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Guerra civil en OpenAI: el despido de Sam Altman sacude Silicon Valley. ¿Qué está pasando?
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MICROSOFT SE ENTERÓ 5 MINUTOS ANTES

Guerra civil en OpenAI: el despido de Sam Altman sacude Silicon Valley. ¿Qué está pasando?

Nadie se lo esperaba y supone un duro golpe para OpenAI. El origen del conflicto apunta a grandes diferencias del hasta ahora CEO con otro de los cofundadores, que habría ganado el pulso en el consejo de administración

Foto: Sam Altman, ex CEO de OpenAI. (Reuters)
Sam Altman, ex CEO de OpenAI. (Reuters)
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"Esto es como el 11S para San Francisco". "Es bastante salvaje que el primer trabajo que se ha llevado por delante OpenAI haya sido el de Sam". "Sam era mi héroe. Levantó una empresa de la nada hasta los 90.000 millones de valoración y cambió nuestro mundo para siempre". Estas fueron solo algunas de las reacciones tras conocerse ayer la noticia bomba del despido de Sam Altman al frente de OpenAI. Hay miles, desde bromas y halagos pasando por especulaciones, pero todas comparten algo: la estupefacción por un desenlace que absolutamente nadie vio venir. El hombre que hace justo un año llevó a las masas una de las tecnologías más revolucionarias de las últimas décadas acaba de ser despedido por el consejo de administración de su propia empresa. ¿Qué ha pasado de verdad?

De momento, solo el propio Sam Altman y un puñado de directivos de OpenAI saben qué ha ocurrido, aunque todo apunta a que será cuestión de tiempo, quizás horas o unos pocos días, hasta que se conozca la verdad. Incluso Microsoft, socio de referencia de OpenAI que controla el 49% de la empresa tras su inversión de 10.000 millones de dólares, se enteró solo minutos antes de que se hiciera público el comunicado. Que el CEO de Microsoft, Satya Nadella, apareciera sonriente junto a Sam Altman en un evento la semana pasada es una confirmación de que desconocía por completo lo que estaba a punto de ocurrir.

Otros inversores clave, como Reid Hoffmann (fundador de LinkedIn y exmiembro del órgano de gobierno de OpenAI) o Vinod Khosla, se enteraron por la prensa de la decisión, lo que aumenta todavía más la sensación de sorpresa en los círculos de poder de Silicon Valley. Un rosario de personalidades, desde Eric Schmidt (exdirector ejecutivo de Google) hasta Brian Chesky (fundador de Airbnb) se han pronunciado públicamente sin disimular la enorme sorpresa e incluso el enfado por lo sucedido. Un culebrón de estas dimensiones es el caldo perfecto para todo tipo de cábalas y teorías. Pero en las últimas horas ha cobrado fuerza la idea de que realmente lo que hay detrás de esto es una guerra civil entre los fundadores de OpenAI. Un conflicto en el que ha sido Altman, el más mediático de todos, al que le han doblado el brazo.

La justificación del consejo de administración de despedir a su CEO por no haber sido "honesto en sus comunicaciones" y "haber perdido su confianza" se puede traducir de la siguiente forma: ha mentido. ¿En qué? Eso está aún por ver, pero lo que está claro es que el consejo se ha querido anticipar ante lo que, inevitablemente, se acabará conociendo. El ejecutivo aceptó la decisión y, en un tuit publicado minutos después de publicarse la noticia, quiso pasar página.

Foto: Sam Altman, en una imagen de archivo. (Reuters)

"He disfrutado mi tiempo en OpenAI. Fue transformador para mí personalmente, y espero que un poco para el mundo. Tendré más que decir sobre lo que viene ahora", aseguró. Tanto el lenguaje usado por el consejo de administración de OpenAI en su comunicado, inusualmente duro y directo, como el de Altman, aceptando el despido, dan a entender que lo que ha sucedido es tan grave como inapelable.

