Es noticia
"Los chinos pueden enseñarnos a superar las adversidades"
  1. Alma, Corazón, Vida
LISA SEE, AUTORA DE LA SAGA DE MODA EN EE.UU.

"Los chinos pueden enseñarnos a superar las adversidades"

Hija del patricarca de Chinatown, Lisa See creció en el popular barrio de Los Ángeles rodeada de 400 familiares y de un buen número de tradiciones.

Foto: "Los chinos pueden enseñarnos a superar las adversidades"
"Los chinos pueden enseñarnos a superar las adversidades"

Hija del patricarca de Chinatown, Lisa See creció en el popular barrio de Los Ángeles rodeada de 400 familiares y de un buen número de tradiciones. Las huellas de sus orígenes son poco evidentes en lo físico y en sus maneras (su acento y su actitud son típicos de las clases acomodadas estadounidenses) pero sí dejaron una notable impronta en lo psíquico. De sus experiencias y de las de sus antepasados han surgido un buen número de obras con las que ha llegado a lo más alto de las listas de venta estadounidenses. Ayer estuvo en Madrid presentando su última novela, Sueños de felicidad (Bruguera), continuación de El abanico de seda, una obra que ha sido llevada al cine por el director Wayne Wang.

P. ¿Cómo es la vida rodeada de 400 familiares? 

R. Creo que la manera en que la gente se identifica es por nuestro entorno, donde nos vemos reflejados como si fuera un espejo. Cuando yo era pequeña, lo que veía en mi entorno eran rostros chinos, tradiciones, cultura y comida chinas. Pasaba mucho tiempo en Chinatown, donde conocía a todo el mundo y todo el mundo me conocía a mí. De manera que no veía ningún conflicto: yo era china. Pero cuando entrevisté a mis familiares para mi primer libro, muchos de ellos me decían. “Fulanito es caucásico, como tú”. De repente, te das cuenta con 40 años que la gente de tu familia te ve de manera diferente, lo cual es impactante. Y eso me sirvió para iniciar este camino interior, para empezar a preguntarme qué sé y qué no sé de mi familia. Estoy intentando averiguar quién soy y cómo es mi cultura, y escribir me sirve para esa finalidad.

Todos los pueblos inmigrantes tienen que decidir qué conservar y de qué desprenderseP. Y esa probablemente sea una de las razones que explican el éxito de sus libros. Llegado un instante, todos nos preguntamos quiénes somos, cuáles son nuestras raíces, cómo nos influyen, etc. Pero quizá ahora, en su madurez, sea más sencillo hacerse esas preguntas. En la adolescencia, cuando se tienen menos recursos para afrontar los cambios, y se vive rodeado de un entorno de tradiciones tan fuertes, no debió ser fácil. ¿Cómo lo afrontó?

R. No me paraba mucho a pensarlo, hacía las cosas sin más. Pero tampoco sé por qué lo viví así. Quizá porque sabía que mi familia me aceptaba, aun cuando no era como ellos. Y como nadie me cuestionaba, no había problema en tener esa doble vida.

P. Pero esa vivencia personal parece ir a la par de la de su comunidad, que contaba con unas tradiciones muy rígidas y firmes y que pretendía conservar en un país como EE.UU. cuya cultura es muy fuerte. Esa contradicción entre el pasado y el presente debió provocar muchas tensiones.

R.- Habría que plantearse primero qué hace que un emigrante salga de su país, si son motivos económicos o políticos, si trata de buscar un mejor futuro para sus hijos, etc., y por otro lado hay que ver qué factores le siguen ligando a su país. La pregunta para todos los emigrantes es qué van a conservar de su cultura y de qué se vav a desprender. Hay que tener en cuenta que cuando mis bisabuelos y mis abuelos se casaron, cometieron un delito. Hasta 1948 en California y hasta 1965 en otros estados estaba prohibido que los chinos contrajeran matrimonio con caucásicos porque pensaban que iban a contaminar a la población. Tampoco podían ser ciudadanos estadounidenses ni tener propiedades. En ese contexto, no es extraño que los emigrantes se apeguen a sus tradiciones. El pasado año hubo un libro de gran éxito en EEUU, La madre tigre, en el que la autora contaba que estaba educando a sus hijos de una manera muy dura… Y bueno, a lo mejor hay que actuar de ese modo. En la cultura china siempre se ha dado mucha importancia a la educación, mientras que la tendencia en EEUU no es esa. Hay cosas en las que un pueblo emigrante tiene que situarse y decir qué quiere conservar y de cuáles quiere desprenderse.

P. Usted pertenece a la generación más afortunada de la emigración, mientras que sus antepasados tuvieron que trabajar mucho para lograr unas condiciones de vida aceptables. Ese componente de deuda respecto de quienes les precedieron, que es lógico en todo tipo de emigración, también parece estar presente en sus obras.

Saber qué ha ocurrido con la mujer a lo largo de la historia se ha convertido en una obsesión para míR. Sí, así es. Todos quienes estamos aquí es gracias a nuestros antepasados. Todos nos apoyamos en los que nos han precedido. De modo que no sé exactamente si es un sentimiento de deuda, pero sí existe en mis obras la intención explícita de honrar a mis antepasados.

P. Sin embargo, en sus novelas también ha recorrido terrenos de menos carga sentimental. Hubo un momento en que se decantó por el thriller. ¿Qué le llevó a ese género?

