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Un apocalipsis acogedor
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'LOS ÚLTIMOS DÍAS', UN THRILLER FUTURISTA DE LOS HERMANOS PASTOR

Un apocalipsis acogedor

Una plaga de agorafobia se extiende por el globo. Lo que empieza con una serie de casos aislados se acelera de golpe. La sociedad desarrolla un

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Un apocalipsis acogedor

Una plaga de agorafobia se extiende por el globo. Lo que empieza con una serie de casos aislados se acelera de golpe. La sociedad desarrolla un miedo irracional al mundo exterior. Nadie puede salir de viviendas, oficinas y supermercados. Mientras la ciudad se desmorona, Marc (Quim Gutiérrez) emprende una misión suicida: encontrar a su novia, al otro lado de la ciudad, sin salir al exterior.
 
Los hermanos Álex y David Pastor, representantes de la primera generación de directores españoles en Hollywood, vuelven a casa para rodar su segunda película. Y lo hacen como si no hubieran salido de Los Ángeles. No sólo adaptan un género tan estadounidense como el del fin del mundo, sino que Los últimos días comparte muchos elementos con Infectados (2009). Ambas van sobre un virus letal que deja el planeta patas abajo. Ambas apuestan por la road movie apocalíptica. Personajes obligados a echarse a la carretera (a las vías del metro de Barcelona, en el caso de Los últimos días) y enfrentarse a los peligros de una sociedad asalvajada. Por algo los Pastor son fans incondicionales de Mad Max (George Miller, 1979).

No obstante, los directores parecen más sueltos y atrevidos en su nuevo trabajo. Algo que ellos achacan, en parte, al peaje comercial que impone Hollywood. Los últimos días renuncia a la parábola política, de acuerdo, pero incluye ácidos apuntes sociopolíticos. Por ejemplo: las autoridades pidiendo que la gente salga de casa y haga "vida normal" comprando en las tiendas. Como si aquello pudiera frenar el colapso. Consumismo o barbarie, por lo visto. 

No obstante, Los últimos días pide por momentos que alguien eche más carne al asador. No parece casualidad que lo más interesante se suceda en su segunda mitad, cuando la degeneración social se hace más evidente. Para el recuerdo queda el plano secuencia del asalto a un supermercado barricado con carritos. Campo de batalla entre los desesperados habitantes de las plantas de una gran superficie.

Un territorio perturbador que suena a Mad Max y a Ballard, aunque los Pastor lo transiten de puntillas. Como si la factura visual del filme fuera demasiado impoluta para reflejar en el fin del mundo. O la paradoja de un look demasiado cuidado. Por un lado, el apocalipsis urbano barcelonés resulta digitalmente verosímil y hollywodiense. Por el otro, la imágenes son tan impecables que el fin del mundo acaba resultando un lugar acogedor. Los últimos días, en definitiva, tiene más de cinta de aventuras que de distopía futurista.

Una plaga de agorafobia se extiende por el globo. Lo que empieza con una serie de casos aislados se acelera de golpe. La sociedad desarrolla un miedo irracional al mundo exterior. Nadie puede salir de viviendas, oficinas y supermercados. Mientras la ciudad se desmorona, Marc (Quim Gutiérrez) emprende una misión suicida: encontrar a su novia, al otro lado de la ciudad, sin salir al exterior.
 
Los hermanos Álex y David Pastor, representantes de la primera generación de directores españoles en Hollywood, vuelven a casa para rodar su segunda película. Y lo hacen como si no hubieran salido de Los Ángeles. No sólo adaptan un género tan estadounidense como el del fin del mundo, sino que Los últimos días comparte muchos elementos con Infectados (2009). Ambas van sobre un virus letal que deja el planeta patas abajo. Ambas apuestan por la road movie apocalíptica. Personajes obligados a echarse a la carretera (a las vías del metro de Barcelona, en el caso de Los últimos días) y enfrentarse a los peligros de una sociedad asalvajada. Por algo los Pastor son fans incondicionales de Mad Max (George Miller, 1979).