El plan de EEUU para reconvertir el bombardero B-52 en un avión arsenal
Desde que se inventaron las armas arrojadizas, y después las de fuego, los soldados se han tenido que enfrentar con el mismo problema: demasiados enemigos para tan poca munición
Desde que se inventaron las armas arrojadizas, y después las de fuego, los soldados se han tenido que enfrentar con el mismo problema: demasiados enemigos, muy pocas balas. En efecto, si el suministro de munición es limitado (flechas, piedras para catapulta, virotes de ballesta, balas de mosquete o de cañón, da igual), hay una forma segura de obtener la victoria que consiste simplemente en presentar al enemigo un número de blancos tal que desborde sus cargadores y lo deje inerme, sin nada que disparar: una técnica cara en sangre, pero efectiva.
La versión más reciente de este dilema se le presenta a la fuerza aérea estadounidense (USAF), que se enfrenta a potenciales enemigos tecnológicamente inferiores pero muy superiores en número. Y lo hace además con aviones que tienen limitada la munición que pueden acarrear. Para resolver este riesgo de desbordamiento de sus líneas defensivas, la USAF ha puesto en marcha un programa para crear un nuevo tipo de avión de combate: el avión arsenal. Un concepto que puede terminar poniendo a veteranos cazas como el F-15, bombarderos como el B-1 Lancer o incluso al venerable B-52 Stratofortress en misiones de superioridad aérea o soporte cercano a las tropas de tierra.
Y la clave está en las comunicaciones: concretamente, en el sistema de intercambio de datos Link 16 (enlace 16).
Los misiles cantan ante el radar enemigo
El problema es sencillo: los nuevos aviones del arsenal aéreo estadounidense solo pueden alcanzar sus potenciales máximos de sigilo frente al radar si llevan muy poca munición. Colgar bombas y misiles de las alas de los aviones es una técnica muy útil que estos aparatos pueden llevar a cabo sin problemas, pero estas cargas externas se comportan como reflectores de ondas de radio: los aviones con armamento externo se iluminan en una pantalla de radar como un árbol de Navidad. Para evitar este problema, aparatos como el F-22 Raptor o el F-35 Lightning II disponen de bodegas de armas cerradas que les permiten transportar misiles y bombas a cubierto de los radares enemigos. Lo malo es que solo caben un puñado.
El F-22 Raptor, encargado de obtener la superioridad aérea eliminando del cielo a los cazas enemigos y del cual solo se han construido 195 unidades (187 operativas), en configuración ‘limpia’ de combate aéreo solo lleva ocho misiles aire-aire en sus tres bodegas: seis AIM-120 AMRAAM de alcance medio y dos AIM-9M/X Sidewinder de corto alcance. Cuatro AMRAAM pueden ser reemplazados por dos 'racks' de bombas capaces de transportar dos bombas inteligentes JDAM medianas o bien ocho bombas de pequeño diámetro.
El F-35 Lightning II en sus diversos modelos está diseñado ante todo como avión de ataque con limitada capacidad de autodefensa, por lo cual en estas condiciones solo puede llevar dos misiles aire-aire. Los aviones rusos de la familia Su-27/35 y sus derivados chinos suelen llevar más de 10 misiles por aparato, y se espera que haya muchos más de ellos en el cielo. La situación empeora aún más si se consideran diseños más pequeños o más sigilosos como los J-10, J-20 y J-31 chinos.
Enfrentados a desequilibrios de fuerzas de entre cinco y 10 a uno, no importa que los Raptors tengan mayor potencia, un eco radar ultrarreducido y potentes radares de ataque que les permitan usar sus misiles a grandes y medias distancias: al final, e inexorablemente, se quedarían sin munición. Teniendo en cuenta que su papel en combate es abrir un hueco en las defensas enemigas y proteger a los multiplicadores de fuerzas (aviones de reportaje en vuelo y de control aéreo tipo AWACS), se trata de una situación intolerable.
Los F-35, por su parte, necesitarían ser escoltados por los Raptors en entornos con defensas aéreas creíbles, reduciendo sus números útiles. El resultado sería una derrota, sobre todo si el combate se lleva a cabo cerca de las bases enemigas y lejos de las propias: justo la situación de una potencial guerra con China o Rusia.
Unos llevan las bombas, otros buscan el blanco
Una de las posibles soluciones, en la que trabajan varias compañías estadounidenses, es construir misiles más pequeños para que el limitado espacio en las bodegas de los cazas les permita llevar más ejemplares. Pero hay otra solución que resulta posible gracias a los avances en la intercomunicación entre aviones, y es separar la función de acarrear las armas de la de localizar al enemigo y guiar misiles o bombas hasta donde está: el avión arsenal. Inspirado en una idea naval de los años noventa, el concepto es dotar de enormes reservas de munición utilizable a las fuerzas en combate.
