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Los detectives del implante de pelo: "Todos sabíamos que lo de Rafa Nadal acabaría mal"
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FIEBRE POR LOS INJERTOS

Los detectives del implante de pelo: "Todos sabíamos que lo de Rafa Nadal acabaría mal"

Las operaciones de regeneración capilar son cada vez más discretas, pero estos avezados profesionales son capaces de descubrir de un vistazo si un famoso "ha pasado por el taller"

Foto: Rafa Nadal se ajusta una bandana para el sudor. (Lynn Bo/EFE)
Rafa Nadal se ajusta una bandana para el sudor. (Lynn Bo/EFE)
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Hace 15 años, Emilio López tomó la decisión de operarse para acabar con una alopecia que le disgustaba. En 2008, aún no existía Turquía —en términos capilares— y los médicos capaces de hacer bien un implante, literalmente, "se contaban con los dedos de una sola mano", recuerda, "los demás no dominaban la técnica del injerto y el peligro de acabar con un resultado muy artificial era altísimo, hay verdaderas desgracias de aquella". Una intervención tan delicada nunca debe tomarse a la ligera, mucho menos para una persona especialmente meticulosa como él.

Antes de decidir nada, se documentó a fondo: aprendió quiénes eran los cirujanos capilares de referencia, dentro y fuera de España, quiénes habían pasado por sus manos y con qué resultados, cuáles eran los pros y contras de cada técnica, leyó sobre la vascularización del cuero cabelludo y por qué el músculo frontal era una línea roja que nunca se debía traspasar. Comenzó a frecuentar foros de pacientes y allí encontró a muchas almas afines.

Foto: Fuente: iStock

Pronto comenzaron a focalizar su obsesión capilar en el ingente número de famosos que, según su terminología, "habían pasado por el taller". En 2023, ponerse pelo no es solo una tendencia, en determinados sectores —la televisión, por ejemplo— es más parecido a una adicción. Como detectives capilares, Emilio, que hoy trabaja como coordinador de pacientes en una prestigiosa clínica, y sus adláteres han entrenado su mirada para detectar en menos de un segundo si un futbolista o un cantante se ha puesto grafts con la técnica FUE o si lleva el viejo método de la tira o FUT, si su renacida cabellera es producto de la medicación o de un maquillaje de queratinas como el Toppik. "Cuando veía a alguien por televisión, a un famoso, y le veía algo raro, inmediatamente me saltaba la chispa", explica a este periódico. "Casi siempre acertaba y estaban operados, así me fui convirtiendo en un profesional de detectar trasplantes capilares".

Por ejemplo, observemos a Bertín Osborne. Cualquier persona normal podría coincidir en que, pese a su frente amplia y sus entradas, es alguien que a sus 69 años ha conservado razonablemente el pelo con el que la naturaleza le obsequió.

placeholder Bertín Osborne, durante un evento. (EFE)
Bertín Osborne, durante un evento. (EFE)

Pero una foto frontal no basta para engañar a estos detectives. Uno de ellos aprovechó un cambio en su corte de pelo para, en mitad de un programa de televisión, detectar por primera vez la cicatriz. Esa antiestética marca en la parte de atrás de la cabeza evidenciaba que le habían extraído una tira de pelo —intervención muy en boga hace unos años, hoy en desuso— para implantársela en una zona más necesitada. "Le han hecho un corte de pelo raro, dejándole el pelo largo justo para tapar la cicatriz", concluyó Emilio en ese momento. "Y parece que lleva Toppik en la coronilla", el nombre comercial de un espray con fibras de queratina que se adhieren al pelo y contribuyen a aparentar una densidad mayor en zonas donde el bosque empieza a clarear.

