Extraña preocupación de Alonso por la nueva visita de 'La Promesa': ¿un antiguo amante de Cruz?

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El personaje de María Fernández ya se ha recuperado por completo del secuestro que sufrió y el desplante de la marquesa, al no readmitirle de nuevo en el servicio de La Promesa. La divertida criada de la serie de La 1 de Televisión Española ha regresado al palacio con toda su esencia, y muy dispuesta de mantener a raya a todo aquel que se sobrepase. En el episodio de este martes, emitido a las 17:30 horas, Jerónimo y Vera han atendido a sus advertencias.

María se ha mostrado arrebatadoramente protestona por el impedimento impuesto por Rómulo y Pía, de que no pudiese casarse con Salvador hasta que se celebrase la boda de Catalina y Pelayo. La criada se ha quejado de que los nobles siempre tuviesen la prioridad, y también de la actitud sumisa de sus superiores. Salvador ha apoyado a su novia, pero el mayordomo y el ama de llaves se han ofendido por las indirectas de María de que defendían un sistema injusto.

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"No somos de los que acatamos sin rechistar", ha defendido Pía, por lo que María, después, ha pedido perdón. Rómulo ha dicho que lo único que le pedían a la pareja era que pospusieran la boda, pero no ha conseguido tranquilizarles demasiado.

Posteriormente, María se ha encontrado a Jerónimo en la entrada de la zona del servicio, y el perverso amigo de Pelayo solo ha sabido hablarle con ironía. El hombre oscuro le ha mencionado que esperaba enterrar el hacha de guerra con ella, pero María le ha dejado bien claro que él y ella no eran amigos ni lo serían nunca. La criada le ha recordado que por su culpa le despidieron, y no movió ni un dedo para impedirlo.

María le ha quitado a Jerónimo de la cabeza toda esperanza de cachondearse de ella

Jerónimo ha hecho referencia a la reconciliación de Pelayo y Catalina, como ejemplo de que ellos podrían volver a tratarse. Pero María le ha quitado de la cabeza todo tipo de esperanzas de cachondearse de ella. "Permitiste que cargara con el muerto, y eso no lo hacen los amigos", le ha recordado la sirvienta, quien ha añadido que tampoco se había interesado por Feliciano en ningún momento.

Vía libre hacia el corazón de Lope

Por su parte, Salvador le ha contado la situación sobre su improbable boda a Lope. El cocinero ha intentado calmar los ánimos de su amigo, diciéndole que todo iría bien, y Salvador ha aprovechado para preguntarle a Lope sobre su relación con Vera. El chef se ha puesto nervioso, y ha asegurado que solo eran amigos, lo que ha provocado que su amigo tuviese que contenerse la risa.

María, por otro lado, le ha expresado a Jana la envidia que tenía de Vera por compartir alcoba con su mejor amiga. Jana, por el contrario, ha comentado que era Vera en realidad quien le tenía envidia a la muchacha, pues pensaba que Lope seguía enamorada de ella.

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Después de saber esto, parecía que María se reuniría con Vera para marcar su territorio, pero la criada ha mostrado su cara más humilde y amistosa a la recién llegada. "Si yo tardé tanto en decidir que Salvador es el hombre de mi vida fue porque Lope es maravilloso", ha comenzado a decir, "yo sé que él me quiso mucho y que lo pasó muy mal, pero estoy segura de que aquello ya está más que superado".

Vera no las tenía todas consigo, pero María le ha instado a que no perdiese la esperanza: "También es más tímido que un pedo de monja", ha añadido con sorna, "lo mismo está colado, pero se lo guarda tan adentro que no se le nota nada". ¿Será verdad que Lope está enamorado de ella? ¿Cómo lo averiguará la criada?

La llegada del conde de Ayala

Más tarde, Salvador se ha acercado al mismísimo marqués para pedir su consentimiento de casarse con María. Se desconoce la respuesta que Alonso le ha dado, pero cabría sospechar que el lacayo podría haber pecado de aventurado, a ojos del noble. No es la única preocupación que ha copado a Alonso.

Además de sus irrefrenables sospechas de que el tiroteo de la cacería no fue producto de un accidente, se suma ahora la llegada de Ignacio, el conde de Ayala, a quien Cruz ha recibido con efusividad. ¿Quién es ese hombre, de qué conoce a la marquesa, y qué hace en La Promesa? ¿Es, acaso, un antiguo amor de Cruz, como la baronesa de Grazalema lo fue para Alonso?