La noche de este lunes será la mejor de 2019 para observar a Júpiter

La noche de este lunes es una de las más esperadas por los amantes de la astronomía, y en concreto, por aquellos que sienten un mayor interés por Júpiter, el quinto planeta del Sistema Solar y uno de los denominados exteriores o gaseosos, pues este lunes 10 de junio, tal y como ha indicado la NASA, será el mejor momento de 2019 para observar el planeta desde la Tierra, ya que será justo esta noche cuando la Tierra, el Sol y Júpiter se alineen con nuestro planeta en el centro.

La suma de la alineación con la época en la que el planeta gaseoso está más cerca de la Tierra harán que esta noche, y en menor escala, también el resto del mes, sea el mejor momento del año para observar a Júpiter y, si se hace uso de un pequeño telescopio o unos prismáticos, a sus cuatro lunas más grandes. Durante esta noche y los próximos días podrá verse al planeta en su estado más brillante, aumentando al atardecer y permaneciendo visible durante toda la noche.

Además, durante la noche del 10 de junio y la madrugada del 11 Júpiter será uno de los objetos más brillantes del cielo nocturno brillando a una magnitud de -2.6, una cifra muy cercana a su máximo registrado, de -2.9, y que coloca al planeta como el cuarto con más brillo después del Sol, del que alcanza la Luna Llena y del máximo que puede alcanzar Venus.

Marte y Mercurio juntos el 17 y 18

Además de poder observar a Júpiter esta noche la próxima semana, el 17 y 18 de abril, los amantes del cielo nocturno podrán disfrutar de la imagen que otorgarán Marte y Mercurio, los dos planetas más pequeños del Sistema Solar. Estos dos cuerpos serán visibles a la vez y muy cerca siendo una de las últimas oportunidades de ver este año al primero y la mejor de 2019 para observar al segundo.

Además el 17 de junio también se podrá disfrutar de la luna llena de este mes, también conocida como 'Luna de las flores' o 'Luna de la fresa', un nombre que debe a la estación primaveral que acaba poco después de que se produzca y a la coincidencia de este fenómeno astronómico con el momento en el que las tribus indígenas amercianas consideraban óptimo para empezar a recolectar fresas silvestres.