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He visto 'Supervivientes' por primera vez y varias cosas me han quedado (muy) claras
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OPINIÓN

He visto 'Supervivientes' por primera vez y varias cosas me han quedado (muy) claras

El 'reality' ha vuelto a la parrilla de Telecinco con un programa interminable, con tintes gordófobos, escatológico y con un familiar de Franco incluido

Foto: Algunos concursantes de 'Supervivientes'. (Telecinco)
Algunos concursantes de 'Supervivientes'. (Telecinco)

Anoche, mientras media España veía el clásico, la otra media se enchufó al primer programa de la nueva temporada de Supervivientes, o eso es lo que buscaba Telecinco. Las audiencias, en cambio, no fueron así. El reality show, protagonizado por famosos abandonados a su suerte (más o menos) en una isla hondureña, ha vuelto a la parrilla del canal de Mediaset con un programa interminable, gordófobo y sorprendentemente escatológico. Y con familiar de Franco incluido.

Servidor de ustedes ni siquiera tenía un cable de antena conectado al televisor hasta hace unas semanas y, claro, no había visto jamás un programa entero de Supervivientes. El Confi TV me ha pedido que me enfrentara por primera vez al formato en el estreno de su nueva temporada y relatara la experiencia, y aquí dejo, para que conste, este diario de bitácora. Durante las cuatro largas horas que ha durado el estreno, me punza la mente un pensamiento: pero ¿esta gente quién es?

Benditos los que aguantáis este suplicio todos los años

Así es zambullirse de cabeza en las aguas turbulentas de Supervivientes en 2023 sin haber visto nunca el programa.

21:52

Supervivientes ni ha empezado y ya me han colado una. Aunque el estreno de la nueva temporada del reality estaba programado para las 22:00, Telecinco emite minutos antes un bloque de presentación que me hace desactivar corriendo el mute de la tele. Y no viene nada mal para neófitos como yo un resumen que explique —de nuevo, más o menos— el funcionamiento de este estrambótico concurso. Aunque no soy del todo un alienígena ni me creo que exista nadie que no sepa nada, nada de nada, de Supervivientes. Un par de saltos desde el helicóptero dichoso he visto yo alguna vez con mi santa abuela en el pueblo, como todo el mundo.

“Este programa es una sorpresa continua”, dice la presentadora de Supervivientes 2023 mientras Ancelotti arquea la ceja en otro canal. La primera, para mí, es que ella no sea la mujer que presenta este asunto normalmente, Lara Álvarez. Me chivan por Whatsapp que la nueva host daba la información meteorológica no sé dónde, pero se conoce que a la periodista le va más vivir las tormentas desde dentro.

placeholder Laura Madrueño, en 'Supervivientes'. (Telecinco)
Laura Madrueño, en 'Supervivientes'. (Telecinco)

22:05

Parecía que esta nueva temporada de Supervivientes iba a empezar antes de tiempo y, al final, resulta que se hace de rogar. Sigo pensando en la quiebra fútbol-Supervivientes y en lo facilona y falsa que es. Esa presunta división cultural, que coincide de algún modo con roles de género, deja de tenerse en pie en cuanto uno deja el patio del colegio. Ahí está Joaquín, el del Betis, que es tan jugador de balompié como animal televisivo, anunciando una maquinilla de afeitar medio en pelotas mientras espero a que arranque el espectáculo. The best of both worlds.

22:09

El programa arranca por fin a cara de perro, lanzando al espectador sin previo aviso unos perfiles rápidos de los 17 concursantes de esta edición. Si me dicen ayer con qué canción se inaugura la temporada de Supervivientes, no me lo creo: Running Up That Hill, de Kate Bush. La espina dorsal sonora de la cuarta temporada de Stranger Things.

De los participantes presentados en estos minutos, a cinco los echan nada más empezar, nominados al tuntún por sus propios compañeros, que apenas habían tenido tiempo de conocerse. Entre las caras familiares creo reconocer a un chaval de La isla de las tentaciones. Y está Ginés, claro, el paisano de los bocadillos pantagruélicos de TikTok.

Foto: Laura Madrueño y Jorge Javier Vázquez, en 'Supervivientes 2023'. (Mediaset)

22:16

Ya en la isla, sita en el archipiélago de Cayos Cochinos, los supervivientes se someten a lo que llaman la ceremonia del fuego. A algunos les da por llorar leyendo un papelote; todos parecen totalmente convencidos de que esta será la experiencia de sus vidas. Detrás de ellos, empieza a construirse una imaginería superviviente, llena de exotización, luz de antorchas y sombras que danzan entre la maleza. Es como la Disneylandia del colonialismo.

