Nochebuena en la residencia

El annus horribilis, 2020, va tocando a su fin y las residencias han sido el lugar donde con más fuerza ha golpeado el virus. En estas fechas tan señaladas para pasarlas en familia y en plena ola de contagios, se forma un caldo de cultivo que podría ser letal para los más mayores, por lo que Daniel Agha, director de Las Praderas, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), se puso manos a la obra: "Otros años la salida de residentes suele ser en torno a unas 30 personas que se van a pasar las Navidades en familia. Pero este año, con las restricciones y los protocolos impuestos las familias decidieron que es más seguro que se queden con nosotros también en estas fechas y solamente dos residentes han salido por Nochebuena", explica.

Los residentes que salen deben de hacerse un par de test, uno cuando se marchan y otro a la entrada, para regresar con resultado negativo, mientras que las salidas están permitidas por un espacio máximo de 72 horas. También nos cuenta Daniel cómo "normalmente los pasillos y las salas de reuniones en un día como hoy estarían llenas de familiares desde primera hora del día, algo que este año está totalmente prohibido, mientras que las visitas solo se pueden hacer en el lugar habilitado con un máximo de media hora y lavándose las manos cada diez minutos. Todo ha cambiado y nosotros decidimos adaptarnos haciendo una pequeña fiesta para los residentes para que se pudieran sentir como en sus casas", asegura.

Las hijas de Pilar Tomás, de "muchos años" como dice ella misma, lo tenían claro: "Es un riesgo muy grande sacarla en estas fechas, por lo que preferimos venir a la hora asignada para estar con ella". Después de la visita, Pilar -junto a Celia, su inseparable enfermera-, se dirigen a ver la orquesta, porque el Alzheimer le ha dado un respiro y está más activa que otros días. Así, quiere ver y sentir este día tan especial dentro de la residencia.

Se pusieron manos a la obra y contrataron a la orquesta Eusebio, que para entrar en la 'burbuja' de la residencia tuvieron que realizarse también los test con resultado negativo el día anterior. Para amenizar la tarde y la cena subiendo por los diferentes salones donde se repartían los residentes, junto a la orquesta se estableció un menú navideño en el que no faltaron los langostinos, los canapés, la merluza y el cordero, todo ello con la decoración navideña pertinente en la mantelería que hizo que algunos de los presentes bajaran a la cena con sus mejores galas, comentando con el de al lado sobre sus canciones de infancia favoritas.

La cara de felicidad de todos al entrar los músicos en sus salones hacían que muchos de ellos se olvidaran incluso de la cena y se levantaran a bailar y otros les hicieran revivir sus tiempos más jóvenes y emocionados tarareaban las canciones que estaban tocando. No solo escuchaban villancicos: había más de uno que incluso solicitaba canciones y lo más demandado eran los pasodobles.

Para ellos, para todos, fue una Nochebuena diferente, pero una Nochebuena al fin y al cabo en lo que muchos de ellos consideran su casa y su otra familia.