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El Museo Cerralbo descubre en sus sótanos el friso funerario de Isabel de Braganza
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LA PIEZA DE ZACARÍAS GONZÁLEZ VELÁZQUEZ HABÍA DESAPARECIDO A MEDIADOS DEL SIGLO XIX

El Museo Cerralbo descubre en sus sótanos el friso funerario de Isabel de Braganza

Son 24 metros de tafetán pálido con una sucesión de figuras alegóricas, pero a la vez es mucho más. El pintor Zacarías González Velázquez creó esta pieza

Foto: El Museo Cerralbo descubre en sus sótanos el friso funerario de Isabel de Braganza
El Museo Cerralbo descubre en sus sótanos el friso funerario de Isabel de Braganza

Son 24 metros de tafetán pálido con una sucesión de figuras alegóricas, pero a la vez es mucho más. El pintor Zacarías González Velázquez creó esta pieza hace casi 200 años, en marzo de 1819, para cubrir el pedestal del monumento funerario de la reina Isabel de Braganza durante sus exequias en la iglesia de San Francisco el Grande de la capital. La obra se creía perdida, pero acaba de aparecer. El Museo Cerralbo de Madrid presentó este miércoles el hallazgo ante la prensa congratulándose, además, por su buen estado de conservación.

Cómo llegó esta tela a los sótanos del centro, sin embargo, es aún una incógnita. El catafalco construido para Isabel de Braganza, la segunda esposa de Fernando VII, fue reutilizado días más tarde para las ceremonias en memoria de Carlos IV y María Luisa de Parma y después desmantelado. Varias de las esculturas, candelabros y adornos se almacenaron en el Palacio Real y en el Casón del Buen Retiro y fueron reutilizados de nuevo una década después en los funerales de la tercera esposa de Fernando VII, María Amalia de Saboya.

El rastro de la sarga se pierde entonces, explicó este miércoles ante la prensa la directora del museo, Lurdes Vaquero, y reapareció cuando el marqués de Cerralbo legó su casa y sus colecciones artísticas al Estado en 1924. Una foto de la época en la propia web del museo –donde la pieza estuvo colgada hasta los años 40– levantó las sospechas de un investigador y historiador artístico Alejandro Martínez, que reconoció la obra y se interesó por su ubicación. Meses de investigación después la tela ha vuelto a ver la luz y es sometida ya a un estudio exhaustivo cuyos resultados se publicarán antes de verano en Ars Magazine.

Entre las hipótesis que explicarían la llegada del lienzo a la colección del marqués de Cerralbo los responsables del centro barajan la posibilidad de que lo heredara de su tío abuelo, una persona próxima a la reina Isabel II.

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De momento se conoce poco más de esta peculiar obra artística, uno de los raros ejemplos de arte efímero que se conservan en el patrimonio español. Citando fuentes del museo, la agencia Efe confirma que " a pesar de su fragilidad se encuentra en buen estado" y que la pintura se realizó mediante la técnica conocida del aguazo, una especie de acuarela sobre un posible soporte de cal para el tratamiento del tafetán.

Una joya del patrimonio español

La tela además tiene un valor adicional para los conservadores y aficionados al arte de nuestro país, ya que la figura a la que honraba fue nada menos que la creadora del Museo del Prado.

La hija de los reyes de Portugal, Isabel de Braganza, fue la segunda mujer de Fernando VII y murió en diciembre de 1818, a los 21 años, por las complicaciones del parto. Antes de eso esta mujer cultivada y amante del arte decidió reunir todas las obras de arte de la colección de la monarquía española y exponerlas juntas en un centro moderno que denominó Real Museo de Pinturas y Esculturas. El Real Museo, como pronto se le conoció, abrió meses después de su fallecimiento. Se denominó más tarde Museo Nacional de Pintura y Escultura y posteriormente Museo Nacional del Prado.

Tras la muerte de la reina, y precisamente para honrar su afición por la cultura, se planificó un aparatoso despliegue funerario relacionado con el arte, con un gran obelisco principal en cuya fabricación intervinieron escultores como José Ginés, Valeriano Salvatierra, Esteban de Ágreda, Francisco Elías, Ignacio García y Pedro Hermoso, el arquitecto Custodio Teodoro Moreno y el poeta Juan Bautista Arriaza.

Según Martínez, historiador en la Universidad Autónoma de Madrid, el lienzo recién descubierto representó en este monumento efímero también los valores morales y sociales del Estado y la monarquía de la época. Entre los conceptos encarnados en las cincuenta figuras que representa podemos encontrar el duelo, el ingenio, la poesía, la agricultura y la medicina, que ensalzan así las virtudes de la soberana fallecida, junto a otros valores del Estado como lo militar, la historia y la representación de las provincias españolas. Destaca también la alegoría de la lactancia materna, que ilustra el papel de Isabel de Braganza como madre y reina.

Son 24 metros de tafetán pálido con una sucesión de figuras alegóricas, pero a la vez es mucho más. El pintor Zacarías González Velázquez creó esta pieza hace casi 200 años, en marzo de 1819, para cubrir el pedestal del monumento funerario de la reina Isabel de Braganza durante sus exequias en la iglesia de San Francisco el Grande de la capital. La obra se creía perdida, pero acaba de aparecer. El Museo Cerralbo de Madrid presentó este miércoles el hallazgo ante la prensa congratulándose, además, por su buen estado de conservación.