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He empezado 'Un paso adelante' después de ver 'UPA Next' y no me lo puedo creer
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UNA RECUELA QUE PARECE VIEJA

He empezado 'Un paso adelante' después de ver 'UPA Next' y no me lo puedo creer

Repasamos la icónica serie de Antena 3, una postal del principio del fin de la industria musical pre-Napster y la Súper POP, para tratar de entender la vejez congénita de 'UPA Next'

Foto: Una imagen promocional de 'Un paso adelante'. (Atresplayer)
Una imagen promocional de 'Un paso adelante'. (Atresplayer)

Estas cosas siempre es mejor empezarlas preguntando. He decidido lanzarme a ver Un paso adelante, la serie de baile de Antena 3, más de veinte años después de su estreno y sin una sola noción de aquel fenómeno de masas, que implicó mucho más que las imágenes pasadas por la cadena en los primeros dosmiles, así que preferí antes pedir referencias a un amigo más informado. A la pregunta de cuál es la relevancia de Un paso adelante, su respuesta fue: "A ver, relevancia, como si fuese una buena serie... pues tampoco". Y por ahí van los tiros: si es relevante, es por otras cosas.

Para llegar a UPA he seguido el camino inverso, esto es, ver primero unas horas de UPA Next, la secuela con parte del reparto original y actores nuevos con la que Atresplayer Premium trata de resucitar el legado de la ficción, y enfrentarme luego a la serie madre. Hice algo parecido con La que se avecina y Supervivientes, también en El Confi TV, pero en ambos casos había una diferencia crucial: tanto la sitcom como el reality son ahora el vestigio decadente de unas inercias que llevan años en marcha.

En cambio, Un paso adelante es más parecida a la figura de un animal disecado en un museo. Volver a abrir su urna estanca en 2023, sorprendentemente, no está tan mal. Acumula polvo y huele a cerrado, claro, y qué no lo hace. El auténtico problema es que convierte a UPA Next en un síntoma aún más trágico de los tiempos que vivimos.

'UPA Next' debería ser lo siguiente, la revolución, pero ha heredado una rara vejez

La historia de Un paso adelante se ha contado más en sonidos que en visiones. Incluso para alguien como yo, que no había visto en su vida ni un minuto de la tórrida serie que lanzó a la fama a Miguel Ángel Muñoz y Beatriz Luengo, los primeros acordes de Sámbame resultan familiares. "Sámbame con todo tu cuerpo / túmbame de pies y manos", ya sabes. El tema es en realidad de UPA Dance, la formación musical salida de la serie, diseñada milimétricamente para rentabilizar al mismo tiempo la resaca de las boy bands y su contraparte femenina y, por otro lado, el auge del reguetón como una cultura globalizable.

Las canciones de UPA Dance suenan hoy menos bizarras de lo que deberían. Las disqueras y sus ejecutivos con ideas de bombero nos han acostumbrado tanto a las apropiaciones forzadas que no es tan raro oír cómo cinco o seis voces blancas transitan el bufé libre de las estéticas coloniales, sin terminar de decidirse entre la imaginería latina o los modos de la música negra. Lo verdaderamente perturbador es que, incluso entonces, su música sonara antigua.

La Un paso adelante original se presenta en esos mismos términos: separando lo antiguo y lo nuevo por su sonido. Al comienzo del primer episodio, un conserje abre la Escuela de Artes Escénicas Carmen Arranz al compás de una sinfonía de Beethoven y la aclaración gramática que viene después es cristalina, pues rebana la pieza clásica con un corte funky, libidinal y de claro aire anglo. Que, vista ahora, la comparación se reduzca simplemente a una colección de dos músicas vetustas, una más y otra menos, es culpa nuestra, no de la serie.

La vejez congénita de UPA Next

Lo deprimente es que esa misma cualidad pretérita que envuelve hoy Un paso adelante se ha transmitido a UPA Next. Una herencia que ni por asomo le correspondería, pues, como indica su título, la recuela —mitad secuela, mitad relanzamiento— debería ser lo next, lo siguiente, la revolución. Sin embargo, a fecha de 2023, ambas series aquejan la misma condición: una vejez que la ficción original ha adquirido naturalmente y, en cambio, en UPA Next es congénita.

