Amenazan al comité de investigación de ovnis de la NASA con violencia

En una acción sin precedentes, la NASA ha decidido mantener en secreto la identidad del jefe de su nueva oficina de investigación de Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI). La decisión es producto de amenazas al comité de expertos independientes que ha redactado el informe ovni que ahora ha presentado la agencia espacial norteamericana.

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Es también un síntoma del clima de polarización y la creciente agresividad de las corrientes conspiranóicas extremas que están asolando las redes sociales y los foros en Estados Unidos y el resto del mundo.

Los conspiranoicos cada vez más peligrosos

El incremento del número de amenazas, acosos y ataques a los científicos durante la última década es especialmente preocupante. El sano escepticismo ante cualquier noticia y descubrimiento —que ha sido siempre motor de avance a medida que los científicos comprobaban teorías y experimentos— ha sido reemplazado por un negacionismo populista que ignora la evidencia científica por desconocimiento, ignorancia, interés económico o mala fe.

Es un nuevo oscurantismo que desprecia siglos de avance científico responsables de todos los avances tecnológicos y médicos que han salvado miles de millones de vidas y han creado las herramientas electrónicas que precisamente usan los frikis conspiranoicos para organizarse, propagar falsedades y realizar abusos y ataques sin ninguna base factual excepto la fe en teorías absurdas nacidas su propio desconocimiento. Es también una plaga que afecta a la propia comunidad científica, donde hay grupos de interés que niegan estudios en medios de comunicación o redes sociales sin publicar estudios que demuestren la razón de sus críticas a vuelapluma.

Los ataques contra la comunidad han sido especialmente feroces durante la pandemia de COVID-19: Numerosos investigadores informaron sobre amenazas de muerte y otros tipos de acoso debido a su trabajo relacionado con el COVID-19. De 510 investigadores de COVID-19 encuestados por la revista científica Science, el 38% informó al menos un tipo de acoso. Esto incluye insultos personales y ataques personales. Algunos de los principales científicos que revelaron amenazas de muerte sufrieron también ataques físicos. Ataques que se extendieron también a profesionales de la salud durante la pandemia, como documentaron numerosas noticias en los últimos tres años, recogidas en un detallado estudio de la organización The National Academies Press.

La Unión de Científicos Preocupados también publica una lista contínuamente actualizada que documenta ataques a la ciencia, incluyendo la eliminación de datos por autoridades gubernamentales, científicos silenciados, estudios suprimidos y otros tipos de asaltos a la ciencia. Particularmente, la administración Trump desactivó el papel decisivo de la ciencia en la formulación de políticas federales, interrumpiendo o deteniendo proyectos de investigación en todo el país que estorbaban sus esfuerzos por desregularizar múltiples sectores en perjuicio de la salud e integridad física de ciudadanos de a pie.

El informe de la NASA

A pesar de las amenazas de los frikis con sombreritos de papel Albal y las críticas de algunos científicos del 'establishment' que preferirían que el dinero les llegara a sus proyectos, la oficina ovni de la NASA seguirá adelante.

Por ahora, el informe sobre UAPs de 33 páginas que el comité acaba de publicar no ha revelado nada que no supiéramos. Como el informe de la oficina AARO (All-domain Anomaly Resolution Office en sus siglas en inglés) dependiente del Pentágono, afirma que no muchos avistamientos se pueden explicar pero que hay varios que no son explicables. También afirma que muchos UAP no representan una amenaza para la seguridad nacional, pero aún así es esencial investigarlos para comprender mejor estos fenómenos.

A partir de este informe se ha establecido la nueva oficina de la NASA para investigar los UAP. Las recomendaciones para el trabajo de esta nueva oficina es muy similar al Proyecto Galileo liderado por el astrofísico de Harvard Avi Loeb. Ambos buscan obtener imágenes, sonidos y otros datos de alta resolución de los UAP, utilizando sistemas de inteligencia artificial que puedan ‘peinar’ enormes cantidades de estos datos en busca de anomalías que puedan arrojar luz sobre estos objetos. El Proyecto Galileo está montando una red internacional de estaciones de seguimiento cargadas de cámaras de alta definición y otros sensores para grabar constantemente los cielos a escala local.

Como apunta el propio Loeb, una imagen vale más que mil palabras y capturar imágenes de alta resolución puede ayudar a distinguir entre objetos terrestres y posibles objetos tecnológicos de origen extraterrestre. Al igual que el Proyecto Galileo, el informe de la NASA también enfatiza la importancia de la transparencia y la apertura de datos al público para poder esclarecer casos desde el método científico.