Josep Cister Rubio, creador de 'La Promesa', desvela el futuro de la serie: "Vais a flipar con lo que viene"

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La serie diaria La Promesa cumplió un año el pasado enero, desde que comenzase su emisión con un estreno de gala en la franja de prime time de La 1 de Televisión Española, para posteriormente pasar a las tardes de entre semana de la Corporación pública. Actualmente, se emite de lunes a viernes, a las 17:30.

Desde aquel estreno, la audiencia de la serie estrella de Bambú Producciones (responsables también de otros títulos como Dos vidas y la próxima La favorita 1922) ha alcanzado cifras más que notables tanto en su emisión en televisión (fluctúa entre el 10 y el 12% de share) como en su reproducción a posteriori en RTVE Play. El proyecto ha sido vendido a otras regiones, como Italia y Sudamérica, y en redes sociales, los seguidores comentan cada día las pasiones y las intrigas que suceden entre las paredes del famoso palacio cordobés.

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Un año después de su estreno, Josep Cister Rubio, director y productor ejecutivo del melodrama protagonizado por Ana Garcés, Arturo García Sancho y Eva Martín, entre otros, ha reflexionado sobre todo lo vivido en el transcurso de la ficción de época de principios de siglo, pasando desde garden parties hasta incendios, secuestros de bebés y muchos, muchos viajes en aeroplano; así como de las emocionantes tramas y sorpresas que están por llegar a casa de los Luján.

Cister se encuentra en un buen momento profesional, pues además de seguir la fase creativa de La Promesa, se encuentra en plena preparación de otras dos series de época que llegarán muy pronto a la pequeña pantalla: La favorita 1922, que correrá a cargo de Mediaset, y Valle Salvaje, que llegará a la 1 de TVE hacia el segundo trimestre del año.

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PREGUNTA. La Promesa ha cumplido un año desde su primera emisión, el 12 de enero de 2023. Haciendo un poco de repaso mental, ¿con qué te quedas de lo vivido?

RESPUESTA. Me quedo con el aprendizaje, el trabajo que hemos hecho en conjunto y la exigencia que tenemos para la serie. Teníamos la motivación de intentar hacer algo diferente, a nivel de producción. Y me quedo con toda la gente que he conocido: con todos los actores que forman parte de la serie, a los que muchos de ellos ya conocía, y con el equipo con el que estamos trabajando.

P. La ficción ha tenido muy buena acogida durante todo este tiempo. ¿Qué dirías que diferencia La Promesa del resto de series diarias?

R. Creo que hemos encontrado un sistema para poder hacernos con la máxima calidad posible. Muchos de los capítulos que emitimos al mediodía tiene más de un millón de espectadores, y ya no te digo si le sumamos el diferido, que en el caso de La Promesa hay muchos capítulos que superan los cuatrocientos mil espectadores en los siete días después de la emisión. Había que darle una vuelta: darle calidad, en la escenografía, en la fotografía, en la puesta en escena. Hay una apuesta importante por intentar mejorar el producto que se venía haciendo en ese momento. Yo creo que para este equipo, el ensayo general fue Dos vidas, y la puesta de largo fue La Promesa.

"Si hay alguna cosa que al espectador no le gusta, la culpa es absolutamente mía"

P. ¿Cómo es ese proceso de ideación de las nuevas tramas de la serie? ¿Hay una toma de decisiones conjunta sobre el destino de cada personaje?

R. Yo soy la persona que crea los argumentos y que trama la serie, y luego hay un equipo detrás que se encarga de ejecutarlo. Siempre digo que si hay alguna cosa de esta serie que al espectador no le gusta, la culpa es absolutamente mía. Puede parecer un poco extraño, pero como lo he hecho desde el primer momento, lo hago de una forma muy natural, porque con el tiempo vas viendo qué tramas van funcionando y cuáles no.

Mi proceso es sentarme cada muy poco tiempo en una pizarra en blanco, y decidir hacia donde van a ir las tramas. A veces tengo dudas, y sí que consulto a algún compañero qué puede funcionar mejor. Me gusta ver la reacción del otro al escuchar por cómo evolucionará la serie a partir de entonces. No soy muy seguidor de redes sociales, y no soy muy amante de ir viendo lo que dice la gente sobre ella, así que sigo un poco mis impulsos: qué me gustaría ver de esta historia y qué me falta por contar de aquí.

