Es noticia
La venganza del cronista de Silicon Valley: "Es muy difícil imaginarse lo tontos que son"
  1. Tecnología
entrevista con Douglas Rushkoff

La venganza del cronista de Silicon Valley: "Es muy difícil imaginarse lo tontos que son"

Inmorales, con la mentalidad de un adolescente, sometidos a drogas psicotrópicas y obsesionados con el fin del mundo... Un retrato despiadado de quienes diseñan nuestro futuro

Foto: Douglas Rushkoff. (Foto: Queens College)
Douglas Rushkoff. (Foto: Queens College)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Douglas Rushkoff es un mito para los amantes del ciberpunk y un profeta para millones de personas que no reniegan de la tecnología pero que no están contentas con cómo evoluciona internet. Lleva décadas escribiendo sobre el tema en las páginas de las publicaciones más prestigiosas del mundo, incluido The New York Times, hasta el punto de que se le atribuye el propio concepto de viralidad. También es un sesentón neoyorquino que habla a toda velocidad, salpicando a sus interlocutores con imágenes pegajosas y provocaciones. Un conversador que pone el ingenio y la diversión por encima de sus propios intereses y con el que es imposible aburrirse. Incluso a pesar de que está harto de dar entrevistas a periodistas de medio mundo para promocionar un libro que ha salido al mismo tiempo en muchos idiomas. La supervivencia de los más ricos es un retrato salvaje y probablemente demandable sobre la élite de Silicon Valley, gente a la que conoce bastante de cerca.

placeholder El escritor Douglas Rushkoff. (Rebecca Ashley)
El escritor Douglas Rushkoff. (Rebecca Ashley)

PREGUNTA. Me consta que estás harto de dar entrevistas porque el libro ha sido publicado en muchos idiomas al mismo tiempo. El otro día te nombraron personaje de la semana en la revista Time. Me compadezco y te quiero dar un respiro, así que empieza contándome lo que te dé la gana.

RESPUESTA. Estoy muy contento de que este libro llegue a personas de otras culturas, porque cuando viajo a sitios como España, como Italia, como Croacia… Cuando veo a la gente joven de esos países y me encuentro a emprendedores y tecnólogos que quieren parecerse más a Silicon Valley… Uff, cuando les oigo eso de que quieren parecerse más a los chalados que tenemos en Estados Unidos... Así que espero que alguien lea mi libro gracias a tu entrevista y se convenza de que no hay que seguir ese camino. De que se debe tomar otro rumbo. De que no es necesario crecer exponencialmente siempre. De que hay otra manera de vivir. Tengo la sensación de que en España todavía mucha gente entiende eso, de que les gusta caminar hasta su casa y almorzar en su salón. De que les gusta sentarse en la calle por la noche con amigos, de que les gusta jugar en lugar de encerrarse a ver Netflix. No sé, quizá son impresiones mías, pero es la sensación que tengo cuando paseo por barrios de Roma, incluso por algunas calles de Madrid. A veces veo a tres generaciones juntas sentadas en la calle charlando, fumando y bromeando. Las abuelas todavía están ahí fuera riéndose. Diría que esa es la manera correcta de vivir. Aquí en Estados Unidos nos hemos deshecho de todo esto porque nos parece un desperdicio de tiempo valioso que podríamos gastar delante de una pantalla. Si yo fuese europeo, lucharía por estos vestigios de la buena vida. No renunciéis a eso. Tratad de construir tecnologías que permitan alejarse de las pantallas en lugar de absorberte y meterte dentro.

Foto: Dan Lyons, autor de 'Disrupción'. (YouTube)

P. Tu libro empieza con un grupo de multimillonarios que te pagan una fortuna para viajar a un lugar perdido en el desierto y hablar del apocalipsis.

R. En realidad, no me invitaron expresamente a hablar del fin del mundo. Era un hedge fund que reunió a sus mayores inversores en un lugar aislado del desierto para pasar el fin de semana y me pagó una cantidad absurda de dinero para que hablase sobre el futuro de la tecnología. Yo solo era parte del plantel. Había también un chef famoso enseñando trucos de cocina, un jugador profesional de golf con consejos sobre cómo coger el palo… Y en ese programa se ofrecía la posibilidad de charlar sobre el futuro de la tecnología con Douglas Rushkoff. En el resort, había 50 personas y cinco de ellas se sentaron en un salón conmigo y acabaron interrogándome sobre el apocalipsis.