Se trata de crear un avión con gran capacidad de transporte de armas de largo alcance que se quede retrasado con respecto a los aviones de combate pero esté en comunicación con ellos. No necesita ser sigiloso ni demasiado rápido, ya que no se aproximará a las posiciones del enemigo, pero sí disponer de gran capacidad de carga de bombas y misiles, y a ser posible de reabastecimiento en vuelo. Su misión es actuar como un gran polvorín aéreo que entregue a voluntad la munición que necesitan los aviones de combate, que la guiarán con sus avanzados radares.
Una posibilidad es complementar a los Raptors con una variante específica del F-15 diseñada para llevar decenas de misiles antiaéreos. El F-15 en sus últimas versiones es todavía un aparato formidable que bien podría esperar sobrevivir en una guerra futura siempre que no estuviese en primera línea, y su considerable capacidad de carga permitiría a los Raptors disponer de muchos más misiles, disparados además desde una localización inesperada. Las modificaciones necesarias serían mínimas: el aparato es una plataforma probada y las adaptaciones de comunicaciones para que el F-15 reciba datos del F-22 ya han sido incluidas en un ‘pod’ externo llamado TALON.
En otro tipo de entornos peor defendidos, por ejemplo tras las primeras fases de eliminación de defensas aéreas, o frente a enemigos sin capacidad de defensa aérea, el avión arsenal podría tomar otra forma muy inspirada en las acciones en Irak y Afganistán: la de un polvorín aéreo con munición de ataque al suelo de largo alcance y gran precisión. En las guerras recientes, aparatos como el B-1 Lancer y el B-52 Stratofortress han actuado como una especie de aviones de apoyo cercano (CAS), sobrevolando durante horas el campo de batalla para proporcionar a pedido bombas de precisión sobre blancos de oportunidad controlados desde el suelo. Con adaptaciones simples, este papel podría extenderse aún más, algo especialmente importante dadas las limitaciones de capacidad del F-35. La clave de nuevo son las comunicaciones entre los módulos de puntería de los aviones de ataque al suelo y de la infantería y los sistemas de los aviones.
Una modificación del viejo B-52
Es por eso que lo más probable es que el primer avión arsenal de la USAF acabe siendo una variante del ya casi vetusto B-52 Stratofortress, cuyos 58 ejemplares en activo están ya recibiendo un paquete de mejoras que incluye un dispensador rotativo de bombas para su bodega de armas y un nuevo sistema electrónico compatible con el Link 16 de los Raptors. Estos aparatos, que superan ya el medio siglo de antigüedad, disponen de la estructura sólida y de las contramedidas adecuadas para sobrevivir en este tipo de entornos de combate sin necesidad de grandes modificaciones.
Los B-1 Lancer, con 56.500 kilos de capacidad de armamento y velocidad supersónica, también están recibiendo este tipo de mejoras de comunicaciones para facilitar la integración de sus sistemas con los de los cazas más recientes. La fuerza aérea cuenta todavía con 62 ejemplares de este modelo. Ambos tipos pueden usar sistemas de localización y dirección de blancos como los 'pods' SNIPER; el B-52 puede llevar el LITENING que también llevan los F-15 E de ataque al suelo.
Estos nuevos sistemas electrónicos y de comunicaciones permitirían a estos B-52 y B-1 recibir los datos de puntería de los Raptors y otros aviones mucho más modernos, tanto para bombas inteligentes JDAM como para misiles aire-tierra como el AGM-158 JASMM o para misiles aire-aire de alcance intermedio como los AMRAAM; el dispensador rotatorio les permitirá llevar estas bombas y misiles en el interior del aparato, cuando antes estaban limitados a los puntos de anclaje externos. Y con su capacidad de acarrear munición, su enorme autonomía y la capacidad de repostaje en vuelo, estos aparatos pueden suponer una verdadera diferencia estratégica en muchas situaciones.
Con un coste muy ajustado, además. No es extraño que la USAF haya financiado en su último presupuesto el desarrollo de este nuevo tipo de avión de combate, sugiriendo además que se emplearía como base la célula del B-52. En poco tiempo, el avión arsenal puede ser ya un hecho.
Desde que se inventaron las armas arrojadizas, y después las de fuego, los soldados se han tenido que enfrentar con el mismo problema: demasiados enemigos, muy pocas balas. En efecto, si el suministro de munición es limitado (flechas, piedras para catapulta, virotes de ballesta, balas de mosquete o de cañón, da igual), hay una forma segura de obtener la victoria que consiste simplemente en presentar al enemigo un número de blancos tal que desborde sus cargadores y lo deje inerme, sin nada que disparar: una técnica cara en sangre, pero efectiva.