"Aquella era una técnica antigua", explica Emilio, "ese pelo de la nuca se implantaba de una forma poco ortodoxa y te dejaba un efecto de pelo de muñeca, como lo llamamos nosotros". Actualmente, la técnica más habitual es la conocida como FUE (acrónimo en inglés de extracción de unidades foliculares) y el trasplante se hace pelo a pelo. Es una forma bastante discreta de replantarse el cabello, pero, afortunadamente para estos detectives, eso no quiere decir que los pacientes lo sean, ni antes ni después de la intervención.

Consejos para evitar a estos detectives

Hubo una época en que las famosas se operaban la nariz y casi todas quedaban igual. Daba la impresión que Janet Jackson y Paloma San Basilio habían sacado las suyas del mismo molde. En estos momentos, está pasando algo muy parecido con el pelo de muchos famosos: están pasando de tener cada uno su aspecto natural —con sus características, virtudes y defectos— a tener todos el mismo "efecto de frente recta" muy marcado, artificial e influenciado por los aires de Estambul.

"Mucha gente va a Turquía y traen todos el mismo pelo. Frontales rectos con una línea antinatural"

"Mucha gente va a Turquía y traen todos el mismo dibujo capilar", confirma Emilio. "Frontales completamente rectos con una línea recta muy antinatural, muy gruesa, muy fuerte. Los pacientes llegan a decir: 'A mí me gusta eso' porque lo ven todos los días: un error se ha convertido en una moda".

¿Por qué alguien célebre, con dinero y medios para informarse adecuadamente, se hace un implante de pelo que a veces no resulta favorecedor? "En este momento, ocurre menos, pero ha habido muchísimos años en los que los famosos iban a operarse con los menos recomendados", indica el coordinador. "Muchas veces, de buena fe, el médico te recomendaba un colega dermatólogo que puede ser una eminencia, pero no domina la técnica del injerto capilar". Otro factor no desdeñable es que determinadas clínicas inviten a famosos de medio pelo —ejem— a operarse allí gratis a cambio de publicitarlo en su Instagram.

Las clínicas buenas jamás regalan operaciones y jamás promocionan que han operado a alguien

"Quienes hacen esto no son Julio Iglesias, Alejandro Sanz o Fernando Alonso, sino el típico concursante de Mujeres, hombres y viceversa o uno que ha ido a La isla de las Tentaciones", explica este coordinador. "Suelen ir a clínicas que hacen la operación gratis, pero no quedan bien, ese tipo de pacientes suelen quedar mal en su mayoría, pero generan un efecto llamada: si allí se ha operado este, yo también". Él habla de una regla no escrita que impera en el sector: las clínicas buenas jamás regalan operaciones y jamás promocionan que han operado a alguien.

Por estos foros de ex-calvos aficionados al misterio han pasado una cantidad impresionante de rostros que aparecen en televisión, un sector particularmente abonado a los injertos. En muchos programas, sus colaboradores están continuamente apostando cosas absurdas y, cuando pierden, el castigo es raparse la cabeza. Por ejemplo, el presentador Joaquín Prat lo hizo en directo a finales de 2017 tras haber prometido que lo haría si se demostraba que Pilar Abel no era la hija legítima de Salvador Dalí. Una apuesta tan ridícula como cualquier otra que sirvió para rellenar el minutaje del programa de ese día y allanar un posterior injerto capilar. Lo mismo ha sucedido numerosas veces en Sálvame. Hasta el propio Jorge Javier Vázquez acabó rapándose la cabeza durante la pandemia. El presentador es, por cierto, un sospechoso habitual de este tipo de foros desde al menos 2015. La lista de famosos televisivos que, para estos ávidos observadores, han pasado por el taller de una forma u otra, es kilométrica: Iker Jiménez, Rocío Carrasco y Fidel Albiac, Antonio David, Víctor Sandoval, Hilario Pino, Carlos Lozano, Christian Gálvez... Por no hablar de los concursantes de Gran hermano y formatos similares.

placeholder Carlos Lozano, uno de los que se ha realizado un injerto capilar. (Mediaset)
Carlos Lozano, uno de los que se ha realizado un injerto capilar. (Mediaset)

El único sector comparable al televisivo es el del fútbol, donde la regeneración capilar está causando furor desde hace años. A las remontadas espectaculares del entrenador Antonio Conte, Diego Simeone o el portero Diego López se unen decenas de casos: Jordi Alba, Iago Aspas, Rakitic, Cala o hasta un entrenador sexagenario como Javier Aguirre, actualmente en el Mallorca. En estos dos sectores es casi más difícil encontrar a alguien que aún no se haya hecho nada.