P. ¿Cómo transcurrió la conversación?

R. Las primeras preguntas que me hicieron eran prácticas. ¿Deberíamos invertir en bitcoin o en ethereum? Cosas así. Pero les dije que mis pronósticos nunca son muy acertados. Yo puedo hablar en general sobre el futuro de la tecnología, pero a menudo me equivoco sobre la marca a elegir. No estoy demasiado atento a eso. No es mi punto de vista. Así que enseguida saltaron a sus ideas sobre si aislarse mejor en Nueva Zelanda o en Alaska cuando empiece el fin del mundo. Y eso despertó mi curiosidad y yo me puse a hacerles preguntas. Tomé las riendas del asunto por diversión, en plan dominatrix. ¿Cómo pensáis protegeros de las masas hambrientas? ¿Cómo vais a pagar a los guardias de seguridad una vez que el dinero ya no valga nada? Ese tipo de cosas, casi cómicas. Me hacía mucha gracia, pero ellos se lo tomaron en serio. Y de ahí nace la idea del libro. De darte cuenta de que esa gente que a menudo nos parece que tiene todo bajo control, que se representa como seres superiores, en realidad tiene la capacidad intelectual de un niño de 14 años cuyo principal referente cultural es The Walking Dead. Y esos son los tipos que construyen el mundo de hoy.

"La filosofía de esta gente es encontrar siempre una estrategia de salida para escapar"

P. Es decir, es un libro para reírse de la élite que construye nuestro futuro.

R. Creo que necesitamos poder reírnos de estas personas, la verdad. Este libro pretende ser una comedia y sus protagonistas son tipos como Elon Musk, propietario de satélites, cohetes y de una red social. O de Bill Gates, propietario de miles de hectáreas de granjas. A estos tipos les tenemos miedo, pero son muy tontos. Sus ideas son tontas. Es dificil imaginarse lo tontos que son. Deberíamos ser conscientes de ello en lugar de tratar de emularlos. Su filosofía te lleva a concluir que el éxito es ganar suficiente dinero para salir del vecindario en el que vives y aislarte en un desierto. Ganar suficiente dinero para sentirte seguro en una casa de campo a cientos de kilómetros. Es una mentalidad ridícula que siempre está buscando una estrategia de salida. Montar una empresa pensando cómo vas a deshacerte de ella. Y, en el plano personal, su filosofía es dejar atrás el mundo real.

P. Hay una fiebre con los búnkeres y con todo lo que tiene que ver con prepararse para el fin del mundo. ¿Crees que esto es algo extendido entre la élite estadounidense en general? ¿O particularmente entre la élite financiera y tecnológica?

R. Creo que todo esto no pertenece tanto al antiguo mundo de los negocios como al mundo financiero y al digital. Las finanzas no tienen mucho que ver con hacer negocios. Están siempre varios planos por encima de los negocios reales. Son acciones, derivados, esas cosas. De la misma manera que un mp3 por sí mismo no es música, lo que ellos hacen tampoco son negocios, sino un sistema de símbolos sobre los negocios. Han logrado trascender y olvidarse de lo que hay abajo, y es para volverse loco. Y esta gente que opera fuera de la realidad piensa que ellos también están fuera del mundo, se consideran en otro nivel, en otro orden de magnitud. Su objetivo es saltar del cero al uno. Como Mark Zuckerberg, construyendo un metaverso para poder irse allí a correr sin cuerpo por debajo de la cintura mientras el resto de las personas se queda abajo en el planeta, como animales. Si tienes una empresa de tecnología, tu objetivo no es construir una empresa sólida y quedarte con ella, y que la hereden tus hijos. Tu objetivo es venderla bien, tener una estrategia de salida desde el principio. Y eso aplica también para su forma de vida. Están buscando una estrategia de salida todo el rato.

"Los proyectos se venden como si fuesen guiones de películas. Da igual que sean reales"

P. Dices que, en los años ochenta, las personas creativas que querían tener éxito rápido escribían guiones de cine. Hoy, esas mismas personas escriben ideas para empresas tecnológicas.

