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El legado oculto de la literatura, en cinco historias
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CÓMO 'DON QUIJOTE' INSPIRÓ 'FRANKENSTEIN'

El legado oculto de la literatura, en cinco historias

En 1818 vio la luz el primer texto de ciencia ficción de la historia. Se trata de Frankestein o el moderno Prometeo, de la escritora inglesa

Foto: El legado oculto de la literatura, en cinco historias
El legado oculto de la literatura, en cinco historias

En 1818 vio la luz el primer texto de ciencia ficción de la historia. Se trata de Frankestein o el moderno Prometeo, de la escritora inglesa Mary Shelley. La historia es conocida por todos, pero pocos saben que Shelley escribió su mundialmente famosa novela inspirándose en otro gran libro que, a priori, no tiene nada que ver: Don Quijote de la Mancha. Basta acercarse a Frankestein para entrever las similitudes: Shelley utiliza la misma técnica narrativa que Cervantes –contando la historia a través de diversos narradores–, se hace una mención a Sancho Panza en el prólogo e, incluso, hay un pasaje que está calcado del libro de Cervantes, en concreto de la “historia del cautivo”, que la escritora traslada a su libro con bastante buen tino.

El escritor valenciano Santiago Posteguillo, famoso por sus novelas históricas ambientadas en la Antigua Roma, ha explicado a El Confidencial cómo conoció la conexión entre Frankenstein y El Quijote mientras preparaba una de sus clases de literatura inglesa: “Durante 20 años dando clases en la universidad he buscado la forma para explicar literatura de una forma divertida, buscando ángulos inesperados para contar la historia”. Con el tiempo Posteguillo ha ido acumulando historias que ahora ven la luz en forma de libro: La noche en que Frankenstein leyó el Quijote (Planeta).

“El libro”, cuenta el autor, “está pensado para públicos opuestos. En primer lugar, para lectores ya consagrados que puedan encontrar divertido ver estas historias noveladas, pero también está dirigido a lectores jóvenes que empiezan a interesarse por la lectura, y que gracias al libro pueden animarse a leer las grandes historias de la literatura universal”.

La hija de la lluvia

Aunque Posteguillo tenía de antemano muchas historias que contar en su nuevo trabajo, una vez que se puso manos a la obra empezó a fijarse en todo lo que podría inspirarle para contar un nuevo relato literario. “El año pasado”, explica el escritor, “promocionando una novela en Santiago de Compostela me alojé en el Hostal de los Reyes Católicos, en la plaza del Obradoiro. Entonces descubrí que una de las grandes autoras gallegas se había bautizado allí”.

Rosalía de Castro, hija ilegítima de una hidalga venida a menos y un sacerdote, fue bautizada de incógnito en el Hospital de los Reyes CatólicosLa escritora en cuestión era Rosalía de Castro, hija ilegítima de una hidalga venida a menos y un sacerdote. Fue bautizada de incógnito en manos de una sirvienta, que la llevó al Hospital de los Reyes Católicos –que por entonces seguía cumpliendo su función original– pues sus padres biológicos querían evitar a toda costa el escándalo. Por suerte Rosalía fue acogida por su tía paterna y se convirtió en la figura más importante de las letras gallegas. La historia real de su nacimiento fue ignorada durante muchísimo por biógrafos y libros de texto, y muchos aún la desconocen.

El discurso en verso de Zorrilla

En 1885 José Zorrilla contaba 68 primaveras. 31 años antes, la Real Academia de la Lengua había rechazado el ingreso del escritor en la misma, dando la vacante disponible en aquel momento a Joaquín de Mora, un autor mucho mayor que Zorrilla. El escritor vallisoletano consideró esto un agravio y durante 30 años se negó sistemáticamente a ingresar en la Academia. Pero ese año se había creado una nueva vacante y dos amigos académicos trataron de convencerle para que ingresara de una vez. Entonces descubrieron que el rencor no era en realidad la principal razón por la que Zorrilla se negaba a entrar en la Academia, sino su miedo a pronunciar un discurso ante tantas autoridades, siendo como era poeta. Sus amigos le espetaron a ingresar aunque diera el discurso en verso. Y eso mismo hizo, ante el asombro de Alfonso XII, Antonio Cánovas del Castillo y todo el público presente. Y lo hizo muy bien.

