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Cannes abuchea a la niña de sus ojos
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WINDING REFN FASCINA Y MOLESTA A PARTES IGUALES CON UN FILME QUE HUYE DE 'DRIVE'

Cannes abuchea a la niña de sus ojos

Cuando en abril de 2011 se anunció la programación del Festival de Cannes de aquel año fueron pocas las personas que reaccionaron con entusiasmo ante la

Foto: Cannes abuchea a la niña de sus ojos
Cannes abuchea a la niña de sus ojos

Cuando en abril de 2011 se anunció la programación del Festival de Cannes de aquel año fueron pocas las personas que reaccionaron con entusiasmo ante la presencia en la sección oficial de Nicolas Winding Refn, por aquel entonces un cineasta danés injustamente ninguneado por festivales y crítica a pesar de contar ya con una filmografía más que reivindicable. El inesperado éxito de Drive en el certamen se expandió internacionalmente hasta convertir el filme en uno de los fenómenos del año y a su protagonista, Ryan Gosling, en el actor de moda. 

Al contrario de lo que sucedió en 2011, este 2013 Winding Refn ha llegado a Cannes como uno de los directores más esperados y otra vez contando con Gosling como estrella principal de su film. ¿Voluntad de repetir el éxito de Drive? Vista Only God Forgives, se diría que sus intenciones van justo por el camino contrario, el de alejarse de los elementos que convirtieron Drive en el hype del 2011. Lo que convierte Only God Forgives en uno de las cintas más arriesgadas vistas en la sección oficial.

Buena parte de la película se sitúa en un club de boxeo en Bangkok donde se ha refugiado Julian (un Gosling todavía más lacónico que en Drive) huyendo de la justicia de su país. Allí aterriza también su madre (una Kristin Scott Thomas casi irreconocible) cuando el hermano mayor de Julian es asesinado tras la violación y el asesinato de una joven prostituta. Sedienta de venganza, la madre exige a Julian que acabe con los responsables de la muerte de su hermano. Entre ellos, un policía retirado con su propio sentido de la justicia...

Como buena parte de la obra de Winding Refn, Only God Forgives hunde sus raíces en el noir y el cine criminal. Pero, al contrario de Drive, no funciona como una relectura actualizada del género. Aquí el submundo criminal es solo el contexto donde se desarrolla un filme de tintes pesadillescos, más cercano a un estado alterado de conciencia que a una película de acción violenta. Con unos diálogos más que esquemáticos, unos personajes sobre los que apenas se nos ofrece información y una puesta en escena estilizadísima, en las antípodas del naturalismo, Only God Forgives se adentra por momentos en ese territorio lyncheano donde una cámara morosa avanza por pasillos y habitaciones como si recorriera los laberintos de la mente o los recovecos del subconsciente. Un territorio que el danés ya había explorado con anterioridad pero sin tanto éxito en Fear X (2003), a partir de un guión de Hubert Selby Jr.

Winding Refn también despoja a Ryan Gosling de la categoría de héroe de la película. Aquí su naturaleza trágica no viene marcada por una inclinación natural a la violencia sino por el amor no correspondido a su madre, una mujer terrible que no oculta su predilección por el otro hermano muerto. El director recurre a elementos propios del surrealismo para visualizar el trauma edípico del protagonista: Julian parece sumergido en una especie de sueño constante, poblado por imágenes sin una conexión lógica evidente. En una película donde el boxeo acaba cobrando menos importancia de la esperada, sin embargo, las manos de los personajes concentran de forma fetichista el fatalismo de su pulsión violenta. 

Las de Julian provocaron ya una muerte significativa en su pasado, aparecen atadas mientras observa a una prostituta masturbarse, y acaban resolviendo el impulso edípico de penetrar a su madre. También el policía justiciero cercena la mano de una de sus víctimas en señal de castigo, además de cegar a otra rasgándole los ojos... Aunque Gosling ejerza de héroe pasivo, Winding Refn no renuncia a las escenas de violencia desatada que caracterizan su cine. En Only God Forgives el papel de ángel ejecutor recae en este policía tailandés veterano que imparte justicia con su katana cuando no está cantando en un karaoke canciones que hablan de la vida como sueño... Nicolas Winding Refn dedica su película, la más fascinante y atrevida de la sección oficial por ahora, a otro cineasta de la alucinación, Alejandro Jodorowsky.

