El otro tratamiento que da esperanzas contra el coronavirus se basa en células madre
Tras algunos resultados preliminares positivos, los ensayos clínicos a mayor escala tratan de corroborar que las células madre mesenquimales pueden salvar vidas en la UCI
Las células madre y sus prometedores usos terapéuticos generaron muchos titulares a comienzos de este siglo. Podían regenerar tejidos y curar enfermedades, pero venían con polémica ética incluida porque procedían de embriones. Sin embargo, la investigación ha discurrido por caminos muy distintos a los que se preveía: ni esta terapia ha sido la panacea ni las células madre embrionarias han sido sus protagonistas. El avance de los estudios le ha concedido mucha más relevancia a las células madre adultas, que se encuentran en tejidos ya desarrollados, como la médula ósea o las grasas, evitando controversias.
El último capítulo tiene que ver con el covid. Aunque de momento es un posible tratamiento que todavía está en segundo plano, ya hay pacientes de coronavirus que han superado una situación crítica en la UCI tras someterse a la terapia celular, algunos de ellos en España. El tratamiento ha consistido en una infusión de células mesenquimales o estromales, células madre adultas que también tienen la habilidad de diferenciarse en otros tipos celulares y que anteriormente ya han dado buenos resultados frente a enfermedades neurodegenerativas, autoinmunes y cardiovasculares.
Entre otras cosas, “son una fuente muy relevante de citoquinas antiinflamatorias”, explica a Teknautas José María Moraleda, coordinador de la Red de Terapia Celular (TerCel) del Instituto de Salud Carlos III y jefe del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia. Las células madre se vislumbran como “un tratamiento antiinflamatorio potentísimo” y que también puede ser inmunomodulador (hacer que el sistema inmune, que está desregulado, se equilibre) en muchos pacientes.
Hasta ahora el resultado más importante se ha publicado en ‘EClinicalMedicine’, revista del grupo ‘The Lancet’, y recoge un estudio del Hospital Clínico Universitario de Salamanca, la Clínica Universitaria de Navarra, el Hospital General Universitario Gregorio Marañón y el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Los 13 pacientes que participaron estaban intubados en cuidados intensivos con neumonía y síndrome de distrés respiratorio agudo. Tras recibir por vía intravenosa células madre procedentes de tejido adiposo, ninguno tuvo efectos secundarios relevantes, el 70% mejoró y el 55% fueron extubados y dados de alta de la UCI en el plazo de una semana tras la infusión.
"Había muchísima expectación en cuanto al potencial de las células madre, pero solo teníamos datos muy preliminares, y nosotros hemos publicado la primera serie de pacientes graves por covid que han sido tratados con ellas", explica Fermín Sánchez Guijo, investigador del Hospital Universitario de Salamanca. "Ahora ya hay muchos ensayos clínicos en marcha, que serán los que nos digan si este tratamiento es eficaz o no, pero al menos hemos proporcionado la base para apoyar la realización de todos esos estudios".
Los investigadores españoles habían comenzado a utilizar esta terapia como uso compasivo, una fórmula que, con la autorización de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), permite emplear tratamientos potencialmente útiles pero aún no aprobados. “Sabíamos de la seguridad del tratamiento porque ya hay muchísimos pacientes tratados con células por vía intravenosa incluso en el contexto del distrés respiratorio”, comenta el experto. Por eso, pensaron que podía funcionar y buscaron enfermos en una situación crítica, teniendo en cuenta, además, que no había muchas más alternativas.
¿Por qué funciona? En realidad, este método no elimina el virus pero disminuye la inflamación provocada por el propio sistema inmunitario cuando reacciona de forma exacerbada en su lucha contra SARS-CoV-2. Esa respuesta excesiva es la que lleva a muchos pacientes a la UCI por fallo multiorgánico. Con este tratamiento, las células madre entran en contacto con las células del sistema inmunitario (como los linfocitos B, linfocitos T, macrófagos o neutrófilos), provocando que disminuyan su activación y, además, liberan una serie de sustancias que logran bajar la inflamación de los órganos, en particular la de los pulmones, que impedía la respiración.
Aunque esta terapia celular ya se ha aprobado para otros usos, en este caso las células mesenquimales por vía intravenosa incluso tenían una ventaja: “El sitio natural donde se localizan en los primeros momentos es en los capilares pulmonares, así que teníamos aún más base para pensar que iban a ir directamente donde estaba el problema inflamatorio”, señala Sánchez Guijo.
Una potencia en terapia celular
De todos modos, el escaso número de pacientes que ha formado parte de este y de otros ensayos clínicos exige nuevos estudios aleatorizados y con grupos de control que reciban placebo, trabajos que tengan un diseño muy sólido para demostrar la eficacia de esta terapia celular. Por eso, TerCel ha reunido a los expertos que han formado parte de alguna de las seis investigaciones desarrolladas hasta ahora en España en este campo para plantear un nuevo estudio unificado con 120 pacientes de varios hospitales públicos españoles.
