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He limitado el uso de las redes sociales a solo 15 minutos al día: ¿de verdad sirve para algo?
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Del WhatsApp también se sale

He limitado el uso de las redes sociales a solo 15 minutos al día: ¿de verdad sirve para algo?

Figuras del mundo de la tecnología piden restricciones en el entorno de las redes sociales para reducir sus cotas de poder e influencia. Pero, ¿estamos preparados para limitar su uso?

Foto: Imagen: EC.
Imagen: EC.

La idea la lanzaba esta semana el cofundador de Wikipedia Larry Sanger. Este filósofo y figura de los inicios de internet llamaba a una huelga de redes sociales a nivel mundial para recuperar el control y defender nuestra privacidad presionando a los creadores de estos espacios. El objetivo era que durante los días 4 y 5 de julio nadie utilizase estas plataformas y solo las abriese para dejar mensajes bajo el ‘hashtag’ #SocialMediaStrike. La iniciativa llegó a los medios, pero no pasó de ahí. Pero, ¿qué ocurriría si en vez de una huelga total durante dos días, nos limitáramos el uso de estas 'apps' a unos pocos minutos diarios durante todo el año? ¿De verdad estamos preparados para hacer frente a Mark Zuckerberg y compañía o estamos demasiado enganchados?

Desde Teknautas hemos realizado un pequeño experimento para comprobar cómo de sencillo o complicado puede llegar a ser desconectar, aunque sea un poco, de plataformas como WhatsApp, Twitter, Instagram o Facebook sin cambiar de forma radicalmente nuestra vida ni querer dar un giro de 180 grados a nuestro día a día. Todos sabemos que dejar algo de forma radical es difícil, pero quizá el camino está en disminiuir la cantidad.

Foto:  Opinión

Durante algo más de dos días solo hemos gastado en estos sitios 15 minutos cada 24 horas (incluyendo vida personal y profesional y sumando dispositivos fuera del móvil como ordenadores y 'tablets'). Un periodo corto pero suficiente para darse cuenta de que, vale, esos 900 segundo son un tiempo escaso, pero sí, estas limitaciones sirven mucho más de lo que imaginamos para ayudar a un uso responsable de estos espacios, y cuesta muy poco aprender a convivir con ellas, a pesar de las notificaciones y los tiempos muertos.

Primer día: adaptarse al límite

Las 00:00 del 4 de julio llegan con una sensación diferente. El viento frío sopla fuerte en Madrid y la calle duerme como hace días que no puede, esperando que el respiro no termine, al menos, hasta la abrasadora mañana siguiente. Pero antes de disfrutar realmente de este repentino maná tras la ola de calor hay deberes que hacer. Es hora de pedir a mi móvil que, como el amigo del fumador que lo está dejando, me eche la bronca cada vez que me pase usando alguna red social más de lo prometido.

Hay muchas 'apps' que podrían servir para el experimento, pero he decidido usar la que lleva el propio iPhone incorporada de serie. Apple incluyó en iOS 12 una herramienta propia que justamente (siguiendo el discurso de su CEO, Tim Cook) iba dirigida a un uso más responsable del móvil y concretamente a restringir, a todo el que lo pidiese, el uso de las aplicaciones que el dueño del móvil eligiese. Se trata de un programa bastante completo de medición y control de la adicción al móvil que se ganó los aplausos al ser anunciado, que fue olvidado unos meses después y que ahora voy a poner a trabajar. Tranquilo, si tienes Android tú también tienes opciones aquí para realizar acciones similares.

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Ajustes > Tiempo de Uso y ‘voilá’ ahí tenemos todas nuestras ‘apps’, y podemos limitar las que queramos. Los programas que vamos a censurar están en la parte superior de la lista como los más usados, pero algo me llama especialmente la atención: solo con Twitter y WhatsApp me paso, de media, de los 15 minutos diarios de uso, y en el segundo caso es por muy poco. El tiempo que gasto en Instagram y Facebook, los otros dos objetivos del estudio, está muy por debajo de ese límite.

¿Sobredimensionamos la utilización de estas plataformas o es solo algo puntual? Bueno, vamos a ver qué pasa con el radar puesto.

