura para arriba, con unos pantalones ajustados. A su lado un cómplice suelta bases brutales, que más que ritmos parecen latigazos. Fue como un cruce de minimalismo dubstep con la adrenalina desbocada de aquel gangsta-rap que cambió las reglas de la música popular a comienzos de los años noventa. Por algo Death Grips son de California, donde nació el género (y mucho más contundentes que Odd Future, favoritos de la prensa de tendencias). Si el Django desencadenado de Tarantino hiciese música en 2013 mientras reconquista la plantación sonaría parecido a esto.