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Conoces a Samsung por sus móviles, pero lo más interesante es lo que guarda en la trastienda
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UN NEGOCIO QUE DEBERÍA IMPORTARTE

Conoces a Samsung por sus móviles, pero lo más interesante es lo que guarda en la trastienda

Entramos en una de las fábricas del mayor vendedor de móviles. Un negocio que está intentando cambiar con los teléfonos plegables. Esa es la cara más visible de un imperio que ahora quiere el trono de los chips

Foto: Las instalaciones de la factoría de Samsung en Gumi, donde, entre otras cosas, se ensamblan y testean sus dispositivos más punteros. (Cedida)
Las instalaciones de la factoría de Samsung en Gumi, donde, entre otras cosas, se ensamblan y testean sus dispositivos más punteros. (Cedida)
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Corea del Sur no es excesivamente grande. Se extiende a lo largo y ancho de aproximadamente 100,000 kilómetros cuadrados. Para tener una idea de su tamaño, esta cifra es menos de una quinta parte del espacio que abarca España. A pesar de estas diferencias, ambos estados cuentan con una población similar: hay 48 millones de españoles por 51 millones de almas surcoreanas. Esto ha dado pie a consecuencia curiosas, como que el país asiático sea el que mayor porcentaje tiene en todo el mundo de habitantes viviendo en un piso, alcanzando un 74%, según datos de la OCDE. Es el único que supera a España, que con un 65%, ocupa el segundo lugar de este ranking.

A pesar de su tamaño, Corea del Sur ha logrado convertirse en la decimocuarta economía más poderosa del mundo, según las cifras del FMI, ubicándose dos puestos por encima de nuestro país. Este logro ha sido posible gracias a un milagro económico que transformó la nación, que pasó de ser más pobre que Ghana en una referencia industrial en menos de cuatro décadas. Gracias al milagro económico, ha logrado resistir incluso el empuje de China en lo que se refiere al desarrollo tecnológico.

Samsung es un conglomerado gigante con intereses y operaciones en una variedad de sectores tan diversos como las finanzas

Dentro de este contexto, una pieza clave que ayuda a entender cómo se ha llegado a esta situación y cuáles son los retos que se presentan es Samsung, un elemento indispensable en la economía surcoreana. En el año 2022, dos de cada 10 wones (la moneda local) que se sumaron al producto interior bruto, se debieron a esta compañía. Aunque aquellos que no estén familiarizados con la empresa podrían pensar que su poderío financiero se basa principalmente en las ventas de productos electrónicos, como la empresa líder en la venta de móviles a nivel mundial durante casi dos décadas, así como un importante fabricante de televisores y otros electrodomésticos; esto no es del todo cierto. En realidad, Samsung es un conglomerado gigante con intereses y operaciones en una variedad de sectores tan diversos como las finanzas (seguros de vida, tarjetas de crédito, gestión de activos), biotecnología (productos farmacéuticos y equipos médicos), turismo (hoteles y parques de atracciones) y construcción, entre otros. Su diversificación llega a tal punto que es la segunda naviera más grande de Asia. Esto no es exclusivo, sino que empresas como LG o Hyundai también son importantes chaebols, término que se utiliza en el país para referirse a estos gigantes empresariales diversificados que generalmente están vinculados a una fortuna familiar.

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Foto: Cedida.

A pesar de la diversidad en su cartera, es cierto que lo tecnológico ocupa un lugar central, ya que Samsung Electronics sigue siendo la joya de la corona de Samsung, de la misma manera que Google es la pieza más valiosa en ese entramado llamado Alphabet. Dentro de esta subsidiaria, los negocios de dispositivos móviles y electrónica de consumo (como televisores, frigoríficos, sistemas de sonido, etc.) son los más destacados y los que generan mayores ingresos. Sin embargo, el hecho de que sean los productos más vendidos no implica necesariamente que sean los más rentables.

Ese mérito corresponde a otras divisiones, como la que se encarga de fabricar y suministrar pantallas o la de semiconductores. Resulta interesante observar esta última actividad por varias razones. La primera, por el margen de beneficio, que suele rondar entre el 20% y el 30%, aunque en 2018 alcanzó casi el 50%. Pero también es porque esta división ha convertido a Samsung en un actor esencial para evitar que se repita una crisis de los microchips como la que desató la pandemia y que a día de hoy no ha terminado de solucionarse.

