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El idioma de 120 palabras que "te hace feliz", explicado por la única española que lo habla
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TOKI PONA

El idioma de 120 palabras que "te hace feliz", explicado por la única española que lo habla

Su simpleza, su gramática sencilla, la falta de tiempos verbales y la limitación de conceptos tienen solo una finalidad: simplificar la forma en que enfrentamos el día a día

Foto: Diana Orero. (Foto: cedida)
Diana Orero. (Foto: cedida)

Todos los idiomas tienen una palabra para decir 'amigo', 'futuro' o 'pasado'. En Toki Pona, no. En Toki Pona, un amigo es una "persona buena conmigo" (jan pona), el pasado es "tiempo terminado" (tempo pini), el futuro es "tiempo por venir" (tempo kama) y si algo va a ocurrir pronto es "que tiene poco tiempo por venir" (tempo kama lili). Vale. Bien. Otro idioma. ¿Y a mí eso de qué me sirve?

'A priori' puede que de nada, pero este idioma, que inventó en 2001 la filóloga canadiense Sonja Elen Kisa y que se compone únicamente de 120 palabras, está pensado para que todos sus componentes te lleven hacia la felicidad. Su simpleza, su gramática sencilla, la falta de tiempos verbales y la limitación de conceptos tienen solo una finalidad: simplificar la forma en que enfrentamos el día a día, atomizarlo en pensamientos que hagan más fácil gestionar, entender o asimilar la vida. Puede parecer poco científico y no es su intención serlo. Este lenguaje se ha concebido como un yoga mental, es artificial, y ni siquiera pretende ser exhaustivo, sino darle al hablante una herramienta para replantear la forma en que cuenta las cosas. ¿Puede un nuevo idioma 'reconfigurar' la forma de pensar y orientarla hacia la felicidad?

placeholder Portada del libro sobre el Toki Pona.
Portada del libro sobre el Toki Pona.

Diana Orero es la única persona española que habla este idioma o, al menos, que lo ha estudiado. No hay mucha gente con quien hablar, ya que solo unas 4.000 personas en todo el mundo conocen el Toki Pona, la mayoría en Estados Unidos. En 2019 hubo una convención sobre Toki Pona en Bratislava, en un festival cultural, a la que solo asistieron... 12 personas. Orero, que es una enamorada de las palabras, viene del mundo de la comunicación y la publicidad y se topó con el Toki Pona de casualidad, en un momento en el que le decía a todo el mundo que estaba escribiendo un libro sobre la felicidad (aunque no era cierto) solo para que los demás le contasen cosas felices. Al final, sí escribió un libro, 'Todo cuenta', en el que explica su relación con este idioma y cómo cambió su percepción de la realidad.

"Somos las historias que nos contamos", resume Orero, que nos recibe en una cafetería en Madrid y habla mucho, pero siempre da la sensación de que lo que dice es justamente lo que quiere decir. "Me gusta cómo el idioma va a lo sencillo y cómo siempre pensamos en la etimología de las palabras, de dónde vienen, pero a mí me gusta pensar en adónde nos llevan", dice esta comunicadora que ahora se dedica a diferentes proyectos sobre comunicación y a dar charlas y conferencias. "El otro día, una amiga me decía que la habían despedido y yo me quedé pensando... '¿cómo se diría despedir en Toki Pona?'. Sería 'me han dejado de pedir cosas', ¿a que ya no parece tan grave?".

El Toki Pona se ha ido extendiendo desde que en 2001 su creadora publicase un libro en el que explicaba su funcionamiento, 'The Language of Good', y la página oficial cifra en casi 4.000 los hablantes a nivel mundial, aunque basándose únicamente en el número de participantes de su grupo de Facebook, ya que no está reconocido oficialmente como idioma. Su limitada comunidad no limita su producción artística y ya hay poemas e incluso vídeos en YouTube con canciones en Toki Pona. Todo un espectáculo.

¿Influyen los idiomas en tu personalidad?

Aunque la intencionalidad del Toki Pona es meramente de 'gimnasia mental', diferentes campos que estudian los procesos cerebrales implicados en el aprendizaje, la memoria o las emociones han encontrado algunas relaciones entre cómo se habla y cómo se crea la identidad del hablante. Un estudio de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria indaga en la relación entre el bilingüismo y la identidad, y concluye que "los resultados apuntan a que las imágenes mentales para un mismo significante difieren según la lengua en la que se evoca".

placeholder Diana Orero. (Foto: cedida)
Diana Orero. (Foto: cedida)

Sin embargo, eso no implica que nuestras emociones puedan estar condicionadas por el idioma que hablamos. "El lenguaje no contiene significados, los guía, porque el pensamiento, la cognición, es anterior al propio lenguaje. Como seres narrantes que somos, este flujo narrativo en el que vivimos y nos relacionamos parece estar presente desde el nacimiento, aun en ausencia de lenguaje como tal. El lenguaje guía nuestras narraciones, no las produce ni contiene, y es un producto vivo, activo y flexible, de nuestra interacción con el entorno", explica Marta Silvera Roig, doctora en Ciencias Cognitivas, docente e investigadora en la Universidad Complutense de Madrid.

