Un joven de 21 años pone patas arriba la atención médica con una simple 'startup'
La relación entre médicos y pacientes no siempre es como desearíamos. Con este sistema, el doctor siempre está en el 'smartphone'
“Siguiente, por favor”. La voz impaciente retumba en la sala de espera. Los presentes levantan la vista desus móviles, libros y revistas calculando mentalmente cuándo les toca la vez. No está uno como para quese le cuelen. Los ambulatorios son un hábitat muy peculiaren el que las miradas se cruzan y se intuyecierta curiosidad en la ajena por saber qué le aqueja a uno.
Por fin nos toca el turno. Ya hemos tomadoasiento pero el médico no termina de aporrear el teclado de forma frenética, sin duda terminando el informede la viejecita que acaba de abandonar la consulta. “Dígame, qué le sucede”. La voz no puede disimular elhastío de quien está toda la jornada viendo a gente como uno, cuya enfermedad se ha transformado encuestión de segundos en un frío número en el sistema de salud. Sin desviar la mirada de la pantallaextiende el brazo y con un “tome una antes de cada comida con el estómago vacío y si no mejora vuelva avenir”, da por concluida la visita con la entrega de la receta. Y ni siquiera nos ha mirado a los ojos.
Uno se va de la consulta con el boleto en la mano, los mismos síntomas, y la sensación de eso, ser unnúmero más en un sistema deshumanizado por los rigores del vil metal. Lo peor es que una vez sefranquea la salida del ambulatorio no se puede volver atrás para comentar algún síntoma adicional que haysurgido pasado unas horas o días. Hay que volver a entrar en el circuito: llamada, fecha y hora, y repetir laestampa de las toses en la sala de espera. La gestión de los costes en los descomunales sistemas desalud requiere una eficiencia llevada al extremo, lo que sucede es que se queman muchas naves por elcamino. Las del pacientey las de los médicos.
La relación se ha mecanizado al extremo. Pero…, ¿puedemejorarse el servicio sin incrementar los costes o incluso reduciéndolos? Suena complicado, pero pareceque no imposible.
Se acabó lo de visitar al médico, mejor utiliza el ordenador
Un joven que hace muy poco recorría las calles de su localidad en monopatín y que ahora nada entre millones,tiene una propuesta bajo el brazo. Y hay que escucharle. Nos estamos refiriendo a Justin Fulcher, uncanadiense que comenzó a programar como hobby a la edad de 7 añosy pocos años más tarde creósupropia empresa. Ahoraha saltado a los titulares de todoel globo gracias a su último proyecto, Ring.MD (que podríamos traducir como “telefonea al médico”).
Setrata de una plataforma que elimina la visita física al ambulatorio y en su lugar permite que paciente ygaleno contacten a través del ordenador. Vaya, estábamos criticando amargamente la despersonalizacióndel servicio ¿y llega este emprendedor a eliminar el contacto físico entre el paciente y el doctor? Pues sí, peroparadójicamente, la atención y la relación entre ambos se humaniza, y mucho.
El funcionamiento del sistema es el siguiente: uno accede al portal y lo primero que se encuentra es uncampo de entrada de texto similar al que nos podríamos encontrar en Google. Ahí iría el “¿qué me pasa,doctor?”. El paciente teclea sus síntomas y el sistema le ofrece la cartera de médicos que, en base a loescrito, pueden ofrecer la mejor atención.
Y no estamos hablando de cualquier médico sin experiencia: elvalor añadido de la plataforma es el deponer a disposición de los usuarios un catálogo de médicosreputados, no muchos, pero buenos en lo suyo. El paciente selecciona de la lista el doctor que quiere quele atienda y concierta con él una cita, virtual, se entiende. Al pedir hora, el paciente resume en un par delíneas lo que le sucede de forma que el médico pueda preparar de antemano la atención.
El sistemagenera automáticamente un email con un link y un código que recibe el paciente, que en este punto puedeescoger si la comunicación será por chat, correo electrónico, llamada o videollamada.
Un sistema que pone nota a los médicos
Y aquí no termina el vínculo, porque este sistema permite que el paciente pueda volver a contactar conmédico si surgen dudas o hay nuevos síntomas.
Ring.MD factura al usuario por minuto consumido enbase a unas tarifas establecidas, y paga al médico en consecuencia. El sistema cuenta con la ventajaademás de que los médicos reciben valoraciones por parte de los usuarios (el conocido como karma), deforma que uno sabe en manos de quién está.
Esta fórmula ha seducido a las autoridadessanitarias de Singapur, que lo van a poner en funcionamiento en poco tiempo obteniendo un doble beneficio:mejor asistencia al paciente y reducción de costes al no ser necesaria una infraestructura para ofrecer esteservicio (ni salas de espera, ni consultas). Este país asiático será el primero en aprovechar las ventajas dela plataforma y dar comienzo a una nueva relación entre el paciente y el médico, pero no será el último.
Fulcher planeaun desembarco de su plataforma en los diferentes sistemas de salud de la zona inicialmente, para luegocontinuar con el resto del mundo. Y tan sólo tiene 21 años.
“Siguiente, por favor”. La voz impaciente retumba en la sala de espera. Los presentes levantan la vista desus móviles, libros y revistas calculando mentalmente cuándo les toca la vez. No está uno como para quese le cuelen. Los ambulatorios son un hábitat muy peculiaren el que las miradas se cruzan y se intuyecierta curiosidad en la ajena por saber qué le aqueja a uno.