Salto en el multiverso: mientras Laura Madrueño conduce la parte del programa bañada por el sol de Centroamérica, Jorge Javier Vázquez está presentando el reverso oscuro desde un plató en el Viejo Mundo. Nave industrial madrileña, contraplano de horizonte paradisiaco. Cuando la presentadora se zambulle en el agua para bucear entre corales, volvemos como una bola de ping-pong a España solo para saltar de vuelta a Honduras y ver, en riguroso directo, cómo los doce concursantes que han sobrevivido a esa primera criba a traición se aproximan a la costa en un barquito.

placeholder Los concursantes de 'Supervivientes'. (Telecinco)
Los concursantes de 'Supervivientes'. (Telecinco)

22:30

Frases como “la mejor playa se gana en el barro” prometen una noche más trepidante de lo que me han dicho que me espera. Por ahora, el único combate es el que libra la colorimetría con el paraguas rosa chillón que se ha llevado hasta Honduras una señora del barco. “Nunca había visto a alguien como Patricia Donoso, me tiene alucinada”, la define otra anónima. “Pero bueno, buena gente”. El retardo en la señal de audio entre Madrid y la isla es suficiente para desquiciar a cualquiera. Ginés está un poquillo mareadete, pero aguanta el vómito lo suficiente para mandar un afectuoso recuerdo a Felipe, su pavo.

Hay entre los concursantes un pijo llamado Bosco que habla como los protagonistas de El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo. Comprometido a esquivar esta noche por todos los medios el personaje del villano elitista —¡ay!, si se lo propusieran otros—, he tratado de abandonar todos los prejuicios antes de enfrentarme a esta larguísima noche. Viendo al tal Bosco, me planteo si mi mirada no estará emponzoñada y no se tratará simplemente de un chico cualquiera con un nombre un tanto peculiar. Giro al canto: al atracar en la playa, Jorge Javier le recita los apellidos y el chico cualquiera resulta ser familia de Francisco Franco.

Foto: Jorge Javier Vázquez, presentador de 'Supervivientes'. (Mediaset España)

22:51

El contador de nombres que me suenan de algo sigue a cero, aunque en el plató de Madrid está Raquel Bollo, la de la canción de Ojete Calor. En la isla, los cinco apestados —que han viajado hasta Honduras sin que los otros 12 concursantes lo sepan— pasan unas pruebas físicas para asegurarse unas condiciones más amables en la playa en la que van a alojarse, dramáticamente apodada Tierra de Nadie. Hasta en tres pozos de barro líquido se esclafan, pura carne de meme. De una prueba como esta salió aquella foto viral de Chelo García-Cortés; a ver si os creéis que vivo debajo de una piedra.

Es, imagino, el primero de muchos segmentos centrados en este Wipeout estilo Telecinco en el que la gracia de las pruebas estriba en el peso de algunos concursantes. Seguramente por un efecto rebote causado por la displicencia con que algunos pretendidos intelectuales despachan la cultura popular, tampoco suelen faltar los comentaristas que reivindican el valor de los chorizos narrativos que, como este, se extienden sobre las parrillas de Telecinco. No sé yo.

placeholder Cuatro de los concursantes de 'Supervivientes'. (Telecinco)
Cuatro de los concursantes de 'Supervivientes'. (Telecinco)

23:14

Comienza el primero de los varios rituales de iniciación que me han dicho que vería hoy: los elegidos se tiran al agua desde un helicóptero para dar por comenzado el concurso. Algunos aprovechan para despedirse de sus familias; de otros se apodera la vertiginosa estética de acción yanqui del momento, que, entre la música épica y la presencia visual del chopper, agranda la altura del brinco. El Rey del Bocadillo es el segundo en saltar, después de tomar al asalto el prime time nacional para hablar con Jorge Javier Vázquez, y cito textualmente, de cómo de “empapada” tiene la “rajita del culo” por el susto.

23:29

A Supervivientes no se le puede negar el brío. Cuando se lo propone, el programa avanza que se las pela. He perdido la cuenta de cuántas canciones distintas han pasado por la banda sonora del reality en esta hora y media, pero deben andar por encima del centenar. Y con la imagen pasa más de lo mismo: el montaje metralleta que perfeccionó Callejeros viajeros sale a relucir cuando toca resumir pasados conmovedores, cruzar de puntillas por los detalles de alguna dinámica o anticipar alguna trama del futuro. Por eso, no me cabe en la cabeza que el programa pueda encallarse de esta manera en los saltos de los concursantes desde el helicóptero.

Me han recordado hace un rato que los dichosos lanzamientos al mar son una tradición que inaugura cada temporada. Benditos los que aguantáis este suplicio todos los años, porque los saltos de marras no son interesantes, no son vistosos, no son entretenidos, no nos cuentan demasiado sobre los personajes —se aprende que a este y a aquella les da miedo tirarse al agua desde diez metros de altura, claro, ¿y a quién no?—, ni hacen justicia al paisaje caribeño en el que se ambientará el resto de la edición. Que me nominen a mí, por favor.