R. En los años ochenta, muchos de mis amigos andaban locos por vender un tratamiento (una suerte de guion, pero sin diálogo) para una película. Daba igual si luego se hacía o no se hacía la película, si tenía éxito o no. Queríamos vender la ficción, ganar un dineral y mudarnos a una hermosa casa en Hollywood. Ahora esas narraciones, con dosis similares de fantasía y dramatismo, se les presentan a inversores tecnológicos. Se hacen planes de negocio como antes se hacían guiones. Ahora el formato es un PowerPoint que suene convincente. Da un poco igual si ofrece algún recorrido, porque lo importante es venderlo y saltar a otro asunto. Amazon ahora gana dinero, pero durante mucho tiempo perdió dinero. Tesla, Uber… son empresas que se pueden pasar décadas dilapidando cantidades ingentes de dinero. Da igual, porque ese no es el objetivo.

P. Y mientras lo hacen, alteran el ecosistema de la economía real en la que operan. A veces de manera irreparable, como ocurre con Uber.

R. Bueno. ¿Realmente cuál es su modelo? Son sus inversores los que están ganando dinero. El resto es todo una historia, un guion, como en el cine. Jason Calacanis, un viejo amigo mío, es prácticamente multimillonario por su inversión en Uber. Ni siquiera está ya allí. Lo echaron. Pero eso da igual.

Foto: Vaclav Smil. (Cedida)

P. Sostienes que, para la mayoría de estas empresas, el verdadero producto son las acciones y los verdaderos clientes son los accionistas. No se trata tanto de lo que venden, sino de cómo colocarlo en un mundo virtual.

R. Está claro, ¿no? No son negocios. Diría que a veces no tiene nada que ver con los negocios.

P. Dedicas un capítulo entero a hablar de las burbujas en las que vamos encapsulando nuestras vidas, cada vez más aislados. Hablas de la pandemia como una excusa para, por fin, acomodarnos en el nido que habíamos ido fabricando.

R. Es que vivimos y trabajamos en las plataformas que estas personas sociópatas están construyendo. Las relaciones que tenemos se parecen cada vez más a sus relaciones. Tragamos datos e información sin conexión humana genuina. Yo ahora mismo estoy viendo tu cabeza y veo que asientes ligeramente. Eso alimenta mis neuronas a través de un espejo. Me veo a mí mismo también. Pero mi respiración no se sincroniza con la tuya. No puedo obtener información de tus pupilas. Esos mecanismos minuciosamente desarrollados para establecer una relación social no se han activado. Puedo decirte que me caes simpático, y tú puedes decir que te caigo simpático y que incluso estás de acuerdo conmigo, pero nuestros cuerpos no registran eso, no están presentes. La experiencia neta, al final, es de desconfianza e incredulidad. Es muy difícil conectar así. Y luego nos preguntamos por qué nuestros niños están deprimidos o enfermos cuando pasan demasiadas horas viviendo en estas plataformas.

"Las redes sociales son los misioneros. La IA ya son conquistadores. Vienen a matar"

P. Tú viviste internet desde el principio. Era una promesa de liberación. Has narrado muchas veces ese ambiente de desenfreno vital e intelectual de los primeros años de internet. Pero ahora estás radicalmente al otro lado. ¿Tienes la fe del converso?

R. Esto es muy gracioso. Los periodistas dicen que Rushkoff pasó de ser un tecnoptimista a un tecnopesimista. ¡Pero eso no es cierto! A finales de los ochenta y principios de los noventa, ya escribí que teníamos una oportunidad enorme con internet, pero que podíamos cagarla. Yo decía que esa ventana estaba ahí y que, si no la aprovechábamos, alguien lo haría. Y eso es justo lo que ha pasado, que alguien ha aprovechado esa ventana, alguien ha usado la herramienta, y el resultado no es el mejor de los resultados. ¿Es demasiado tarde para que elijamos otro camino? Mientras estemos vivos, nunca es demasiado tarde, pero la cosa se va a poner cada vez más difícil.

