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'Público' despierta al 'Ciudadano Roures' de su sueño editorial
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'Público' despierta al 'Ciudadano Roures' de su sueño editorial

Corría el mes de marzo de 2009. El Magazine del diario El Mundo entrevistaba a Jaume Roures, al que presentaba como un nuevo Ciudadano Kane, dueño

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'Público' despierta al 'Ciudadano Roures' de su sueño editorial

Corría el mes de marzo de 2009. El Magazine del diario El Mundo entrevistaba a Jaume Roures, al que presentaba como un nuevo Ciudadano Kane, dueño de todo un “imperio de la comunicación” y “principal artífice de la ruina del coloso Prisa”. No era una visión novedosa. De hecho, estaba bastante extendida. “Podría decirse que lidera una escuadra de 3.000 trabajadores, una cadena de televisión (La Sexta), un periódico nacional (Público) y una productora de cine, anuncios, TV movies, documentales, programas y lo que usted le pida, a la carta”, remachaba el suplemento. Apenas dos años de dura crisis después, Antena 3 va camino de comprar La Sexta, y Público anunciaba ayer que el domingo dejará de publicarse en papel, pero según informó la redactora jefe de actualidad, Susana Hidalgo, los trabajadores decidieron que el periódico ya no circulará hoy, en un "último gesto de dignidad". Y hasta Mediapro ha pasado por un concurso de acreedores. ¿Acaso el final de un sueño?

No es fácil acercarse a Jaume Roures (Barcelona, 1950). Sin embargo, su entorno insiste habitualmente en que Público ha sido desde el principio un proyecto muy personal. Al punto de que las abultadas pérdidas generadas por el rotativo –casi 60 millones de euros en 40 meses- han parecido por momentos una cuestión secundaria. Como si el Roures editor –dueño de un periódico nacional- o el productor -que aparece en los títulos de crédito de las películas de Woody Allen- pudiera sublimar al empresario que de verdad hace caja con un negocio mucho más terrenal, como la gestion de los derechos deportivos. Un negocio que le ha obligado en muchas ocasiones a meterse en el fango con el Grupo Prisa, a quien no ha dudado en definir como “una secta maoísta que sigue al jefe hasta la muerte”.

Precisamente fue la guerra con los Polanco la que proporcionó la primera señal de debilidad en el imperio, después de que Mediapro declarara a mediados de 2010 el concurso voluntario de acreedores. La medida se vendió en su día como una estrategia defensiva para anticiparse a un problema de tesorería, ya que Prisa había amenazado con incumplir un pago de 90 millones por la retransmisión del balompié. Sin embargo, la sociedad tuvo que esperar hasta diciembre de 2011 para superar el trance. Pese a las estrecheces, Roures y Tatxo Benet nunca han puesto en peligro la gallina de los huevos de oro: los equipos de fútbol siempre han cobrado en plazo y la burbuja sólo estallará si no aguantan las televisiones. Un último ejemplo. Mediapro abonaba religiosamente a mediados de enero los 115 millones pactados con Madrid y Barcelona.

El ocaso de la ‘estrella Zapatero’

Unos días antes se había producido el segundo gran revés. La Sexta, cadena en cuyo accionariado Roures participa de forma indirecta, claudicaba y aceptaba integrarse en Antena 3 –una compra al fin y al cabo-. Sus problemas de tesorería se hacían patentes poco después, cuando la cadena no podía ni siquiera pagar los derechos de la Fórmula 1. Tras invertir más de 600 millones en un lustro, los accionistas –con los mexicanos de Televisa a la cabeza- decían basta. El gran mapa audiovisual dibujado por el Gobierno Zapatero se venía abajo. Vuelta al duopolio Telecinco-Antena 3, aunque por el camino los Roures, Écija, Benet o Contreras conseguían una jugosa participación del 7% en la ampliada cadena de Planeta. Mejor librados salían los Polanco tras sacar 500 millones de la nada por la venta de Cuatro. Todo gratia et amore de las licencias concedidas por el gobierno socialista.

Un hecho objetivo que hace imposible parar la especie que recorre el sector: no es casualidad que las empresas de Roures&Cia. pierdan pie una vez apagada la estrella Zapatero. Unos lazos con la política que el propio director de Público se veía en la obligación de glosar en la carta dirigida a los lectores tras la presentación del concurso voluntario de acreedores en el inicio de año. "Los problemas que atraviesa Público no derivan (…) del cambio político surgido de las últimas citas electorales; al contrario, desde el punto de vista periodístico, el panorama que se abre para una cabecera como ésta gana aún más interés", aseguraba Jesús Maraña. Al tiempo, minimizaba el papel de la publicidad institucional en el diario.

¿Es entonces el final de un sueño? No parece que el empresario catalán sea un hombre que pierda demasiado el tiempo en alegorías. No en vano se jacta de que su equipo está formado por “gente corriente” que se limita a hacer su trabajo. También insiste, mientras mira con cierta incomprensión la burguesa actitud de Prisa, en la necesidad de “picar mucha piedra” para sacar adelante las empresas. Ahora, en la aparente cuesta abajo, el diario Público está obligado a una reconversión que dará con algunos de sus principales profesionales en los Servicios Públicos de Empleo. Un gasto de personal superior a diez millones de euros como el que reflejan sus cuentas no le permitirá mantener en Internet el coste de esa plantilla.

El periódico alardeaba ayer de que público.es, con 5,5 millones de usuarios únicos, “se sitúa como la cuarta web de información general en España”. Un apreciable punto de partida que no esconde la muerte de al menos una aspiración. “Todos aquellos que producimos contenidos culturales tenemos una responsabilidad hacia la sociedad”, aseguraba Roures en la citada entrevista en el Magazine. Y una paradoja. La editora –Mediapubli- se beneficiará de la reforma laboral de Rajoy, que permite despedir por causas económicas con indemnizaciones de 20 días por año trabajo y un tope de 12 mensualidades. Vivir para ver.

Corría el mes de marzo de 2009. El Magazine del diario El Mundo entrevistaba a Jaume Roures, al que presentaba como un nuevo Ciudadano Kane, dueño de todo un “imperio de la comunicación” y “principal artífice de la ruina del coloso Prisa”. No era una visión novedosa. De hecho, estaba bastante extendida. “Podría decirse que lidera una escuadra de 3.000 trabajadores, una cadena de televisión (La Sexta), un periódico nacional (Público) y una productora de cine, anuncios, TV movies, documentales, programas y lo que usted le pida, a la carta”, remachaba el suplemento. Apenas dos años de dura crisis después, Antena 3 va camino de comprar La Sexta, y Público anunciaba ayer que el domingo dejará de publicarse en papel, pero según informó la redactora jefe de actualidad, Susana Hidalgo, los trabajadores decidieron que el periódico ya no circulará hoy, en un "último gesto de dignidad". Y hasta Mediapro ha pasado por un concurso de acreedores. ¿Acaso el final de un sueño?

Jaume Roures