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La última ronda de ironía en Arco
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HASTA LA EDICIÓN MÁS GRIS DE TODAS LAS QUE SE RECUERDAN TIENE ALGO DE GRACIA

La última ronda de ironía en Arco

Ha quedado dicho que la edición de este año pasará como la más conservadora de todas las que se conocen desde que la crisis financiera, económica

Foto: La última ronda de ironía en Arco
La última ronda de ironía en Arco

Ha quedado dicho que la edición de este año pasará como la más conservadora de todas las que se conocen desde que la crisis financiera, económica y social se hizo dueña también de Ifema y de Arco. El IVA al 21 % ha dejado la industria tiritando y hasta el propio Museo Reina Sofía, quizás el mejor cliente de la feria de arte contemporáneo, ha confirmado lo que adelantaba este periódico antes de que Arco abriese sus puertas: este año compraría por la mitad de lo que compró el año pasado. Es decir, 300.000 euros. A ese precio la institución toca artistas emergentes y algún clásico a la baja.

Los malos augurios y el conformismo a vender como sea y al precio que sea han limitado la presencia de ese perfil de artista más propio de Arco que de ninguna otra parte. Podríamos definir verbeneros a los que se dedican a echarle picante y guindilla a la fiesta del falso empaque. El problema de Arco siempre ha sido de identidad: nunca ha sabido qué quiere ser y no ha habido directores que hayan orientado la esencia de la diferencia propia de esta cita. No quiere ser irónica ni sorprendente, porque eso a los galeristas más serios les parece una apuesta por la manada de visitantes con ganas de chiste y muy poco profesional. Esta opción a Ifema le agrada enormemente porque es la única manera de vender entradas a 40 euros. Si la quieres con catálogo 66 euros.

Así pasan los años, llegan las crisis, se dispara el IVA cultural del arte –considerado mero objeto de lujo- y el negocio se resiente hasta el cierre. Sin embargo, todavía podemos ver a los últimos defensores de un arte político y bravucón, que defiende algo más que la decoración y anima la fiesta. Estos son sólo algunos de los irreductibles

Ha quedado dicho que la edición de este año pasará como la más conservadora de todas las que se conocen desde que la crisis financiera, económica y social se hizo dueña también de Ifema y de Arco. El IVA al 21 % ha dejado la industria tiritando y hasta el propio Museo Reina Sofía, quizás el mejor cliente de la feria de arte contemporáneo, ha confirmado lo que adelantaba este periódico antes de que Arco abriese sus puertas: este año compraría por la mitad de lo que compró el año pasado. Es decir, 300.000 euros. A ese precio la institución toca artistas emergentes y algún clásico a la baja.