Only God Forgives llega acompañada de dos polémicas. Por un lado, en su proyección ante la prensa ha congregado abucheos pero también aplausos como ninguna otra película hasta el momento en el festival. Por otro, Ryan Gosling no ha venido a Cannes para la presentación del filme, alimentado los rumores que hablan de un posible desencuentro entre el actor y su director. Durante la rueda de prensa, Thierry Frémaux ha leído una carta del actor disculpándose y justificando su ausencia por el hecho de encontrarse rodando su primera película como director.

El desafío de Robert Redford

"Si hubiera vivido dentro del sistema, no estaría aquí ahora". Son las palabras con las que Robert Redford ha renegado de Hollywood al presentar en Cannes All is lost, un filme en el que es el único actor, un hombre que realiza una travesía en solitario en un velero en el Océano Índico.

El segundo largometraje de J.C. Chandor tras Margin Call se ha presentado fuera de concurso. En él Redford cambia las montañas en las que vive retirado por el mar, para una película que le supuso, ha dicho, un enorme desafío. Estaba solo, sin nadie alrededor, y físicamente era complicada, sobre todo porque Redford se ofreció a hacer sin doble algunas escenas de acción. "Creí que era bueno para él (el director, Chandor) y para mi ego. Fue un terrible error", ha recordado.

Sin monólogos ni voz interior, Chandor construye un filme en el que el protagonista, que no tiene ni nombre, parece perdido en el primer minuto, cuando un flashback nos recuerda cómo ha llegado a esa situación sin salida. Para el filme el director pensó casi desde el principio en Redford, aunque tardó en pedirle que se involucrara en el proyecto. Lo hizo tras presentar su opera prima en Sundance y después de darse cuenta de que el actor podía representar el "símbolo icónico" de la generación de sus padres, los nacidos antes, durante y tras la Segunda Guerra Mundial. "Una generación muy grande y que ha hecho mucho por mi país. Yo pertenezco a una generación pequeña", lo que hace que haya pocos "que miren hacia esa generación tan increíble", afirmó.

El bailarín cojo

En un registro muy diferente se mueve Grigris, la otra película a concurso de la jornada, dirigida por el chadiano Mahamat-Saleh Haroun. El título corresponde al sobrenombre del protagonista, un bailarín con una pierna inutilizada que sin embargo es capaz de mover su cuerpo como si tuviera todos los huesos desencajados. Grigris es el rey de las pistas de baile del Chad, pero su trabajo en las discotecas no le da suficiente dinero como para pagar las facturas del hospital donde han ingresado a su padrastro. Por lo que decide meterse en el negocio del contrabando de petróleo, habitual en el Chad. Al mismo tiempo corteja a una hermosa prostituta maltratada por el resto de hombres.

Haroun regresa a Cannes tras presentar en la edición de 2010 la estimable Un homme qui crie, que reflejaba un conflicto generacional en el contexto del Chad de hoy en día. Con Grigris, en cambio, Haroun renuncia a profundizar en el comentario sobre el estado de las cosas en su país y trabaja a partir de elementos de más fácil digestión para un público poco exigente: un protagonista que cae inevitablemente bien a pesar de sus irresponsabilidad, una historia de amor totalmente increíble al estilo Slumdog Millonaire, unos villanos muy caricaturizados e incluso un momento Fuenteovejuna en versión femenina que no puede no gustar a las espectadoras occidentales. Haroun confiesa que descubrió al actor Souleymane Démé y decidió escribir una película con él como protagonista. El resultado es un film que solo funciona cuando Démé ejerce de él mismo, bailando en la pista.

Cuando en abril de 2011 se anunció la programación del Festival de Cannes de aquel año fueron pocas las personas que reaccionaron con entusiasmo ante la presencia en la sección oficial de Nicolas Winding Refn, por aquel entonces un cineasta danés injustamente ninguneado por festivales y crítica a pesar de contar ya con una filmografía más que reivindicable. El inesperado éxito de Drive en el certamen se expandió internacionalmente hasta convertir el filme en uno de los fenómenos del año y a su protagonista, Ryan Gosling, en el actor de moda.