"En EEUU los consejos de administración están acostumbrados a lidiar con CEOs con unos egos descomunales, y lo ven como algo bueno. Creo que eso indica que no estamos ante un despido por un exabrupto del CEO o una discusión puntual. La clave aquí es qué es lo que Altman no ha comunicado al consejo", asegura a El Confidencial Andrés Torrubia, ingeniero y cofundador del Instituto de Inteligencia Artificial.

placeholder Sam Altman junto al primer ministro británico, Rishi Sunak, en un evento sobre IA. (Reuters)
Sam Altman junto al primer ministro británico, Rishi Sunak, en un evento sobre IA. (Reuters)

La primera opción que empezó a circular en los primeros compases de esta ceremonia de la confusión es que el despido haya sido motivado por un asunto personal relativo a algún tipo de acto ilegal o delito cometido por Altman. Kara Swisher, histórica reportera del WSJ, apuntaba en esta dirección en un primer momento. Y Gary Marcus, uno de los académicos en IA más respetados a nivel mundial, fue uno de los primeros en señalar a un posible escándalo de índole sexual, aunque aseguraba que se trataban solo de suposiciones. No tardaron en reaparecer los mensajes publicados hace dos años por la hermana de Sam, Annie Altman, en los que confesó que había "sufrido abusos sexuales, físicos, emocionales, verbales, financieros y tecnológicos de sus hermanos, sobre todo de Sam Altman", escribió.

La relación de Altman con su hermana era, sin embargo, un truculento asunto familiar conocido desde hace tiempo. La revista New York Magazine incluso llegó a hacerse eco del asunto hace solo unos meses, en un extenso perfil de Altman en el que explicaba cómo Annie ahora vivía de colgar contenido sexual en OnlyFans y se había distanciado por completo de Sam. Sus acusaciones de hace dos años no llegaron nunca a investigarse ni judicializarse.

La tesis de la guerra civil

Una pieza fundamental para entender cómo sucedieron las cosas este viernes es Greg Brockman. Cofundador de la empresa, ejercía como presidente de la junta. En el comunicado de la compañía en el que se anunciaba la patada a Altman, se hablaba de que iba a ser relevado de su cargo pero que seguiría reportando a la nueva dirección desde un nuevo rol. Sin embargo, a través de su cuenta en X.com, el ejecutivo aclaró que finalmente abandonaría todas sus responsabilidades y dejaría la plantilla.

"Nosotros también estamos intentando saber exactamente qué pasó", afirmaba en la publicación. Su testimonio sirve para conocer algunos detalles de cómo sucedió todo. El jueves por la noche Altman recibe un mensaje de Ilya Sutskever, científico de datos y uno de los pesos pesados de la parte técnica de OpenAI. Se le convoca a una videoconferencia con él y otros miembros del consejo de administración. Cuando el hasta ahora CEO de la compañía se conecta al Google Meet se encuentra a todos los miembros de este órgano conectados menos el propio Brockman, quien, por cierto, era el presidente. Se le comunica el despido y se le informa de que se va a hacer público en pocos minutos.

Terminando este trámite, Sutskever escribe a Broockman. "A las 12.19, Greg recibe un mensaje de Ilya pidiendo una llamada rápida. A las 12.23, Ilya envía un enlace a Google Meet. A Greg le dijeron que lo iban a destituir de la junta (pero que era vital para la empresa y conservaría su puesto) y que Sam había sido despedido. Casi al mismo tiempo, OpenAI publica la entrada del blog oficial", se puede leer en la reconstrucción de los hechos que el hasta ahora presidente de OpenAI hace en su tuit. Asegura que el equipo directivo no conocía absolutamente nada. Solo hay una excepción: Mira Muratti, directora de tecnología y relevo de Altman de forma temporal. Ella se enteró la noche anterior.

