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¿Ozempic contra el alzhéimer? El inesperado uso del fármaco 'milagro' para adelgazar
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¿Ozempic contra el alzhéimer? El inesperado uso del fármaco 'milagro' para adelgazar

Medicamentos como Ozempic actúan sobre la inflamación del cerebro y podrían ser muy útiles frente a enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson

Foto: Ozempic. (Reuters/Lee Smith File Photo)
Ozempic. (Reuters/Lee Smith File Photo)
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Los nuevos medicamentos contra la obesidad están dando mucho que hablar. En los últimos años, numerosos ensayos clínicos han ido probando su eficacia contra la diabetes, primero, y para reducir peso, después. Ahora ya están en el mercado con estas dos indicaciones. Sin embargo, los estudios también ofrecían pistas sobre otros efectos más sorprendentes. "En todos los protocolos nos dimos cuenta de que los pacientes mejoraban su deterioro cognitivo", afirma en declaraciones a El Confidencial Cristóbal Morales, investigador del Hospital Virgen de la Macarena y del Hospital Vithas de Sevilla, y miembro de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO).

Como responsable de algunos de los ensayos clínicos que se han desarrollado en España en los últimos tiempos, este endocrino explica que "el objetivo principal siempre era estudiar el efecto de estos fármacos en el peso, el control glucémico o la enfermedad cardiovascular". Sin embargo, el "hallazgo secundario" de los posibles beneficios para el cerebro fue tan relevante que ya se están realizando estudios específicos para analizar "la mejoría en los síntomas de alzhéimer". Los primeros resultados son prometedores.

Esta nueva generación de fármacos se conoce como agonistas del receptor GLP-1. Esto significa que imitan la acción de esa hormona intestinal, que se activa después de comer, provocando saciedad y reduciendo el apetito. Entre ellos están la semaglutida, que se comercializa como Ozempic (para diabetes) y Wegovy (para obesidad); y la tirzepatida, cuyas marcas son Mounjaro (diabetes) y Zepbound (obesidad). Sin embargo, una revisión de estudios publicada hace más de un año ya citaba más de una veintena de ensayos clínicos enfocados al uso de estas sustancias para el tratamiento de alzhéimer y párkinson.

Por qué puede funcionar

¿Cómo es posible que una misma sustancia sirva para enfermedades tan distintas? La clave está en que actúa sobre la inflamación, tal y como explica detalladamente un estudio que acaba de publicar la revista Cell Metabolism. No obstante, en los últimos años muchas investigaciones han explorado ese efecto antiinflamatorio de GLP-1 y sus imitadores, tanto en animales como en personas. "Una cosa que tienen en común el párkinson y el alzhéimer es la inflamación", afirma José Ángel Morales García, neurobiólogo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). "En ambos casos ocurre porque se depositan proteínas que el cerebro no es capaz de eliminar", explica, aunque son distintas y en diferentes regiones. En el alzhéimer, se deposita beta-amiloide en el hipocampo. En el párkinson, se deposita alfa-sinucleína en la sustancia negra.

placeholder Cerebro de un banco de tejidos neurológicos. (EFE)
Cerebro de un banco de tejidos neurológicos. (EFE)

La inflamación es un proceso necesario por el que nuestro cuerpo se defiende de agentes patógenos y tóxicos. El problema viene cuando se prolonga en el tiempo. En el caso del cerebro, cuando hay alguna amenaza, las células gliales producen factores proinflamatorios para activar el sistema inmunitario y resolver el problema. Sin embargo, en las enfermedades neurodegenerativas la acumulación de las proteínas perjudiciales es continua, así que la respuesta inmune nunca decae. La consecuencia es que este mecanismo, que debería proteger a las neuronas, las acaba dañando.

Los neurocientíficos conocen este problema desde hace mucho tiempo, así que una de las ideas clásicas para combatir las enfermedades neurodegenerativas ha sido, precisamente, el uso de antiinflamatorios. El problema es que "los antiinflamatorios tradicionales no llegan a todas partes", comenta el experto de la UCM, y su efecto en el sistema nervioso ha sido bastante escaso. Ahora, la novedad es que GLP-1 "se expresa ampliamente en el cerebro", así que al fin los pacientes de alzhéimer o párkinson podrían beneficiarse de una estrategia terapéutica contra la inflamación.

placeholder Una de las marcas de fármacos contra la obesidad. (Reuters)
Una de las marcas de fármacos contra la obesidad. (Reuters)

La pérdida de neuronas dopaminérgicas produce párkinson, mientras que el alzhéimer está relacionado con las neuronas colinérgicas, pero la diferencia entre las causas de una y otra dolencia no importa mucho en este caso. Esta nueva vía "podría ser de gran utilidad para las dos enfermedades", destaca el neurocientífico, "porque no consiste en atacar la pérdida de un tipo de neuronas en concreto, sino en atajar la inflamación en general, que perjudica a todas las patologías neurodegenerativas".