En muchos casos, estos detectives acaban descubriendo que un famoso se ha operado aunque haya buscado el anonimato. Aunque las técnicas sean cada vez más discretas, las celebridades que se ponen pelo lo son cada vez menos. Ahí va otra obviedad disfrazada de consejo: si no quiere que alguien se entere de que se ha puesto pelo, no haga como Iker Casillas. En las navidades de 2011, el entonces portero del Real Madrid apareció en un partido amistoso con fines benéficos con la cara sorprendentemente hinchada. Adujo que había sufrido una intoxicación por marisco, una excusa lo suficientemente chusca como para no llamar la atención de los detectives del implante. Pronto escrutaron imágenes del portero hasta encontrar la cicatriz en la zona donante.

placeholder Iker Casillas, portero del Real Madrid, durante la presentación del Partido X la ilusión. (EFE)
Iker Casillas, portero del Real Madrid, durante la presentación del Partido X la ilusión. (EFE)

Más recientemente, Casillas subió a sus redes otra extraña fotografía donde aparecía con un gorro dentro de casa y los ojos hinchados. "Hoy en día hay muchos cirujanos capilares que dominan la técnica y las probabilidades de quedar bien son muy altas, entonces ya no tienes tanto miedo a ocultarlo, ese estigma ha desaparecido", dice Emilio.

"Con el pelo ha ocurrido algo como con las chicas y el implante de pecho, muchas, a pesar de tener un pecho bonito, se ponen más, porque parece que está de moda, no es una necesidad; pues también hay pacientes con el pelo normal, que pueden tener una ligerísima recesión, y se operan". Quienes no sean famosos, pero se hayan planteado alguna vez hacerse un retoque también pueden aprender muchas cosas de este tipo de perfiles.

"Es muy fácil picar con unas fotos de antes y después. En las clínicas malas, la de antes suele ser con un montón de luz"

Por ejemplo, este coordinador de pacientes ha tenido que enfrentarse en muchas ocasiones a las típicas fotos publicitarias de clínicas de regeneración capilar, el antes y el después. Solo con esas fotos ya se puede saber si una clínica o doctor es reputado o todo lo contrario. "Es muy fácil picar con unas fotos de antes y después", explica. "En algunas clínicas, la de antes suele ser con un montón de luz y un flash encima de la cabeza, en una postura concreta para que se vea exactamente lo mal que estás, mientras que la foto de después ya no tiene la misma inclinación y la luz no da directamente en el pelo, da detrás; entonces, el pelo parece más oscuro". Si ambas fotos no están tomadas con una luz, inclinación e intención similar, es que tratan de ocultar algo o de exagerar la situación inicial del pelo para que la intervención parezca más milagrosa.

El consejo definitivo, y el más obvio de todos, es dedicarle mucho tiempo a mirar, a leer y a preguntar (incluso en foros de alopecia como estos) antes de ponerse en manos de cualquier médico. Una mala operación puede resolverse en una mañana turca por entre 1.500 y 2.500 euros. Una buena operación, como las que se hacen los famosos más responsables y donde los detectives del implante sudan tinta para discernir cómo es posible, puede rondar los 6.000-8.000 euros y durar dos días, mañana y tarde.

placeholder Un médico marca la zona donde se va a realizar el injerto. (EC)
Un médico marca la zona donde se va a realizar el injerto. (EC)

"Los costos pueden variar según varios factores, incluidos los honorarios profesionales, las instalaciones y el equipamiento utilizados en los procedimientos, y son específicos de cada centro médico", indica Xavier Álvarez Suriaca, secretario técnico de la Sociedad Española de Restauración Capilar.

