De Intel a Nvidia: la pelea de los fabricantes de chips por el cerebro del coche autónomo
Los gigantes de la electrónica han irrumpido en el sector de la automoción: trabajan para crear el cerebro perfecto para los vehículos inteligentes
En el 2021 el mercado de los chips para coches autónomos moverá del orden de 1.500 millones de euros, según augura la firma de análisis y datos financieros IHS Markit. Ese mismo año acaba el plazo fijado por la mayoría de marcas (Renault-Nissan, Ford, BMW…) para lanzar sus modelos de vehículo sin conductor. “En automoción los periodos de desarrollo son de diez años, así que ahora mismo se están desarrollando los coches del futuro”, explica a Teknautas David Fidalgo, un asturiano afincado en Reino Unido que lleva años trabajando como asesor en el sector de los vehículos eléctricos y conectados.
En la industria automovilística llevan décadas perfeccionando el esqueleto de los coches y sus entrañas tecnológicas. Sin embargo, llevan poco tiempo buscando el complejo cerebro artificial que los convierta en máquinas inteligentes. Aquí entran en juego los fabricantes de circuitos integrados, que no quieren quedarse atrás: todos se esfuerzan por crear ese órgano perfecto aunque, previsiblemente, no todos conseguirán los mismos resultados ni beneficios.
"Los procesadores destinados a la conducción autónoma deben realizar millones de operaciones en paralelo para registrar y gestionar toda la información proveniente del entorno, de los sensores", indica Fernando García, investigador del Laboratorio de Sistemas Inteligentes de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M). Los futuros vehículos sin conductor necesitarán unidades electrónicas de control —el ordenador que dirige su funcionamiento— más potentes que las actuales, capaces de gestionar esta ingente cantidad de datos.
Los tradicionales fabricantes de chips para automóviles, como Renesas Electronics, Infineon Technology, Freescale Semiconductor y los asiáticos Denso, trabajan para estar a la altura, pero los sistemas se parecen cada vez más a los de un ordenador o un móvil. Por eso Intel, Qualcomm y Nvidia, normalmente centrados en la electrónica de consumo, han entrado en el juego.
En busca de la receta perfecta
Como ocurre en el cerebro humano, el órgano artificial que regirá un verdadero coche autónomo deberá integrar diferentes partes interconectadas, aunque con funciones distintas. En líneas generales, las tecnologías que debe incorporar se encuadran en alguno de estos tres ámbitos: el procesamiento de los datos obtenidos del entorno (registrados por los sensores y cámaras), la interacción con los viajeros y el intercambio de información con la ‘nube’.
En el caso de los chips que reciben la información del exterior, "deben tener una gran memoria y un buen procesador gráfico", advierte Fidalgo. En este campo ha irrumpido Nvidia, una firma experta en videojuegos que ha presentado recientemente su procesador Parker, basado en arquitectura ARM, que servirá de cerebro a su sistema para coches autónomos Drive PX 2.
La empresa NXP Semiconductors también se abre paso en este terreno. Engullida por Qualcomm en octubre, complementa ahora los proyectos del gigante estadounidense —el rey en el sector de la telefonía móvil— que incluyen procesadores Snapdragon para la automoción y soluciones de conectividad para los vehículos, un área donde son líderes.
Pero frente al arrojo de los primerizos, Freescale Semiconductor, una de las veteranas, cuenta con años de experiencia. "Lleva fabricando chips desde hace mucho", indica Fidalgo. Claro que la antigüedad no es sinónimo de éxito. Ahora, los fabricantes clásicos "tienen que trabajar para recuperar el terreno perdido, porque otros han entrado en el mercado con fuerza", considera García.
Para Fidalgo, tanto los teutones como Nvidia llevan las de ganar, pero especialmente esta última. "Tiene más capacidad por el bagaje de la compañía, crean buenos procesadores y además tiene experiencia en el mundo de las telecomunicaciones", argumenta.
Además de haber sido el último en incorporarse (se inició en el sector de los coches sin conductor en 2012), Intel no cuenta con la misma experiencia en cuanto a procesamiento de imagen, por lo que podría considerarse el rival más débil. Sin embargo, la empresa no quiere que le pase lo mismo que en la industria de la telefonía móvil: ha creado una división dedicada a la conducción autónoma y anunciado que sus nuevos chips A3900 para vehículos, un nuevo miembro de su línea de procesadores Atom, estarán listos a principios del año que viene.
El que idee la solución más segura podría ser el más elegido; ahorrará tiempo y dinero y evitará quejas de los consumidores
Los sistemas no solo tienen que cumplir con duros estándares de fiabilidad (cualquier fallo podría poner en peligro la vida de los pasajeros), sino también estar protegidos contra posibles ciberataques. La seguridad, según Fidalgo, es otro punto fundamental que marca el camino al éxito. "El que idee la solución más segura podría ser el más elegido; ahorrará tiempo y dinero y evitará quejas de los consumidores", justifica.
Un premio compartido
La mayoría de expertos coinciden en que no habrá un solo ganador, sino una combinación vencedora. Para Akhilesh Kona, analista de IHS Markit especializado en tecnología para los vehículos, lo más probable es que el cerebro del coche autónomo esté formado por un procesador como los de Nvidia (donde se ejecuten los sistemas de visión artificial y algoritmos de ‘deep learning’) y un chip de alguno de los fabricantes tradicionales, como NXP.
También están de acuerdo en señalar que el sector está aún muy verde para hacer pronósticos con exactitud. Ahora, cuando la mayoría de proyectos se encuentran en fase de investigación, "la mayor parte del ‘hardware’ que se emplea es generalista, como el de Intel, Qualcomm y Nvidia, por ser más accesible", detalla el científico de la UC3M. Aunque el 2017 traerá consigo nuevas pistas, aún habrá que esperar para conocer el resultado de la batalla.
En el 2021 el mercado de los chips para coches autónomos moverá del orden de 1.500 millones de euros, según augura la firma de análisis y datos financieros IHS Markit. Ese mismo año acaba el plazo fijado por la mayoría de marcas (Renault-Nissan, Ford, BMW…) para lanzar sus modelos de vehículo sin conductor. “En automoción los periodos de desarrollo son de diez años, así que ahora mismo se están desarrollando los coches del futuro”, explica a Teknautas David Fidalgo, un asturiano afincado en Reino Unido que lleva años trabajando como asesor en el sector de los vehículos eléctricos y conectados.