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El mejor invento español desde la fregona: cabinas para echar la siesta en el trabajo
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LO HEMOS PROBADO en el mwc

El mejor invento español desde la fregona: cabinas para echar la siesta en el trabajo

Un barcelonés crea Napbox, un habitáculo prefabricado y lleno de tecnología que se puede alquilar por horas para descansar durante la comida, en un aeropuerto o en la universidad

Foto: Interior de la Napbox. (M. MC.)
Interior de la Napbox. (M. MC.)

La nómina española de creaciones de fama planetaria es rica. Rica y ecléctica. En el orgullo patrio están grabados a fuego ingenios como el submarino, el chupa chups, el futbolín, la jeringuilla desechable o el autogiro. Mención honorifica para la fregona. Todos ellos son inventos más españoles que la letra para el himno compuesta por Marta Sánchez. ¿Y qué hay más español que echarse una siestecita después de comer? Poco más, la verdad. Pues la bendita costumbre de la cabezadita ha inspirado uno de los mejores ingenios que se han visto estos días en el marco del Mobile World Congress.

Foto: El Seat Leon Cristobal es toda una demostración tecnológica. (M. Mcloughlin)

Se llama Napbox. Básicamente es un módulo prefabricado donde descansar. Incluye una cámara, una tele, una mesilla de noche... Todo lo necesario para dormir un rato o simplemente tumbarse a relajarse en un ambiente tranquilo. ¿De dónde surge la idea? "Esto me vino a la cabeza hace dos años cuando estuve en el módulo de deportación de un aeropuerto en Bielorrusia", cuenta Adriano de Jódar, el hombre detrás de este proyecto.

Todo empezó en Bielorrusia

placeholder Exterior de la Napbox. (M. MC.)
Exterior de la Napbox. (M. MC.)

Viajaba allí con su mujer, natural de aquel país, y sus hijos. Antes de montar al avión se dejó la mochila, con los pasaportes. "Mi esposa y los niños, como tienen la nacionalidad, consiguieron pasar. A mí me metieron a una caja de zapatos".

Era una habitación angosta. Pequeña. Allí tuvo que pasar el tiempo hasta que un amigo suyo consiguió hacerle llegar la documentación —"vía vuelo Kiev"— y pudo así recuperar la normalidad. "Decidí que quería sacarlo adelante. Y me centré en eso desde entonces", recuerda este barcelonés de 32 años, que dejó su trabajo como bróker en el sector de los petroleros.

Por un despiste, acabó en un módulo de deportación minúsculo y ahí surgió la idea

"No ha sido fácil encontrar quien monte todo esto. Tanto en el diseño como en la tecnología", explica De Jódar en los pasillos del 4YFN (Four Years From Now), el hermano pequeño del MWC, que se celebra en la Fira de Montjuic y que está dedicado a las 'startups'.

Los módulos que ha ideado pueden ser para una persona o para dos, "en formato litera". En Teknautas hemos podido probar uno de ellos (el individual) y solo puedo desear con todas mis fuerzas que alguien que lea este artículo monte uno en las inmediaciones de la redacción. Quién no pagaría con mucho gusto uno de esos lunes infernales tres euros a la hora de comer por echarse una siesta de 20 minutos largos. Y 10 euros para la hora completa, también.

Un 'check in' en cuestión de segundos

placeholder Interior de la Napbox. (M. MC.)
Interior de la Napbox. (M. MC.)

El 'check in' en la Napbox es extremadamente sencillo. En una pantalla exterior te registras con una tarjeta de crédito y escaneando tu DNI. En apenas minutos ya puedes acceder al interior. Cuando accedes dentro, el nombre de la cabina pasa de color verde a color rojo. Un sistema cambia automáticamente la sábana, sin que tú hagas nada. Todo se controla a través de una pequeña pantalla situada junto al cabecero de la cama. Ahí puedes comunicarte con el exterior, subir y bajar la persiana, la ventilación... La domótica nunca me había generado tantas expectativas.

El modelo que hay en la feria tiene una rejilla de ventilación para que se disipe el calor de la pantalla publicitaria que hay en el exterior de la puerta. "Este modelo concreto está pensando para aeropuertos o estaciones de tren, para rentabilizar más su inversión", cuenta.

