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Misión contrarreloj: por qué es tan difícil rescatar el submarino que bajó al Titanic
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QUEDA POCO TIEMPO

Misión contrarreloj: por qué es tan difícil rescatar el submarino que bajó al Titanic

Sin comunicación, localizar a tiempo el sumergible en el océano a miles de metros de profundidad es una tarea casi imposible, pero aunque se lograra ¿sería factible el rescate?

Foto: Imagen del Titan, el sumergible desaparecido de OceanGate. (EFE)
Imagen del Titan, el sumergible desaparecido de OceanGate. (EFE)

El mundo está en vilo ante el temor de que una de las tragedias más famosas de la historia pueda tener una inesperada segunda parte. Un minisubmarino turístico desapareció el pasado domingo con cinco personas a bordo tras sumergirse en aguas del océano Atlántico. Cuando había pasado una hora y 45 minutos se perdió el contacto con el vehículo, que cuenta, como mucho, con aire suficiente para mantener con vida a sus ocupantes durante 96 horas. Por eso, los servicios de guardacostas de EEUU y Canadá están en plena carrera contrarreloj para rescatarles. ¿Qué ha podido pasar con el sofisticado sumergible de la empresa OceanGate Expeditions y por qué es tan difícil esta misión a pesar de todos los avances en tecnología submarina?

El vehículo desaparecido, llamado Titan, es un sumergible tripulado similar a los submarinos, aunque con importantes diferencias, como su pequeño tamaño y, sobre todo, ventanas y cámaras exteriores que permiten observar el exterior incluso a grandes profundidades. Este tipo de aparatos, que están empezando a despuntar en el mercado del turismo de lujo, suelen utilizarse para fines de investigación. Los científicos los usan para estudios subacuáticos, pero también se emplean para explorar los fondos marinos en busca de naufragios y, por supuesto, para producciones audiovisuales.

Foto: ¿Cuántos días de oxígeno le quedan al Titán? Así el submarino sumergible perdido por culpa del Titanic. (OceanGate.com)

En este caso, según la empresa, su vehículo puede llevar un piloto y cuatro pasajeros hasta los 4.000 metros de profundidad, lo que es más que suficiente para observar los restos del Titanic, hundido en 1912 a 3.800 metros en pleno océano, a 700 kilómetros de las costas de Terranova, en Canadá, el punto más cercano en tierra firme. Aunque oficialmente no se han dado nombres, entre los desaparecidos estarían el CEO y fundador de OceanGate, Stockton Rush; Paul-Henri Nargeolet, veterano de la marina francesa y experto en buceo, de 73 años; Shahzada y Suleman Dawood, padre e hijo, británicos de origen paquistaní; y Hamish Harding, multimillonario británico. El paseo cuesta 250.000 dólares.

El minisubmarino mide menos de siete metros de largo, pesa 10,5 toneladas y puede moverse a una velocidad de tres nudos (5,5 kilómetros por hora). El casco, realizado en fibra de carbono, incorpora sistemas para monitorizar su situación en tiempo real, con sensores que detectan la presión y posibles deformaciones. Por debajo, van unidas dos cápsulas de titanio compuesto, un material que permite soportar la presión de las profundidades marinas (unas 380 veces mayor que la presión atmosférica en la superficie terrestre). Sin embargo, este sumergible no es completamente independiente. En este caso, el barco Polar Prince transportó el vehículo y a los viajeros hasta el punto donde se encuentra el Titanic. Desde arriba, debían recibir una señal cada 15 minutos, aunque en expediciones anteriores al mismo lugar ya se habían cortado las comunicaciones durante algunas horas, según David Pogue, reportero de la cadena CBS, que tuvo la oportunidad de participar en una de ellas.

¿Qué ha podido pasar?

Por eso, los expertos especulan con varias posibilidades acerca de lo que ha podido pasar, desde las más esperanzadoras hasta las más catastróficas. Al tratarse de un vehículo que funciona con baterías, la primera explicación para la ausencia de comunicaciones es un corte de energía. Si esto se ha producido, la duda es si otra fuente de energía de respaldo sigue funcionando para mantener el equipo de emergencia y el soporte vital, según explica Stefan B. Williams, experto de la Universidad de Sídney (Australia). Ante una hipotética pérdida de potencia, la clave estaría en la situación del sumergible: si ha terminado en el fondo del océano, las opciones son escasas.

En ese sentido, otro asunto clave es el sistema de lastre que utiliza el artefacto para sumergirse y regresar a la superficie. El descenso se produce cuando inunda sus tanques con agua, mientras que logra el ascenso al bombearla. Un fallo en este mecanismo podría no tener consecuencias directas para la vida de los ocupantes, pero sí sería determinante para arrastrar el vehículo a las profundidades, minimizando cualquier opción de rescate. Todos los expertos coinciden en que la proximidad a la superficie es fundamental.