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El símil del radar de tráfico viene al pelo porque las siguientes horas me las paso como el conductor que conduce por una vía secundaria y que acaba de ver la señal que indica que en los próximos 14 kilómetros puede cruzarse con una de estas cámaras listas para cazarle. Abro el móvil con cuidado, no paso del minuto usando cualquiera de estas redes y cierro corriendo cada vez que me veo consultándolas. ¿Hasta dónde me llegarán los 15 minutos? Ese pensamiento corre por mi cabeza durante horas y marca toda mi utilización del teléfono.

La pesadez de las notificaciones

Por suerte todo se va pasando con el transcurso del día. Sin duda, las 8 horas de trabajo ayudan a digerir sin demasiado problema el trago de la restricción. Me obligo a no consultar ninguna red en el ordenador y busco lo que necesito a través de otras vías. Está claro que lo de sustituir la vertiente informativa de las redes por periódicos, medios o incluso foros es lo más sencillo de este ‘adiós’ a las redes (y quizá lo más recomendable del experimento) pues a través de estas otras webs se pueden seguir las últimas noticias e incluso los eventos que ocurren en directo. ¿Lo más complicado? Lidiar con WhatsApp, sus grupos y sus notificaciones.

Para intentar no cambiar demasiadas cosas de mi día a día solo había puesto el límite en el uso de las ‘apps’. Pero si hay algo peor que el uso intensivo de estas, son las notificaciones. Con experimentos como este es fácil darse cuenta de hasta qué nivel el problema no es tanto el tiempo que pasas usando un servicio como la incapacidad para desconectar dos segundos de él. Grupos, chats individuales, las decenas de imágenes reenviadas que pasa tu familia.

La novedad continua te obliga a pasar las 24 horas conectado al servicio de mensajería y no hay otra forma de evitar esto que eliminando las alertas y solo acudiendo al sitio cuando desbloquees el móvil y querramos verlo especialmente. De no ser así, aunque en cierta manera estemos usando menos las redes, la realidad es que es una sensación superficial pues sigues dependiendo de ellas en todo momento.

placeholder Estadísticas de mis notificaciones a nivel semanal
Estadísticas de mis notificaciones a nivel semanal

Vistas las sensaciones, vamos a los datos: acabo el jueves por debajo del límite en todas las ‘apps’: En WhatsApp me quedo en 10 minutos, en Instagram en 4, en Twitter en 10 y en Facebook en 7. Solo subo por encima de la media en esta última ‘app’. En el contador general veo que he rebajado el uso del móvil 40 minutos con respecto a la media y 20 minutos respecto al día anterior; el resultado final es de 3 horas y 9 minutos de tiempo de uso.

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Segundo día: la necesidad de acostumbrarse

Ganado el rodaje del jueves, el viernes se presenta prometedor. He conseguido dejar los límites lejos y tampoco es que sienta vértigo por estar perdiéndome algo o por estar poco conectado a mi familia y amigos. Es más, el descanso se agradece. Uno siempre se siente bien tras ver que puede dejar algo cuando quiere, pero no todo es tan sencillo.

Si por algo enganchan las redes es porque todo cambia y evoluciona constantemente. No pasas horas mirando mensajes, fotos o vídeos simplemente porque te guste alguien o algo, ni tampoco participas en debates públicos o privados porque te vaya la vida en ello, sino porque es algo que nunca para y de lo que siempre quieres estar al tanto. Ser partícipe de esa evolución, no perder la eterna comba. Y tras un día de semi desconexión, esto empieza a pasar algo de factura.

Si por algo enganchan las redes es porque todo cambia y evoluciona constantemente

Después de acostumbrar la marcha a los 15 minutos, intento ajustar aún más mis tiempos, aprovechar al máximo el crédito en forma de segundos y ver hasta qué punto son suficientes. El problema es que cuanto más tienes, más quieres. Una vez pierdes el sentido del límite del tiempo es fácil acabar gastándolo sin miramientos.

Por suerte e incluso contra mis propias impresiones, los 15 minutos por red se hacen largos y consigo llegar al final del día con margen. Eso sí, me doy cuenta que lo peor de todo, lo que marca la mayoría de mis visitas a las redes sociales durante un día son los tiempos muertos. Ahí es donde aparecen los problemas para pasarse del tiempo.

