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Orión ha despegado: comienza la conquista de Marte
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éxito al segundo intento

Orión ha despegado: comienza la conquista de Marte

La NASA finalmente ha lanzado hoy su nueva nave, pensada para viajar más allá de donde ninguna persona ha logrado hasta ahora llegar jamás: Marte

Foto: Despegue de Orión
Despegue de Orión

Dicen que lo bueno se hace esperar y al final el lanzamiento de la Orión ha sido un éxito, después de que fuera pospuesto 24 horas. Hoy la suerte ha acompañado y todo ha ido sobre ruedas a la primera.

Este será el primer paso de un vehículo destinado a llegar donde ningún ser humano ha ido nunca: más allá de la órbita terrestre hacia la Luna e incluso hasta Marte. Así, este vehículo rescata el diseño de la Apolo que llevó al hombre hasta la Luna y lo actualiza para hacer frente a nuevos retos.

La nueva nave de la NASA, que en esta primera prueba viajará sin tripulación, completará casi dos vueltas a la Tierra antes de amerizar. La duración de la misión será de unas cuatro horas y media. Un primer paso, pequeño pero importante, para que algún día el ser humano pise Marte.

Durante esta primera misión, la Orión se alejará 5.800 km de la superficie terrestre, mucho más allá de la Estación Espacial Internacional, que está a 420 km. Su recorrido será de casi 100.000 km, y finalmente será recuperada en el océano Pacífico.

Durante el jueves, numerosos contratiempos, desde un barco invasor al viento extremo, obligaron a la NASA a posponer el evento al viernes. Y es que los incidentes fueron continuos de principio a fin. Primero, un barco entró en la zona de exclusión momentos antes del lanzamiento. Más tarde el fuerte viento obligó a detener la cuenta atrás hasta en dos ocasiones.

Finalmente anunciaron que unas válvulas no estaban cerradas correctamente. Tras una larga espera, y un último intento, la NASA anunció que el despegue no tendría lugar. El público se tomó con humor la espera. Mientras algunos enlazaban la banda sonora de Interstellar para pasar el rato, otros le recordaban a la NASA por Twitter que tenían que ir a clase y a comer.

La forma triangular de la Orión recuerda poderosamente a las naves que llevaron a Armstrong, Aldrin y otros diez hombres hacia la Luna, aunque las similitudes terminan prácticamente ahí. Y es que el vehículo está pensado para que sea una puerta de acceso al espacio durante muchos años.

La nave tiene espacio para seis astronautas, aunque la NASA piensa en tripulaciones de cuatro hombres para las misiones más duraderas. De momento puede estar en el espacio 21 días, y se acopla tanto a la Estación Espacial Internacional como a futuras estructuras para viajes más allá de la Luna.

A diferencia de las naves Apolo, los componentes de la Orión pueden reutilizarse de un viaje a otro y su calendario de vuelos es –de momento– mucho más modesto.

Su plan de vuelo tiene programadas cuatro misiones desde 2014 hasta 2022, aunque su futuro no se despejará hasta que las elecciones presidenciales en Estados Unidos de 2016 redibujen la estrategia espacial del país.

En el caso de que todo siga como hasta ahora, los siguientes pasos se darán en 2018, 2021 y 2022. Tras este vuelo inaugural, la Orión viajará dentro de tres años a bordo del SLS, un nuevo cohete para misiones más allá de la órbita terrestre con el que hará un viaje de ida y vuelta a la Luna.

Por otra parte, Orión no pondrá a un ser humano en el espacio hasta la tercera misión, fechada para dentro de siete años como mínimo. Su propósito será estudiar un asteroide en órbita lunar, que una nave no tripulada habría colocado allí con anterioridad.

Esa tercera misión tripulada será el objeto de reunión en el seno de la NASA este próximo 16 de diciembre. En ella se decidirá un plan de acción definitivo, que algunas fuentes señalan que no se llevaría a cabo hasta 2023 o 2024.

¿Qué futuro le espera a la Orión después de esas tres misiones? Al margen de debates, el horizonte final se mantiene imperturbable: Marte. Pero para llegar al planeta rojo hará falta superar retos similares a los que se encontró la NASA en los sesenta, cuando ganó una lucha contrarreloj.

El comité de Ciencia, Tecnología y Espacio del Congreso de los Estados Unidos puso sobre la mesa dos alternativas para esas futuras misiones, en un documento fechado en 2013. Una posibilidad es continuar con la exploración de asteroides en órbita lunar y otra regresar a la superficie de nuestro satélite.

Pero tal y como explica Jeff Foust, de SpaceNews, regresar a la Luna tendría pocas ventajas prácticas comparado con un viaje a Marte: “Una base lunar ayudaría a planear una misión a Marte, pero no sé si es absolutamente necesaria. Una nave diseñada para aterrizar en nuestro satélite no se podría utilizar en Marte, que tiene atmósfera y una gravedad mucho mayor”.

Tyrannosaurus Rex en el espacio

Si la NASA quiere poner a un hombre en Marte tendrá que desarrollar un vehículo que permita viajar a la Orión más allá de la órbita terrestre. Y que además tenga el espacio suficiente para almacenar todos los recursos necesarios para un viaje que duraría unos 400 o 450 días.

Uno de los prototipos actuales lleva el nombre de Hábitat para el Espacio Profundo, y consiste en la puesta en órbita de varios elementos que se acoplarían con una Orión para facilitar el viaje hasta la órbita marciana.

Para lograrlo haría falta un propulsor, aunque todavía se discute si la mejor opción pasa por el uso de combustibles o por la propulsión eléctrica a través de un motor de iones. También un módulo, al estilo de los de la Estación Espacial Internacional, que daría a los astronautas el espacio y el almacenaje necesario para la misión.

