Ni "pesadilla" ni nueva: la variante que arrasa en China lleva meses en España y languidece

Hay dos cosas inquietantes con lo que está pasando actualmente en China con el covid-19. La primera es una posibilidad y la segunda una certeza.

Es una posibilidad que, dada la explosión de contagios que está padeciendo el país asiático, el coronavirus pueda acabar dando forma a una nueva variante de ómicron que pueda contagiarse más fácilmente, evadir mejor la protección de las vacunas o volver a provocar colapsos hospitalarios en cualquier parte. Habrá que esperar aún semanas para ver si los millones de secuenciaciones que se hacen actualmente alrededor del mundo del genoma del virus arrojan una respuesta en este sentido.

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P. B.

Lo que de momento es una certeza es que, después de tres años luchando contra el SARS-CoV-2, las autoridades no han aprendido nada y siguen ofreciendo las mismas respuestas que en la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta ola.

Eterno retorno a 2020

Si algo nos ha enseñado esta pandemia es que cuando un político en España dice "hay que vigilar Barajas" o "cerremos las fronteras", para controlar la llegada de una nueva variante del coronavirus SARS-CoV-2 aparecida en otro país, esa variante lleva ya, como poco, varias semanas entre nosotros. Así sucedió con la cepa que salió originalmente de China, con la inglesa que luego se conoció como Alfa, con la Delta, y con la africana que luego se denominó ómicron y actualmente es mayoritaria en todo el mundo.

Este jueves, la presidenta de la Comunidad de Madrid ordenó activar preventivamente el protocolo anticovid en las residencias y reforzar el hospital Isabel Zendal. Su temor, que Barajas volviera a convertirse en la puerta de entrada del virus desde China. La Unión Europea, reunida ayer para valorar posibles acciones coordinadas, recomendó mantener la cautela y mantener una "vigilancia activa", desmarcándose de Italia, que empezará a exigir a los pasajeros procedentes de China una prueba PCR negativa tras encontrar en un vuelo que llegó a Malpensa que más del 40% de los pasajeros eran positivos. Este viernes, la ministra de Sanidad, Carolina Darias ha seguido los pasos del Gobierno de Meloni y ha anunciado que el Gobierno exigirá una prueba negativa o una pauta de vacunación completa.

Todas las partes están siguiendo los mismos pasos que hace justo un año, con la llegada de ómicron, detectada inicialmente en Sudáfrica y Botswana. 29 de noviembre de 2021, el viceconsejero de Asistencia Sanitaria y Salud Pública, Antonio Zapatero, pidió al Gobierno endurecer los controles en el aeropuerto madrileño y este, mediante orden en el BOE, obligó a los viajeros de alto riesgo procedentes de siete países africanos presentar a su llegada "un certificado diagnóstico de infección activa de covid-19 con resultado negativo".

La prueba de la PCR o el test de antígenos negativo ha sido ineficaz en el pasado por varios motivos. Primero porque, durante las primeras horas o días de incubación, los test salen negativos. Y segundo, porque el virus se desplaza más rápido que el ojo que lo está buscando. Para cuando España quiso cerrar el paso al virus de Wuhan, la variante Delta o, en última instancia, la ómicron, ya existía transmisión comunitaria en España. Cerrar las fronteras o controlar a los viajantes que venían de África no evitó que la Navidad de 2021 diera lugar a la que hasta el momento ha resultado la peor ola de covid-19 (solamente en cuanto a contagios, no hospitalizaciones ni UCI) desde que arrancó esta pesadilla epidemiológica.

¿Por qué ahora es diferente?

Al igual que sucedió aquí, China está padeciendo en estos momentos una explosión de casos de ómicron, sin embargo, la variante predominante en nuestro país era la BA.5 y la que lidera el tsunami vírico en el país asiático es una subvariante del ómicron original, la BA.5.2.1.7 o BF.7, denominación que se está popularizando más junto a otros apodos acientíficos como "variante pesadilla".

La BF.7 fue reportada por primera vez el 13 de mayo de 2022 en Bélgica y más tarde apareció en Alemania, Francia, Dinamarca o Suecia.

Evidentemente, llegó a España hace meses, como refleja el último informe del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, publicado el pasado 19 de diciembre. Los datos de secuenciación de variantes que realiza el Sistema para la Vigilancia en España (SiViEs) del Centro Nacional de Epidemiología arrojan que la subvariante que hoy predomina en China lleva apareciendo en los análisis desde agosto. Aunque es más predominante que otras subvariantes de ómicron, en nuestro país las detecciones de BF.7 tocaron techo hacia finales de octubre y desde entonces ha ido desapareciendo.

Todo esto quiere decir que la BF.7 no parece representar una amenaza de reemplazar a otras variantes de ómicron que actualmente están en circulación en España: principalmente son la ómicron original (BA.5) que está siendo poco a poco reemplazada por dos sucesoras, el linaje BQ.1 y su sublinaje BQ 1.1. En octubre de 2020, el ECDC las clasificó como "variantes de interés", ya que son las que más están creciendo en Europa. Esto no significa un aumento neto de los casos, sino que están ocupando un porcentaje cada vez más grande en aquellos que se detectan.

Además, existen otros factores que han llevado al Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades a tachar de "injustificada" la decisión de controlar a los viajeros que llegan de China. Para empezar, la vorágine de ómicron allí se debe a una baja cobertura vacunal y es una consecuencia lógica del estado virginal en que se encuentran sus habitantes tras tres años de política Covid Cero por parte del Gobierno chino. La inmunidad natural o adquirida en la Unión Europea es mucho mayor que en China. Pese al alarmante dato de positivos en aquel vuelo que llegó a Milán desde China, el potencial de importar infecciones desde este país es "bastante bajo" en comparación con el número de visitantes que cada país recibe de otros países europeos.

Los virólogos y epidemiólogos se han llevado las manos a la cabeza ante la enésima performance pandémica de distintos gobiernos alrededor del mundo con el repunte de casos en China. El último ha sido Estados Unidos, que ha impuesto también controles y exige test negativos a quienes viajen desde China, Hong Kong o Macao para evitar la importación de una variante que lleva desde septiembre circulando por Norteamérica y, hasta ahora, no ha superado el 4% de detección en las secuenciaciones.