00:08

Se acabaron las caídas al vacío. Todos en tierra firme y pasados por agua, los 12 participantes que han pasado el corte inicial repiten la yincana que han sufrido antes sus compañeros, aunque, en su caso, el propósito es decidir quiénes vivirán en una zona más lujosa, Playa Royale, y quiénes tendrán que conformarse con el agujero que parece ser Playa Fatal.

Sigo intentando deconstruir mi acercamiento al programa, y sigo tropezándome con la misma caricatura de mis propios prejuicios. Cuando levanto un ojo del ordenador —después del infumable segmento del helicóptero, ¿acaso esperaba alguien otra cosa?— me encuentro a Ginés, uno de los pocos hombres con un cuerpo no canónico que participan en el programa, con la tripa atascada bajo una cucaña. Entra la publicidad. Y gracias al cielo.

placeholder Ginés, entre los concursantes de 'Supervivientes'. (Telecinco)
Ginés, entre los concursantes de 'Supervivientes'. (Telecinco)

00:26

¿Es normal estar pensando en El triángulo de la tristeza durante las pausas publicitarias de Supervivientes? La película de Ruben Östlund, firme candidata al Oscar, tiene algo de esto: hombres y mujeres privilegiados que, después de un viaje agitado, naufragan en una isla desierta y despojados de sus lujos; la sinopsis sin duda encaja con algunos de los concursantes del programa. Y la proporción del metraje dedicada a la mierda también es extremadamente alta, como en Supervivientes. Aunque hay una distancia insalvable: los burgueses de la película del sueco son salvajemente poderosos, mientras que Telecinco ha reclutado a celebridades de tercera y cuarta división, en cuyas carnes el formato no luce tanto como un castigo de clase. La democratización del estrellato está en el genoma de la telerrealidad y Supervivientes no iba a ser la excepción.

00:39

A base de revolcarse en el barro, nuestras celebrities han encontrado unos cocos. Dentro, como en una fiesta de gender reveal, hay bolas azules o rosas que deciden si los concursantes van a uno u otro equipo y, por ende, se alojan en la playa cómoda o en el campamento indeseable. Mientras tanto, se pone el sol en Cayos Cochinos.

01:02

Van tres horas de programa cuando la interacción del programa con el público comparece por primera vez. Los participantes de Supervivientes ya están ordenados de más a menos popular entre la audiencia cuando llegan a la palapa, un refugio en medio de la selva donde parecen tener lugar las ceremonias clave. La cacareada palapa es otro espacio donde gobierna una animalidad de parque de atracciones, construido con la sensibilidad por los imaginarios del Sur Global propia de una película de Indiana Jones. Allí se descubre el sumatorio de los tiempos de la prueba anterior para cada grupo; los lentos son penalizados con la estancia en Playa Fatal.

01:21

Después de castigar a los no normativos, el programa perdona el crimen de la obesidad a aquellos que sean capaces de divertir a la audiencia. Se reparten unos premios entre los participantes más populares: mantas, esterillas y kits de desayuno con café, galletas y leche en polvo. A todo esto, en algún momento, Ginés se ha comido una cucaracha viva. “Es que es rupestre”, sentencia su hija desde plató.

placeholder Los concursantes de 'Supervivientes'. (Telecinco)
Los concursantes de 'Supervivientes'. (Telecinco)

01:33

Moraleja: los habitantes de Tierra de Nadie, despreciados al comienzo de la edición, son inmunes durante una semana. El resto de miembros de los otros dos grupos no se libran de acusarse unos a otros para decidir quién abandona la isla primero.

02:21

¿Queréis un testimonio sincero y completo de la experiencia de ver Supervivientes por primera vez? Pues aquí está: me he dormido. Las horas intempestivas, el cansancio acumulado, la postura horizontal y lo poco que me importa si cualquiera de estas personas permanece en Honduras o los mandan a paseo han hecho mella en mí. Suerte que puedo rebobinar la emisión en el móvil y retomar la recta final del programa. Una confesión incómoda y cinco anuncios seguidos de juego online después, aquí seguimos.

En la palapa, las nominaciones y el programa entero terminan a capón con cuatro participantes en el punto de mira del voto popular que bien podrían ser otros cuatro cualesquiera. O, por lo que a mí respecta, los 17. No tengo energías para debatir por qué Supervivientes arrastra por el barro sus muchas potencias para hacer del espectáculo algo insufrible. Que esta buena gente deje de jugar a los náufragos y se vuelva a su casa cuando quiera. Yo llego hasta aquí.

Anoche, mientras media España veía el clásico, la otra media se enchufó al primer programa de la nueva temporada de Supervivientes, o eso es lo que buscaba Telecinco. Las audiencias, en cambio, no fueron así. El reality show, protagonizado por famosos abandonados a su suerte (más o menos) en una isla hondureña, ha vuelto a la parrilla del canal de Mediaset con un programa interminable, gordófobo y sorprendentemente escatológico. Y con familiar de Franco incluido.

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