Estas declaraciones abonan la tesis de una hipotética guerra civil en lo más alto de OpenAI. Una hipótesis que Kara Swisher ha puesto también sobre la mesa citando a fuentes conocedoras del asunto. La periodista no dudó en señalar a Sutskever en base a sus informaciones y decir que "estaba en el centro de todo esto". Este científico de datos, muy reconocido en la industria de la inteligencia artificial, ha estado en la empresa desde los orígenes. Se unió a OpenAI en 2015 como cofundador tras abandonar Google. Al parecer, llevaba tiempo confrontando con el proceder del hasta ahora CEO y su gestión.

El conflicto se habría ido larvando poco a poco, durante meses, hasta el punto de que las diferencias han llegado a ser insostenibles. Convertido en el antagonista del tándem Altman-Brockman, consiguió convencer al resto de la junta de dar el paso de apartarles, según las voces consultadas por Swisher.

placeholder  Sutskever y Altman, el pasado 5 de junio, en Israel. (Reuters)
Sutskever y Altman, el pasado 5 de junio, en Israel. (Reuters)

The Information, uno de los medios con más ojos y oídos en los pisos altos de Silicon Valley, apuntaba poco después en la dirección del divorcio total, con declaraciones del propio Sutskvever. "La junta ha cumplido con su deber con la misión de esta fundación sin ánimo de lucro, que no es otro que conseguir que OpenAI construya inteligencia artificial generativa para toda la humanidad". Preguntado si la gestión de la salida de Altman es la adecuada, reconocía a la publicación que "hay elementos que no son los ideales".

La pieza que falta para terminar el puzle es saber qué es lo que han echado en cara y esgrimido para cargarse al CEO y, de paso, provocar la salida de Brockman, un daño colateral no previsto inicialmente. "Yo me inclino una explicación relativa al negocio. Si miramos a lo que ha ocurrido en los últimos días, es posible que Altman haya ocultado al consejo información fundamental como, por ejemplo, el coste real de operar este tipo de tecnología", señala Torrubia.

El despido coincide con un incidente reciente en el que la empresa dejó de admitir nuevos usuarios de pago a GPT-4. "Esto se ha podido deber a que se quedaron sin capacidad de cómputo o que el coste de soportar cada nuevo usuario es tan sumamente caro que es inasumible. Si Altman ha ocultado información sobre los verdaderos costes que hay detrás, es algo que es motivo de despido fulminante", dice Torrubia.

Es posible que Altman haya ocultado otro tipo de información clave de negocio, como algún gran acuerdo estratégico que estuviera negociando de forma secreta. ¿Estaban Altman y Greg Brockman, apartado como presidente del consejo, una mayor integración con Microsoft sin informar al consejo de administración? Si es así, sería motivo suficiente para un despido fulminante. Otra teoría que sostienen varios especialistas es que el consejo de administración haya conocido la existencia de alguna batalla legal inminente contra OpenAI por motivos de privacidad y seguridad o propiedad de los datos, algo sobre lo que Altman también podría haber estado mintiendo. "El asunto de los datos y el copyright llevaba tiempo en el mapa. Sea lo que sea, es una información que tarde o temprano va a salir y lo que ha querido hacer el consejo es mover ficha primero", añade Torrubia.

La onda expansiva de la explosión

Tras la detonación de semejante bomba, la siguiente incógnita es hasta dónde va a llegar la onda expansiva y cómo va a afectar esto a OpenAI y a su principal socio, Microsoft. Satya Nadella quiso tranquilizar a inversores y clientes y aseguró en un comunicado que su acuerdo con OpenAI es "a largo plazo" y que sigue "comprometido con nuestra asociación, y con Mira y el equipo. Juntos, continuaremos brindando los beneficios de esta tecnología al mundo", rezaba el texto, que no incluía ninguna referencia al protagonista de la noche.

