'Gigantes' (Movistar+) vuelve más grande y enorme que nunca en su temporada final

La temporada final de 'Gigantes', recién estrenada en Movistar+, cierra la historia de los hermanos Guerrero, enfrentados desde bien jóvenes por hacerse con el control del negocio del tráfico de droga en Madrid, y en toda España. En su camino para lograrlo, se odiarán y 'devorarán' entre ellos, sembrando de sangre, dolor, odio y venganza los lugares por donde pasan.

['Gigantes' (Movistar+), donde las mujeres no son el reverso de los hombres]

Los seis capítulos de esta nueva temporada están a la altura de la primera temporada, que ya nos sobrecogió a todos, especialmente por la gran interpretación de sus protagonistas, un guion perfectamente bien cerrado y el sello inconfundible de su director, Enrique Urbizu.

Y es que en aquella primera temporada, estrenada el pasado mes de noviembre, los tres hermanos protagonistas de la historia, Daniel (Isak Férriz), Tomás (Daniel Grao) y Clemente (Carlos Librado 'Nene'), se odiaron hasta decir basta. Gran parte de culpa la tuvo su padre, Abrahán Guerrero, capo de la droga en Madrid, magníficamente interpretado por José Coronado, que desde bien pequeños les inculcó el odio.

Eran capaces, además, de cualquier cosa por mantener vivo el negocio familiar. Mataban indiscriminadamente a quienes intentaban robarles parte del suculento pastel. Vimos casi tantas muertes por metro cuadrado como en 'Juego de tronos'. Al igual que en la serie de HBO, la muerte en 'Gigantes' vale bien poco. Únicamente es el camino para conseguir el poder que se disputan los hermanos Guerrero: estar al frente del mayor imperio de la droga no solo de España, sino de Europa.

Además, la serie nos mostró hasta donde pueden llegar las corruptelas y los sobornos a jueces, policías e incluso estamentos del poder político de un país, cuando es la droga la que está en juego.

En esta temporada, lo dos hermanos que más se odiaron desde niños, Tomás y Daniel, por paradojas del destino, se verán abocados a iniciar una huida juntos al más puro estilo 'road movie', perseguidos por una mujer, la inspectora Márquez (Elisabet Gelabert), obsesionada con darles caza a cualquier precio.

Madrid, escenario principal de la historia, se convierte en el otro gran protagonista de 'Gigantes' con gran parte de las localizaciones de la serie

La inspectora no será la única mujer que gane presencia en los capítulos finales. Además de la agente Bárbara (Xelia Tostado), cuya historia de amor con Daniel nunca se cerrará del todo, y Sol (Yolanda Torisio), a esposa gitana de Tomás, la auténtica gran protagonista de esta temporada es su hija en la ficción, Carmen Guerrero. Tan ambiciosa o más que los otros 'Gigantes', está dispuesta a todo con tal de heredar el imperio económico de los Guerrero, manchado -eso sí- de demasiada sangre.

El personaje interpretado por la joven actriz Sofía Oria es tan enigmático y desquiciante como fundamental en la historia. A la chiquilla se le perdona todo lo que tiene de estúpida, que es mucho. Y se le perdona porque en el fondo uno entiende que no es más que producto o resultado del desamparo que desde bien niña ha sufrido en medio de un mundo, el de sus padres, corrupto, sangriento y lleno de vendetas y odios.

Madrid 'arde' con los Guerrero

'Gigantes' es una producción cuidada al detalle, y eso se nota. Más de 150 localizaciones distintas aparecen en esta segunda temporada, la mayoría en Madrid. La capital es el epicentro de la historia de los hermanos Guerrero. Bien podría llamarse la serie 'Arde Madrid'. La ciudad 'quema' en manos de los Guerrero.

Los 'Gigantes' de Urbizu nacen, crecen, y se hacen grandes en medio del rastro, de la calle Rivera de Curtidores, de la plaza de la Vara del Rey... Pero también en medio del Madrid de los contrastes, el de la opulencia, la riqueza y el lujo. Madrid no es el contexto donde transcurre la historia, es la protagonista de la historia. Sus calles, sus luces, sus sombras y sus esquinas lo envuelven todo.

La grabación en formato panorámico de 2:35, poco habitual en una serie de televisión, es otro de los grandes aciertos de 'Gigantes'. Contribuye especialmente a que el espectador acceda visualmente a ese hábitat castizo del centro de Madrid, donde manda el clan de los Guerrero, que de otro modo habría sido imposible de contemplar.

'Gigantes' es lo más parecido a un wester en pleno siglo XXI, aunque con Madrid como escenario principal de tantos y tantos tiros. Sangre, tiros, odios, huidas, parajes secanos, desiertos y tres hermanos que nunca supieron, ni quisieron saber lo que era amar la propia sangre, si no era para vengarla. La secuencia final de la serie es imperdible, de una factura técnica, fotográfica y visual digna del mejor final de 'Juego de Tronos'.