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Un 23F a 40 grados. La cara oculta de Juan Carlos I
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un día en el rodaje de 'el rey'

Un 23F a 40 grados. La cara oculta de Juan Carlos I

Alberto San Juan, Willy Toledo y Luis Bermejo ruedan 'El rey', una película que disecciona la figura del monarca y la Transición española que se estrenará a final de año o inicio de 2018

Foto: Imagen del rodaje de 'El rey', con Alberto San Juan, Willy Toledo y Luis Bermejo (Carmen Castellón)
Imagen del rodaje de 'El rey', con Alberto San Juan, Willy Toledo y Luis Bermejo (Carmen Castellón)

Jueves, tres de la tarde. 23F. Si fuera el termómetro supera los 35 grados, dentro sobrepasa los 40 de largo. El Congreso de los Diputados se ha desdibujado y reconstruido en un universo onírico, tenebroso y desfigurado. Repleto de sombras iluminadas enigmáticamente. "Nadie se movió. Las calles permanecieron vacías", musita un Juan Carlos I en horas muy bajas hacia sí mismo. Casi como en un sueño va relatando cómo ordenó a las autoridades civiles y militares tomar todas las medidas para "mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente".

Corten.

Luis Bermejo, con chaqueta azul y corbata roja, se seca el sudor, se refresca y recoloca en el destartalado trono de piel marrón, que se mantiene en posición gracias a unos libros que hacen de dos de sus patas. Da vida al monarca. Mirá a la cámara y sigue poniendo voz a las reflexiones y los recuerdos del rey sobre el intento de Golpe de Estado. Al lado, físicamente frente a frente entre las cámaras pero realmente en un rincón de su cabeza, Antonio Tejero le da la réplica. "Si me explica qué cojones pasó el 23F", dice por boca de Willy Toledo. Aún está intentando comprender cuando aparece Rodolfo Martín Villa: "24 años colaborando al servicio público de España", responde diligente un Alberto San Juan repeinado y con gafas ochenteras.

Estamos en el Teatro del Barrio en los últimos días de rodaje de 'El rey', una película de San Juan y Valentín Álvarez con la que pretenden diseccionar desde una óptica crítica y descarnada el reinado de Juan Carlos I y los claroscuros de la Transición. Huir de la versión oficial de la historia y generar un debate nada complaciente sobre la historia de España. El filme nace de la obra de teatro del mismo nombre, que se estrenó en noviembre de 2015 y se despide en julio de los escenarios, pero no es una grabación de la obra sino, utilizando el mismo material y fuentes documentales (porque ambas beben de discursos, entrevistas e investigaciones), una adaptación cinematográfica. "Una película escénica", dice Álvarez tras otra jornada agotadora y calurosa de rodaje.

El sonido de la claqueta se escuchó por primera vez hace hoy justo dos semanas para un rodaje exprés que se prolongó durante seis días. El resultado se estrenará a finales de este año o principio de 2018 El presupuesto de la película son 100.000 euros, pero el gasto real, explica San Juan, serán 14.000 euros porque gran parte del equipo no cobrará a no ser que haya un retorno económico y han contado con cesión de materiales. Eso obliga a jornadas maratonianas y ajustar bien cada toma para que nada falle. Este jueves aún queda que Tejero pida explicaciones a Martín Villa sobre el día que pronunció una de las frases más famosas de la historia reciente.

"En la obra nos permitimos tantear los terrenos de la farsa. Aquí hemos tratado de contener y hacer una interpretación más realista y contenida, hay menos chistes y se refuerza el drama y rebaja la comedia", explica San Juan entre tomas. Mientras, en una sala del teatro absolutamente despejada y con aspecto tenebroso, se da forma a esta pesadilla que se forma en la cabeza de Juan Carlos I y que visualmente recuerda a 'Dogville', de Lars von Trier. "Es un hombre perdido en la oscuridad y, de pronto, se van encendiendo luces y encontrando con personajes que han sido importantes en su vida", aclara. Por delante del soberano Bermejo pasarán desde Tejero a Franco, Adolfo Suárez, Felipe González, Carrero Blanco, Puig Antich, Kissinger, Victoria Prego, Jesús Hermida... Todos interpretados por Toledo y San Juan.

