El 'bullying' empieza a los 21 meses de edad: "Pueden distinguir entre líderes y matones"
Un nuevo trabajo científico muestra que, antes incluso de poder hablar, los bebés son capaces de distinguir entre las diferentes bases del poder
Cuando apenas hemos aprendido los cuatro fonemas necesarios para llamar "papá" a nuestro padre y "totó" al perro, los mecanismos del poder comienzan a tomar forma en nuestros pequeños cerebritos. Un estudio publicado esta semana en 'PNAS' fecha en los 21 meses el momento en que somos capaces de distinguir el poder que está basado en el respeto —el que nos infunde un verdadero líder— del que está basado en el miedo.
Por supuesto, el descubrimiento tiene lecturas filosóficas como la diferencia entre poder y autoridad, pero Renee Baillargeon, profesora en la Universidad de Illinois y autora principal del trabajo, se ha centrado en una aplicación mucho más mundana: conocer las bases psicológicas del 'bullying' que muchos niños padecen desde su más tierna infancia.
¿Cómo descubrieron que un niño que aún no puede expresar sus pensamientos con facilidad distingue el respeto del miedo? Analizando el movimiento de sus ojos. Se basaron en un método llamado 'violación de expectativas', que básicamente significa que cuando un niño percibe algo que no encaja con sus expectativas, se queda mirando a esa persona o evento durante más tiempo.
"Por ejemplo, los bebés se quedan mirando más tiempo en escenarios donde los personajes más grandes difieren de los más pequeños", explica Baillargeon, que ya conocía por estudios previos que los bebés son capaces de reconocer diferencias de poder entre dos o más personajes. "También toman nota cuando una persona que normalmente gana un enfrentamiento con otra, repentinamente pierde, pero se sabía poco sobre la capacidad de los bebés para distinguir entre las diferentes bases de poder".
Para llegar a esta pregunta, Baillargeon desarrolló una serie de animaciones que representaban a personajes de dibujos animados que interactuaban con un individuo retratado como un líder, un matón o una persona agradable (pero sin poder).
En primer término, la investigadora empleó a varios estudiantes de la universidad para comprobar que eran capaces de identificar y clasificar a los personajes. Funcionó bien, como era de esperar. A continuación, sometió a los bebés al mismo proceso para estudiar su comportamiento.
Los bebés se enteran
Como se puede ver en la ilustración, en uno de los experimentos, los bebés contemplaron cómo un personaje daba la orden a los otros tres de que se fueran a la cama. En uno de los casos los protagonistas obedecían y seguían en la habitación cuando el personaje amarillo se retiraba. En otro, decidían desobedecer y salir de la habitación.
Los bebés detectaron una de esas violaciones de sus expectativas cuando los personajes desobedecían a este último, caracterizado como el líder. Sin embargo, en otro de los experimentos, cuando los personajes desobedecían a un acosador que previamente les había forzado a que le dieran su pelota, los bebés ni se inmutaron.
Más adelante volvieron a actuar igual, incluso en un escenario en el que las diferencias físicas entre líder y agresor desaparecían.
"En general, cuando el líder abandonaba la escena, los bebés esperaban que los protagonistas siguieran obedeciéndole", explica Baillargeon. "Sin embargo, cuando el matón se marchaba, los niños no tenían ninguna expectativa particular: los protagonistas podrían seguir obedeciendo por miedo o podrían desobedecer porque el matón había desaparecido".
Los infantes esperaban obediencia al matón cuando permanecía en la escena y podía hacerles daño si desobedecían.
"Por último, cuando el personaje agradable se iba, los bebés esperaban que los protagonistas desobedecieran, muy probablemente porque el personaje no tenía poder sobre ellos", dijo Baillargeon.
Totalmente confirmado
Estos nuevos hallazgos confirman estudios anteriores que muestran que los bebés pueden detectar diferencias en el poder entre los individuos y esperar que esas diferencias perduren en el tiempo, dijo la científica.
"Nuestros resultados también proporcionan evidencia de que los bebés en el segundo año de vida ya pueden distinguir entre los líderes y los matones", dijo. "Los bebés entienden que a los líderes hay que obedecerlos incluso cuando no están cerca, pero a los agresores hay que obedecerlos sólo cuando están cerca".
Cuando apenas hemos aprendido los cuatro fonemas necesarios para llamar "papá" a nuestro padre y "totó" al perro, los mecanismos del poder comienzan a tomar forma en nuestros pequeños cerebritos. Un estudio publicado esta semana en 'PNAS' fecha en los 21 meses el momento en que somos capaces de distinguir el poder que está basado en el respeto —el que nos infunde un verdadero líder— del que está basado en el miedo.
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