Tampoco parece haber muchas posibilidades de éxito si han tenido lugar otro tipo de fallos. Por ejemplo, cualquier problema en la estructura del Titan comprometería la integridad de todo el sumergible. En teoría, el titanio compuesto soporta bien la presión y el hecho de que este mismo vehículo haya realizado expediciones similares lo demuestra, pero, si por cualquier motivo resultara dañado, habría un grave riesgo de implosión: la carcasa podría hundirse y romperse. Un cortocircuito a bordo que, a su vez, provocase un incendio, sería otra hipótesis catastrófica. El sumergible utiliza sistemas eléctricos para la navegación. La experiencia demuestra que sufrir un fuego en los submarinos y en otros aparatos subacuáticos cerrados deja poco margen a la reacción de los tripulantes.

placeholder El Titanic desde el sumergible desaparecido. (OceanGate)
El Titanic desde el sumergible desaparecido. (OceanGate)

Una tarea extremadamente compleja

Cualquiera podría pensar que, si tenemos la tecnología necesaria para descender en un pequeño vehículo a miles de metros de profundidad en pleno Atlántico, rescatar a sus ocupantes debería ser un desafío asumible. Sin embargo, la cuestión es mucho más compleja. Para empezar, por muy obvio que parezca, lo primero es encontrar el minisubmarino y la tarea es ardua. Sin comunicación directa con el sumergible, se trata de buscar un artefacto del tamaño de un minibús en la inmensidad del océano, dentro de una amplia e indeterminada zona, y con unas condiciones de escasa visibilidad. La comunicación del Titan con el barco se establecía mediante sonar, un sistema similar al radar, pero que funciona con señales acústicas. Gracias a esta técnica se logra trazar el posicionamiento bajo el agua y, si ha fallado y no se recupera, localizar con precisión y rapidez el sumergible es como buscar una aguja en un pajar.

placeholder Stockton Rush, CEO de la empresa. (Reuters)
Stockton Rush, CEO de la empresa. (Reuters)

En el caso de que simplemente haya perdido potencia, los sistemas de seguridad pueden ayudar al aparato a regresar a la superficie. En el mejor de los escenarios, si se llegara a localizar el vehículo a pocas decenas de metros, un equipo de buzos humanos podría encargarse de ejecutar la operación. No obstante, según los expertos, más allá los 100 metros sería imposible y los buzos necesitarían alcanzar la zona viajando a su vez en otros sumergibles especializados. La alternativa es usar vehículos no tripulados, una especie de robot o dron submarino. EEUU cuenta con el CURV-21, que puede sumergirse hasta 6.000 metros. Sin embargo, las dificultades logísticas para operarlo son enormes, comenzando por trasladarlo hasta el lugar de operaciones. Aunque gracias a esta tecnología los estadounidenses lograron recuperar un avión de combate a más de 3.600 metros de profundidad, en el mar de China Meridional tras sufrir un accidente al intentar aterrizar en un portaaviones, a nadie se le escapa que esta vez la operación tendría muchas más dificultades, con vidas humanas en juego.

A todas estas complicaciones se le unen las condiciones propias del medio marino. Las operaciones de búsqueda y rescate en el mar siempre dependen de las condiciones meteorológicas, sobre todo teniendo en cuenta que la mayor parte de las operaciones siempre van a desarrollarse desde la superficie. El estado del mar y la temperatura del agua son clave para poder maniobrar (en este caso, las autoridades informan de niebla y oleaje). Por la noche la tarea se complica, pero cuando ya hablamos de embarcaciones sumergidas es como si siempre fuera de noche.

En realidad, si el Titan se encontrase a la máxima profundidad que tenía prevista, parece una tarea casi imposible, porque nunca se ha logrado una hazaña similar. Hasta ahora, el récord lo marca un suceso de hace casi 50 años. Entre el 29 de agosto y el 1 de septiembre de 1973 se llevó a cabo la operación de rescate de los ingenieros británicos Roger Mallinson y Roger Chapman, que habían quedado atrapados en un pequeño submarino (muy parecido en dimensiones al desaparecido ahora) a 480 metros de la superficie y a 240 kilómetros de las costas irlandesas. Otras búsquedas han acabado en desastre. En 2017, apareció el submarino argentino ARA San Juan a 907 metros de profundidad, pero se localizó demasiado tarde y no se pudo salvar la vida de ninguno de sus 44 marineros. En 2000, el submarino nuclear ruso Kursk acabó en el fondo del mar de Barents, a 100 metros de la superficie: murieron 118 marinos.

Foto: Cómo una misión secreta de la Guerra Fría acabó descubriendo los restos del Titanic.(Reuters)

En esta ocasión, como en casos anteriores, localizarlos a tiempo depende de las reservas de oxígeno, que la propia empresa cifra en 96 horas, es decir, hasta este jueves como muy tarde. Sin embargo, también hay otras claves. Si las baterías están averiadas y esa es la razón de que el aparato no emita señales, probablemente tampoco funcionarán los calefactores que mantienen a los ocupantes con la temperatura adecuada. En medio del Atlántico, y especialmente a grandes profundidades, la hipotermia puede ser mortal.

Según expertos como el australiano Williams, existe un cierto debate entre la comunidad científica acerca de este tipo de sumergibles tripulados. ¿Son realmente necesarios? La mayor parte de las operaciones relacionadas con la investigación y la exploración marinas pueden ser operadas perfectamente a través de robots y vehículos no tripulados, así que su existencia solo parece justificarse con fines turísticos. ¿Son suficientemente seguros? ¿Supondrá este suceso un antes y un después que abra el debate? El desenlace será clave.

El mundo está en vilo ante el temor de que una de las tragedias más famosas de la historia pueda tener una inesperada segunda parte. Un minisubmarino turístico desapareció el pasado domingo con cinco personas a bordo tras sumergirse en aguas del océano Atlántico. Cuando había pasado una hora y 45 minutos se perdió el contacto con el vehículo, que cuenta, como mucho, con aire suficiente para mantener con vida a sus ocupantes durante 96 horas. Por eso, los servicios de guardacostas de EEUU y Canadá están en plena carrera contrarreloj para rescatarles. ¿Qué ha podido pasar con el sofisticado sumergible de la empresa OceanGate Expeditions y por qué es tan difícil esta misión a pesar de todos los avances en tecnología submarina?

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