Muchos países y empresas occidentales observan a la multinacional de reojo, ya que en la actualidad representa la única alternativa para reducir la dependencia de TSMC, el principal fabricante mundial de chips, una compañía originaria de Taiwán que siempre está amenazada por la sombra de una hipotética invasión china de la isla. Un ejemplo de esta tensa calma son las declaraciones de Lisa Su, CEO de AMD, que en una reciente entrevista aseguró que estaban valorando otras opciones a TSMC para tener una "cadena de suministro resistente" ante el actual panorama. Eso sí, afirmó que dar con la alternativa no será fácil ni rápido.

Dentro de una fábrica de Samsung

Este periódico tuvo la oportunidad de visitar la Samsung Smart City que la compañía ha construido en Gumi, una localidad al sureste de Seúl que está a tres horas y media en autobús. Se trata de un enorme complejo que alberga naves industriales, bloques de apartamentos diseñados para los trabajadores, amplias avenidas y espacios verdes donde la música emerge de altavoces con forma de piedras. Uno de los elementos destacados es un museo que narra la historia de la compañía y que contiene una galería donde se exhiben todos los teléfonos, más de 2.000, creados por la compañía.

En este lugar, entre otras cosas, es posible presenciar el proceso de creación del chasis del teléfono, así como la forma en que se trabaja y se moldean los componentes para dar forma al smartphone o dispositivo en cuestión.

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Foto: Cedida.

Es impresionante pasear por el laboratorio donde se someten a prueba diversas tecnologías. Esta sección es una planta amplia que alberga jaulas llenas de brazos robóticos realizando una variedad de tareas. Uno de los brazos simula nadar con un Galaxy Watch, otro ajusta los modos de la cámara para verificar la activación de la lente correcta, un tercero enchufa y desenchufa repetidamente el cargador para evaluar la resistencia, mientras que otro pliega de forma constante un teléfono plegable para observar cómo envejece la pantalla. En una sala adyacente, se encuentra una especie de granja de dispositivos móviles, donde cientos de teléfonos Samsung conectados a internet permiten que cualquier desarrollador o empresa autorizada pruebe sus aplicaciones o programas en estos dispositivos desde cualquier parte del mundo.

Sin embargo, en Gumi no solo se prepara el terreno, sino que también se fabrica. Samsung cuenta allí con una planta donde se ensamblan, según las cifras proporcionadas durante la visita, 1,5 millones de dispositivos cada año. Aunque el volumen es menor que en las fábricas de Tai Nanguyen (Vietnam), donde se ensamblan 8,6 millones de dispositivos anualmente, la planta de Gumi es la más moderna y automatizada de todas.

El proceso se divide en dos partes: la creación de la placa base y el ensamblaje del teléfono. La creación de la placa base tiene lugar en la planta superior, donde cerca de 15 líneas de producción de más de 40 metros cada una se encargan de integrar y grabar diferentes componentes y circuitos a temperaturas cercanas a los 250 grados centígrados. En otras estaciones, el sistema verifica la correcta ejecución de cada tarea. Todo el proceso se desarrolla sin intervención humana. Esta instalación puede funcionar las 24 horas del día, los siete días de la semana, y tiene capacidad para producir más de 28 millones de placas anualmente.

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Foto: Cedida.

En la planta baja, el teléfono finalmente toma forma. Durante nuestra visita, pudimos observar dos líneas automatizadas ensamblando dos modelos diferentes. Por un lado, los Galaxy S23 estándar, y, por otro, los Galaxy Z Fold, los dispositivos plegables en forma de libro de la compañía. Si uno se acerca de la misma manera en que observaría un terrario lleno de hormigas, puede observar con bastante claridad lo que ocurre en cada etapa. Al principio, la máquina coloca la parte trasera del teléfono, luego se encarga de la cámara, después la batería y así sucesivamente para lograr la configuración final.

