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Una teoría sobre el coche de Xiaomi que ha triunfado en BCN que no gustará a Apple
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Mobile World Congress

Una teoría sobre el coche de Xiaomi que ha triunfado en BCN que no gustará a Apple

La marca china se da un baño de masas, mientras los padres del iPhone cancelan su proyecto como ocurrió en su día. Algo que arroja luz sobre la carrera por el coche del futuro

Foto: El SU7 de Xiaomi. (Europa Press/David Zorrakino)
El SU7 de Xiaomi. (Europa Press/David Zorrakino)
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El coche, un deportivo de color azul que a la vista resulta tan eléctrico como el motor que se esconde debajo del capó, da vueltas sobre una base giratoria. Una barrera circular de paneles de cristal impide que nadie se acerque lo suficiente como para echar un vistazo detenido al interior.

De montarse ni hablamos. Las dudas de si es un coche perfectamente funcional o una maqueta hiperrealista son lógicas. Pero a Xiaomi le ha bastado eso para convertir su stand en una de las grandes atracciones del Mobile World Congress que este jueves baja la persiana de su decimoséptima edición. El coche de Xiaomi, el SU7, ya ha sido ungido por muchos como un competidor de Tesla e incluso de Porsche. El SU7 tiene dos versiones. La que está expuesta en el MWC ha sido la superior. Una bestia capaz de pasar de cero a cien en menos de 3 segundos, una velocidad máxima de casi 270 kilómetros y una autonomía de hasta 800 kilómetros.

El coche está trufado de elementos tecnológicos en su interior. Lo más llamativo es una pantalla de 16,1 pulgadas. Sin embargo, la compañía ha querido poner el acento en el sistema operativo: HyperOS. El mismo que empezará a utilizar para sus soluciones de domótica e internet de las cosas y también se integrará en sus móviles. La idea es crear una única plataforma que conecte todos sus productos.

Pero el destino o la mala suerte quisieron que mientras la multinacional de Shenzhen se daba un baño de masas por haber enseñado el que va a ser el primer automóvil comercializado con su marca, saltase la noticia en la otra punta del mundo de que Apple, tras una década de trabajo, cancelaba su proyecto Titan.

Detrás de este críptico nombre estaba todo un plan para crear un bólido que viniese firmado con la manzana. La filtración venía firmada por Mark Gurman, periodista de Bloomberg y uno de los analistas con mejores oídos dentro de Cupertino, que anunciaba que parte de los empleados de esta unidad, unos 2.000, pasarían a integrar parte de la unidad dedicada a temas relacionados con la inteligencia artificial.

Foto: El primer ministro Wen Jiabao, en la fábrica de MG en Inglaterra. (EFE/Phil Noble)

Este asunto, el de la IA, es un punto caliente en la programación de Apple para 2024. El propio Tim Cook ya confirmó que sus dispositivos iban a incluir funciones de IA generativa a lo largo de los próximos meses y parece que la WWDC del próximo mes de junio (a falta de confirmar la fecha definitiva) será el marco idóneo para revelar estas novedades junto a otras de software.

Si se puede reutilizar el talento que hasta ahora se dedicaba a intentar desarrollar sistemas de conducción autónoma, se aprovecha. En el caso de la gente más vinculada al hardware, informan diferentes medios, se les ha ofrecido la posibilidad de postularse a otros roles dentro de la multinacional, pero se da por descontado que habrá salidas y despidos.

Dyson: coche desarrollado, coche cancelado

Volviendo al asunto del fallido Apple Car, un nombre puramente especulativo, su caída en desgracia arroja muchas pistas sobre una de las batallas tecnológicas de los próximos años: el automóvil inteligente. Se da por supuesto que el coche va a ser el siguiente gran escenario de nuestro mundo en ser transformado después de lo ocurrido en oficinas y hogares de medio planeta. Durante muchos años se planteó como un choque de trenes entre la industria tecnológica y la industria automovilística, cuyos protagonistas corrían el riesgo de ser desplazados por la élite de Silicon Valley. Pero estas tesis se han ido a la cuneta tras la cancelación del proyecto Titan.

Desde que se empezó a conocer detalles sobre este asunto, cíclicamente salían noticias de los vaivenes de la división, de las idas y venidas de personal, del escepticismo interno. Una de las metas que tenía la manzana era la de mantener el coste del vehículo por debajo de los 100.000 dólares.

Esto parece haber sido un punto finalmente insalvable para la compañía californiana, que al ver que el automóvil no llegaba a las habilidades de autoconducción deseadas ha optado por enterrar estas ambiciones. No es la primera vez que el coste entierra el sueño de una empresa de tecnología de echarse a la carretera. James Dyson, inventor de las aspiradoras ciclónicas que llevan su apellido, creyó que podía crear un SUV de lujo. Lo hizo. Pero tendría que venderlo a 150.000 libras para sacar algo de beneficio. Automáticamente canceló porque era disparatado intentar hacer funcionar un negocio así.

placeholder El malogrado Dyson Car. Foto: M. McLoughlin
El malogrado Dyson Car. Foto: M. McLoughlin

La pregunta es evidente: ¿cómo ha conseguido Xiaomi crear un coche de estas características y no lo han conseguido empresas tan sólidas desde el punto de vista de la ingeniería y las finanzas como Apple o Dyson? La respuesta corta es porque no lo han hecho ellos. Ellos han diseñado el coche, han desarrollado la parte tecnológica y el software que gobernará el vehículo.