P. ¿En qué sentido?

R. Bueno, las redes sociales y los medios de comunicación actuales son solo los exploradores, los misioneros de la conquista. Llegan para estudiarnos, para aprender de nosotros. Ponen una cara amistosa, nos escuchan. La inteligencia artificial ya se parece más a los conquistadores. Vienen a dominarnos, a matarnos. Las redes sociales trataron de cambiarnos, ahora la inteligencia artificial quiere reemplazarnos. Las personas que están construyendo ese futuro del que hablo son las mismas que retrato en mi libro, son personas que creen que la humanidad es un problema que tiene que resolverse. Esto se va a poner muy serio. Es todo lo que digo.

"Nos pasamos el día trabajando para alimentar sus negocios. Pero lo hacemos gratis"

P. ¿Cuándo se estropeó el sueño? Estableces una efeméride en tu libro.

R. Sí, cuando AOL compró Time Warner, en 2001. Y en ese momento ya lo advertí. El mantra cuando ocurrió es que estábamos en el alumbramiento de una nueva era maravillosa. Yo pensaba que lo que estaba ocurriendo es que una empresa digital, para seguir creciendo alocadamente, tenía que comprarse una parte del mundo real. Y llegué a la conclusión de que el capitalismo que podía salir de todo eso no nos iba a gustar. AOL se comportó como un vampiro que entra en los estudios de cine, en los parques de atracciones, en la televisión por cable. Eso debería haber sido una señal para mucha gente. Yo lo escribí tal cual cuando ocurrió y no lo quisieron publicar en The New York Times. Me pidieron un artículo sobre el tema y luego no lo quisieron publicar porque me decían que me había vuelto loco cuando dije que estábamos creando una enorme ficción, una burbuja. Se rieron de mí y me llamaron marxista. Ahora escribo regularmente con ellos, pero entonces me dijeron que con internet la economía iba a crecer exponencialmente, infinitamente. Lo acabé publicando en The Guardian, que supongo que es una especie de periódico marxista.

P. Y muy poco después llegó el colapso de las puntocom.

R. Tres meses después, sí. Me tuvieron que dar la razón.

placeholder Douglas Rushkoff. (WGBH/Iain Marcks)
Douglas Rushkoff. (WGBH/Iain Marcks)

P. Dices que el final anhelado de todo este proceso en el que andamos inmersos es un mundo sin trabajadores.

R. Ese es su sueño, está claro. Pero hay que hacer la distinción entre lo que sería un mundo sin trabajo y lo que sería un mundo sin empleo. Porque es distinto. El empleo es un invento de finales de la Edad Media. Las personas empezaron a vender su tiempo. A mí, cuando me hacen esta pregunta, me gusta darle la vuelta. ¿Me hablas del problema del desempleo? ¿Por qué no me hablas de la ventaja del desempleo? No conozco a nadie que realmente quiera un empleo. Lo que la gente quiere son cosas o experiencias, pero no necesariamente empleos. Desde este punto de vista, me parece estupendo reemplazar el trabajo con tecnología si eso no supone dejar a millones de personas sin sustento. El problema es que no es eso lo que está pasando, no vamos hacia eso. Tenemos niños metiéndose en minas de tierras raras y cobalto para conseguir materiales para las máquinas. Tenemos a millones de personas trabajando gratis para las empresas tecnológicas, alimentando con su esfuerzo y creatividad su sistema, etiquetando, probando, participando, escribiendo, grabando. Con herramientas que han pagado con su dinero. Hay todavía un montón de trabajo detrás de sus productos. Pero la estrategia premeditada y consciente de los tech bros [machotes tecnológicos] es extraer todo el valor de nuestro trabajo sin pagarnos por ello. Hay muchísimo trabajo gratis alrededor de su negocio, pero no hay muchos empleos.

P. Durante todo el libro hablas de La Mentalidad, el marco mental de esta élite que está fabricando nuestro futuro. ¿Que es La Mentalidad?