A pesar de eso, el ruido que se percibe en su interior, con la persiana y la puerta bajada, es mínimo. Y eso que el alboroto fuera (la cabina está colocada cerca de la zona de 'food trucks' del 4YFN) es considerable.

Una cama de dos metros

El espacio es suficiente para que una persona se mueva con soltura. La cápsula individual mide 2,50 metros de largo por 1,60 de ancho y 2,50 de altura. En el caso de la doble, la altura llegaría hasta los tres metros. Las camas son siempre de dos metros de largo por 60 centímetros de ancho. No va a sustituir a tu adorado colchón, pero, oye, en una escala de varias horas prefiero dormirme ahí que destrozarme la espalda en una silla de aeropuerto.

placeholder Cuenta con una mesa por si quieres trabajar. (M. MC.)
Cuenta con una mesa por si quieres trabajar. (M. MC.)

Lo tiene todo pensando. Al salir y hacer el 'check out', la cabina avisa automáticamente al servicio de limpieza. "Así no tienen que estar constantemente aquí controlando quién entra y quién sale y pueden optimizar el tiempo en otras áreas". En muchas cosas, funciona como un hotel.

"Cuando accedes al servicio, aceptas una serie de condiciones. Por ejemplo, si rompes algo por una razón que no sea el desgaste por el uso, tendrás que pagar una multa, que te cargaremos en la tarjeta".

placeholder Interior de la Napbox. (M. MC.)
Interior de la Napbox. (M. MC.)

También hay sensores en varios puntos. En la puerta, por ejemplo, para evitar que alguien la deje medio abierta para volverse a colar tras cerrar su 'sesión'. También hay medidores sensibles a la presión y al movimiento repartidos por la cama, por ejemplo, que detectarían si en vez de una persona los huéspedes son una pareja a la que le ha entrado el calentón en cualquiera de estos sitios.

A 15 céntimos el minuto

placeholder 'Render' exterior de la cabina. (Napbox)
'Render' exterior de la cabina. (Napbox)

"¿Cuánto costaría? Al final calcula que, en un aeropuerto, serán como nueve euros la hora, a 15 céntimos al minuto", aclara. "Las tarifas hay que regularlas en el tiempo. Depende mucho de cada caso y cada uso, pero la idea es que a más tiempo, menor coste por minuto".

"Instalarlas cuesta entre 9.000 y 12.000 euros", cuenta De Jódar. En un par de horas se acomete la instalación. ¿El modelo de negocio? "El 'renting'. Los gastos de producción se cubren al 50% y los beneficios se reparten un 60% para el que explota la instalación y el otro 40% para Napbox", añade. No ha buscado inversores. Todo lo "ha montado con sus propios recursos".

Crear cada cápsula cuesta entre 9.000 y 12.000 euros, dependiendo de acabados y materiales

"En las próximas semanas vamos a instalar Napbox en un 'coworking' de Barcelona y hemos llegado a acuerdos con otros de Madrid", explica el empresario, que también está en conversaciones para instalarlos en los aeropuertos de México DF y Dubái, así como para Google Campus en Londres, entre otros sitios. "Esta feria ha sido increíble. Hemos recibido peticiones y consultas de todo tipo. Nos ha preguntado bastante gente para instalarlos en grandes oficinas y en espacios compartidos". No pierdas la esperanza. Quién sabe si dentro de poco tú también podrás echarte una siesta a la hora de la comida en la oficina.

La nómina española de creaciones de fama planetaria es rica. Rica y ecléctica. En el orgullo patrio están grabados a fuego ingenios como el submarino, el chupa chups, el futbolín, la jeringuilla desechable o el autogiro. Mención honorifica para la fregona. Todos ellos son inventos más españoles que la letra para el himno compuesta por Marta Sánchez. ¿Y qué hay más español que echarse una siestecita después de comer? Poco más, la verdad. Pues la bendita costumbre de la cabezadita ha inspirado uno de los mejores ingenios que se han visto estos días en el marco del Mobile World Congress.

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