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“El género del apocalipsis funciona mejor en España”
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LOS HERMANOS PASTOR PRESENTAN SU ÚLTIMA PELÍCULA, 'LOS ÚLTIMOS DÍAS'

“El género del apocalipsis funciona mejor en España”

Con el Apocalipsis y Estados Unidos pasa un poco como con el lobo y las ovejas. Hemos visto tantas ciudades estadounidenses arrasadas por lenguas de fuego,

Foto: “El género del apocalipsis funciona mejor en España”
“El género del apocalipsis funciona mejor en España”

Con el Apocalipsis y Estados Unidos pasa un poco como con el lobo y las ovejas. Hemos visto tantas ciudades estadounidenses arrasadas por lenguas de fuego, tornados letales y misiles marcianos, que el día que llegue allí el fin del mundo nos lo vamos a tomar a pitorreo. Por tanto, no parece mala idea trasladar geográficamente el género apocalíptico para volver a tomárnoslo en serio. Piense usted un momento en un armagedón español. ¿A que acojona? Pues la película ya está aquí: el miércoles 27 se estrena Los últimos días. Dirigen dos jóvenes directores españoles, Álex (1981) y David Pastor (1978), curtidos en el apocalipsis gringo: debutaron en Hollywood con Infectados (2009). El exilio español en Hollywood vuelve a casa y lo celebra por todo lo alto: arrasando Barcelona por tierra, mar y aire. Los hermanos Pastor hablan sobre su viaje de ida y vuelta a Los Ángeles con el fin del mundo bajo el brazo.  

El apocalíptico es un género muy anclado en EEUU. ¿Qué ocurre cuando lo trasladamos de lugar? ¿Qué ganamos y qué perdemos por el camino?

David Pastor: El género del apocalipsis funciona mejor en España porque no se ha hecho antes. En el mundo anglosajón está muy visto. Estamos más que acostumbrados a ver Nueva York, Los Ángeles y Washington destruidos. Luego se cargaron Londres varias veces. Nueva York se ha convertido ya en un decorado. Traer el apocalipsis a nuestro país ha dotado a las imágenes de una fuerza extra. Ver nuestra realidad diaria convertida en un paisaje del fin del mundo es otra cosa.

¿Y a nivel personal?

Alex Pastor: El concepto de lo que es y no es comercial es un poquito más flexible en España. Aquí te permiten arriesgarte más. El trato con la gente que pone el dinero es más abierto. Los debates creativos se basan más en el respeto. En EEUU tienes conversaciones un poco absurdas.

¿De qué tipo?

D. P: El ejecutivo de turno preguntando si el actor principal puede llevar una talla menos de camiseta. O si Piper [Perabo] puede llevar más escote. Con la pobre chica del vestuario preguntando: ‘¿Para qué? Si Piper casi no tiene pecho…’. Pues ellos obsesionados con que llevara más escote. Bueno, vale, pues más escote. O ya en posproducción que te llamen y te digan: ‘¿Habéis oído hablar de este grupo? Porque mi asistente me ha dicho que están muy de moda y estaría bien que sonaran en la peli’. No lo hicimos.

A. P: Hay que saber navegar con más mano izquierda. Hollywood es un mundo con más politiqueo en ese sentido. Dudo mucho que ponerle una camiseta ajustada a un personaje lleve a más gente al cine, pero bueno, el caso es que en España ni se plantea.

Este es un género muy dado a la parábola política. En su película hay algunas pinceladas en esa dirección. No sé si ha sido premeditado o se han colado de un modo inconsciente.

A. P: No creo que sea una película política per se, aunque sí exista la intención de reflexionar sobre las fobias y angustias propias de nuestro modo de vida. De los empleos que no nos gustan y nos ponen al límite del estrés. A la presión vital habitual se le ha sumado ahora la crisis. Cuando empezamos a escribir el guión la economía iba bien, lo que no significa que todo el mundo fuera feliz, y cuando lo acabamos se había hundido. Por el camino añadimos cosas como el miedo a perder el trabajo.  

¿Qué referentes apocalípticos manejan?

D. P: Mad Max. Sobre todo la primera parte.

A. P: La novela Soy leyenda. Las adaptaciones cinematográficas están bien, pero cambian el final del libro para peor. Nos gusta el género desde perspectivas muy distintas. Desde Soy leyenda, que sería su variante espectacular, con imágenes impresionantes que encuentran la belleza en el fin del mundo. Hasta visiones más pequeñas y minimalistas como El tiempo del lobo de Michael Haneke: el apocalipsis visto por unos personajes aislados que lidian con dilemas morales ajenos al primer mundo. Son dos modelos igualmente válidos. Nosotros mamamos de ambos.

Es la primera vez que una generación de directores españoles se instala en Hollywood. Los franceses y los alemanes lo hicieron hace muchísimas décadas. ¿Por qué hemos tardado tanto?

D. P: Creo que nos gustaba demasiado la tortilla de patata. No estábamos acostumbrados a buscarnos la vida fuera y aquí había más calidad de vida. No obstante, el cine que se hace ahora en España está cada vez más en sintonía con el anglosajón, para bien y para mal.

A. P: Sí, las fronteras cinematográficas son cada vez más difusas. Películas como Lo imposible o Mamá son una mezcla. Para poder hacer cine ahora tienes que tener un pie en cada lado… y saber hablar inglés. 

Con el Apocalipsis y Estados Unidos pasa un poco como con el lobo y las ovejas. Hemos visto tantas ciudades estadounidenses arrasadas por lenguas de fuego, tornados letales y misiles marcianos, que el día que llegue allí el fin del mundo nos lo vamos a tomar a pitorreo. Por tanto, no parece mala idea trasladar geográficamente el género apocalíptico para volver a tomárnoslo en serio. Piense usted un momento en un armagedón español. ¿A que acojona? Pues la película ya está aquí: el miércoles 27 se estrena Los últimos días. Dirigen dos jóvenes directores españoles, Álex (1981) y David Pastor (1978), curtidos en el apocalipsis gringo: debutaron en Hollywood con Infectados (2009). El exilio español en Hollywood vuelve a casa y lo celebra por todo lo alto: arrasando Barcelona por tierra, mar y aire. Los hermanos Pastor hablan sobre su viaje de ida y vuelta a Los Ángeles con el fin del mundo bajo el brazo.