R. Simplificándolo mucho, es la creencia de que con suficiente dinero y tecnología puedes escapar del impacto negativo del mundo que tú mismo has contribuido a crear. En suma, que puedes escapar del impacto que tiene la tecnología sobre la sociedad, que puedes ganar suficiente dinero para aislarte de la realidad que has creado mientras ganabas dinero fomentándola. Es como un fabricante de coches que quiere fabricar un coche que sea lo suficientemente rápido como para escapar del resto de coches y no tener un accidente. Es una creencia basada en algunas ideas muy antiguas sobre la humanidad, la naturaleza y la complejidad de la vida. Yo lo remonto a Francis Bacon, quien dijo que la ciencia nos permitirá agarrar la naturaleza del pelo, sujetarla y someterla a nuestra voluntad. Esta idea de que podemos controlar la naturaleza reduciéndola a cantidades y segmentos cuantificados es una hipérbole del materialismo y el ateísmo que nos viene a decir que da igual lo que ocurra a nuestro alrededor. Porque el resto de personas y cosas que nos rodean no importa. Lo único que importa es la información, los datos, y de los seres humanos nos importa su ADN. Los seres humanos son el problema y la tecnología es la solución. Así que el objetivo del juego consiste en sintonizar automáticamente a las personas para que se ajusten a sus perfiles estadísticos digitales más probables.

"Zuckerberg cree que su obsesión por emular al emperador César Augusto es positiva"

P. Te confieso que el libro logró atraer realmente mi atención cuando empezó a reírse de quienes generalmente se retratan como los buenos de la película. Que ridiculices a Elon Musk es algo que divierte, pero que ya espero que hagas antes de abrir el libro. Pero cuando empiezas a meterte con los patricios filantrópicos de Silicon Valley, con Bill Gates y gente así, ahí es donde realmente me atrapaste.

R. Gran parte del libro trata sobre las cosas que hace esta gente y que a simple vista parecen malvadas. Pero luego están las cosas que hacen para tratar de ser buenos, que a veces son las peores. Cuando las personas se creen Dios, da igual que piensen que están obrando el bien. Ya sabes, Mark Zuckerberg está seguro de que su obsesión por emular al emperador César Augusto es positiva. Cuando le escuchas, no se te ocurre pensar que menos mal que no quiere ser Calígula. Lo que piensas es que está como un cencerro y que se ha buscado como modelo a un dictador y se pasó el viaje de novios en Roma atormentando a su esposa. Estos tipos están convencidos de que son genios divinos que pueden tomar decisiones para toda la humanidad, que pueden planificar nuestras vidas de arriba abajo mientras extraen todo el dinero que pueden de nosotros. Su actitud es algo así como: "Oh, mira este pobre mundo. Me voy a empeñar en arreglarlo". Son unos cretinos.

P. Es verdad que ambas actitudes son peligrosas. La historia está llena de visionarios que creían tener una fórmula revolucionaria para mejorar el mundo y causaron muchísimo sufrimiento y muertes. Pero, por otro lado, hay una diferencia entre querer acabar con el hambre en el mundo y querer exterminar a los judíos.

R. Sí, pero yo de pronto soy uno de los hombres más ricos del planeta y quiero acabar con la malaria en África. Mis matemáticos y yo hemos decidido que la malaria en África es una de las cosas que más sufrimiento y muerte causan en el mundo. Así que les voy a dar mosquiteras rociadas de insecticida para que protejan a los niños. Bajo esa lógica, enviamos millones de mosquiteras. Pero luego la gente las usa para pescar, contaminan los arroyos y provocan una tragedia. Ups, estos estúpidos africanos han destrozado mis proyecciones. Quiero decir que nadie en su sano juicio puede ser tan arrogante como para pretender resolver los problemas del planeta en una mansión rodeado de un grupo de matemáticos como si esto fuese una película mala de ciencia ficción. Bill Gates está comprando todas las tierras agrícolas de Estados Unidos porque cree que va a gestionarlas mejor que un movimiento de agricultores regenerativos, cada uno de los cuales utilizará las técnicas que mejor se adapten a su entorno.

Foto: Foto: iStock/Jun.
TE PUEDE INTERESAR
Setas mágicas, LSD o ketamina: así se droga Silicon Valley
The Wall Street Journal. Kirsten Grind y Katherine Bindley

P. Concluyo que no te cae bien Bill Gates. [Risas]. Ahora en serio. Es muy interesante lo que dices en el libro sobre los argumentos científicos y tecnológicos para justificar cualquier cosa que nos haga ganar dinero.