P. Escribes desde una intuición más personal…

R. Claro, porque a veces pensar en todo el mundo es imposible. Tengo claro que los espectadores son los soberanos: son los que mandan y deciden ver la serie o no verla. Pero la realidad es que tienes que abstraerte un poco de eso. Yo lo vivo como si yo mismo fuera los personajes. Cuando les voy a contar a los guionistas los nuevos argumentos, ellos lo llaman el teatrillo. Les gusta mucho cuando llega la semana del teatrillo, que es cuando les narro en vivo lo que ya está escrito en un documento muy extenso. Alguna vez les he dicho que no tenía tiempo para reunirme y me han dicho "No, no, el teatrillo no nos lo podemos perder".

Es una forma de implicación, no lo sé hacer de otra manera, lo vivo de una forma muy verdadera. Luego hay tramas que a los espectadores les gustarán más y otras menos, y seguramente los que tendrán la razón serán ellos y no yo. Pero sí que es verdad que intento hacerlo todo desde este punto hiperapasionado. Así que agarraros fuerte, porque vienen curvas de las buenas.

P. Algunos personajes de la serie presentan una moralidad muy natural, pues son villanos, pero también muestran sus puntos débiles. ¿Cómo es trabajar con Eva Martín o Cristina Fernández Pintado?

R. Yo creo que el malo en cualquier serie de ficción es un regalo para cualquier actor, si tiene una justificación y un hilo que le mueve. El hilo de Cruz, al igual que el de Margarita también, es un mal que viene de la defensa absoluta de la familia. Se puede justificar cualquier cosa desde la protección a la familia, y más en aquella época.

Cuando te encuentras con dos pedazos de actrices como son Eva y Cristina, que se lo gozan, se lo disfrutan, se lo pasan bien, se divierten, y entretienen, es una pasada. Disfruto muchísimo trabajando con ellas. El reparto en sí de La Promesa es un lujazo. No solamente a nivel de actores, sino también en su calidad de personas. Somos una familia y esa es la realidad: nos ayudamos los unos a los otros y siempre estamos para cubrirnos, siempre hay buen ambiente de trabajo, y siempre hay una sonrisa.

El mal de Cruz, al igual que Margarita, viene de la defensa absoluta de la familia

P. Muchos espectadores esperan que Margarita se imponga sobre Cruz. ¿Nos ofrecerán más momentos de insultos viperinos? ¿O correrá peligro por su intromisión en los asuntos de Pelayo?

R. Yo te digo que va a haber más, pero no por nada, sino porque creo que Cruz necesitaba a alguien que le contestara. También está muy guay ver a tu malo sufrir y ver que no siempre puede salir con la suya.

P. La historia de Manuel está ahora mismo en un punto de inflexión. ¿Volveremos a ver a Jimena por los pasillos de La Promesa?

R. Te puedo decir que vais a flipar con lo que viene. Ahora vamos a abrir la historia del pasado de Abel, y que a través de ella vamos a descubrir qué va a ocurrir con la pareja protagonista. Creo que os esperan sorpresas muy importantes, y van a pasar cosas que el espectador no espera que ocurran.

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P. Durante este año hemos conocido otros pequeños rivales que han conquistado a los espectadores, como la baronesa de Grazalema o Beatriz Oltra. ¿Llegarán nuevos invitados al palacio?

R. Volveremos a ver uno de esos dos nombres que has dado.

P. En el transcurso de la trama actual, Europa está a las puertas de la Gran Guerra. ¿Cómo afectará esto al palacio de La Promesa?

R. De una forma evidente, porque la realidad es que España se declaró neutral, pero de neutral no tuvo un pelo. Si miras hacia un lado y hacia otro de los dos bandos que había, se hizo negocio de todo eso. Y nosotros vamos a ver ese negocio. Ya estamos viendo un poco, pero digamos que estamos en las postrimerías, así que nos queda desarrollarlo. Siempre será una trama de telón de fondo, pero sí va a tener un momento muy potente.

P. ¿Qué podemos esperar de La favorita 1922?

Puede sonar un poco mal, pero para mí es superpositivo: podemos esperar un clásico. Una serie donde emocionarnos, divertirnos, intrigarnos, enamorarnos, reír, soñar. Tenemos una serie compuesta por cinco mujeres maravillosas que quieren abrir un restaurante en Madrid en 1922, y a partir de ahí vamos a escribir sus aventuras y desventuras. Es una serie para volver a las noches, volver a coger una mantita, verlo con las personas que ese día tengas a tu lado o solo; y disfrutar un rato, pasarlo bien, entretenerte, evadirte y emocionarte, que es lo que creo que al final estamos intentando conseguir.