El problema de los tiempos muertos

Durante la mayor parte del viernes la cosa corre como el día anterior. El trabajo se acumula y no da tiempo si quiera a mirar el móvil. Incluso el tiempo de viaje entre el trabajo y mi casa (un punto importante es que voy en coche) hacen que las redes pasen a un segundo o tercer plano. Pero el problema viene por la noche.

Es en las últimas horas del día, en los momentos de descanso, cuando más acudo a estos entretenimientos y empiezo tanto a ver qué ocurre en el mundo como a chatear con amigos y conocidos. Pero bueno, incluso en esta coyuntura consigo resistir tras ver los avisos del programa a los 10 minutos. La alerta salta en forma de notficación, avisándote de que te quedan solo 5 minutos para usar esta 'app' hoy y podría parecer una tonteria, pero incluso eso me resulta útil para no perder el control.

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Los resultados vuelven a ser buenos al final del día: WhatsApp se queda en los 9 minutos, Twitter en 10, Instagram en 2 y Facebook en 13. Reduzco también el uso a nivel general y pasa de las 3 horas y 9 minutos del jueves a las 2 y 39. Un cambio que me sorprende gratamente y que, sinceramente, no esperaba tras el paso de las horas.

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Esto no te cambia la vida (y eso es bueno)

Tras el análisis queda ver si esto de los límites y las restricciones son algo pasajero, solo para experimentos e ideas peregrinas o si de verdad pueden funcionar y mejorar tu vida. Comprobar si realmente es una forma de, como pedía Larry Sanger, recuperar algo de control sobre nuestro uso de internet.

Lo cierto es que, aunque ha sido un periodo muy corto de tiempo e insuficiente para encontrar puntos más profundos, lo realizado vale para observar que estos límites son una gran idea para darnos cuenta de hasta qué punto entregamos nuestro tiempo a estas plataformas, o no. Es obvio que dedicamos el tiempo que nos da la gana a estos espacios, pero a veces sobredimensionamos su impacto en nuestra vida. Como es mi caso, estos límites pueden servir para ver que en realidad dedicas muy poco porcentaje de tu día a estas plataformas y que quizá es hora de restarles importancia y verlas de otra forma.

placeholder Tiempo de uso en la última semana
Tiempo de uso en la última semana

Estamos acostumbrados a ver Facebook o Twitter como lugares clave de nuestro mundo, parte esencial de nuestro día a día, pero ¿y si no lo es tanto? No hay estudios que hablen de cómo podría llegar a impactar a conglomerados como Facebook que en vez de usar sus redes durante varias horas al día solo dedicásemos minutos o que nos diesemos cuenta de que en realidad le dedicamos muy poco tiempo y que no son realmente influyentes en nuestro mundo.

Es imposible saber si esto podría empujar a estas plataformas a cambiar alguno de sus puntos más polémicos para recuperar nuestra atención. Pero por sus modelos de negocio, basados en publicidad y comercio de datos e información, una disminución continuada del consumo seguramente sería un grave problema para su sustentabilidad.

Es muy posible que estas herramientas de control del uso de nuestros móviles no consigan con sus avisos que bajes esos niveles de consumo en un solo día. Pero estos mensajes valen para darse cuenta de lo que estás haciendo. Como ese velocímetro del coche que te dice, en todo momento, a qué velocidad vas para que tú decidas si todo está bien, o no.

La idea la lanzaba esta semana el cofundador de Wikipedia Larry Sanger. Este filósofo y figura de los inicios de internet llamaba a una huelga de redes sociales a nivel mundial para recuperar el control y defender nuestra privacidad presionando a los creadores de estos espacios. El objetivo era que durante los días 4 y 5 de julio nadie utilizase estas plataformas y solo las abriese para dejar mensajes bajo el ‘hashtag’ #SocialMediaStrike. La iniciativa llegó a los medios, pero no pasó de ahí. Pero, ¿qué ocurriría si en vez de una huelga total durante dos días, nos limitáramos el uso de estas 'apps' a unos pocos minutos diarios durante todo el año? ¿De verdad estamos preparados para hacer frente a Mark Zuckerberg y compañía o estamos demasiado enganchados?

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