La diferencia es que, en estas últimas intervenciones, todas las unidades foliculares o grafts extraídas de la nuca del paciente se limpian, se revisan y se clasifican con un potente microscopio en placas de Petri en función del número de pelos que tengan. Luego el médico opta por poner en primera línea aquellas unidades de un solo pelo y que sean muy finas, para imitar la naturalidad del pelo y que no quede con ese efecto pelo de muñeca tan agresivo. "Cuando se consigue densidad y naturalidad, es muy difícil detectar si alguien se ha operado", dice el detective capilar.

Foto: Una imagen de archivo de Francisco Ibáñez. (EFE/Enric Fontcubierta)

El problema es que, actualmente, incluso si uno reúne el dinero, es muy difícil ponerse pelo en nuestro país. "En España, las clínicas estamos desbordadas, nosotros tenemos las listas de espera cerradas, teníamos dos años de lista de espera", explica Emilio. "Nosotros solo operamos al 10% de los españoles, el resto se va a Turquía o a otras clínicas low-cost dentro y fuera de España: solo haciendo ese 10% consiguen desbordarnos, ellos son capaces de hacer el 90% o incluso el 300% si hace falta, porque tienen centenares de clínicas con auxiliares operando". Ni que decir tiene que Emilio no es un entusiasta en absoluto de la pasión turca por el implante capilar, ni como profesional ni como persona operada.

Pero, claro, los profesionales turcos cuentan con una ventaja frente a los españoles. El cliente puede elegir cuándo operarse y, como suele ser frecuente, hacer coincidir el viaje con las vacaciones para no tener que aparecer en el trabajo con la cabeza como un fósforo sanguinolento.

Los indetectables

Cada vez más, Emilio y sus compañeros no logran ponerse de acuerdo sobre el retoque de un famoso. Si ha habido operación, es prácticamente indetectable. Ahí es donde entra en juego la inteligencia colectiva del foro, que se pone a buscar fotos recientes para ver si se ha producido un cambio.

Un ejemplo bastante reciente es el de Marc André Ter Stegen, el portero alemán del Barcelona.

placeholder Marc André Ter Stegen. Izquierda, 2021 (Susana Vera/Reuters); derecha, 2023. (Etienne Laurent/EFE)
Marc André Ter Stegen. Izquierda, 2021 (Susana Vera/Reuters); derecha, 2023. (Etienne Laurent/EFE)

"El 95% de la gente que lo vea, salvo que les guste mucho el fútbol o sigan al Barça y sepan que cuando llegó tenía entradas, no detectaría que ha sido operado", concluye Emilio, que, pese a loar su imagen, es capaz de encontrar defectos a su cambio. "Le han inyectado en el músculo frontal, debería habérselo puesto un poquito más atrás". Lo del músculo frontal es un problema muy extendido en el mundo de la regeneración capilar. "Está ocurriendo, hay muchas primeras líneas rectas, agresivas e injertadas en la frente", indica. "Hay que injertar en el cuero cabelludo, no ahí; primero porque esa zona no tiene los vasos capilares que sí hay bajo el pelo, en la frente nunca hemos tenido pelo y eso ocurre por un motivo: no puede crecer porque no se dan las circunstancias".

