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“El detective duro no encaja hoy, es una solución fácil”
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JOHN VERDON Y EL RESURGIR DEL POLICIACO

“El detective duro no encaja hoy, es una solución fácil”

No hace falta ser un fanático de la novela policiaca para conocer el nombre de John Verdon. No en vano, sus dos primeras novelas, Sé lo

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“El detective duro no encaja hoy, es una solución fácil”

No hace falta ser un fanático de la novela policiaca para conocer el nombre de John Verdon. No en vano, sus dos primeras novelas, Sé lo que estás pensando y No abras los ojos (ambas editados por Roca Editorial), han sido dos de los grandes superventas de los últimos años, algo que, como cuenta a El Confidencial, “no esperaba. Me sorprendió en su día, y me sigue sorprendiendo”. A aquellos dos libros se les une ahora Deja en paz al diablo (Roca Editorial), de las aventuras del investigador retirado David Gurney, una de esas figuras que, como el Kurt Wallander de Henning Mankell o el Mikael Blomqvist de Stieg Larsson, son héroes a su pesar. Por eso, esta nueva entrega de las aventuras nos presenta a un Gurney que arrastra las secuelas de los disparos que sufrió al final de No abras los ojos, ya no enfrentado a los retos de compatibilizar su vida como servidor de la ley con su vida como esposo y hombre de familia sino como hombre que se enfrenta a su decadencia física. “Creo que hay algo metafórico en el dolor de descubrir nuestras limitaciones, nuestra mortalidad, igual que el dolor de todos los problemas físicos que todos tenemos que afrontar tarde o temprano”, señala el autor. “No tengo ninguna dificultad en identificarme con el dolor de Dave. Al fin y al cabo, soy mucho más viejo que él”.

Me identifico con ese enfoque racional del investigador¿En qué ha cambiado su protagonista desde aquella primera novela? “Se ha dado cuenta de que es más vulnerable de lo que pensaba, y menos flexible. Cuanto más descubre sobre sí mismo, más consciente es de sus limitaciones. Pero junto a ello, ha conseguido una determinación más grande para aceptar lo que siempre ha sido: un detective, ahora y para siempre”. Un detective acompañado por uno de los personajes femeninos más relevantes de la novela criminal, no especialmente proclive a este tipo de figuras: su esposa Madeleine. “He aprendido de mi propio matrimonio que mi mujer es mucho más lista y más perceptiva que yo. Así que me he visto naturalmente inclinado a darle a Dave el regalo de una mujer así”.

Aunque Verdon no se muestra muy “confiado en ser capaz de realizar un análisis sobre las tendencias de la ficción ni cómo la conciencia social cambia determinados géneros”, cuando se le pregunta por qué el viejo y pendenciero investigador de la novela negra –en definitiva, aquel clásico perfil de Philip Marlowe, inmortalizado en la gran pantalla por Humphrey Bogart– ha sido sustituido por figuras mucho más mundanas y torturadas, Verdon afirma que “el chico duro representa soluciones demasiado simplistas para la sociedad de hoy en día”.

Un pez literario entre tiburones publicitarios

Verdon proviene del campo de la publicidad, donde trabajó durante décadas hasta que, una vez jubilado, decidió dedicarse a la literatura, lo que paradójicamente le ha lanzado al estrellato. No es muy común encontrar en el mundo editorial un escritor con una carrera semejante. ¿Qué encuentra en común entre el trabajo del publicista y el del investigador, que en apariencia parecen tan lejanos? “No importa tanto mi experiencia en el mundo de la publicidad como la forma en que mi mente trabaja. Me identifico con ese enfoque racional en el que se conforman hipótesis con el objetivo de alcanzar la verdad, de conseguir algo de claridad”.

El negocio de los medios está basado en la publicidad, y sus ingresos dependen de manera directa de atraer y mantener a la audienciaSin embargo, Verdon reconoce haberse beneficiado de su experiencia en el campo de la publicidad. “En aquel negocio me encontré en muchas ocasiones en la tesitura de estar en una sala de reuniones con una media docena de mentes brillantes, cada cual con su propio plan, maniobrando para hacer que las decisiones se tomen de la manera que les sea más favorable. Observar y ser parte de ese tipo de dinámicas de grupo me ha sido especialmente útil para escribir las escenas de mis libros que implican a conjuntos de personas donde cada cual tiene sus propios intereses”. Una despiadada visión del negocio publicitario que nos recuerda que, como ha manifestado en repetidas ocasiones, no volvería a la profesión por nada del mundo.

Crímenes en EE.UU. (en la televisión)

El antagonista de Deja en paz al diablo, llamado “el buen pastor”, recuerda poderosamente a aquel asesino del Zodiaco que conmocionó a la sociedad americana a comienzos de los años setenta, cuando Verdon contaba con algo más de veinte años. Sin embargo, el novelista relativiza la importancia del caso nunca resuelto que inspiró Harry el sucio (Dirty Harry, Don Siegel, 1972) o Zodiac (David Fincher, 2007), y señala que “nunca sentí esa paranoia, ni con él ni con ninguno de todos esos asesinos en masa que han dominado de tanto en tanto los titulares de los medios americanos, aunque soy perfectamente consciente de que esos hechos han afectado emocionalmente a millones de personas”. Y prosigue asegurando que nos va a contar una curiosidad: “Soy una persona muy ansiosa, con unos miedos exagerados. Pero la idea de ser liquidado por un asesino en serie nunca ha figurado muy alto en mi lista de preocupaciones personales. Simplemente, es algo que me parece fascinante y sobre lo que me gusta escribir”.