La única diferencia es que el Galaxy S23 se empaqueta automáticamente, mientras que en el plegable el proceso es distinto en el tramo final. Un grupo de empleadas meticulosamente verifica que todo llegue correctamente y coloca la última capa de protección en las pantallas de los Z Fold con maquinaria especializada. Una vez realizado este paso, otra operaria coloca los dispositivos en las cajas y los empaqueta. Los responsables de la fábrica explican que la intención es automatizar también esta última etapa en el caso de los dispositivos plegables, que son la gran apuesta del mayor fabricante de móviles en este momento.

Un producto que refleja la filosofía coreana

"Este cambio en los dispositivos móviles refleja bien la filosofía de la compañía y, en general, de la industria surcoreana", explica Jesús Fernández-Villaverde, catedrático de Economía en la Universidad de Pensilvania, quien ha investigado durante años en la industria tecnológica y el sector de los semiconductores. "Nunca han dejado de avanzar y siempre se han movido hacia productos y áreas de mayor valor añadido, donde los márgenes son mayores", señala el experto. "Si no hago esto y me quedo en productos de márgenes pequeños, otros países con costos laborales más bajos podrían superarme".

Fernández-Villaverde menciona que estas prácticas son evidentes en la industria automotriz local, donde Hyundai comenzó con automóviles muy económicos y, con el paso del tiempo, ha competido con fabricantes de renombre. "Si hubieran seguido en ese segmento del mercado, es probable que empresas chinas o vietnamitas hubieran venido y los hubieran superado, ya que solo se obtienen 100 euros de margen por cada automóvil. Lo mismo ocurre con la electrónica". El catedrático explica que esta perspectiva sobre el mundo empresarial ayuda a comprender por qué Samsung ha realizado ciertos movimientos en los últimos años. Esto no se refiere únicamente a los teléfonos plegables, sino también a las televisiones. Por ejemplo, la compañía apostó durante mucho tiempo exclusivamente por la tecnología LCD y se perdió la oportunidad de las OLED. A medida que la competencia, principalmente de China, avanzó, Samsung también comenzó a trabajar con otros tipos de pantallas, como las OLED, después de años de rechazarlas.

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Foto: Cedida.

La razón detrás de este cambio de dirección no es más que entrar en un mercado más rentable. "Lo mismo ocurre con los semiconductores. Samsung no es nuevo en esto, ya que, en la década de los 90, era el principal fabricante de chips de memoria del mundo. ¿Qué está sucediendo ahora? Que los chips de memoria ya no tienen secretos. En teoría, podrían ser producidos en España si no tuviéramos la desventaja de los costos laborales", argumenta. "Ahora han comprendido que el verdadero negocio y margen se encuentran en los chips de vanguardia y en áreas como las unidades gráficas necesarias para la inteligencia artificial, no en los chips para microondas, ya que muchos otros pueden fabricar estos últimos de manera más económica".

La estela de TSMC

Los surcoreanos desean pegar un mordisco al negocio de TSMC. En la actualidad, el conglomerado taiwanés produce el 95% de los procesadores avanzados para aplicaciones como la inteligencia artificial generativa. Después de establecerse en el nodo de los cuatro nanómetros (una referencia para medir la avanzada de un chip), TSMC ha avanzado lo suficiente en el nodo de los tres nanómetros y planea crear chips de dos nanómetros para 2025. Samsung tiene una hoja de ruta similar y es el único de los principales actores que ha logrado mantener el ritmo. Los demás están rezagados. Intel, el mayor fabricante mundial de circuitos integrados, estuvo atrapado durante años en el nodo de los 10 nanómetros. Ahora ha logrado superar esa barrera y se espera que a lo largo de este año produzca, si todo sale según lo planeado, en el nodo de los siete nanómetros.