R.- Mi marido trabajó como fiscal y ha representado a China en asuntos legales en varias ocasiones. En una de ellas representaba al ministerio de salud pública, lo que nos llevó a Pekín. Una noche estábamos en un karaoke con varios cargos del ministerio, y allí había tipos que, como suele ocurrir con las fuerzas del orden, iban vestidos con chaqueta negra de cuero y tenían pinta de tipos duros. Pero además, estaban cargados de Rolex, cadenas de oro y todo tipo de joyas, lo que revelaba hasta qué punto les había tocado la corrupción. Y allí estaban en el karaoke, con ese aspecto y cantando y llorando a lágrima tendida. Fue en el invierno posterior a los sucesos de la Plaza de Tiannanmen, y pensé que no iba a encontrar  mejor material para escribir una novela. Después de varias novelas de ese tipo, empecé a escribir El abanico de seda. Buscando documentación, averigüé que en China había una forma secreta de escritura que sólo utilizaban las mujeres. Visité la Universidad de California, pero no tenían ninguna información. Así que viajé a China, y visité sitios en los que era la segunda vez que veían extranjeros en su vida. Me contaron muchas cosas sobre ese lenguaje secreto y sobre la vida en China. Para entonces ya era consciente de que saber qué había ocurrido con la mujer a lo largo de la historia se había convertido para mí en una obsesión.

P.  Sí, se nota en sus novelas, cuyas protagonistas suelen ser mujeres que luchan contra la adversidad en entornos muy complicados.

R.-. En la literatura se ha hablado mucho de la lucha del hombre contra la naturaleza, contra sí mismo o contra otros hombres. En mis obras lo que hago es coger esos mismos elementos pero poniendo a la mujer al frente. Las narraciones sobre hombres estaban muy bien contadas, pero solían olvidarse de que en la historia también había mujeres. No en vano, en inglés historia se dice History, que también significa His Story, la historia en masculino. En todas las guerras hay una primera línea de batalla en la que hay generales, soldados, etc. Detrás está la población normal, las mujeres y los hijos, y la vida tiene que seguir adelante incluso en un contexto bélico. Esta mañana he visto en la televisión imágenes sobre Siria y pienso que detrás de esas personas que han sufrido alguna desgracia seguramente hay una mujer trabando de consolar a los que quedan o preparando la comida para sus hijos, o contándoles historias para que puedan conciliar el sueño. La mujer no es sólo el corazón de la familia, sino la roca que la sostiene, su núcleo.

P.- En su último libro sitúa a sus protagonistas en la China de Mao. Sin duda, es un motivo narrativo muy poderoso y que da juego literario, pero quería saber si había también una intención política.

Hoy las chicas chinas tienen una lista mental donde van anotando si sus posibles parejas tienen coche, piso y dineroR.- Se ha escrito mucho de la Revolución Cultural, pero muy poco de la época del "Gran Salto Adelante", que es en la que se sitúa mi libro. Y ello a pesar de que murieron 45 millones de personas, la mayoría de ellos campesinos, pobres y analfabetos, gente que no tenía manera de contar su historia. La Revolución Cultural tuvo como objetivo a intelectuales, profesores y artistas que podían escribir sobre lo que pasaba. La época del "Gran Salto Adelante", sin embargo, es un periodo deliberadamente olvidado, del que la gente de 30 años ni siquiera sabe que existe. Las historias que recojo en mis obras son las de momentos que se han intentado ocultar, y esta lo es.

P. Estamos viviendo una época especialmente compleja. Y paradójica. En un país como China se están viviendo cambios radicales que tienden a deshacerse de tradiciones, mientras que en el mundo occidental, las raíces comienzan a ser algo añorado.

R.- Una de las razones por las que el cambio que se ha producido en China es tan grande es la política de tener un solo hijo, ya que éste termina por ser una persona terriblemente mimada. Así, la costumbre de vivir con los mayores y cuidar de ellos ya no existe, porque los jóvenes se compran su casa y se van a vivir a otro sitio. Por otro lado, también la política de “sólo un hijo” también ha influido porque, al preferir los matrimonios que naciese un varón, se ha provocado una escasez de mujeres que estas aprovechan en su beneficio. Hoy las chicas chinas tienen una lista mental, donde van anotando si sus posibles parejas tienen coche, piso y  dinero. Pueden elegir a su marido, algo muy distinto de lo que ocurría antes.

P. No obstante, usted también señala que hay valores de la comunidad china que nos pueden ser útiles a los occidentales.

R.- Hay muchas cosas, como la importancia que dan a la educación. Desde hace mil años en China, si alguien muy pobre era capaz de aprobar un examen podía cambiar su destino y esa mentalidad ha perdurado. También deberíamos tener en cuenta el respeto a los mayores que la cultura china inculca. Y nos pueden enseñar mucho acerca de cómo salir de las dificultades. Por último, se ha hablado mucho acerca de la superpoblación del mundo. A nadie le gusta la política de “sólo un hijo”, pero los expertos en demografía dicen que de aquí a 50 años la cifra poblacional será tremendamente alta, y no digo que haya que seguir esa política, pero está claro que algo habrá que hacer en ese sentido.

Hija del patricarca de Chinatown, Lisa See creció en el popular barrio de Los Ángeles rodeada de 400 familiares y de un buen número de tradiciones. Las huellas de sus orígenes son poco evidentes en lo físico y en sus maneras (su acento y su actitud son típicos de las clases acomodadas estadounidenses) pero sí dejaron una notable impronta en lo psíquico. De sus experiencias y de las de sus antepasados han surgido un buen número de obras con las que ha llegado a lo más alto de las listas de venta estadounidenses. Ayer estuvo en Madrid presentando su última novela, Sueños de felicidad (Bruguera), continuación de El abanico de seda, una obra que ha sido llevada al cine por el director Wayne Wang.