Pero lo que es darle forma desde el punto de vista de la producción automovilística ha sido cosa de Beijing Automotive Industry Holding Company, una compañía con amplia tradición en el gremio de la construcción más conocida por sus siglas BAIC. Una empresa que también ha sido la encargada de fabricar la línea de automóviles que Huawei ha creado.

Esto, unido a las malas experiencias que han sufrido paracaidistas como Apple o Dyson, deja claro una cosa: hay que desterrar esa idea de que un outsider de esta industria, por mucho músculo financiero que pueda tener, puede entrar a pelear y ganar espacio sin años de travesía por el desierto.

Ser un 'outsider' no es fácil

Tesla, que lleva un largo camino a sus espaldas, parece ya consolidado pero otros que han intentado transitar la misma senda están sufriendo graves dificultades como es el caso de Rivian, el fabricante estadounidense de furgonetas eléctricas. Eso es algo que parecen haber entendido a la perfección en China, que ya cuentan con varias sinergias de este tipo. La idea no parece haber calado tanto en otras regiones del mundo, aunque hay ejemplos como el de Sony y Honda, que en unos meses abrirán las reservas de Afeela, el coche eléctrico que están creando conjuntamente y que pretenden lanzar en EEUU en 2026.

La joint venture se formó en 2022, dos años después de que Sony mostrase un concepto de coche conectado. En el CES de Las Vegas del pasado año ya enseñaron un sedán de cuatro puertas, que la marca tecnológica se había encargado de sensorizar, conectar a la nube y demás parafernalia.

Habrá que ver si está asociación llega a buen puerto. Habrá que ver también cómo evoluciona esta división de Xiaomi, tanto fuera como dentro de China, si es que en el corto plazo se animan a internacionalizar este producto. Hay muchas preguntas en el tintero, algunas tan aparentemente menores como la distribución. ¿Cuál va a ser la experiencia de compra? ¿Van a transformar sus Mi Store en concesionarios?

placeholder Decenas de personas asisten a la presentación del coche Xiaomi SU7. (David Zorrakino/Europa Press)
Decenas de personas asisten a la presentación del coche Xiaomi SU7. (David Zorrakino/Europa Press)

Con el punto de que la colaboración con la industria automovilística es inevitable para entrar en el negocio del coche inteligente, también habrá que estar atento a los movimientos de Apple después de fracasar en solitario.

Está la posibilidad de que todo quede aparcado durante un tiempo y no tengamos noticias al respecto en una temporada. El tejer una alianza de este tipo, con un fabricante de coches, también sería un salto mayúsculo para ellos en la cultura de empresa y su forma de trabajar. Su producto más exitoso es el iPhone y una de las claves ha sido el control casi absoluto del hardware y el software, algo inédito durante muchos años hasta que Google ha decidido ponerse a crear smartphones. Ese cambio de mentalidad corporativa es lo que parece hacer más difícil esta vía.

Hay una tercera, que es que parte de la industria automovilística torne a un modelo como el de los semiconductores, donde empiecen a surgir actores que tengan el conocimiento y los equipos necesarios para fabricar el producto que diseñan otros. En resumen, un TSCM, pero en vez de chips, dedicado a coches. Foxconn, el mayor fabricante del mundo de electrónica (se encarga de los iPhone entre otras cosas), ya ha empezado a moverse en esta dirección. Hace dos años presentó una plataforma que aspira a convertirse en algo así como el Android de los coches eléctricos e incluso ha presentado algunos modelos de cara a que terceros los puedan personalizar y crear su propia gama de vehículos.

Sea como sea, el que Xiaomi haya llegado hasta aquí demuestra que la industria automovilística se enfrenta a algo que ya se enfrentaron otras industrias como la de los televisores o los teléfonos móviles: el auge de las empresas chinas. El pasado mes de agosto, en España, el coche más vendido fue el MG ZS, de un fabricante de aquel país, que está impulsando fuertemente el salto al vehículo eléctrico y tomando ventaja en lo que se refiere al vehículo conectado e inteligente. Hay quienes ya se han dado cuenta. Elon Musk avisó hace poco. “Son demasiado buenos”, en referencia a BYD, el gigante asiático de la automoción.

El coche, un deportivo de color azul que a la vista resulta tan eléctrico como el motor que se esconde debajo del capó, da vueltas sobre una base giratoria. Una barrera circular de paneles de cristal impide que nadie se acerque lo suficiente como para echar un vistazo detenido al interior.

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