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Estos españoles gastan vacaciones y mucho dinero en perseguir eclipses por el mundo
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EL LUNES, EN MÉXICO Y EEUU

Estos españoles gastan vacaciones y mucho dinero en perseguir eclipses por el mundo

Científicos y aficionados emplean sus ahorros y tiempo libre en un espectáculo único en el planeta: esta vez viajan para tomar nota de cara al siguiente evento, en España en 2026

Foto: Eclipse de Australia, en 2023, captado por Óscar Martín Mesonero. (Cedida)
Eclipse de Australia, en 2023, captado por Óscar Martín Mesonero. (Cedida)

Sin moverse de su lugar de residencia, una persona puede ver un eclipse total de Sol a lo largo de su vida. Si tiene suerte, dos. Aunque también es muy probable que no disfrute nunca de ese espectáculo astronómico. En la península Ibérica, el último tuvo lugar en 1912; en Canarias, en 1959. Sin embargo, siempre queda la opción de desplazarse por el mundo para captar ese momento sobrecogedor, aunque sea por unos segundos. Muchos dicen que no hay una experiencia parecida, así que este lunes, 8 de abril, viajarán a algún punto de México, EEUU o Canadá para ver cómo la Luna le hace sombra al astro rey.

El cielo se vuelve tenebroso, la temperatura puede caer más de 10ºC, los animales se desorientan y los seres humanos gritan o se quedan boquiabiertos, sin palabras. No, no tiene absolutamente nada que ver con un eclipse parcial —desde España, al atardecer, apenas se ocultará un 5% del Sol en Canarias y Galicia, casi inapreciable—, aseguran quienes lo han presenciado. Algo tienen estos eventos que enganchan, así que no faltan científicos y meros aficionados que invierten sus vacaciones y casi todos sus ahorros en preparar con años de antelación cada cita con un eclipse solar a pesar de que, en su fase total, en esta ocasión, solo durará cuatro minutos y 20 segundos. Saben que merece la pena, incluso con la amenaza de que las nubes trunquen el espectáculo.

Foto: Este tipo de gafas son imprescindibles para disfrutarlo con seguridad (EFE/Mauricio Dueñas Castañeda)

Una de las expediciones que parten desde España tiene como objetivo San Antonio (Texas, EEUU), pero eso no quiere decir que ese sea el punto de observación definitivo. "Va a ser un eclipse muy complicado, entran bajas presiones por el suroeste, así que habrá muchas nubes; por eso, tenemos otro vuelo pagado a Detroit, con otros dos coches de alquiler y más hoteles reservados", explica a El Confidencial Óscar Martín Mesonero, fundador y presidente de la Organización Salmantina de la Astronáutica y el Espacio (OSAE).

Tras preparar durante un par de años este momento, no tomarán la decisión hasta el último instante en función de las previsiones meteorológicas. "Todo lo que podíamos hacer, está hecho", apunta. Si en el norte de EEUU hay más posibilidades de éxito, las ocho personas que forman el grupo, procedentes de varios lugares de España (Madrid, Salamanca, Cáceres y Canarias), cargarán con todo el equipo y emprenderán viaje. La situación da una idea de la complicada logística que tienen que afrontar para tratar de garantizarse el espectáculo. De hecho, "la primera opción era verlo en México", pero llevan tanto material que temían tener problemas en aeropuertos y carreteras.

placeholder Óscar Martín, en el eclipse de Argentina de 2019. (Cedida)
Óscar Martín, en el eclipse de Argentina de 2019. (Cedida)

Telescopios, cámaras de astrofotografía, cámaras de vídeo y toda una estación meteorológica forman parte del equipaje. "Medimos el descenso de temperatura, la humedad, la luz y el brillo del cielo", explica. Aunque sus objetivos no son científicos, incluso los astrónomos profesionales aprovechan un evento como este, porque no hay otra manera de apreciar la corona interior del Sol. No obstante, para los demás "lo principal es verlo a simple vista o con unos prismáticos para no perder detalle de las protuberancias". Para el líder de OSAE será su duodécimo eclipse total de Sol, así que sabe de lo que habla. Apenas se ha perdido uno desde que comenzó su pasión en 2006, acompañado por decenas de aficionados de España y del mundo. Es difícil de saber porque hay muchas asociaciones de astronomía y aficionados particulares, pero calculan que esta vez se desplazarán entre 100 y 200 españoles solo para disfrutar del eclipse.

Hacer lo imposible para garantizar la experiencia

Otras veces es más complicado y las anécdotas nunca faltan. En 2015, tuvieron que alquilar un avión para volar por encima de las nubes y disfrutar un eclipse especialmente complicado de ver. Tan solo iba a ser visible en las Islas Feroe (territorio danés al norte del Reino Unido) y en las Islas Svalbard (Noruega). "Había muchas probabilidades de que estuviera nublado en los dos sitios y, de hecho, en las Feroe no se pudo ver", así que la solución fue embarcarse un vuelo especial que partió de Dusseldorf (Alemania). Además, al volar a favor del movimiento de la sombra de la Luna, disfrutaron de un minuto más de eclipse total que en cualquier otro punto fijo en tierra: tres minutos y 44 segundos. Sin embargo, en este caso esa solución no es válida: el fenómeno ocurre con el Sol situado en un punto muy alto, de manera que "no se vería desde la ventanilla del avión".

placeholder Eclipse de Indonesia, en 2016. (Óscar Martín Mesonero)
Eclipse de Indonesia, en 2016. (Óscar Martín Mesonero)

Con este tipo de preparación, se entiende que no es una afición barata. "Mis vacaciones son esas: cuando hay un eclipse y donde hay un eclipse; te tiras un año o dos ahorrando para garantizar que los puedes ver, aunque sea gastándote miles de euros para 20 segundos", comenta. El gasto se dispara cuando el evento tiene lugar en sitios remotos, como la Polinesia Francesa. "Fuimos de Madrid a París; de allí, a Los Ángeles; luego, a Tahití; y finalmente, al atolón de Tatakoto", relata. Allí, en una diminuta isla en mitad del Pacífico, llegaron a construir un aeropuerto para poder recibir las visitas y muchos habitantes locales se fueron para dejar sus casas a los cazadores de eclipses. Era el 11 de julio de 2010: mientras casi toda España veía cómo el balón de Iniesta entraba en la portería para ganar el Mundial, Óscar Martín disfrutaba, al otro lado del mundo, del movimiento de otras esferas.

