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¿La gente inteligente duerme menos, copula más y toma más drogas?
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LA HIPÓTESIS DE INTERACCIÓN SAVANNA-IQ

¿La gente inteligente duerme menos, copula más y toma más drogas?

¿De qué manera se refleja nuestra inteligencia en nuestros actos? Diversas investigaciones recientes se han propuesto responder dicha pregunta

Foto: Las personas con un mayor coeficiente prefieren probar cosas que nuestros antepasados no hacían. (Corbis)
Las personas con un mayor coeficiente prefieren probar cosas que nuestros antepasados no hacían. (Corbis)

¿De qué manera se refleja nuestro coeficiente intelectual en nuestros actos? ¿Es posible averiguar el nivel de inteligencia de una persona a través de su comportamiento, o cada ser humano tiene unas peculiaridades propias que responden a su personalidad y a la influencia de factores ambientales?

Dichas preguntas han conducido durante las últimas décadas a intentar averiguar de qué manera se conducen aquellas personas que disfrutan de un coeficiente más elevado. Y una sorprendente respuesta habitual ha sido unir dicha capacidad con un mayor consumo de drogas, una existencia hiperactiva y un deseo de probar cosas nuevas.

La mayor parte de estas afirmaciones señalan a una misma hipótesis, la conocida como de interacción Savanna-IQ. Según dicha teoría, las personas más inteligentes tienden a perseguir la práctica de actividades que perciben como novedosas, y que difieren de manera sensible de aquellas que han practicado los hombres a lo largo de su evolución. Serían, por lo tanto, la vanguardia evolutiva que comienza a cambiar el comportamiento de toda la raza humana.

Las personas más inteligentes suelen ser más activas durante la noche

De ahí se desprendería tanto esa voluntad por probar cosas nuevas, vinculada al consumo de drogas, como una cierta facilidad para adaptarse a las situaciones de estrés. De acuerdo a esta teoría, la inteligencia permite a aquellos que la disfrutan en un mayor grado buscar soluciones a los problemas que la vida les presenta sin sufrir por la fuerte carga cognitiva que implica adaptarse a nuevas situaciones.

La noche pertenece a los inteligentes

El encargado de llevar a cabo la mayor parte de los estudios que respaldan dicha teoría ha sido el profesor de la London School of Economics Satoshi Kanazawa, que también ha vinculado de manera bastante polémica la inteligencia con el ateísmo y el progresismo. Sin embargo, de entre todos los comportamientos que se sospecha pueden practicar las personas inteligentes, aquel en el que existe más evidencia científica es en el de la vida nocturna.

Las novedades son percibidas de forma positiva por las personas más inteligentes

Como ocurre con otros comportamientos disfrutados por las personas inteligentes, la actividad tras la puesta de sol no es consustancial al ser humano, sino que es una de esas costumbres que han aparecido durante los últimos siglos, de mano de la luz eléctrica. No obstante, los críticos con la obra de Kanazawa intentan explicar dicha relación a través de teorías alternativas como la de los ciclos circadianos.

Sin embargo, quizá es demasiado exagerado afirmar, como hacía un artículo publicado enEsquire, que “si pasas pocas noches leyendo y más tiempo fumando marihuana y haciendo el amor hasta las tres de la mañana, probablemente serás más listo que el resto de los demás”.

Como recuerda el autor, la Hipótesis (a la que así se refiere en los artículos publicados sobre el tema) no aborda tanto los comportamientos efectivos como los deseos y los valores de cada persona que, no obstante, suelen conducir a la acción.

El problema de las drogas

De acuerdo con un muy difundido paper publicado por el Journal of Epidemiology and Community Health llamado La inteligencia a través de la infancia en relación al uso de drogas en la edad adulta: estudio de una cohorte británica de 1970, los niños más brillantes tienden a un mayor consumo de drogas cuando son adultos.

Las mujeres más inteligentes beben más

El proceso de elaboración del estudio fue sencillo: comparar el coeficiente intelectual de 8.000 individuos con el consumo de drogas entre los 16 y 30 años. La investigación concluyó que, a los 30 años de edad, los que habían sido niños más inteligentes tenían un 50% más de posibilidades de haber consumido anfetaminas y un 65% de haber tomado éxtasis.

Algo semejante ocurre con el alcohol. Como explicaba el propio Kanawa en un artículo publicado en Psychology Today, debido a que consumir bebidas espirituosas es una novedad evolucionista,que no apareció hasta hace 10.000 años, suele ser algo deseado por los más inteligentes. De acuerdo con las investigaciones realizadas por el profesor, los chicos con un mayor coeficiente de Reino Unido y Londres tienden a bebermás cuando alcanzan la edad adulta.

Una tesis refrendada por otro grupo de investigación diferente capitaneado por Francesca Borgonovi y María Huerta,que estableció una relación significativa entre la inteligencia femenina y el consumo de alcohol. Según el estudio publicado en la revista Social Science and Medicine, las niñas que habían tenido unas notas superiores a los de sus compañeros tenían más del doble de posibilidades de beber alcohol a diario.

¿Hacen más el amor?

¿Qué ocurre con el sexo? Se trata de aquella relación más cogida por los pelos, ya que la evidencia más recurrente es a una encuesta financiada por una compañía de juguetes sexuales que indicó que los estudiantes de Oxford y Cambridge invertían más (hasta el doble) en juguetes sexuales que sus compañeros de otras universidades menos prestigiosas.

La gente menos inteligente suele hacer más cosas bien

Una relación un tanto tenue, cuanto menos, que se respaldaba en una idea bastante lógica: las personas inteligentes tienden a ser más abiertas de mente y, por ello, a experimentar con determinados comportamientos no aceptados socialmente. Como ocurre con este tipo de investigaciones, resulta tentador darle la vuelta a la causa y al efecto y sugerir que, si utilizamos más dicho producto, es porque somos inteligentes, lo que lo hace más deseable para el comprador.

Lo que sí se desprende de otro estudio realizado esta vez por el King’s College de Londres, es que las mujeres con una mayor inteligencia –en esta ocasión, emocional– suelen tener más orgasmos. Algo que se encuentra en consonancia con la reciente investigación que afirmaba que el sexo femenino suele disfrutar más de una relación sexual cuando esta es con sus novios, ya que proporciona sentimientos de seguridad y empatía que influyen de manera positiva en la excitación sexual.

No hay que lanzar las campanas al vuelo. Incluso en el caso de que creamos a Kanazawa y sus investigaciones, él mismo ha identificado en qué suelen fracasar esas personas que tienen un alto coeficiente intelectual y que alude, una vez más, a la inteligencia emocional que difundiese Daniel Goleman a partir de los años setenta. Para el profesor de origen oriental, “la gente menos inteligente hace más cosas bien”, puesto que están acostumbrados a ello.

¿De qué manera se refleja nuestro coeficiente intelectual en nuestros actos? ¿Es posible averiguar el nivel de inteligencia de una persona a través de su comportamiento, o cada ser humano tiene unas peculiaridades propias que responden a su personalidad y a la influencia de factores ambientales?

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