Las dos series cuentan los anhelos de un grupo variado de personajes, hombres y mujeres, heteros y gais, ricos y pobres, de Madrid y de esa otra España que para algunas series es como Liliput, todos ellos aspirantes a ingresar en la escuela de Arranz. Los moldes de UPA Next son lo suficientemente deudores de los de Un paso adelante para no exponer a ningún fan al horror de descubrir que el mundo ha cambiado en este tiempo. En la superficie también son iguales: los montajes dinámicos y los momentos de baile arrancan algo de interés, pero la dramaturgia de ambas —que, por suerte, se ha desinflado en estos veinte años de la hora y media raspada por episodio a los cincuenta y pico minutos— está rodada toda con un aburrimiento de morirse.

placeholder El reparto original de 'Un paso adelante'. (Atresplayer)
El reparto original de 'Un paso adelante'. (Atresplayer)

Lo que pasaba dentro de esas estructuras zafias sí era distinto: la escuela estaba en la serie original en el mismo sitio que en UPA Next, dentro del Matadero de Legazpi, pero la rodeaban otras cosas. Por ejemplo, a la reunión que precede a las pruebas de acceso con las que arranca Un paso adelante, un profesor llega tarde porque, dice, lo ha retenido "una manifestación en la Castellana". Contra ese fondo político, se ve cómo un canon muy concreto de los cuerpos considerados atractivos estaba forjándose y afirmándose al mismo tiempo.

Un canon diseñado, de nuevo, en los despachos, pero que luego sería negociado y discutido popularmente a través del fenómeno fan. De forma algo fantasmal, Un paso adelante es también una postal del principio del fin para la industria musical pre-Napster y para la Súper POP, un registro del reajuste de fuerzas culturales que ocurría extramuros de la serie pero determinaba su mundo. Al mismo tiempo, el piloto de la serie tiene algo de sangre en el agua, de competición voraz. De Operación Triunfo.

'Un paso adelante' se inventó el mismo año que el grupo ultraderechista España 2000

Si el Gran Hermano original planteó un posible camino para que la telerrealidad democratizara el estrellato en 1999, dos años después Operación Triunfo ya había integrado esa utopía social en las dinámicas de la eterna competición en la que vivimos inmersos. Un paso adelante es una prolongación de esa idea: si anticipa la llegada de otras series estudiantiles españolas como El internado y Física o química, es solo de rebote. En UPA, el componente escolar no es educativo, sino disciplinario.

En cosa de ochenta minutos, las ilusionantes pruebas de acceso a la Carmen Arranz que abren el primer capítulo de Un paso adelante se convierten en un teatrillo infernal de fantasías de poder, expulsiones a bocajarro y una guerra psicológica librada en pos del talento. Con la llegada de la serie de Antena 3, España revalidaba el gobierno de Aznar y Occidente andaba en plena crisis paranoica post-11S. Como curiosidad, Un paso adelante y el grupo ultraderechista España 2000 se inventaron el mismo año. Lo realmente curioso aquí es que pase exactamente lo mismo en el episodio inaugural de UPA Next: ¿es la recuela tan drásticamente incapaz de proponer conflictos nuevos o quiere advertirnos, precisamente, de que llevamos veinte años atascados en los mismos?

placeholder Pedro Peña abriendo las puertas de la escuela Carmen Arranz en un momento de 'Un paso adelante'. (Atresplayer)
Pedro Peña abriendo las puertas de la escuela Carmen Arranz en un momento de 'Un paso adelante'. (Atresplayer)

En el salto de Un paso adelante a UPA Next persisten la homofobia, la teatralidad, la visión ridícula de las tecnologías digitales, los arcos dramáticos previsibles... Lo que no repite entre un episodio de presentación y el otro es el conserje. Esta figura —a quien dio vida Pedro Peña—, útil como correa de transmisión entre los impasibles docentes y los alumnos atolondrados y tan crucial como para protagonizar la primera secuencia de la serie original, ha desaparecido de la recuela. Su ausencia es signo de la crisis económica que atraviesa en UPA Next la escuela de Arranz, pero también indica la desaparición de toda perspectiva temporal.

Con la referencia de Un paso adelante en liza, UPA Next se revela como una mera sombra gris. Resulta que hasta en la primera UPA el centro de baile es un repositorio de tiempos atorados, de gente que ya pasó por allí y ahora se reencuentra trágicamente con la institución o que vive dentro asediada por viejos traumas y malas decisiones. Es de nuevo el conserje a quien podemos agarrarnos para no desaparecer nosotros entre tanta futurofobia. En la serie original, hablando de sus años de casanova mientras lanza un dardo a través del tiempo a la apolillada recuela, le dice a uno de los profesores: "Eran otros tiempos". Pero ¿lo eran realmente?

Estas cosas siempre es mejor empezarlas preguntando. He decidido lanzarme a ver Un paso adelante, la serie de baile de Antena 3, más de veinte años después de su estreno y sin una sola noción de aquel fenómeno de masas, que implicó mucho más que las imágenes pasadas por la cadena en los primeros dosmiles, así que preferí antes pedir referencias a un amigo más informado. A la pregunta de cuál es la relevancia de Un paso adelante, su respuesta fue: "A ver, relevancia, como si fuese una buena serie... pues tampoco". Y por ahí van los tiros: si es relevante, es por otras cosas.

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