Hay que apretar en el rodaje porque en poco menos de dos horas llegan a preparar el decorado de la primera función de la noche. La segunda, el doblete, será también de ellos con 'El rey'. Llevan desde las 7 de la mañana rodando, los grados centígrados dentro de la pequeña sala repleta de focos suben y suben y poco antes de las cuatro paran para dar cuenta en "no más de media hora" de una paella y un gazpacho. Aprovechar el tiempo es la máxima cuando se cuenta con los recursos justos y la convicción de que lo que tienen entre manos merece la pena. "El rey hay que hacerlo en teatro, en cine, hay que estudiarlo en los colegios, los institutos, las facultades y se tiene que hacer un verdadero relato porque se tiene que hacer memoria. El ejercicio de memoria de figuras que han sido determinantes para la historia de España y que han condicionado la sociedad es fundamental si queremos liberarnos", asegura Luis Bermejo con la primera parte de la jornada terminada.

"El rey' nos invita a que no tengamos miedo y a hablar. A dejar atrás ese discurso de 'dejad a los muertos' o 'no remováis el pasado'. ¿Por qué no? Es absurdo. Se debería hablar de forma natural porque luego ellos nos representan. Y si me representan, tengo derecho —también obligaciones y cumplo con ellas— de querer saber. No me inyectes más miedo", agrega el actor. "Lo que nos interesa es que haya debate y la gente vea otra historia de cómo sucedieron los hechos durante la Transición. El rey, obviamente, es muy importante y es el protagonista, pero también se cuenta la Transición española a través de la figura del rey, que es tan importante para no traer la democracia a España al contrario de lo que dicen los medios y la Historia oficial", asegura Toledo. "En realidad, ha habido una estafa y una farsa. Lo que hubo fue un cambio de nomenclatura".

Bermejo deja claro que han huído de "la parodia y la imitación burda". "Hemos querido acercarnos al rey para entenderlo". ¿Qué ha descubierto de Juan Carlos I quien le da vida en este proyecto? "Que se ha construido una figura para sostener los intereses de unos cuantos, de un grupo de poderosos, y eso se tiene que contar. También qué hay detrás un ser humano al que le han marcado un camino desde los diez años, y tengo la sospecha de que se lo siguen trazando a él y a su hijo. Creo que sirve a los intereses de unos poderosos y no tanto al interés general".

Refrescados y con el estómago lleno se reanuda el trabajo. Esta vez es Alberto San Juan quien abre fuego con un largo monólogo en el que Martín Villa da cuenta de los múltiples cargos que ha ostentado "siempre al servicio del Estado". De jefe del Sindicato Español Universitario en los sesenta a Gobernador civil y jefe provincial del Movimiento en la Barcelona en 1974, ministro de Relaciones Sindicales con Arias Navarro, del Interior con Suárez, vicepresidente del Gobierno con Calvo Sotelo, diputado del PP, presidente de Endesa en 1997, presidente de Sogecable, de Prisa, en 2004 o consejero del Sareb, el banco malo, en 2012.

Desde 2014 pesa sobre él una orden de detención preventiva y extradición de la jueza argentina María Servini por los crímenes del franquismo. "El Gobierno ha denegado la extradición y efectivamente, no viajaré, pero estoy encantado de declarar. No necesito acogerme a la Ley de Amnistía de 1977. Para eso tendría que haber cometido algún delito", remacha su personaje. "¡Qué cara de antiguo tengo!", dice San Juan riendo entre las tomas de este monólogo cuando se ve con la gafas. "Pero lo hicimos, ¿verdad? Hicimos la paz", brama en la siguiente escena este Juan Carlos I como un mantra desquiciado.

