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Este es el hombre que enseña a gozar sexualmente a las mujeres
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Este es el hombre que enseña a gozar sexualmente a las mujeres

Hay un puñado de varones en todo el mundo cuyo trabajo es el de acostarse con mujeres por dinero. Pero lo mejor de todo es que son de gran ayuda para que disfruten de una vida sexual mejor

Foto: Aunque la mayor parte de "sustitutas" son mujeres, algunos hombres también desempeñan el trabajo de ayudar a superar los problemas sexuales. (iStock)
Aunque la mayor parte de "sustitutas" son mujeres, algunos hombres también desempeñan el trabajo de ayudar a superar los problemas sexuales. (iStock)

Nuestra sociedad tiene valores peculiares. Si alguien pregunta por cuánto estaríamos dispuestos a vendernos, normalmente asociaríamos esta pregunta a nuestra sexualidad –“¿por cuánto dinero practicarías sexo oral a una persona que no te atrae sexualmente?”–, pero no con nuestro trabajo (“¿por cuánto dinero estarías dispuesto a culpar a un compañero para que le despidan?”) o nuestra familia (“¿por cuánto dinero dejarías de ver a tu madre?”). Sin embargo, hay personas que están dispuestas a acostarse con quien haga falta por muy poco dinero. Y, además, están haciendo una buena acción. Se trata de los sustitutos (“surrogates”) sexuales.

De igual manera que el personaje interpretado por Helen Hunt en 'Las sesiones' ('The Surrogate'), que era contratada para que un tetrapléjico perdiese la virginidad, hay hombres que se dedican a servir de ayuda a mujeres con problemas sexuales. No son muchos, pero los hay. En Estados Unidos apenas existe una decena de varones acreditados para tal trabajo. Uno de ellos es Larry Villarin que, como señala en su perfil de Sex Surrogate of LA, tiene la misión de acompañar a sus clientes en su “viaje a la plenitud”.

“Las mujeres no están para satisfacerme”, explica. “Para eso estoy yo. En algún momento, dejaron de confiar en los hombres. Tengo que darle la vuelta”

Con más de 25 años de experiencia sobre sus espaldas, hay un amplio abanico de razones por las que se puede acudir a Villarin. De la simple inexperiencia a problemas físicos como el vaginismo, pasando por la recuperación de un adicción sexual, inmigración, trauma, abuso, preorgasmia, inseguridad y una larga lista que engloba a todo aquel que necesite ayuda entre las sábanas, por razones físicas o psicológicas.

Un buen samaritano del amor

Si hablamos de Villarin y no de otro es porque ha sido uno de los pocos sustitutos que se han prestado a hablar largo y tendido de su profesión, algo que ha ocurrido en las páginas de 'Broadly', la marca para el público femenino de 'Vice'. En él, el hombre de 62 años explica cómo se ha acostado con decenas de mujeres (y algún que otro hombre) en sesiones individuales. Algunos de ellos eran vírgenes a los 40 años, otros eran personas cuya educación religiosa les había impedido disfrutar del sexo, algunos de ellos eran millonarios y otros tenían alguna discapacidad. Sus edades han oscilado entre los 22 y los 75 años. “Las mujeres no están para satisfacerme”, explica. “Para eso estoy yo. En algún momento, dejaron de confiar en los hombres. Tengo que darle la vuelta”.

Reportaje de la BBC sobre una sustituta sexual.

El funcionamiento de estas terapias es muy semejante al de la cognitivo conductual que se utiliza para superar algunas fobias. Nunca hay sexo en la primera sesión, sino que esta se parece más bien a una sesión de psicoanálisis, en la que se establecen las bases para trabajar poco a poco hasta el paso final: tener un orgasmo satisfactorio. Durante los primeros encuentros, por ejemplo, Villarin y su cliente se miran juntos al espejo sin ropa para acabar con todos los tabúes asociados con el cuerpo y fomentar un ambiente de confianza.

