Por qué todo el mundo habla de 'It's a Sin', la aclamada serie sobre el sida de HBO

'It’s a Sin' es la serie británica que en apenas dos semanas se ha convertido en todo un éxito en HBO. Brillante, dolorosa y tan necesaria, no podía haber llegado en un momento más oportuno. En medio del desconcierto, la incertidumbre y los miedos que a todos nos azotan por la eterna pandemia, resulta más imprescindible que nunca evocar, recordar y no olvidar lo ocurrido en los ochenta con el sida. Como el covid, el VIH, entonces mortal, sembró el terror, estigmatizó y mató sin piedad a buena parte de la comunidad 'gay'.

Todo lo que aborda 'It's a Sin' nos lleva además a una triste conclusión: la historia se repite y la manera de vivirla y contarla, tristemente, también. La gran diferencia entre ambos virus y ambas pandemias es que mientras el coronavirus no 'discrimina' ni entiende de sexo, clase o religión, el VIH sabía escoger perfectamente a quién mataba.

Si eres de los que todavía no has descubierto esta joya, un canto al amor, a la amistad y la vida, protagonizada por tres jóvenes amigos que escapan de sus orígenes parroquiales para vivir en el Londres más 'gay' y promiscuo de los ochenta, sorteando como pueden al virus del SIDA que comenzaba a hacer estragos entre la población 'gay', estás tardando. Aquí tienes estas poderosas razones para que no se te escape una serie candidata a convertirse en de lo mejor del año.

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Vivir y amar hasta la muerte

'It's a Sin', al igual que anteriores trabajos de su director y creador, Russel T Davies, un verdadero genio en la ficción británica que impacta con todo lo que estrena –'Years and Years' o el auténtico fenómeno que supuso en 1999 su primera serie 'gay', 'Queer as folk', entre otras–, rezuma también gran sentido y sensibilidad. El cuidado decálogo que hace de la bella y férrea amistad entre esos chavales con inmensas ganas de descubrir el mundo y vencer juntos todo tipo de obstáculos por el camino se torna en pura magia a lo largo de sus 5 episodios.

El sexo y su razón de ser

Los protagonistas de 'It's a Sin' aman tanto la vida que incluso están dispuestos a morir por ella. Nunca en la televisión o en el cine hubo una conexión tan clara entre el placer y la muerte. Las escenas de sexo, perfectamente tratadas y mejor justificadas para entender tan duro axioma, muestran sin censuras la debilidad carnal, y a cualquier precio, que rodea en ocasiones al mundo 'gay'. Para aquellos chicos de los ochenta como para los de hoy en día, vivir era y es experimentar, conocer, divertirse, follar y arriesgar. Tratan de sobrevivir a la vida, mientras desatan sus deseos y pasiones más primarios.

Estigmatizados por la sociedad

La sociedad no perdona con facilidad a los que son o se sienten diferentes. Con frecuencia decide por su cuenta y riesgo cebarse y ensañarse a conciencia con ellos. Fue lo que ocurrió con el sida. En cuanto el virus saltó de los mentideros a las páginas de los periódicos y a la sangre de los primeros infectados, fueron muchos los despreciables e intransigentes que vilipendiaron a los enfermos, los encerraron bajo llave, los trataron como apestados y perfectos merecedores de un castigo divino, consecuencia de tanto 'pecado' cometido. 'It's a Sin' muestra con toda crudeza cómo esos hombres, durante su lenta agonía hacia la muerte, optaban por el silencio y ocultar su enfermedad antes que ser masacrados y estigmatizados públicamente o, lo que es peor, por su propia familia. Algo que tristemente hoy, casi 40 años después, sigue ocurriendo.

Un lujo de reparto

El actor de 30 años Olly Alexander ha cautivado a todo el mundo, y no solo al público LGTBIQ+, en el papel de Ritchie, ese joven que deja su pueblo natal para 'comérselo' todo en el libidinoso Londres de los ochenta. La reconocida actriz Keeley Hawes, su marciana e intransigente madre en la ficción, interpreta aquí uno de los mejores papeles de toda su carrera. A ambos los acompañan Omari Douglas (Roscoe) y Callum Scott Howells (Colin) en la piel de los otros dos díscolos 'gays', mientras la actriz Lydia West, con la que ya trabajó Russel T Davies en 'Years and Years', da vida a Jill, la entrañable amiga y 'madre' de todos ellos.

Una banda sonora de película

Uno de los grandes atractivos de esta miniserie radica en su banda sonora. Los jóvenes protagonistas están descubriendo la libertad de la noche, sus fiestas y sus encuentros sexuales con desconocidos. En las discotecas no dejan de sonar algunos de los éxitos más representativos y bailables de la época. Resulta inevitable tararear grandes 'hits' ochenteros muy bien escogidos, como 'Enola Gay' de OMD, 'Tainted love' de Soft Cell, 'Calle me' de Blondie o 'Karma Chameleon' de Culture Club. Y cómo no, el tema que da título a la serie, el clásico 'It's a sin' de Pet Shop Boys, versionado para esta ocasión por el grupo Years & Years, que lidera, por cierto, el protagonista de la serie, Olly Alexander