"Ahora sabemos que las emociones no son independientes del lenguaje, ni tampoco de otros mecanismos cognitivos como la memoria o el aprendizaje. Incluso sabemos que las emociones los preceden, y que la respuesta emocional al entorno se encuentra distribuida neurofuncionalmente en todo el cerebro y no limitada, como se pensaba en el pasado, al sistema límbico. Por lo tanto, las emociones están presentes en todos nuestros procesos cognitivos, en la memoria, el aprendizaje y, también, en el lenguaje", cuenta Silvera. "En resumen, hay cognición sin lenguaje pero no lenguaje sin cognición, aunque el lenguaje como sistema puede influir en el pensamiento, de maneras discretas y relativas, muchas de ellas aún por explorar".

'Reordenar' la forma de pensar

La autora del libro 'Todo cuenta' explica que, en su caso, utiliza el Toki Pona para "minimizar" la gravedad de las situaciones y pone el ejemplo de un truco que les dio su profesora de inglés en el colegio. "El truco era que cada vez que tuviésemos un problema o estuviésemos enfadados intentásemos explicar lo que nos sucedía en inglés. Y claro, como nuestra habilidad en ese idioma era reducida, nuestro enfado también se reducía", dice Orero. "Hablar en Toki Pona redefine los conceptos y, con ellos, también da una nueva forma a los sentimientos".

Foto: El diccionario de la Real Academia Española

En realidad, este idioma no deja de ser un juego, una forma de intentar 'reordenar' la forma en que pensamos con palabras. "Si bien los procesos del pensamiento, las emociones y la percepción en el ser humano son universales, el lenguaje ofrece una forma de guiar, enmarcar, paliar, filtrar o magnificar estos procesos. Razonamiento y emoción no se pueden dividir, coexisten como un todo que supera la suma de las partes, el lenguaje, por decirlo así, es posterior a esto", explica Silvera. "Nuestra compleja experiencia del mundo está conceptualizada en un sistema lingüístico también complejo que influye en nuestras vivencias, en la medida en que lo utilizamos para guiar el significado, pero el lenguaje nunca conforma el tejido de procesos mentales que le dan lugar. Nuestro mapa conceptual precede al lingüístico, por lo que el lenguaje tiene un efecto relativo pero no determinista en nuestra continua relación con el entorno".

Un ejercicio creativo

Juan Carlos Pérez González, docente de la UNED, experto en evaluación psicológica y diagnóstico educativo e investigador en educación emocional, coincide con Silvera en el diagnóstico. Aunque hay investigaciones que identifican enlaces entre el idioma y la personalidad, González cree que "relacionar pensamiento y lenguaje es simplista", ya que "podemos pensar visualmente, matemáticamente, etc.". "En niños bilingües, se sabe que existen ciertas ventajas cognitivas, como ciertas diferencias de personalidad o ser más proclives a aprender nuevos idiomas", explica, pero estas diferencias son mínimas, y es que "las emociones forman parte de la comunicación emocional, que tiene una parte verbal y otra no verbal y, de hecho, la no verbal tiene más peso".

¿Es el Toki Pona entonces la panacea de la felicidad? No, aunque es el hablante el que le puede dar ese sentido. "Una lengua no es solo un conjunto de palabras, sino el uso de un sistema lingüístico por parte de una comunidad de hablantes. Toki Pona es un ejercicio ingenioso con espíritu minimalista, pero son las personas que lo aprenden y practican las que le dan vida: se sumergen en un interesante proceso creativo cuando lo hacen y este proceso es, en mi opinión, lo más significativo", dice Marta Silvera sobre este idioma.

"Podemos comunicarnos sin lenguaje, y podemos elaborar un constructo, que António Damásio denomina sentimiento, para referirnos a una emoción una vez esta ha sucedido, pero la forma en que experimentamos una emoción como proceso neurobiológico primario no cambia según el lenguaje que hablemos. Toki Pona es sin duda un interesante ejercicio creativo. En aquellos que lo ponen en práctica, puede suscitar una interesante reflexión sobre cómo usan el lenguaje, en qué discretas maneras restringe este nuestra forma de comunicarnos o, incluso, sobre los orígenes mismos del lenguaje humano", concluye Silvera. "Sin embargo, el mero uso de una lengua u otra no tiene un efecto determinista en cómo pensamos, nos relacionamos o sentimos".

Todos los idiomas tienen una palabra para decir 'amigo', 'futuro' o 'pasado'. En Toki Pona, no. En Toki Pona, un amigo es una "persona buena conmigo" (jan pona), el pasado es "tiempo terminado" (tempo pini), el futuro es "tiempo por venir" (tempo kama) y si algo va a ocurrir pronto es "que tiene poco tiempo por venir" (tempo kama lili). Vale. Bien. Otro idioma. ¿Y a mí eso de qué me sirve?

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