Villarin cobra 150 dólares en cada sesión y trabaja en la zona de Los Ángeles. Por supuesto, esta clase de labor puede dar lugar a situaciones peliagudas, aunque por lo general él y su cliente sepan que “la relación debe terminar”: una de las mujeres se enamoró de él y siguió haciéndole caros regalos una vez la terapia hubo terminado, por lo que tuvo que cortar por lo sano. Además, dejó de utilizar su dormitorio para su trabajo, que ahora realiza en una habitación diferente. Su trabajo ha interferido en multitud de ocasiones con su vida amorosa y vive bajo la amenaza de que, como ha ocurrido a algunos de sus colegas, sea detenido por cobrar por sexo, algo ilegal en todo EEUU.

Los cinco grandes mitos sobre los sustitutos

Por la naturaleza de su trabajo, hay muchas confusiones sobre la labor de estos “surrogates”. Por eso, en la propia página de la organización hay una pequeña guía para saber en qué consiste (y en qué no). Su objetivo es, ante todo, “proporcionar servicios terapéuticos de calidad con cariño, dignidad, sensualidad y compasión”. Por supuesto, no se trata ni de masajistas ni de escorts ni de acompañantes ni de maestros de yoga. Esto es en lo que verdaderamente consiste su trabajo:

-No es moralmente reprobable. Los sustitutos señalan que es normal que se siga pensando esto en una sociedad tan conservadora, ya que se piensa que no debería hablarse de sexo fuera de la intimidad del dormitorio. Sin embargo, para ellos la auténtica vergüenza es “que cuando una persona sufra problemas sexuales no sepa qué hacer”. Hay un gran número de objeciones que, no obstante, siguen planteando los terapeutas sobre estas estrategias. Como aseguraba a 'El Confidencial' en un pasado artículo el doctor Carlos San Martín Blanco, de la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual, “los conflictos legales, éticos y deontológicos hacen totalmente desaconsejable el empleo de esta estrategia terapéutica”.

-No es prostitución legalizada. La principal diferencia con ella es que, mientras que la prostitución tiene un objetivo de entretenimiento y proporciona satisfacción inmediata, el trabajo de los sustitutos es educar al cliente para que mejore su vida sexual. Por lo general el proceso es mucho más largo y la parte sexual es secundaria a lo esencial, que es la comunicación con el terapeuta.

-No es sexo educacional. Pero tampoco se trata simplemente de mejorar la técnica entre las sábanas. Alrededor del 90% de la terapia no tiene nada que ver con el sexo, recuerdan, y en la mayor parte de sesiones no hay ningún contacto entre cliente y experto.

-No es para la gente normal. De igual manera que cualquier persona puede sufrir una enfermedad mental, lo mismo puede ocurrir con una enfermedad sexual; la diferencia, hoy en día, es que estas últimas siguen siendo un tema tabú. Los expertos recuerdan que aunque hay gente “normal” en otros aspectos de su vida que recurren a este tratamiento, quizá en el sexual no lo sean, y que por ello utilizan sus servicios.

-No son supermodelos. En el caso de la prostitución se potencia el atractivo del profesional sexual para facilitar la excitación del cliente. No ocurre lo mismo con los sustitutos, que probablemente no encajan en la descripción de la mujer o el hombre ideal que tendríamos en mente: “No estamos aquí para ser guapos”.

Nuestra sociedad tiene valores peculiares. Si alguien pregunta por cuánto estaríamos dispuestos a vendernos, normalmente asociaríamos esta pregunta a nuestra sexualidad –“¿por cuánto dinero practicarías sexo oral a una persona que no te atrae sexualmente?”–, pero no con nuestro trabajo (“¿por cuánto dinero estarías dispuesto a culpar a un compañero para que le despidan?”) o nuestra familia (“¿por cuánto dinero dejarías de ver a tu madre?”). Sin embargo, hay personas que están dispuestas a acostarse con quien haga falta por muy poco dinero. Y, además, están haciendo una buena acción. Se trata de los sustitutos (“surrogates”) sexuales.

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