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El misterioso asesinato en Silicon Valley que reveló una gran conspiración
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AFECTA A MÁS DE 64.000 INGENIEROS INFORMÁTICOS

El misterioso asesinato en Silicon Valley que reveló una gran conspiración

El litigio que enfrenta a 64.613 ingenieros contra las grandes tecnológicas se resolverá con la ausencia de uno de los impulsores de la histórica demanda

Foto: Una buena parte de los más de 64.000 ingenieros demandantes pertenecen a Apple. (Wikimedia Commons)
Una buena parte de los más de 64.000 ingenieros demandantes pertenecen a Apple. (Wikimedia Commons)

El litigio antimonopolio que enfrenta a 64.613 ingenieros contra las siete grandes tecnológicas de Silicon Valley se resolverá con la ausencia de uno de los cinco impulsores de la histórica demanda. Brandon Marshall, extrabajador de la firma Adobe, falleció el pasado mes de diciembre tras recibir un disparo en el pecho por parte de un agente de la policía. El suceso apenas ocupó unas líneas en la prensa local, a pesar de las turbias circunstancias de su muerte, y sin hacer mención a su papel en dicho litigio. Uno de los abogados de los demandantes, Joseph R. Saveri, se ha referido a él como “víctima de una conspiración”.

Las cloacas de la meca mundial de la innovación rezuman una inusitada fetidez desde hace varios meses. A las acusaciones contra Google, Intel, Adobe Systems, Intuit, Lucasfilm, Pixar y Apple por violar las leyes antimonopolio, pactando una presión a la baja sobre los salarios y la prohibición de fichar a trabajadores de la competencia, se unen la problemática del acceso a la vivienda (el precio promedio de un apartamento de cuatro habitacionescuesta lo mismo que el sueldo del 55%de los trabajadores) y la precarización de la llamada knowledge class (clase del conocimiento). A día de hoy, en esta ciudad se concentra laquinta bolsa más grandede personas sin techode EEUU.

Los ejecutivos de Silicon Valley saben muy bien que un proyecto brillante que escape de su control puede hacerlos caer rápidamente

El últimoSilicon Valley Index da buena cuenta de esta deriva, que incluso está causando cierta preocupación entre los artífices de este centro neurálgico de las tecnológicas. Sus resultados han abierto la caja de Pandora, hasta el punto de que el influyente Emmett D. Carson, CEO deSilicon Valley Community Foundation, firmó junto aRussell Hancock, CEO de Joint Venture Silicon Valley, una demoledoracarta abiertaen la que ponía sobre la mesa una cruel contradicción:“El éxito de Silicon Valley ha provocado que se convierta en un lugar menos habitable”.

Trabas al desarrollo profesional

Las lógicas han cambiado y el lugar al que se iba a perseguir sueños se ha convertido en una pesadilla para muchos jóvenes talentos, que no sólo luchan contra la violación de las leyes y los derechos laborales de las grandes empresas, sino también contra el deterioro de las condiciones de vida, que van acompañadas de un repunte del consumo de opiáceos(medicamentos de venta en farmacias cuyo consumo se cuadriplicó entre 1997 y 2007).

Los correos y pruebas judiciales aportados por los demandantes señalan al fallecido Steve Jobs como autor intelectual de la artimaña

Según los compañeros de trabajo de Marshall que presenciaron su muerte, este comenzó a tomar pastillas compulsivamente tras salir de una reunión. Asustados por sus posibles intenciones de suicidio por sobredosis, llamaron a una ambulancia, a la que ya no subiría con vida. El ingeniero desenfundó una pistola tras forcejear contra los agentes que escoltaban al servicio de emergencias y estos se defendieron disparándole. Un solo tiro acabó con su vida.

La tregua entre las grandes compañías para no robarse entre sí a los jóvenes talentos ha provocado, además de una congelación de los salarios, una traba al desarrollo profesional en Silicon Valley. La imposibilidad de negociar los sueldos, así como de fichar por otras compañías, significa que la cultura del esfuerzo, el sacrificio y las capacidades o habilidades profesionales ya no son una garantía de éxito. La ilusión se desvanece entre los genios del Valle del Silicio.

Amenazas y presiones

El abogado Saveri hacía hincapié en esta disfunción: “Estas mentes son las responsables de desarrollar los programas informáticos y la tecnología más puntera, que es la auténtica base del éxito del sector. Sin embargo, se les niega la posibilidad de negociar libremente lo que valen”.

Unas duras palabras que parecen haber sido rescatadas de la ominosa época del despegue científico de la ingeniería aeroespacial soviética. Y es que, por continuar con las analogías, los ejecutivos de Silicon Valley saben muy bien que un proyecto brillante que escape de su control puede hacer caer rápidamente al gigante tecnológico más poderoso.

La artimañapodría poner contra las cuerdas a los gigantes tecnológicos, mientras queloscorreos y pruebas judiciales aportados por los demandantes señalan al fallecidoSteve Jobscomo autor intelectual. Los más de 64.000 ingenieros afectados reclaman miles de millones de dólares en indemnizaciones. Según sus cálculos, las pérdidas salariales sumarían alrededor de 3.000 millones.

En el aire queda ahora lo que se le pasó por la cabeza a uno de los impulsores de la demanda colectiva antes de enfrentarse a la policía tratando de suicidarse mediante una sobredosis. Según declaró en su día Michael Devine, un excompañero de trabajo en Adobe deMarshall, al diario The New York Times, este se sentía desbordado por el caso y había sufrido amenazas por las redes sociales. Ya fuese la presión o el estrés que lo llevaba a consumir opiáceos, lo que lo condujo a la muerte asienta sus raíces en los problemas laborales.

El litigio antimonopolio que enfrenta a 64.613 ingenieros contra las siete grandes tecnológicas de Silicon Valley se resolverá con la ausencia de uno de los cinco impulsores de la histórica demanda. Brandon Marshall, extrabajador de la firma Adobe, falleció el pasado mes de diciembre tras recibir un disparo en el pecho por parte de un agente de la policía. El suceso apenas ocupó unas líneas en la prensa local, a pesar de las turbias circunstancias de su muerte, y sin hacer mención a su papel en dicho litigio. Uno de los abogados de los demandantes, Joseph R. Saveri, se ha referido a él como “víctima de una conspiración”.

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