A pesar de todo, quedan años para que la NASA se plantee de manera seria un viaje tripulado a Marte, y la prueba de ello es la ausencia de un plan y una nave para aterrizar en su superficie. Sin embargo, la Orión debe poner su granito de arena y lograr un primer viaje satisfactorio.

Al menos, un buen puñado de acompañantes viajarán a bordo para darle buena suerte. Desde objetos relacionados con Iron Man o Star Trek hasta parte de un traje de astronauta de los tiempos del programa Apolo, pasando por un fósil de Tyrannosaurus rex para celebrar “los años que hace que los seres vivos pueblan la Tierra”.

De la Tierra a la Luna (y de vuelta a casa)

La Orión no es la única nave que puede llevar tripulación hoy en día. En la actualidad, tanto Rusia como China poseen la capacidad de lanzar misiones tripuladas a bordo de sus propias cápsulas espaciales.

La Soyuz, diseñada a mediados de los años sesenta, cuenta con un historial casi impecable. A pesar de matar a Vladimir Komarov en su vuelo inaugural, en 1967, y de acabar con la vida de tres cosmonautas en una misión de 1971, se considera la nave más segura del momento. Prueba de ello son los más de 40 años en los que no ha tenido que lamentar ninguna pérdida humana.

La nave, la misma que utiliza Sandra Bullock para regresar a la Tierra en Gravity, cuenta con tres módulos. Uno se utiliza para acoplarla a la estación espacial y sirve de compartimento para preparar paseos espaciales y almacenar el equipo científico.

En el segundo módulo la tripulación se coloca para el despegue, y también se utiliza para el descenso. El tercero proporciona todos los elementos necesarios para vivir en el espacio y se desecha antes de volver a tierra firme.

A diferencia de las naves norteamericanas que optaban por el amerizaje –tradición que recupera la Orión–, las Soyuz aterrizan en Tierra. Esto es posible gracias a un paracaídas y unos motores, que se encienden pocos metros antes de tocar suelo para aminorar la velocidad de la nave.

En la línea de la Soyuz se encuentra la Shenzou, variante china que prácticamente calca el diseño de su homóloga rusa. Aunque, eso sí, se ha construido desde cero y sus dimensiones son algo más generosas. Ha protagonizado cinco misiones tripuladas desde octubre de 2003, aunque la nave ya probó su valía en otras misiones no tripuladas en 1999.

Estas son las tres opciones gubernamentales que existen hasta la fecha para viajar al espacio y regresar a la Tierra. Pero dos compañías en Estados Unidos están poniendo a prueba sendas cápsulas para enviar astronautas a la órbita terrestre. SpaceX y Boeing han obtenido un contrato de la NASA para desarrollar dos naves que permitirán transportar personas hasta la Estación Espacial Internacional, dentro del programa que la agencia ha puesto en marcha para delegar el transporte en compañías privadas.

La compañía de Elon Musk, SpaceX, cuenta con el diseño más osado. La Dragon V2 puede llevar hasta siete astronautas y pretende aterrizar haciendo uso de una serie de motores en su base que sustituyen a los tradicionales paracaídas. Medida que todavía no está descartada, ya que es el método más fiable hasta el momento. SpaceX quiere lanzar el primer modelo de la nave en 2015 y poner al primer astronauta en órbita en 2016, y para ello cuenta con una nave completamente reutilizable.

El diseño de la Boeing CST-100, la segunda alternativa privada, opta por una línea más tradicional en la senda de la Orión o la Apolo. Algo más pequeña que la primera pero más grande que la segunda, puede albergar hasta siete personas. Se podrá reutilizar hasta diez veces y también tiene previsto llegar al espacio en 2016.

Calcadas por fuera, radicalmente distintas por dentro

Han pasado más de 50 años desde que Yuri Gagarin viajara al espacio a bordo de una nave Vostok. A diferencia de la NASA, el programa espacial de la Unión Soviética fue más escueto en cuanto a diseños: tras cinco vuelos de la Vostok, y otros cinco de su evolución, la Voskhod, fue la Soyuz la que tomó todo el protagonismo espacial.

En los años ochenta hubo un intento de transbordador, al estilo del estadounidense, llamado Buran, y que llegó a hacer un vuelo de prueba no tripulado en 1988. Sin embargo, la caída de la Unión Soviética se llevó el proyecto por delante.

La NASA, con un plan definido para llegar a la Luna en los sesenta, adaptó sus naves a las necesidades de cada momento. La minúscula y cónica Mercury, sirvió para lanzar a los primeros astronautas en órbita y practicar las maniobras básicas de supervivencia en el espacio.

La Gemini, con espacio para dos tripulantes, fue el campo de pruebas de los primeros paseos espaciales. Con esta nave se lograron acoplar dos objetos en el espacio por primera vez, y sirvió para que los astronautas probaran la hostilidad del espacio en viajes de dos semanas.

La Apolo y su módulo lunar cumplieron dos funciones bien distintas. Fue el vehículo principal para viajar hasta la Luna y regresar a la Tierra, a la vez que se diseñó con el único propósito de alunizar y reencontrarse en órbita lunar con su compañera de viaje.

El diseño de la Orión y la Apolo son calcados desde fuera, pero radicalmente distintas por dentro. Al fin y al cabo, sus tripas han evolucionado a lo largo de más de cuarenta años en los que nos hemos preparado para asaltar Marte sin ni siquiera salir de la Tierra.

Dicen que lo bueno se hace esperar y al final el lanzamiento de la Orión ha sido un éxito, después de que fuera pospuesto 24 horas. Hoy la suerte ha acompañado y todo ha ido sobre ruedas a la primera.

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