Sin embargo, la experiencia no siempre es tan idílica. Miquel Serra-Ricart, investigador del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), es otro de los grandes perseguidores de eclipses (aunque esta vez no puede viajar a Norteamérica), pero confiesa que una vez pasó bastante miedo y no por el hecho de que se ocultara el Sol. En pleno desierto libio, un grupo de extranjeros se congregó en un punto concreto para ver el eclipse total de hace 18 años. Aunque el fenómeno iba a recorrer muchos kilómetros, "la población local pensó que solo sería posible verlo justo donde estábamos nosotros, así que comenzaron a congregarse a nuestro alrededor y los soldados de Gadafi empezaron a disparar", recuerda. El incidente no tuvo más consecuencias, pero se levantó tanto polvo que casi se pierden el espectáculo.

Otro de los grandes seguidores de eclipses en España es el astrofotógrafo Juan Carlos Casado. Ya ha visto 18 totales de Sol, pero sumando los parciales y los de Luna alcanza el medio centenar. Su pasión se ha transformado en la empresa AstroXperiences, que organiza viajes basados en este tipo de experiencias. "Los eclipses me han llevado a conocer el mundo, desde la Antártida hasta el centro de África", afirma. Quizá lo más sorprendente es que haya gente capaz de viajar a Panamá para ver un espectáculo de 11 segundos. "Ha sido el más corto, pero la duración varía mucho, también he visto alguno lunar de casi dos horas", comenta.

placeholder Preparados para el eclipse. (Reuters)
Preparados para el eclipse. (Reuters)

Prepárate, España

A priori, EEUU debería ser un destino más tranquilo, pero está tan poblado y es tan accesible que se prevén millones de desplazamientos hacia la estrecha franja por la que discurrirá el eclipse total, del sureste al noreste del país. Por eso, algunos estados han decretado el estado de emergencia, principalmente, por las probables aglomeraciones y todo lo que ello implica: tienen miedo de que falte combustible o comida; así como de posibles incidencias en el suministro eléctrico o caídas en las conexiones a la red móvil. Probablemente, lo peor será el tráfico, puesto que ya el eclipse de 2017 en Wyoming provocó atascos de hasta 10 horas.

En España tendríamos que tomar buena nota de lo que suceda esta vez, porque somos los siguientes. El 12 de agosto de 2026 tendrá lugar el primer eclipse total de Sol visible desde la península Ibérica después de 114 años. Atravesará gran parte del norte, en dirección sureste, desde La Coruña a Palma de Mallorca y será un "eclipse español", porque el resto de los lugares por los que pasa están casi deshabitados o tienen muchísimas probabilidades de estar nublados: norte de Rusia, Groenlandia e Islandia. Por eso, en la expedición de Óscar Martín también va Antonia Varela Pérez, directora de la Fundación Starlight (entidad que promociona el turismo astronómico en Canarias), que forma parte de la Comisión Nacional del Eclipse de España.

Foto: Una región de Canadá y varios estados de EEUU declaran el estado de emergencia ante el eclipse solar de abril: ¿qué está pasando? (Reuters/Brendan McDermid)

El propósito de este organismo es evitar un caos, conseguir que todo salga bien tanto en 2026 como el 2 de agosto de 2027 (sí, después de más de un siglo sin este fenómeno, habrá dos seguidos; el segundo, en el sur peninsular). El reto es mayor de lo que parece. "Las estimaciones hablan de entre siete y diez millones de personas que vendrán a ver el eclipse, aparte del número de turistas habitual que podemos tener en España en un mes de agosto", apunta el presidente de OSAE. Por lo tanto, "hay muchísimo que preparar".

Aunque quedan más de dos años para el primero de los eclipses, este experto recomienda estar alerta. "Van a organizarse muchos eventos, con presentadores, pantallas gigantes y zonas especialmente adaptadas con telescopios", adelanta. Por lo tanto, quien quiera asistir debería estar atento a todo lo que surja y, si se tiene que desplazar a otras provincias, reservar cuanto antes. Al igual que en EEUU, el principal problema puede estar en el tráfico, los suministros y las infraestructuras. El ser humano se moviliza para sentirse pequeño frente al universo.

Sin moverse de su lugar de residencia, una persona puede ver un eclipse total de Sol a lo largo de su vida. Si tiene suerte, dos. Aunque también es muy probable que no disfrute nunca de ese espectáculo astronómico. En la península Ibérica, el último tuvo lugar en 1912; en Canarias, en 1959. Sin embargo, siempre queda la opción de desplazarse por el mundo para captar ese momento sobrecogedor, aunque sea por unos segundos. Muchos dicen que no hay una experiencia parecida, así que este lunes, 8 de abril, viajarán a algún punto de México, EEUU o Canadá para ver cómo la Luna le hace sombra al astro rey.

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