SMIC, la principal fundición china, también ha superado esa frontera. Sin embargo, en su caso, parece haberlo hecho al extender tecnologías maduras, por lo que es difícil que puedan producir a gran escala en estos nodos por ahora. Esto podría cambiar, ya que el nuevo CEO de Intel, Pat Gelsinger, ha implementado un plan ambicioso que incluye la construcción de nuevas fábricas y la producción de chips para terceros. "Intel ya lo intentó en el pasado, aunque de manera menos ambiciosa. Creo que les costará mucho. El problema con estos enfoques es que los clientes te entregan con sus encargos un gran conocimiento, que pueden utilizar en su beneficio. Eso es algo que crea ciertas reticencias", argumenta Fernández-Villaverde, quien recuerda que los asiáticos también diseñan sus propios procesadores, aunque recientemente se han centrado más en impulsar la fabricación.

"En términos de dominio técnico, se podría decir que Samsung ya puede producir chips tan buenos y avanzados como los de TSMC. La diferencia no radica en qué producen, sino en cuánto producen. Los taiwaneses tienen una capacidad mucho mayor para escalar la producción", agrega este experto. Estas diferencias se reflejan en lo que se conoce como yield (rendimiento), que indica cuántas veces se logra un chip funcional. Aunque esta cifra no es pública, los entendidos en la materia sugieren que, al trabajar con nodos de tres nanómetros, TSMC tendría un rendimiento de alrededor del 80% y Samsung estaría cerca del 20%.

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Foto: Reuters.

"Debido a la estructura de esta industria, que requiere grandes inversiones y tiempo, TSMC tiene asegurado el liderazgo a corto y mediano plazo de manera indiscutible", apunta Claudio Feijóo, catedrático Jean Monnet en Diplomacia Tecnológica de la Universidad Politécnica de Madrid, quien coincide con Fernández-Villaverde en señalar las "diferencias de músculo" entre ambas compañías. "Sin embargo, a todos les conviene que haya otro actor fuerte en el campo. Esto no solo se debe a cuestiones geopolíticas, sino también empresariales. Si tienes dos proveedores confiables en lugar de uno solo, puedes reducir su capacidad de influencia".

A Feijóo, ingeniero y economista de formación que vivió en Asia durante siete años, no le sorprende que la posible alternativa a TSMC haya surgido en un país como Corea del Sur. "Hay que comprender la filosofía que existe en el país, donde se apostó por apoyar y fomentar la creación de supercampeones nacionales en el ámbito industrial. Esto es común en la región, pero fue fundamental en el país tras una guerra que dejó todo devastado", explica. Fue en ese momento cuando surgieron los chaebols, los grandes conglomerados que han sido favorecidos en gran medida por el estado coreano, una relación que a menudo ha sido polémica. Es una práctica común que cuando surgen industrias o tecnologías disruptivas, las autoridades locales proporcionen herramientas a estas empresas para liderar posibles revoluciones. El último ejemplo de esta estrategia es el decreto recientemente aprobado por el gobierno de Corea, el cual tenía como objetivo proteger tecnologías como el OLED, los semiconductores, las vacunas o las baterías eléctricas, entre otros, de los avances de las empresas chinas. Para ello, se ha establecido un plan que incluye exenciones fiscales, subsidios y financiación pública para la construcción de nuevas plantas.

Feijóo matiza que en Europa prevaleció una corriente económica de corte liberal que optó por estimular la competencia. "Esto no siempre es beneficioso en casos como la fabricación de chips. Es una industria altamente intensiva y que requiere una gran inversión de capital. Por lo tanto, se necesita un alto nivel de ingresos y clientes para amortizarla", argumenta. "La evidencia de esto es cómo Europa está actuando para atraer a fabricantes de semiconductores, donde han roto el enfoque convencional y han destinado una gran cantidad de financiamiento público para atraer a estas empresas".

Corea del Sur no es excesivamente grande. Se extiende a lo largo y ancho de aproximadamente 100,000 kilómetros cuadrados. Para tener una idea de su tamaño, esta cifra es menos de una quinta parte del espacio que abarca España. A pesar de estas diferencias, ambos estados cuentan con una población similar: hay 48 millones de españoles por 51 millones de almas surcoreanas. Esto ha dado pie a consecuencia curiosas, como que el país asiático sea el que mayor porcentaje tiene en todo el mundo de habitantes viviendo en un piso, alcanzando un 74%, según datos de la OCDE. Es el único que supera a España, que con un 65%, ocupa el segundo lugar de este ranking.

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