La idea es realizar diferentes grupos según las células procedan de tejido adiposo, médula ósea o sangre de cordón umbilical de donantes voluntarios, comparando cuáles pueden ofrecer mejores resultados. “Es un estudio único en el mundo, ahora mismo hay bastantes ensayos, pero ninguno compara estas tres fuentes y otros aspectos de calidad del producto celular”, asegura Moraleda. Si el Instituto de Salud Carlos III concede la financiación necesaria, “pensamos que lo podemos hacer en un espacio corto de tiempo”, añade.
Según datos de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), hay 29 ensayos clínicos en marcha con terapia celular frente al covid en todo el mundo, que en total involucran a unos 3.000 pacientes. China suma nueve e inmediatamente después se sitúa España, con seis, el mismo número que en EEUU. La relevancia de la ciencia española en el campo de las células madre no es nueva, ya que en los últimos años –sin contar estos nuevos estudios sobre coronavirus– es el segundo país europeo con más ensayos clínicos y llegó a ser líder. “Es uno de los puntos fuertes de nuestra investigación científica”, comenta el coordinador de la red TerCel, formada por 32 grupos que incluyen un total de 351 especialistas entre los que hacen ciencia básica y clínica.
Uno de los grandes éxitos españoles y, a la vez, uno de los pocos fármacos basados en terapia celular que se han aprobado en el mundo está indicado para tratar las fístulas perianales de la enfermedad de Crohn, una patología inflamatoria intestinal. Los estudios del equipo de Damián García Olmo, del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, derivaron en una patente que fue comprada por la multinacional Takeda. Es un tratamiento que se produce en Madrid y que –al igual que en el covid si las investigaciones llegan a buen puerto– está destinado a reducir la inflamación.
En algunos países también se ha aprobado la terapia celular para la enfermedad injerto contra huésped, una complicación inmunológica inflamatoria del trasplante alogénico por la que las células del donante atacan al receptor del trasplante de médula que también ha sido estudiada en España dentro de la red TerCel.
Cómo llevarlo a la práctica
Ahora la cuestión ahora es cómo llevar a la práctica la terapia celular para el covid en el caso de que los ensayos clínicos en marcha demuestren que esta opción es segura y eficaz. Los expertos creen que la red de salas blancas –instalaciones espaciales para manejar este material biológico– con las que trabajan podría cubrir la demanda nacional. “Podríamos cubrir razonablemente bien nuestros hospitales, sobre todo en esta segunda ola, en la que el número de pacientes con inflamación masiva en la UCI es mucho menor que en marzo y abril”, señala Sánchez Guijo. No obstante, haría falta definir de una forma más concreta qué perfil de paciente se debería beneficiar de este tratamiento, ya que “la enfermedad por coronavirus es muy heterogénea y a lo mejor no todos los pacientes que llegan a las UCI tienen las mismas características”.
Por otra parte, en el ámbito internacional ya hay empresas farmacéuticas con productos patentados basados en células mesenquimales que han comenzado grandes ensayos clínicos, aunque sus miras están puestas en la comercialización en EEUU. Por ejemplo, la empresa australiana Mesoblast, que ya tiene en marcha uno de los mayores estudios, con un presupuesto de 90 millones de dólares y 300 pacientes de 30 hospitales estadounidenses. De hecho, es muy probable que solicite próximamente a la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos) la aprobación de su tratamiento.
Si se demuestra que esta terapia celular es realmente eficaz, lo más probable es que el precio no sea un problema
No obstante, “producir las células no es barato, no es lo mismo que hacer una pastilla”, señala Moraleda, “pero si se hace al por mayor, el precio bajaría mucho y, de hecho, en los últimos años hemos aprendido a desarrollarlas de manera mucho más barata”. Con la experiencia de la red sería una cuestión de escalar la producción, lo que se lograría “en cuestión de semanas”. En su opinión, si se demuestra que esta terapia celular es realmente eficaz, lo más probable es que el precio no sea un problema.
Según el coordinador de la red, la investigación con células madre, al igual que muchas otras innovaciones, ha sufrido lo que se conoce como curva de Gartner: “Al principio aparece algo nuevo que llama la atención, pero con el tiempo parece que no funciona, hasta que finalmente aparece su valor”, resume. “Los médicos queremos soluciones inmediatas para curar a nuestros pacientes y la ciencia tiene unos tiempos, necesita hacer ensayos clínicos como es debido y, antes, mucha investigación básica para saber, en este caso, cómo funcionan las células”. Ahora es el momento en el que “empiezan a aparecer indicaciones claras”. Veremos si el covid es una de ellas.
Las células madre y sus prometedores usos terapéuticos generaron muchos titulares a comienzos de este siglo. Podían regenerar tejidos y curar enfermedades, pero venían con polémica ética incluida porque procedían de embriones. Sin embargo, la investigación ha discurrido por caminos muy distintos a los que se preveía: ni esta terapia ha sido la panacea ni las células madre embrionarias han sido sus protagonistas. El avance de los estudios le ha concedido mucha más relevancia a las células madre adultas, que se encuentran en tejidos ya desarrollados, como la médula ósea o las grasas, evitando controversias.