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Perseguidos en lo profundo de uno mismo
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Perseguidos en lo profundo de uno mismo

Cuando Will Burroughs partió en pos de su padre desaparecido, ni remotamente podía imaginar que su búsqueda le fuera a llevar tan lejos. Profundidades, el segundo

Cuando Will Burroughs partió en pos de su padre desaparecido, ni remotamente podía imaginar que su búsqueda le fuera a llevar tan lejos. Profundidades, el segundo tomo de la exitosa saga Túneles llevará al joven Will y a su inseparabe Chester hasta las profundas soledades del planeta, lugar habitado por los “coprolitas”, una raza humanoide que los colonos tratan con absoluto desprecio. Pero allí abajo hay mucho más: plantas asesinas, renegados de la Colonia, soldados de élite styx o más bien carniceros dedicados al exterminio de todo lo que se les cruza en el camino. Y, mientas Will trata de sobrevivir mientras continúa la búsqueda, los repulsivos styx están preparando su venganza sobre los odiados Seres de la Superficie, que no sospechan nada de lo que ocurre bajo sus pies.

 

Desde antiguo, las profundidades del globo han inspirado curiosidad, miedo, fascinación. Muchos son los mitos relacionados con ellas, desde las pinturas rupestres de nuestros más lejanos ancestros a los más modernas investigaciones geológicas. Los griegos tradujeron ese torrente de emociones en deidades subterráneas como Hades y Perséfone, y los cristianos volcaron allí todo el mal del mundo, encerrando allí el Infierno. La literatura, por supuesto, no ha permanecido ajena a este embrujo. Desde los viajes al inframundo de los héroes míticos, como Orfeo, Heracles, Hunahpú , Gilgamesh o Cuchulainn a las más recientes aventuras de Otto Liddenbrock, estos viajes que son, al mismo tiempo, introspecciones espirituales, han seducido las mentes de numerosos lectores. En Profundidades, el conflicto entre lo inferior y lo superior se va haciendo patente, del mismo modo que las pasiones íntimas terminan por desbordar los límites de los espíritus menos tenaces.

La búsqueda de su padre es para Will, al tiempo que vieja iniciático, es una exploración del conflicto interno de su orfandad, algo que se incrementa por la aparición de Sarah, su madre. Las aventuras, el pertinaz anhelo de supervivencia y conocimiento, que se confunden, o los enfrentamientos sociales que encuentra –la opresión de los styx sobre los demás pobladores de la Colonia y las Profundidades- resultan una cáscara que encubre y da lustre al problema fundamental del protagonista. Como éste ha sido tratado infinidad de veces en la literatura, bueno es que se le de una apariencia nueva. La construcción de la novela, que sigue dos hilos principales –el viaje de Will, el de su madre- y otro menor –el del padre-, está bien trabajada, con elementos funcionales que la ayudan a seguir adelante tratando de que los empujones de los autores se noten lo menos posible.

Al mismo tiempo resulta interesante encontrar las abundantes reminiscencias literarias que han empleado Gordon y Williams para trazar personajes como los styx, que recuerdan al Nosferatu; los coprolitas, que son versiones bonancibles de los morlocks de H. G. Wells; el viaje de Will y su padre que recuerda a la inmortal novela de Julio Verne –aunque es de esperar que, al final, se topen con su “Arnu Saknussemm”- y toda la literatura victoriana de la que se extrae buena parte de la Colonia, aunque su organización social esté tomada más de la ciencia ficción de distopías.

Harry Potter y la fantasía juvenil

El éxito de Harry Potter abrió un mercado que, si bien siempre ha existido, perdió con el triunfo del niño mago todo tipo de restricciones y recelos. A partir de entonces el género ha experimentado una expansión  en la que algunas variantes son inamovibles, como el protagonista preadolescente, la magia, el misterio y la ruptura de algunas convenciones destinadas a proteger la inocencia de los jóvenes lectores. Porque en estos libros, hay dolor y muerte. En este aspecto, Túneles es uno de los más inmediatos herederos, aunque el protagonista sea menos atractivo que el creado por J. K. Rowling, y aunque la magia deje paso a una ciencia-ficción bastante próxima a la hechicería. Pero no es el único.

Sólo este año se puede citar un ramillete de títulos, desde la ya filmada Crepúsculo (Stephenie Meyer, Alfaguara), la historia de amor vampírico entre adolescentes, a El ladrón mago (Sarah Pineas, Montena), de ecos más potterianos, sobre un ladronzuelo que resulta no ser un muggle, precisamente. Otros títulos reseñables son El ladrón de sombras (Alexandra Adornetto, Espasa), en la que dos amigos deben devolver a los villacarnenses sus almas robadas por el hechicero Aldor, o Porta Coeli (Susana Vallejo, Edebé), en la que las puertas del ¿cielo? se abren y el mundo se llena de criaturas fantásticas.

Y mañana… El mágico libro de los infinitos cuentos, apropiado nombre para un volumen que cuenta una historia diferente cada vez que se abre.

Cuando Will Burroughs partió en pos de su padre desaparecido, ni remotamente podía imaginar que su búsqueda le fuera a llevar tan lejos. Profundidades, el segundo tomo de la exitosa saga Túneles llevará al joven Will y a su inseparabe Chester hasta las profundas soledades del planeta, lugar habitado por los “coprolitas”, una raza humanoide que los colonos tratan con absoluto desprecio. Pero allí abajo hay mucho más: plantas asesinas, renegados de la Colonia, soldados de élite styx o más bien carniceros dedicados al exterminio de todo lo que se les cruza en el camino. Y, mientas Will trata de sobrevivir mientras continúa la búsqueda, los repulsivos styx están preparando su venganza sobre los odiados Seres de la Superficie, que no sospechan nada de lo que ocurre bajo sus pies.