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  1. Cultura

en el teatro maría guerrero

'Inconsolable', itinerario para sobrevivir a la muerte de un padre

Fernando Cayo protagoniza 'Inconsolable', un monólogo dirigido por Ernesto Caballero y escrito por Javier Gomá que analiza el shock, la aceptación y las preguntas que generan la muerte de un padre

Fernando Cayo en 'Inconsolable' (MarcosGpunto)

"La muerte es una tomadura de pelo y la vida, un vulgar timo". Es "una especie de violación existencial". "Una conmoción no prevista". La muerte de un padre te zarandea y deja en tal estado de shock que se convierte en todo un ACONTECIMIENTO (las mayúsculas son necesarias, sí). El dolor, la culpa y el desconsuelo que provoca la pérdida se mezclan en una suerte de letargo con el sentido del humor, la cotidianidad y las preguntas existenciales. A ellas recurrió Javier Gomá cuando le pilló de improvisto la muerte de su padre en 2015 y de ellas nació 'Inconsolable', un monólogo que ahora llega al Teatro María Guerrero (hasta el 23 de julio) dirigido por Ernesto Caballero y protagonizado por Fernando Cayo.

El itinerario de ese duelo desde la conmoción inicial hasta la aceptación y el aprendizaje de que la muerte es "la lenta gestación de un ejemplo póstumo" ​porque "toda nuestra vida se resume en una demorada preparación de la verdad que entregamos a quienes nos sobreviven" es lo que hilvana esta obra tan íntima como universal y en la que cualquier espectador puede proyectar sus propias imágenes. Gomá huye del sentimentalismo zafio y de recrearse en el dolor para plantear sin ambages las preguntas precisas. Filosofía escénica en un texto y una obra que arranca casi como una conferencia de un hombre en la cincuentena que ha perdido a su padre, de 85, de un infarto y va desgranando ese "continente emocional tan inesperado para mí como lo sería hallar por sorpresa una habitación desconocida en el piso donde vivo".

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"Es un hombre arrojado en medio del cosmos que se pregunta qué hago yo aquí, qué sentido tiene la vida existiendo la muerte y qué puedo aportar de valor a toda esta entelequia existencial", lo define Fernando Cayo. "Vivimos en una sociedad despersonalizada y deshumanizada. Estos recorridos humanos como la muerte antes estaban más conectados con la tierra y la gente, como en los velatorios, pero este tipo de cosas se han perdido. Ahora uno en una película de ciencia ficción está acostumbrado a ver 200 o 300 muertos y ni se le menea el flequillo. O miras las noticias y están rodeadas de sucesos luctuosos, pero en nuestra vida cotidiana como que no lo asumimos. Es importante vivir con intensidad todas las experiencias que tienen que ver con lo humano, las más luminosas y las menos, porque eso es lo que nos hace un ser humano completo", añade.

Pero a pesar de esa asombrosa exposición diaria a la muerte, esta sigue revistiendo cierto tabú. "No es lo mismo tener esa experiencia que imaginártela o filosofar sobre ella", dice el actor que se enfrenta al sexto monólogo de su carrera, el último fue 'El Príncipe', de Maquiavelo. "Este monólogo es muy especial por la complejidad que requiere de estar en forma de cabeza, ánimo y físicamente. Han sido tres meses trabajando intensamente un texto profundo y rico para que pueda llegar al espectador de forma liviana y fácil. Y visual y plásticamente es impresionante, con un escenario de Paco Azorín, que según va cambiando la perspectiva del hijo va mutando literalmente. Es un reto y, al mismo tiempo, un gran placer asumirlo".

"Fue como si perdiese mi infancia"

"Somos huérfanos condenados a producir huérfanos. La visión del espanto. El tiempo no cura, solo distrae", recita Cayo en 'Incosolable'. "Está el desgarro, el dolor y la ternura pero también el humor, la autoironía y el quitarse importancia", matiza. Por esos estados anímicos cabalga el viaje por el duelo de este hijo que nace de la ruptura interior, prosigue con la aceptación y la culpa (¿le quise suficiente? ¿me comporté bien?) hasta "aprender a pensar en la persona amada sin pena ni culpa". Todo profundizando en temas como la sensación de orfandad o ese frase que compone su personaje: "Cuando murió fue como si perdiese mi infancia". El golpe definitivo porque "los padres no son simplemente personas amadas, son... el último animal mitológico", escribe el autor.

"Desde luego no estamos preparados para abandonar la infancia pero es lo que nos toca. No estamos preparados para el paso del tiempo pero es así. Somos tiempo y vamos camino del precipicio, como dice Gomá. La muerte es algo ineludible por lo que vamos a pasar todos. La cuestión es cómo voy a llegar a ella. Esa es la pregunta que también se hace el autor. Ya que tengo que morir voy a intentar dejar algo de valor a quienes me sobrevivan. No solo material sino humano y espiritual". Ahí radica la luminosidad de esta obra que actúa como un espejo de las pérdidas, los miedos y el calendario. Que tú vida sea tan intensa que tu muerte sea injusta y dejes aprendizaje y recuerdos en el camino. Que tenga, dentro de su inevitable absurdidad, un valor.

En este sentido, reflexiona Cayo que lo que ha aprendido con 'Inconsolable', y cita las muertes de su padre y su madre', es fundamentalmente "la importancia de tratar de dejarnos algo de valor aquí antes de irnos. El hacerme profundamente esa pregunta, que era algo que siempre había tenido en mente. Schubert decía, y para mí resume este monólogo, que es tratar de llevar luz a la oscuridad del corazón de los hombres. Ese es el deber del artista y ese sentido de misión de aportar luz en lo que estás haciendo a los espectadores, a mis seres queridos, a mi hija, a esta sociedad y este lugar en el que estoy para que cuando me vaya haya algo de luz que haya dejado aquí".

Gomá también profundiza en este texto en la salvación por la cotidianidad y la necesidad de vivir cada momento intensamente para recomponerse de un golpe de esta magnitud. "Desde luego la cotidianidad salva e integrar en tu vida cotidiana los recuerdos de los que ya no están, salva. Esas cosas enriquecen nuestra vida", asegura Cayo. A pesar de que esta sociedad rápida y estresada desdeñe el pequeño placer diario, pero, admite el actor, "vivimos en una sociedad que se perdió hace miles de años cuando el hombre empezó a asentar normas que no eran naturales. Ahora tenemos la consecuencia de aquello: una sociedad externa basada en la cáscara más que en lo fundamental. Y ese ejercicio de integración y de búsqueda armoniosa de lo humano es el camino de la vida para quien quiera vivir la vida conscientemente y con riqueza. Si no, te puedes quedar en la cáscara, en lo externo y lo frívolo". Ahí es donde 'Incosolable' no solo transita por el itinerario del duelo sino que alardea de vida y de cómo vivirla con intensidad para convertirse en un necesario adiós vital y optimista.

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