Si queremos viajar a Marte hay que hacer nuevas medicinas
Los fármacos que tienen los astronautas en sus naves no aguantan las condiciones de un viaje a Marte. Un grupo de investigadores está trabajando para buscar una solución
“Ninguna medicina sobrevive en el espacio más de un año. La mayoría ni siquiera dura tanto” afirma el profesor Volker Hessel, investigador de la Universidad de Adelaida, en Australia. Su laboratorio estudia cómo afectan la microgravedad y la radiación del espacio a la estabilidad de los medicamentos para proponer una solución.
Los astronautas de la Estación Espacial Internacional tienen medicinas que se van renovando según van llegando nuevas misiones. En Marte esto sería mucho más complicado y el abastecimiento de medicinas plantea un problema gravísimo para los futuros viajes tripulados al Planeta Rojo.
Tardamos entre cinco y siete meses en realizar el viaje dependiendo de la distancia que haya entre Marte y la Tierra en ese momento. A esto habría que añadirle el tiempo que dure la misión y el viaje de vuelta, lo que nos llevaría a tres años según las estimaciones.
Aunque fuéramos capaces de construir un motor de propulsión que acortara la duración del viaje significativamente, seguiremos necesitando medicamentos estables que garanticen la salud de la tripulación durante largos periodos de tiempo. "Algún día las píldoras podrían tener que soportar ir de la Tierra a Marte y viceversa para ayudar a mantener sanos a los astronautas, por lo que necesitamos saber cómo les afectará uno de los entornos más duros conocidos: el espacio", comenta Hessel.
Con este objetivo, el profesor Hessel y su equipo han mandado 60 pastillas de ibuprofeno y vitamina C a la Estación Espacial Internacional. Las pastillas están modificadas para aguantar la radiación y van empaquetadas en blisters, el mismo formato que tienen las cajas que compramos en la farmacia. Los medicamentos se guardarán este mismo día 19 en el exterior de la nave para que estén más expuestas a la radiación espacial y poder valorar mejor su incidencia.
Además del ibuprofeno y la vitamina C también han enviado excipientes —sustancias que al mezclarse con los medicamentos les dan consistencia, forma o sabor— que se encuentran en abundancia en la superficie lunar como el sílice, el talco y el fosfato de calcio.
"Sólo hemos utilizado ingredientes procedentes de materiales que están disponibles en la Luna, y con ello estamos dando los primeros pasos hacia la fabricación autónoma de productos farmacéuticos a bordo", afirma el profesor Hessel.
Una farmacia en el espacio
Las complicaciones médicas no serían raras en un viaje tan largo como el que nos llevará a pisar por primera vez el suelo marciano. A pesar de que los astronautas se machacan para estar en buena forma, la exposición a la radiación y la falta de gravedad puede traer muchas complicaciones.
Tras pasar 340 días en la Estación Espacial Internacional, el astronauta Scott Kelly perdió masa muscular y cardiaca, sufrió alteraciones en su ADN, descalcificación de huesos y su sistema inmunológico también se vio afectado.
Aunque no hace falta pasar tanto tiempo en el espacio como Kelly para que las cosas se tuerzan. Wally Shirra, comandante del Apollo 7, mostró síntomas de un fuerte catarro horas después de despegar. En poco tiempo había acabado con las 24 tabletas descongestionantes del botiquín y todos los pañuelos —que acabaron embutidos por todos los rincones de la nave. Su temperamento se volvió tan irritable que llegó a mandar al infierno a su jefe de misión en la Tierra.
La buena convivencia de los astronautas durante un viaje tan largo es fundamental para el éxito de la misión. La preparación y la salud mental de la tripulación es algo que se toma muy en cuenta en este tipo de expediciones espaciales.
Al igual que el proyecto de la Universidad de Adelaida, la NASA lleva años pensando en la manera de producir fármacos en el espacio. En el futuro quieren tener algún tipo de tecnología que les permita producir medicamentos a medida a partir principios activos que tengan almacenados en la nave. Las recetas de esos fármacos también se podrían actualizar remotamente en caso de que les hiciera falta.
"Digamos que alguien inventa un nuevo antibiótico después de que usted haya abandonado la Tierra. No se pueden cargar [las píldoras], pero sí el software. Así que si tuvieras la capacidad de fabricar tus medicamentos sobre la marcha, podrías simplemente subir la estructura del nuevo fármaco, y fabricarlo allí mismo", afirma Jim Logan, director de la Oficina de Informática Médica y Sistemas Sanitarios del Centro Espacial Johnson.
“Ninguna medicina sobrevive en el espacio más de un año. La mayoría ni siquiera dura tanto” afirma el profesor Volker Hessel, investigador de la Universidad de Adelaida, en Australia. Su laboratorio estudia cómo afectan la microgravedad y la radiación del espacio a la estabilidad de los medicamentos para proponer una solución.