"Si lo que ha ocurrido es algo de índole personal relativo a Altman, creo que no tendrá ningún impacto, será irrelevante. Pondrán a otro CEO y listo", dice Torrubia. Hay que recordar que Altman no era el único fundador y que el músculo técnico y de ingeniería detrás está formado por muchísimas personas. "Él era bueno impulsando el hipercrecimiento de la compañía, pero no era Steve Jobs".

placeholder Satya Nadella, CEO de Microsoft. (Reuters/Carlos Barria)
Satya Nadella, CEO de Microsoft. (Reuters/Carlos Barria)

En cambio, el impacto puede ser mayor si el motivo detrás del despido tiene que ver con información de negocio ocultada por Altman. "Si es así, y resulta que OpenAI no es tan prometedora como negocio, esto puede retrasar un tiempo el desarrollo de la IA, pero tampoco mucho. La tecnología detrás está ya lanzada y hay muchos equipos de investigación trabajando en mejorarla. Sería solo un bache", señala.

El hueco que deja Altman será cubierto, al menos de momento, por Mira Murati, directora de tecnología de la compañía, donde recaló en 2018 tras pasar por Tesla o Leap Motion. Murati ha sido ungida como jefa "interina" por la junta de dirección, que ha insistido en que es un valor seguro para evitar turbulencias mientras se encuentra un CEO definitivo. El propio Nadella ya habló sobre ella en un artículo publicado recientemente. El principal ejecutivo de Microsoft destacó su "perspicacia comercial" y su capacidad para liderar y reunir "equipos técnicos", además de señalar su importancia en el éxito de los productos de la compañía.

El rol que ha desempeñado hasta ahora, al que accedió en mayo de 2022, le hacía ser la responsable directa de los equipos de desarrollo de GPT pero también de DALL-E, pero en varias ocasiones se ha señalado que también hacía las veces de directora de operaciones, controlando los plazos de lanzamiento y otros aspectos del negocio. Murati, una ingeniera de 34 años de origen albanés criada y formada en Canadá y EEUU, no ha sido una figura tan mediática como su jefe y las entrevistas que ha concedido han llegado con cuentagotas.

Foto: Elon Musk, durante el AI Safety Summit en Londres. (PA Wire/Kirsty Wigglesworth)

El principal enigma a despejar, por tanto, es hasta qué punto la transición de la era Altman a la era Murati afectará a la hoja de ruta de OpenAI, una empresa que junto a Microsoft es que está liderando la feroz competencia para encabezar la inteligencia artificial generativa. Si la junta estaba descontenta con el rumbo que había emprendido el anterior CEO es posible que fuercen a la nueva dirección a echar el freno de mano y corregir algunas decisiones. Si esto ocurre, todo este lío puede suponer un balón de oxígeno para Google, que se encuentra preparando el lanzamiento de Gemini, su nuevo modelo de lenguaje. Algo que podría suceder previsiblemente en el primer trimestre de 2024.

En un escenario negativo para los creadores de ChatGPT, la nómina de beneficiados también alcanzaría a Anthropic (una startup rival participada por Alphabet o Amazon), Meta e incluso Elon Musk, que recientemente presentó Grok, una IA que se integrará en X.com. Todos ellos tendrían la oportunidad de intentar reducir diferencias con la cabeza de carrera si la transición de liderazgo se complica. El otro elemento de la ecuación que queda por despejar es el futuro del propio Altman. ¿Recalará en la competencia? ¿Se irá del sector? ¿Montará una nueva empresa? Nadie sabe nada pero tanto él como Brockman han hinchado el globo y las expectativas asegurando que dentro de poco habrá novedades.

"Esto es como el 11S para San Francisco". "Es bastante salvaje que el primer trabajo que se ha llevado por delante OpenAI haya sido el de Sam". "Sam era mi héroe. Levantó una empresa de la nada hasta los 90.000 millones de valoración y cambió nuestro mundo para siempre". Estas fueron solo algunas de las reacciones tras conocerse ayer la noticia bomba del despido de Sam Altman al frente de OpenAI. Hay miles, desde bromas y halagos pasando por especulaciones, pero todas comparten algo: la estupefacción por un desenlace que absolutamente nadie vio venir. El hombre que hace justo un año llevó a las masas una de las tecnologías más revolucionarias de las últimas décadas acaba de ser despedido por el consejo de administración de su propia empresa. ¿Qué ha pasado de verdad?

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