Lo que sí ha afectado especialmente a Verdon es la manera en que la televisión americana ha representado los crímenes más turbadores en el infotainment, esa mezcla de entretenimiento e información, lo que se constituye como uno de los temas principales de Deja en paz al diablo: “Lo que me preocupa no es tan sólo cómo los medios de comunicación americanos hablan sobre los crímenes, sino cómo abordan cualquier tema. Esta clase de conflictos llaman nuestra atención y la retienen. El negocio de los medios está basado en la publicidad, y sus ingresos dependen de manera directa de atraer y mantener a la audiencia. Lo que parece estar ocurriendo es que los programadores se han dado cuenta de que tenemos un apetito sin límites por el conflicto, la polarización, la furia y la culpabilidad. Es una situación deprimente, en cuanto que no hay una solución práctica a la vista, y según pasa el tiempo, el problema sólo parece empeorar”.

En la novela criminal, podemos observar acontecimientos espantosos desde una distancia seguraY sin embargo, él ha conseguido construir una carrera a partir de la novela criminal, que precisamente utiliza el crimen como excusa para las ficciones. “Es algo completamente distinto de lo que ocurre en los medios de comunicación. Para mí, hay dos explicaciones para que las historias sobre crímenes sean tan llamativas. En primer lugar, podemos observar acontecimientos espantosos desde una distancia segura, lo que nos proporciona una sensación de control o incluso de invulnerabilidad: en definitiva, un sentimiento positivo”. La segunda razón también revela el carácter tranquilizador de estos acontecimientos sangrientos: “El detective casi siempre gana al final, lo que nos da un sentimiento de control a través de él. Ante todos los miedos e incertidumbres de la sociedad, este tipo de ficciones sirven para tranquilizarnos. Sugieren que la razón, la claridad y la verdad tienen el poder de prevalecer sobre todos los demonios que nos amenazan a diario”.

El trabajo del escritor

En repetidas ocasiones, con motivo de la presentación de Sé lo que estás pensando, Verdon se había apresurado a recordar que escribió aquella novela con sus hijos y su mujer en mente, como lectores ideales. ¿Sigue haciéndolo dos novelas más tarde? “Aún me encanta cuando admiran y disfrutan algo sobre lo que he escrito. Pero no espero que mis lectores compartan el mismo nivel de entusiasmo que mis hijos”, asegura Verdon, que encuentra un hueso más duro de roer en su propia esposa. “Suele ser un poco más objetiva, y me da una buena pista de cómo otros lectores de thriller o misterio pueden comportarse. Dicho esto, creo que es importante escribir con alguien en mente, alguien a quien respetas y por quien te preocupas. Ayuda a mantener un nivel más alto de honestidad y humanidad en la escritura”.

¿Qué podemos esperar del futuro para Gurney y para Verdon? “Intento continuar imaginándome y ampliando las aventuras de David Gurney. Su mundo me permite toda la libertad que necesito para escribir sobre los crímenes, las ideas y las situaciones que me interesan”. Además, parece ser que en el futuro inmediato se espera la adaptación cinematográfica de las aventuras del detective, que se habían demorado demasiado, habida cuenta del éxito que han conocido sus sucesivas entregas. “Se está discutiendo en Hollywood en este momento. Espero poder revelar algo más el próximo mes. Y sí, estaría encantado de ver a buenos actores interpretar a los personajes de mis libros”.

No hace falta ser un fanático de la novela policiaca para conocer el nombre de John Verdon. No en vano, sus dos primeras novelas, Sé lo que estás pensando y No abras los ojos (ambas editados por Roca Editorial), han sido dos de los grandes superventas de los últimos años, algo que, como cuenta a El Confidencial, “no esperaba. Me sorprendió en su día, y me sigue sorprendiendo”. A aquellos dos libros se les une ahora Deja en paz al diablo (Roca Editorial), de las aventuras del investigador retirado David Gurney, una de esas figuras que, como el Kurt Wallander de Henning Mankell o el Mikael Blomqvist de Stieg Larsson, son héroes a su pesar. Por eso, esta nueva entrega de las aventuras nos presenta a un Gurney que arrastra las secuelas de los disparos que sufrió al final de No abras los ojos, ya no enfrentado a los retos de compatibilizar su vida como servidor de la ley con su vida como esposo y hombre de familia sino como hombre que se enfrenta a su decadencia física. “Creo que hay algo metafórico en el dolor de descubrir nuestras limitaciones, nuestra mortalidad, igual que el dolor de todos los problemas físicos que todos tenemos que afrontar tarde o temprano”, señala el autor. “No tengo ninguna dificultad en identificarme con el dolor de Dave. Al fin y al cabo, soy mucho más viejo que él”.