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La 'casa-comuna' de jóvenes millonarios que se han forrado gracias al Bitcoin
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UN CASTILLO PARA MILLONARIOS PREMATUROS

La 'casa-comuna' de jóvenes millonarios que se han forrado gracias al Bitcoin

Son veinteañeros, inversores y habitantes de Crypto Castle, una casa en un barrio residencial de San Francisco que se ha convertido en una fábrica de millonarios ‘millennials’.

Foto: Buterin o Tony Lane, dos de los habituales de esta comuna. (Carmén Castellón)
Buterin o Tony Lane, dos de los habituales de esta comuna. (Carmén Castellón)

El sueño americano tiene un nuevo producto que vender para que la esperanza en la tierra de las oportunidades se mantenga. A simple vista, su sede es una casa de tres pisos más del barrio residencial Potrero Hill, al este de San Francisco. Sin embargo, nada más cruzar la puerta de entrada, se nota que no es una vivienda común.

En el recibidor, un montón de revistas sobre monedas virtuales se apilan en una caja con el mensaje de “lectura obligatoria”, mientras que en la cocina, la nevera no suma imanes de los últimos viajes de la familia, sino pegatinas con nombres que hasta 2009, fecha de nacimiento de la primera moneda virtual, Bitcoin, ni existían. No cabe duda: es una residencia de amantes de las criptomonedas. Aunque no es solo eso. En los últimos años, se ha convertido en una fábrica de jóvenes millonarios.

Foto: Granja de ordenadores para minar bitcoins. (Foto: Marko Ahtisaari/Flickr)

'Crypto Castle': sus peculiares moradores

“Más de media docena de los habitantes que han pasado por aquí se han convertido en ricos gracias a la inversión en criptomonedas o en nuevas empresas”, asegura a Teknautas Jeremy Gardner, gerente y habitante de la residencia Crypto Castle, como la han bautizado sus moradores.

Teniendo en cuenta que desde su fundación en 2014 han pasado por la casa algo menos de veinte personas, la probabilidad de éxito entre las paredes de esta comuna moderna no está nada mal.

placeholder  La entrada a la casa situada en un barrio residencial de San Francisco, a media hora en coche de Silicon Valley (Twitter)
La entrada a la casa situada en un barrio residencial de San Francisco, a media hora en coche de Silicon Valley (Twitter)

Las criptomonedas han vivido un torbellino de sucesos en los últimos meses. La fragmentación de Bitcoin, la más popular, ha hecho que su cotización suba como la espuma hasta máximos históricos, por encima de los 6.500 dólares en el momento de escribir estas líneas. Para algunos, las divisas virtuales viven en una burbuja que está a punto de estallar. Mientras llega ese momento, los moradores de ‘Crypto Castle’ han sabido aprovechar sus buenos resultados.

De sede de una ‘startup’ a formar millonarios

Él mismo Gardner, con 25 años, ha visto cómo sus dividendos crecían entre esas cuatro paredes. En 2015, junto al resto del equipo de Augur, una ‘startup’ de predicciones para mercados virtuales, buscaba un lugar que les sirviera al mismo tiempo de residencia y oficina. “Yo vivía en un pequeño apartamento con los otros cofundadores de Augur, que llamamos el sótano de Bitcoin. Mi esperanza era encontrar una casa que pudiera servirnos como un centro de reuniones informales”, explica Gardner, hoy fuera de la compañía.

El proyecto logró recaudar más de 5 millones de dólares en una campaña de ‘crowdfunding’. Con ellos, lo primero que Gardner hizo fue pagar los 20.000 dólares (17.177 euros) de depósito de alquiler de este chalé que en un primer momento acogió la sede de Augur.

A partir de ahí, el ‘castillo’ se convirtió de un “espacio de creación de ideas para desarrolladores de ‘blockchain’, empresarios y cualquier persona que busque cambiar el mundo”. Con ese último propósito llegó el ‘hacker’ George Hotz, conocido por ser la primera persona que, con solo 17 años, consiguió liberar un iPhone y poco después una PlayStation. Hotz ocupó un pequeño habitáculo de la planta baja para minimizar costes y utilizó el garaje para desarrollar sus nuevos proyectos. Allí nacieron Comma.ai y los primeros prototipos de coches autónomos con los que hoy, con 28 años, pretende competir con Elon Musk.

Su estancia allí no solo le sirvió para dar vida a sus ideas. También conoció a Viviane Ford, hoy directora de operaciones de Comma.ai, que vio cómo sus ahorros aumentaban significativamente, gracias a sus inversiones en Bitcoin, poco después de mudarse a la casa.

Otra de las primeras mujeres del Crypto Castle fue la empresaria de 26 años Toni Lane Casserly, cofundadora de CoinTelegraph, uno de los mayores medios especializados en criptomonedas. Conocida como la Juana de Arco del Blockchain por su personalidad reivindicativa, se mudó a la casa poco después de su inauguración y durante algún tiempo fue la única mujer.