R. Claro. Ahora imagínate que soy un magnate que tiene unos amigos altruistas que escuchan a un filósofo de Oxford que a su vez hizo no sé qué cálculos sobre algo muy bueno para la humanidad, y además yo estoy seguro de que esos cálculos son correctos, aunque apenas los entiendo. Todo eso me viene muy bien porque, mientras me convenzo de que estoy haciendo algo importante, puedo seguir ganando dinero sin preocuparme por los efectos de mi negocio. O a lo mejor resulta que los matemáticos que he contratado para justificar lo que hago preparan una ecuación y dicen, mira, algún día, dentro de unos miles de años, habrá entidades poshumanas de inteligencia artificial esparcidas por toda la galaxia. Así que, según la lógica racional y utilitaria, la felicidad de esos billones de conciencias importa más que la felicidad de los 8.000 millones de larvas humanas del planeta. Ahora solo somos estos pequeños gusanos blandos arrastrándose, pero si sigo mi camino, pronto seremos otra cosa superior. Intenta combatir razonamientos como esos. Es imposible. No hay que dejarse engañar por las declaraciones de bondad de las personas que se organizan para tomar decisiones por toda la humanidad.

"Los 'tech bros' puestos de ayahuasca no van a tener nunca un viaje transformador"

P. Por ir concluyendo un poco más cerca de la tierra, ¿me contarías esa historia de la ayahuasca y el peyote como herramientas de moda en algunas escuelas de negocio?

R. Eso es sorprendente, ¿verdad? Cualquiera que esté leyendo esto y haya tenido una experiencia psicodélica, probablemente piense que ni siquiera es mala idea. Quizás esos tipos puedan reformarse si se someten a algún tipo de cura psicodélica. ¿Cierto? Quizá vean que están conectados con el universo y se arrepientan de todas las cosas horribles que han hecho. ¿No crees? Pero, como dijo Timothy Leary, la calidad de tu viaje psicodélico depende del escenario y del entorno. La clave es la mentalidad con la que ingresas a la experiencia y el lugar donde la llevas a cabo. Si tu mentalidad es que eres un ser superior que se acerca a las drogas psicodélicas para ser todavía mejor y aumentar sus poderes divinos, la cosa empieza muy mal. Y si encima lo haces en el resort más lujoso de Costa Rica con un grupo de los líderes más importantes del mundo... Ojo, esto no es una exageración, es una invitación que tuve hace poco para una sesión de ayahuasca en la que se iba a reflexionar sobre qué es lo mejor para el futuro de la humanidad. En cualquier caso, creo que después de una experiencia así no vas a vivir una transformación, sino que vas a salir todavía más chalado. Hay gente como Peter Thiel o Eric Schmidt que está haciendo estas chorradas y regresa con la idea de construir la red de vigilancia global más grande que jamás haya existido.

P. ¿Crees que algunas de sus ideas proceden de la ayahuasca?

R. [Risas]. Te juro que estas son las cosas a las que se dedican. Los tech bros bajo los efectos de la ayahuasca no van a tener nunca un viaje transformador. Pueden volver pensando en obtener la propiedad intelectual de la raíz y comprar enormes porciones de selva tropical para cultivar estas cosas. Y crear patentes sobre las moléculas, o construir versiones sintéticas. Y pueden pensar que, dado que hay cada vez más personas tristes, asustadas y ansiosas por culpa de la tecnología que han creado, las drogas psicodélicas podrían aumentar el valor y la resistencia de los seres humanos, hacerlos más efectivos, más productivos y permitir un uso aún más intensivo de la tecnología. Eso van a pensar.

Douglas Rushkoff es un mito para los amantes del ciberpunk y un profeta para millones de personas que no reniegan de la tecnología pero que no están contentas con cómo evoluciona internet. Lleva décadas escribiendo sobre el tema en las páginas de las publicaciones más prestigiosas del mundo, incluido The New York Times, hasta el punto de que se le atribuye el propio concepto de viralidad. También es un sesentón neoyorquino que habla a toda velocidad, salpicando a sus interlocutores con imágenes pegajosas y provocaciones. Un conversador que pone el ingenio y la diversión por encima de sus propios intereses y con el que es imposible aburrirse. Incluso a pesar de que está harto de dar entrevistas a periodistas de medio mundo para promocionar un libro que ha salido al mismo tiempo en muchos idiomas. La supervivencia de los más ricos es un retrato salvaje y probablemente demandable sobre la élite de Silicon Valley, gente a la que conoce bastante de cerca.

Bill Gates Elon Musk Jeff Bezos Silicon Valley Lo mejor de EC
El redactor recomienda