"El rey era una figura intocable hasta Botswana y el caso Nóos. A partir de entonces, y sobre todo desde la nueva conciencia colectiva del 'no nos representan' que se adquiere el 15M, no es que se abra la veda porque acuérdate de la portada de 'El Jueves' que fue secuestrada, pero esta obra hace diez años sería un escándalo y hoy no lo es", asegura Alberto San Juan. Por eso, agrega, más allá de la literatura crítica "y poco difundida" sobre el monarca, apenas se ha abordado su figura. "Con todos los respetos a los compañeros de profesión que han participado, esas series de televisión sobre el rey, la familia real o el 23F se han hecho para reforzar el discurso oficial y mitificar la figura de Juan Carlos I, Felipe VI y la monarquía como forma de Estado. Afortunadamente uno de los efectos positivos de esta situación terrible que es la crisis del sistema es cuestionarnos la manera en la que veíamos las cosas y plantearnos que, quizá, no estábamos viendo la realidad en toda su amplitud", agrega.

Destaca Alberto San Juan una frase que resuena con muchísima fuerza en la obra y que, seguramente, también lo hará en la película. Esa en la que Juan Carlos I asegura que la dictadura fueron "40 años de paz". Imagínate, añade, si lo dijera un jefe de Estado alemán sobre el nazismo o italiano sobre el fascismo. "¿Cómo puede ser legítimo Felipe VI si no hace una condena frontal de la dictadura? Me dan igual los lazos afectivos que pudiera tener con Franco, es una cuestión suya que no nos importa salvo que cuestionen su imagen de la dictadura. Por eso, si él considera que la dictadura sangrienta de 40 años cuya larga sombra aún sufrimos lo fue en alguna medida, Felipe VI o Juan Carlos I no son legítimos para tener ningún papel público en nuestra sociedad".

¿Consulta por la República?

Mientras Toledo asegura que tiene "sus dudas de si saldría un sí a la República" en un hipotético referéndum "tras 40 años de propaganda en los medios", San Juan se muestra más optimista. "Estoy convencido de que a la monarquía le quedan los días contados. La monarquía no es más que un instrumento al servicio de un sistema de poder de unos pocos que tienen las riendas del poder económico y que se buscarán otras herramientas para poder prescindir de ella. Estoy seguro de que ya las están buscando. No creo que Felipe VI llegue a terminar su reinado porque no se sostiene y porque al neoliberalismo le da igual, lo que quiere es que la riqueza siga concentrada en pocas manos", responde rotundo.

A la par que habla de la previsible complicada distribución de la película (pretenden estrenarla en salas de cine y televisiones fuera y dentro de España, rodarla por festivales y finalmente que esté accesible en internet), el equipo desmonta a la velocidad del rayo para dejar trabajar a los actores de la próxima función. Se cruzan las conversaciones sobre las ópticas que van a necesitar al día siguiente porque algunas tienen que devolverlas a sus dueños y dan órdenes porque mañana podrán estirar el tiempo de grabación hasta más tarde. A San Juan, Toledo y Bermejo les vuelve a esperar el rey un par de horas más tarde, pero está vez con el público delante. Al día siguiente serán las cámaras las que vuelvan a meterles en la mente y las sombras de nuestra historia en busca de algo de luz.

Jueves, tres de la tarde. 23F. Si fuera el termómetro supera los 35 grados, dentro sobrepasa los 40 de largo. El Congreso de los Diputados se ha desdibujado y reconstruido en un universo onírico, tenebroso y desfigurado. Repleto de sombras iluminadas enigmáticamente. "Nadie se movió. Las calles permanecieron vacías", musita un Juan Carlos I en horas muy bajas hacia sí mismo. Casi como en un sueño va relatando cómo ordenó a las autoridades civiles y militares tomar todas las medidas para "mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente".

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