Se suele decir que el cliente siempre tiene la razón, pero la afirmación es más discutible dentro de un quirófano que en ningún otro sitio. "La gente muchas veces quiere tener la misma línea capilar que tenían con 17 años, cuando su frente era más pequeña, pero frente se va haciendo más grande, igual que pasa con su nariz o con sus cejas. En general, nunca se debe operar como dice el paciente, sino como recomienda el doctor", apunta el coordinador.

placeholder Miguel Bosé en 'Cover night'. (RTVE)
Miguel Bosé en 'Cover night'. (RTVE)

"Otro caso muy muy bueno es Miguel Bosé", dice Emilio. "Tiene alopecia desde muy joven, siempre ha tenido dos entradas enormes, pero ha imitado sus entradas de tal manera que, cuando ves a Bosé, sigues viendo al mismo Miguel Bosé". Al haberse injertado solo en la zona que tenía muy pobre, ni un centímetro más allá, sigue teniendo entradas, pero un pelo perfecto en términos de naturalidad. "Y él tiene más de una operación, pero el primero que se lo hizo tuvo el acierto de decir: 'No voy a cambiar tu fisonomía".

Un caso parecido es el del presentador Risto Mejide, que sigue manteniendo prácticamente la misma frente amplia con la que debutó en televisión hace más de una década.

placeholder Risto Mejide. Izquierda, 2017 (Getty); derecha, 2023. (Cordon Press)
Risto Mejide. Izquierda, 2017 (Getty); derecha, 2023. (Cordon Press)

Sin embargo, a través de su Instagram, el propio Mejide insinuó que algo de taller había habido, aunque en la línea de Bosé, ha sido lo suficientemente continuista como para no llamar mucho la atención y desconcertar a los detectives de implantes.

Los que quedan mal

"Cuando una operación queda mal, lo detecto en el minuto uno, son fáciles de ver", asevera Emilio. "Una casa no se puede construir por el tejado, si no pones los cimientos bien, esa casa va a acabar mal". Uno de los ejemplos negativos que forman parte de su tesauro es el de Rafa Nadal. "Todos dentro del mundo capilar sabíamos que iba a acabar mal, por desgracia para Rafa al que tanto admiramos". El manacorí está considerado el mejor deportista español de todos los tiempos y la potencia de su juego, su capacidad de no rendirse nunca, se ha asociado a menudo con la testosterona. Esta hormona es también en enemigo n.º 1 del pelo. "La alopecia es una enfermedad autoinmune, la dihidrotestosterona nos bombardea el folículo todos los días y durante toda la vida hasta que se muere". Según estos expertos, Rafael Nadal parece tener una DUPA (acrónimo inglés que se refiera a una alopecia difusa sin patrón definido), que se aprecia por la falta de densidad en toda la cabeza casi por igual, y eso significa que su zona donante puede no ser segura, y si trasladas ese pelo de la zona donante a la receptora se caerá igualmente porque ese es su destino genético.

Durante la primera fase de su exitosa carrera, Nadal lucía su característica melena ondulada. Poco a poco, fue dando paso a una media melena que, en mitad de los partidos, bajo los focos y el sudor, mostraba su peor faceta. Alrededor de noviembre de 2016, coincidiendo con ese momento del año en que no hay grandes torneos, algunos insiders del mundo del tenis se percataron de que Nadal se había afeitado la cabeza.

En un primer momento, durante la temporada 2017, la densidad de su cabello era mucho mayor y Nadal siguió ganando torneos, pero aquella melena nunca volvería.

"Respetaron su primera línea", dice el experto. "Nadie que mire a Rafa Nadal de frente diría: 'Está operado', pero está claro que el resultado no fue bueno: Nadal no es un paciente apto, no se debería de haber operado. En la clínica donde trabajo, o en la mayoría, se le habría dicho eso y no se le habría operado, antes se le habría puesto un tratamiento médico para ver si respondía bien y era apto. Se habría llevado un disgusto, pero se habría ahorrado el operarse y quedar mal. La primera labor del doctor es decirle al paciente si es apto o no, y, si lo es, decirle las expectativas que tiene".

placeholder Rafa Nadal. Izquierda, 2008 (EFE); derecha, 2023. (Getty)
Rafa Nadal. Izquierda, 2008 (EFE); derecha, 2023. (Getty)

¿Qué es lo que hace a un paciente apto o no apto? Cada vez vemos más casos de personajes que, incluso después de una larga vida pública con alopecia, deciden dar un giro a su imagen para rejuvenecer un poco su aspecto. Por ejemplo, el socialista José Bono o el economista José Carlos Díez. La clave aquí no está en la futura frente o coronilla de cada uno, sino en el presente de nuestra nuca.

