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"No entiendo cómo alguien puede llegar a ser de derechas"
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EL CANTANTE DOMINIQUE A. VUELVE A SUS ORÍGENES CON LA NOVELA 'REGRESAR'

"No entiendo cómo alguien puede llegar a ser de derechas"

De chico de provincias a gran figura de la música francesa, de cantautor folk a músico experimental rechazado por una amplia base de sus fans. La

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"No entiendo cómo alguien puede llegar a ser de derechas"

De chico de provincias a gran figura de la música francesa, de cantautor folk a músico experimental rechazado por una amplia base de sus fans. La carrera de Dominique A. ha estado marcada por esa constante búsqueda de nuevos horizontes que le ha granjeado tanta incomprensión como respeto por parte de su fiel legión de fans. Si existe una figura de culto en la nueva canción francesa, esa es la del autor de álbumes clave para entender el pop de las últimas décadas como Auguri (2001) o el arriesgado L'horizon (2006). Por eso despierta cierto morbo introducirse entre las páginas de Regresar (Alpha Decay), un libro de memorias infantiles y adolescentes que relata, en una secuencia de pequeños flashbacks, la vida del pequeño Dominque Ané en Provins, un pequeño pueblecito medieval de la Isla de Francia. Allí, el autor de La mémoire neuve, nacido pocos meses después del mayo del 68, comenzaría a abrirse (políticamente) al mundo, a escuchar a The Cure y a soñar con un mundo mucho más grande que el que se encontraba entre las murallas de ese pueblo con el que, afirma, nunca ha podido reconciliarse del todo.

Al mirar al pasado corremos el riesgo de encontrar un monstruo. ¿Cuál ha encontrado usted?

Puede que un monstruo de determinación, alguien que, sin saberlo, utilizaba todos los momentos de su vida para nutrir su vocación artística. Por otro lado, creo que un libro es entre otras cosas una tentativa de reconciliación del autor con sí mismo. Por lo que también es una forma de matar el monstruo en sí.

En el libro habla sobre huelgas y movimientos políticos. ¿De qué manera su infancia contribuyó a definir su conciencia política?

Mi conciencia política es un tanto débil. O a lo mejor es fuerte pero muy primaria. Se asienta sobre bases inmutables: no entiendo cómo se puede ser de derechas y qué caminos puede tomar una conciencia para que finalmente un individuo decida ser de derechas. Me parece incompatible con el bien común. Es casi una conciencia de clase, muy caricaturesca, pero yo funciono siempre con este esquema.

Usted menciona que prefiere a The Cure frente a The Clash porque “su tono monocromático va acorde al paisaje”. ¿Cambió el tipo de música que escuchaba al cambiar el paisaje de su vida?

Yo escuchaba muchos cantantes franceses de la misma época que estos y grupos que habían adoptado el sonido de la new wave anglosajona con letras en inglés. No creo por tanto que mis gustos musicales evolucionaran mucho con el cambio de escenario porque las bases estaban asentadas y el paisaje monocromático inscrito en mí, para siempre.   

¿Qué le ofrece la literatura que no lo haga la música?

Puede que una relación de intimidad total con la escritura, una forma de soledad.

¿Por qué considera que este es el momento adecuado para relatar su pasado?

Como explico en el libro, el hecho de ser un “invitado” en mi ciudad me proporcionó la excusa para hablar de mi pasado sin limitarme a una reconstrucción nostálgica, sino todo lo contrario, someter el recuerdo a la prueba del retorno y confrontarlo con mi percepción de hoy.

¿Cómo encontró la gran ciudad un joven de provincias como usted?

¡Nunca lo suficientemente grande! En seguida hallé ambientes de provincia, de aburrimiento, que por otra parte me gustan y me resultan muy inspiradores. La idea de vivir en una capital donde parece que pasan cosas no me interesa, hay muchos movimientos inservibles.

En la novela, sus límites estaban en Provins. ¿Cuáles son los actuales? ¿Está intentando romperlos?

Sabemos que los límites son solamente mentales y que siempre podemos desplazarlos sin fin. El arte es para mí un medio privilegiado para hacerlo.

¿Se siente más libre tras escribir este libro?

La escritura me ha enseñado a ser más humilde. Comprendí que tenía que aprender a encontrar sus límites, y a retomar de nuevo mil veces el trabajo, mucho más que en la música donde el trabajo en grupo permite sobrepasarse. Para mí es fácil terminar un disco, pero con un libro tengo la sensación de que puede llevarse hasta el infinito y que aquello que lee la gente no es más que un trabajo interrumpido en un momento concreto.

¿Cómo ve el país ahora, con François Hollande como presidente ?

No sé responder a cuestiones tan generales. El ambiente en Francia es menos duro que bajo Sarkozy, se respira mejor, pero globalmente la vida de la gente no ha mejorado. Me preocupan más los años venideros, y el peligro que supone que la extrema derecha es cada vez más fuerte.

¿Qué ha significado ganar el premio Victoria de la Música como mejor intérprete masculino del año?

Un verdadero reconocimiento para mí y para los que me rodean. No se trata de una recompensa ligada a cifras de venta, sino a todo el trabajo desarrollado desde hace 20 años. Me ha sorprendido gratamente. 

De chico de provincias a gran figura de la música francesa, de cantautor folk a músico experimental rechazado por una amplia base de sus fans. La carrera de Dominique A. ha estado marcada por esa constante búsqueda de nuevos horizontes que le ha granjeado tanta incomprensión como respeto por parte de su fiel legión de fans. Si existe una figura de culto en la nueva canción francesa, esa es la del autor de álbumes clave para entender el pop de las últimas décadas como Auguri (2001) o el arriesgado L'horizon (2006). Por eso despierta cierto morbo introducirse entre las páginas de Regresar (Alpha Decay), un libro de memorias infantiles y adolescentes que relata, en una secuencia de pequeños flashbacks, la vida del pequeño Dominque Ané en Provins, un pequeño pueblecito medieval de la Isla de Francia. Allí, el autor de La mémoire neuve, nacido pocos meses después del mayo del 68, comenzaría a abrirse (políticamente) al mundo, a escuchar a The Cure y a soñar con un mundo mucho más grande que el que se encontraba entre las murallas de ese pueblo con el que, afirma, nunca ha podido reconciliarse del todo.