Por qué 'El conquistador' no es el éxito de audiencia que se esperaba en Televisión Española

El pasado lunes 11 de septiembre, Televisión Española lanzaba su esperada gran apuesta de entretenimiento en horario de máxima audiencia: el reality show de supervivencia extrema El conquistador. Tras llevar 19 temporadas triunfando en la televisión vasca, el formato llegaba a nivel nacional de la mano de Raquel Sánchez Silva y Julian Iantzi.

Tras tres emisiones en La 1 (la semana pasada se ofreció el lunes y el martes), no está marcando los datos de audiencia que se esperaban. El estreno obtuvo un 11,9% de share con 1.048.000 espectadores, el segundo programa subió hasta el 12,5% con 1.200.000 gracias al arrastre del fútbol, pero en su tercera entrega ha bajado hasta el 10,2% con 834.000 fieles. ¿Qué sucede con este programa? ¿Por qué no brilla como estaba previsto? A continuación damos con algunas claves:

Demasiadas broncas y gritos

Más allá de la supervivencia en sí, las espectaculares pruebas y la gran realización que tiene, gran parte de su contenido está centrado en las broncas y los conflictos. Se pasan prácticamente todo el rato discutiendo y gritando, antes, durante y después de los desafíos. Pero es que no solo hay conflicto entre los concursantes, también lo hay entre los capitanes y hasta con los presentadores. Jamás había visto la poca autoridad que tienen los responsables de llevar las riendas del show y cómo se dedica tanto tiempo a mostrar sus desacuerdos. Resultado agotador.

Excesivo ritmo frenético

El programa busca la emoción y la espectacularidad por encima de todo, pero tiene un ritmo tan frenético que no da tregua. No hay paz, no hay silencio, no hay conversaciones tranquilas... todo es contenido, rivalidad, disparidad de opiniones, desavenencias ... A veces menos es más y mantener un nivel tan alto durante las tres horas que dura llega a saturar.

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Mecánica compleja

Las pruebas tienen una dificultad alta, eje principal del reality, pero resulta muy complicado entenderlas desde el principio. El objetivo es conseguir el primer puesto y su inmunidad, también el segundo para no ir al campamento malo, pero es clave que el espectador entienda lo que tienen que hacer los concursantes durante los combates y no siempre se consigue. Además, cuesta pillar la enrevesada mecánica de las nominaciones.

Muchos concursantes

33 participantes son muchos (y más si están todo el rato como enfadados y alerta). Y aunque se dividen en equipos de 11, no es tarea sencilla identificarlos, saber quién es quién e incluso a qué equipo pertenecen. El punto de empatizar o encontrar cosas en común con ellos es todo un reto al no poder conocerlos en profundidad. Asimismo, se le da importancia y protagonismo a los que más hablan, gritan y tienen una personalidad más fuerte. También los perfiles bajos, que poseen otra fuerza mental y física, son importantes.

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Nombres difíciles

Vale que los concursantes tengan nombres de pila complicados que hacen que no te quedes con ellos a la primera (ni ellos saben cómo se llaman todos sus rivales), pero se podía haber facilitado esta cuestión con la denominación de los equipos. La próxima entrega es la cuarta y la mayoría de la audiencia seguimos sin sabérnoslo e identificarlos.

Un show no hecho para todos los públicos

Por lo tanto, y aunque estamos ante un producto de calidad, en el que se nota que la base es la supervivencia real, la superación y el esfuerzo, y está técnicamente todo más que cuidado, no estamos ante un programa para todos los públicos. Hay que tener ganas de sumergirse en una aventura televisiva tan intensa, con tanto jaleo y caos, en el que resulta prácticamente imposible parpadear y tener un respiro. El conquistador es un buen show de telerrealidad, pero quizá el agobio y la fatiga que llega a generar en el espectador hace que sea necesario llegar a cambiar de canal. Y más teniendo en cuenta que no hay pausas de publicidad que te permitan coger aire.