"El primer y principal factor es que la alopecia sigue una escala; igual que hay una escala Richter para medir los terremotos, hay una escala para el pelo que se llama de Norwood Hamilton", explica Emilio. "Cuando ves a un paciente, te das cuenta de la escala que tiene, aunque esté en una fase inicial". Ese paciente, aunque en el momento tenga apenas una pérdida de densidad o entradas poco pronunciadas, puede tener al final una alopecia tan grande que el implante se le quede como una isla en mitad de la cabeza. "Normalmente, las alopecias grandes acaban afectando a la zona donante", remata.

"Normalmente, las alopecias grandes acaban afectando a la zona donante"

Por tanto, los pacientes no aptos son aquellos cuya zona donante ya muestra una cierta afectación, el pelo empieza a verse miniaturizado y, si el médico decide implantarlo de todas formas en su cabeza, lo único que está haciendo es comprar uno o dos años de tiempo antes de que ese pelo acabe por caerse. Es justo lo que le ha pasado a nuestro mejor tenista.

Además, en el mundo capilar, la primera operación es clave, porque allí de donde se ha sacado pelo no se puede volver a extraer en las mismas condiciones.

El consejo final: no sean impulsivos

En la última década, las clínicas nacionales están viviendo una edad de oro. El estigma se ha volatilizado y culturalmente está absolutamente normalizado. Hay estudios (de dudosa fiabilidad científica) sobre que España es uno de los países con mayor porcentaje de alopécicos. Quién sabe. Lo que está claro es que en nuestro país hay muchos dispuestos a operarse, aquí o fuera.

En su clínica, Emilio dice que a menudo funcionan por nichos. Cuando un bombero o un policía va a operarse, en los siguientes meses van a preguntar varios con el mismo oficio. Aunque el negocio es el negocio, eso no suele ser buena señal. Denota una cierta impulsividad y una falta de paciencia a la hora de informarse, de seleccionar la mejor opción para uno mismo.

placeholder Álvaro Campos, portero de fútbol y médico capilar en Castellón, en pleno injerto. (Ana Escobar/EFE)
Álvaro Campos, portero de fútbol y médico capilar en Castellón, en pleno injerto. (Ana Escobar/EFE)

España vive una auténtica fiebre por el pelo y en algún momento tendremos que lidiar con la resaca. "El problema es la percepción que tenemos nosotros de los demás", reflexiona Emilio. "Las chicas se operaban el pecho porque no paraban de ver a famosas con el pecho operado, pero solo las veían vestidas, nunca desnudas". Y más de una se dio cuenta de ese detalle demasiado tarde, al verse sin ese vestido que le hacía escotazo, desnuda delante del espejo del baño iluminada por un fluorescente blanco parpadeante. "Ahí descubren que, aunque quede bien con un vestido, cuando te lo quitas, queda mal, y la imagen puede ser muy antinatural hasta el punto de generarles rechazo e incluso desear volver a verse como estaban antes. Hay muchas mujeres con problemas psicológicos después de operarse el pecho, y con el pelo ocurre igual".

Hace 15 años, Emilio López tomó la decisión de operarse para acabar con una alopecia que le disgustaba. En 2008, aún no existía Turquía —en términos capilares— y los médicos capaces de hacer bien un implante, literalmente, "se contaban con los dedos de una sola mano", recuerda, "los demás no dominaban la técnica del injerto y el peligro de acabar con un resultado muy artificial era altísimo, hay verdaderas desgracias de aquella". Una intervención tan delicada nunca debe tomarse a la ligera, mucho menos para una persona especialmente meticulosa como él.

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