"Son malos tiempos para La Promesa": reacciones a la desgarradora despedida de Feliciano

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El episodio de este martes de La Promesa ha sido uno de los más desgarradores de toda la serie. Sin comerlo ni beberlo, tanto los fieles espectadores, como los personajes de Teresa y Petra, han asistido a la despedida de Feliciano, en su lecho de muerte. La serie de época de La 1 de Televisión Española, protagonizada por Ana Garcés, Arturo García Sancho y Eva Martín, entre otros, se ha preparado para decir adiós a uno de sus personajes más queridos, en su emisión de hoy a las 17:30 horas. No lo ha hecho, sin embargo, sin tensión en el ambiente, debido al pesado cargo de conciencia que la señora Arcos ha depositado sobre los hombros de Abel y Jana.

"Son malos tiempos para La Promesa", ha anunciado don Rómulo al principio del episodio, cuando le ha comunicado a Lope y Simona que Feliciano se encontraba en las últimas, según había dictaminado el doctor del pueblo. Jana también se ha enterado de segundas, gracias a María Fernández, pues había estado tan ocupada con salvar a Curro, que no había podido visitar al prometido de Teresa.

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A. Richart

Abel se ha mostrado frustrado ante Jana y Manuel, por el hecho de que Curro todavía no había despertado después de la operación. El médico temía haberse pasado con la cantidad de éter que le había suministrado, lo que ha provocado que Jana temblase de miedo ante la posibilidad de perder a su hermano.

¿Buenas noticias para los Luján?

No ha sido el único que ha tenido miedo de ello. Alonso ya le estaba recriminando la culpa al doctor, diciéndole que el responsable pagaría si su sobrino no se despertaba. Cruz y Lorenzo, en cambio, han rezado porque el chico no lo hiciese, y la marquesa ha comentado que debían asegurarse de cubrirse las espaldas ante las sospechas de sabotaje durante la jornada de caza.

Por suerte, Curro ha recobrado la consciencia, y parecía totalmente seguro de saber quién era y dónde estaba. Abel ha anunciado que el peligro había pasado, y la actitud del marqués hacia él ha cambiado por completo. También ha habido otras buenas noticias: Catalina le ha pedido matrimonio a Pelayo, así el conde ha pedido la autorización de los marqueses para casarse con ella.

Feliciano ha contado a Jana la situación: tenía los pies hinchados y orinaba sangre

Alonso ha querido asegurarse, primero, de que la chica deseaba casarse, teniendo en cuenta su negativa anterior. Ahora Catalina se mostraba mucho más segura de ese nuevo paso. Cruz, al abrazar a Pelayo, le ha dicho por lo bajini: "Ya era hora". Unos minutos antes, la marquesa había instigado al conde de que avanzase en su relación con la hija de Alonso, y se la llevase del palacio, pues ese había sido su trato a cambio de readmitir a María Fernández en el servicio.

La gran culpa de Abel y Jana

Es en la zona de los sirvientes donde ha reinado el drama. Jana ha acudido rauda a visitar a Feliciano después de su conversación con María, y le ha pedido perdón por no haber ido antes. Feliciano le ha contado la situación: tenía los pies hinchados, orinaba sangre, y para más inri, le había escuchado decir al doctor que se estaba muriendo. "Solo hay que ver la cara de Teresa y mi madre", ha expresado el lacayo moribundo, sobre sus principales cuidadoras.

Feliciano le ha pedido a Jana que cuidase de Teresa, pues necesitaría todo el apoyo posible. En la lavandería, la criada le ha contado a Abel lo sucedido, y Petra a sus espaldas, se ha entrometido para cargar contra ellos. "Mi hijo se muere por vuestra culpa", ha acusado la señora Arcos, impotente porque sus compañeros no hubiesen evitado aquello. "Vosotros y el matasanos de Sandoval lo habéis matado, y yo os maldigo", ha determinado.

Petra le ha deseado todo el mal a los jóvenes, y ha acusado a Abel de darle preferencia a "quien tiene posibles, antes que a un pobre muchacho, hijo de una simple doncella". Jana, por su parte, le ha reconocido a Abel que Petra tenía razón en muchas cosas que decía.

Tristes despedidas

A partir de aquí, todo ha sido un mar de lágrimas en la habitación de Feliciano. El chico se ha despedido de su novia, diciéndole que lamentaba no haber pasado más tiempo con ella. "Hubiese sido tan bonito envejecer juntos", ha expresado en susurros el malherido. Feliciano le ha hecho prometer a Teresa que sería feliz con otro hombre: "Quiero ser para ti un recuerdo bueno, no un impedimento en tu felicidad". ¿Tendrá oportunidad la criada de rehacer su vida?

Por su parte, Pía le ha aconsejado a Petra que no perdiese el tiempo llorando a solas, y que abrazase a su hijo mientras pudiera. La doncella de la marquesa ha formado una Piedad con su hijo en brazos. El chico le ha contado que a Teresa le estaba costando decir adiós, y le ha pedido que se apoyasen mutuamente ante lo inevitable. "Usted me enseñó a ser fuerte", ha admitido el señor Arcos.

Feliciano ha pedido perdón a su madre por haberle reprochado tanto, y Petra le ha dicho que no debió apartarle de su lado. La sirvienta ha argumentado que no había sido una buena madre, pero que nunca había dejado de pensar en él: Feliciano era su último pensamiento al acostarse, y el primer recuerdo en levantarse.

"A pesar de la distancia siempre sentí su cariño", ha contado Feliciano, a lo que Petra ha sumado: "Por muchos errores que haya cometido como madre, hay un vínculo que me une a ti, que nada ni nadie podrá romper jamás". ¿A qué se refería la doncella? ¿Cargará las culpas contra la marquesa, si se entera de que la muerte de su hijo ha sido responsabilidad suya?

Feliciano ha cerrado los ojos, en brazos de su madre, para no volver a abrirlos más. En ese momento, Teresa ha entrado por la puerta, y ha encontrado la trágica escena. ¿Superarán juntas el duelo, tal y como Feliciano deseaba?