El problema: no vale solo con "achicar agua"

No obstante, se necesitan ensayos clínicos específicos para cada caso. En la actualidad, al menos dos investigaciones tratan de demostrar efectos positivos de la semaglutida como terapia para el alzhéimer en su fase temprana. En el caso del párkinson, ya hay resultados sobre otro agonista de GLP-1, exenatida, que mejoró las capacidades motoras de los participantes en un estudio ya publicado y que ahora se está probando con una muestra más amplia de pacientes.

placeholder Imagen de cerebros de animales afectados por alzhéimer. (Reuters)
Imagen de cerebros de animales afectados por alzhéimer. (Reuters)

Realmente, "todos los ensayos clínicos indican mejorías, pero hay que afinar mejor y ver en qué fases de las enfermedades podría ser útil", comenta el endocrino del Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla. No obstante, "vamos hacia una medicina preventiva", destaca, "y sabemos que una persona obesa tiene más posibilidades de desarrollar enfermedad cardiovascular, está claro, pero también deterioro cognitivo".

Parte de las incógnitas que quedan por resolver es hasta qué punto la inflamación, por sí misma, es un hecho realmente muy relevante en enfermedades como el alzhéimer. Una investigación publicada el pasado mes de diciembre en JAMA Network Open llega a la conclusión de que "puede ser la base de los síntomas neuropsiquiátricos de la demencia". Sin embargo, los neurocientíficos son prudentes. "En estas patologías pasan tantas cosas que por algún sitio hay que empezar", comenta García-Morales. Sin embargo, "la solución no está solo en reducir la inflamación". En su opinión, esta vía "es como achicar agua cuando se ha roto una tubería: de primeras es algo útil, pero el agua sigue saliendo y, a la larga, hay que buscar más alternativas". Lo que ocurre es que, ante la escasez de tratamientos, esta posibilidad "es bienvenida".

placeholder Medicamentos en una farmacia. (iStock)
Medicamentos en una farmacia. (iStock)

El enfoque de las farmacéuticas

Novo Nordisk, la farmacéutica que desarrolló Ozempic, ya ha creado áreas específicas de trabajo en neurociencia e inflamación con estos principios activos. Junto con Eli Lilly and Company, que ha apostado por la tirzepatida, es la empresa mejor posicionada en el desarrollo de nuevos usos de los agonistas de GLP-1, pero aún deberán demostrar los efectos positivos en ensayos clínicos más amplios antes de que las agencias reguladoras den luz verde a esas aplicaciones.

Foto: Grupo Adipofat, del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud. (Cedida)

Mientras eso sucede, el negocio sigue en la obesidad y la diabetes tipo 2. En España, se espera que las marcas Mounjaro y Wegovy comiencen a comercializarse este año. Asimismo, los expertos no descartan que las investigaciones sigan ampliando los usos de estos medicamentos. En la actualidad, existen unos 150 estudios en marcha sobre la acción de estas sustancias. "Uno de nuestros últimos estudios indica una reducción de los marcadores de inflamación tanto cerebrales como vasculares y, además, los pacientes disminuían un 20% su riesgo de infarto", comenta Cristóbal Morales.

Según los expertos, existen muchos trastornos sistémicos en los que la inflamación es un componente clave. De hecho, aunque los nuevos fármacos actúan sobre la diabetes y la obesidad por otras vías (se dirigen al centro de control del hambre del cerebro), en parte, los científicos creen que también funcionan frente a estas patologías por la acción antiinflamatoria. Los estudios han demostrado que las personas obesas presentan un estado inflamatorio crónico de bajo grado y atacar ese aspecto puede ser muy beneficioso para los pacientes.

Los nuevos medicamentos contra la obesidad están dando mucho que hablar. En los últimos años, numerosos ensayos clínicos han ido probando su eficacia contra la diabetes, primero, y para reducir peso, después. Ahora ya están en el mercado con estas dos indicaciones. Sin embargo, los estudios también ofrecían pistas sobre otros efectos más sorprendentes. "En todos los protocolos nos dimos cuenta de que los pacientes mejoraban su deterioro cognitivo", afirma en declaraciones a El Confidencial Cristóbal Morales, investigador del Hospital Virgen de la Macarena y del Hospital Vithas de Sevilla, y miembro de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO).

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