Posteguillo cuenta esta historia, pero como en todos los pasajes del libro, se permite pequeñas licencias para contar el relato: “Podemos saber que Zorrilla no quería entrar en la Academia, sabemos por qué y a quién enviaron para convencerle. Lo que no conocemos es el diálogo que mantuvieron y eso es lo que yo puedo aportar. Además aporto muchos datos, en un trabajo que se acerca más al periodismo”.

Cómo apareció el abecedario

Ha habido una reducción intensa de la enseñanza de las humanidades en general, y en particular de la historiaEn su nuevo libro Posteguillo da también cabida a su gran pasión, la Historia Antigua, territorio que ha explorado en toda su producción literaria anterior y que le ha hecho muy conocido en el ámbito de la novela histórica. La noche en que Frankenstein leyó el Quijote comienza explicando cómo apareció el abecedario, tal como hoy lo conocemos, un invento del primer bibliotecario de Alejandría, Zenodoto, para organizar y localizar fácilmente todos los papiros que había comprado Tolomeo II. 

En opinión de Posteguillo, el auge de la novela histórica tiene mucho que ver con la posición que ocupa ésta, hoy en día, en los planes de estudio: “Ha habido una reducción intensa de la enseñanza de las humanidades en general, y en particular de la historia. Yo ya no aprendía la lista de los reyes godos, y los chavales ya ni siquiera saben quiénes son. La gente tiene más curiosidad por la historia porque no la conoce y si se le enseña en un formato atractivo, funciona”. 

El libro electrónico o el pergamino del siglo XXI

El libro electrónico es presente y futuro, pero no conseguirá que el libro convencional pase a ser algo del pasadoEn su novela, Los asesinos del Emperador, Posteguillo cuenta la historia de cómo el senador romano Marco Ulpio Trajano, padre de un joven del mismo nombre destinado a ser el primer emperador hispano, descubre un nuevo formato para los libros: el pergamino. En una conversación con un bibliotecario, en el primer siglo después de Cristo, éste le explica su desconfianza hacia la nueva herramienta: “Es una gran idea, pero muy cara; hay quien dice que un día esos códices reemplazarán por completo a los rollos, pero yo no lo creo posible, se perdería ese placer especial de desenrollar poco a poco el texto; es absurdo”. Posteguillo reflexiona sobre esto en su nuevo libro y llega a una conclusión: el libro electrónico no deja de ser el pergamino del siglo XII.

En su opinión, “el libro electrónico es presente y futuro”, pero no conseguirá que el libro convencional pase a ser algo del pasado. Quizá no importa, pues son las historias las que perduran. Posteguillo lo tiene claro, “y es que, por encima de formas y formatos, más allá de los rollos de papiro, los libros de papel o los lectores electrónicos, está la perenne pasión del ser humano por que le cuenten historias”.

En 1818 vio la luz el primer texto de ciencia ficción de la historia. Se trata de Frankestein o el moderno Prometeo, de la escritora inglesa Mary Shelley. La historia es conocida por todos, pero pocos saben que Shelley escribió su mundialmente famosa novela inspirándose en otro gran libro que, a priori, no tiene nada que ver: Don Quijote de la Mancha. Basta acercarse a Frankestein para entrever las similitudes: Shelley utiliza la misma técnica narrativa que Cervantes –contando la historia a través de diversos narradores–, se hace una mención a Sancho Panza en el prólogo e, incluso, hay un pasaje que está calcado del libro de Cervantes, en concreto de la “historia del cautivo”, que la escritora traslada a su libro con bastante buen tino.