Entonces su objetivo era ayudar a Augur con el ‘marketing’, a la vez que dirigía CoinTelegraph con el firme propósito de acercar al público el Bitcoin. Sin embargo, su perfil polifacético va mucho más allá. En su web se define como artista, cantante, poeta y modelo. Su último proyecto para cambiar el mundo es The Divi Project, un intento de acercar las criptomonedas al público general y propiciar su adopción masiva.

No todo es tiempo para el trabajo

Aunque los habitantes de Crypto Castle pasan muchas horas frente a sus ordenadores, como en toda residencia también hay momentos para el ocio. “Un día en Crypto Castle puede ser una locura o puede ser tranquilo. Por ejemplo, si hay ‘startups’ trabajando en la casa, a menudo es de locos. Cuando solo se convive, es más calmado. Aunque siempre hay conversaciones fascinantes”, cuenta Gardner. Incluso hay espacio para el deporte o compartir inquietudes como el aprendizaje de idiomas.

La casa cuenta con capacidad para ocho personas; sin embargo, en la actualidad residen solo 4 habitantes. Gardner no quiere desvelar cuánto pagan por el alquiler, así que se limita a decir que “es mucho más barato que casi cualquier otro lugar en San Francisco”. Y lo cierto es que si se tiene en cuenta la gran rentabilidad que obtienen sus moradores, parece un negocio redondo.

Como buena muestra de la filosofía comunitaria de estas divisas, las puertas de este ‘castillo’ siempre están abiertas. “Tenemos muchos invitados”, asegura Gardner. Una de sus noches favoritas fue cuando de forma espontánea se montó una fiesta donde el joven de 23 años fundador de Ethereum, Vitalik Buterin, y el creador de BitTorrent, Bram Cohen (de 45), mantuvieron una entretenida charla. Para él, muchas de las decisiones que se toman en estos sectores tan innovadores surgen de conversaciones casuales como aquella.

placeholder Vitalik Buterin, durante un evento de Techcrunch (Techcrunch)
Vitalik Buterin, durante un evento de Techcrunch (Techcrunch)

Sin duda, es un punto de referencia para los amantes de las criptomonedas, pero también para todos aquellos que no tienen ni idea de lo que se trata y sienten curiosidad por ellas. El único requisito para unirse: “Debes estar dispuesto a aprender sobre la tecnología ‘blockchain’ y participar en discusiones al respecto”, asegura Gardner.

Una residencia sin grandes lujos

Aunque en Crypto Castle las transacciones sin intermediarios están a la orden del día y las conversaciones tienen más números que las típicas entre ‘millennials’, lo cierto es que en la casa no se diferencia de las que la rodean en el barrio de clase media-alta de Potrero Hill.

Foto: Vitalik Buterin, durante un evento de Techcrunch (Techcrunch)

Con la fachada de color azul y blanco, la residencia se distribuye en tres pisos. En la planta baja se encuentra el “espacio de vida y trabajo”, como lo describe Gardner. Allí, además de varias salas para el día a día, también hay dos dormitorios. Subiendo por las escaleras, el primer piso queda consagrado al descanso. En él se encuentran todas las habitaciones, la mayoría con literas para recibir a las visitas.

El último piso es el favorito de muchos. Además de estar el salón principal, el comedor y la cocina, hay un balcón con vistas a la bahía de San Francisco y al espectacular ‘skyline’ de la ciudad. Este es el lugar perfecto para las fiestas que, al contrario de lo que se pueda pensar, tampoco son tantas y mucho menos entre semana. En Crypto Castle los horarios de descanso son estrictos; al día siguiente se trabaja y hay que rendir. Eso sí, como en toda residencia juvenil, tampoco faltan alguna cama sin hacer y las latas de cerveza tiradas en un rincón de la cocina.

placeholder Las espectaculares vistas nocturnas desde su azotea (Jeremy Gardner)
Las espectaculares vistas nocturnas desde su azotea (Jeremy Gardner)

Sobre el futuro de Crypto Castle, Gardner lo tiene claro: “Seguir inspirando espacios similares y ser dueño de la casa algún día, aunque no tengo prisa por comprarla”. Según sus propias estimaciones, su precio rondaría los tres millones de dólares. Aunque seguro que lo conseguirá porque, en lo que se refiere a finanzas, parece que nada se les resiste a los jóvenes de este peculiar ‘castillo’.

El sueño americano tiene un nuevo producto que vender para que la esperanza en la tierra de las oportunidades se mantenga. A simple vista, su sede es una casa de tres pisos más del barrio residencial Potrero Hill, al este de San Francisco. Sin embargo, nada más cruzar la puerta de entrada, se nota que no es una vivienda común.

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