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Mucho 'TT' y mucho 'hashtag', pero... ¿sirven para algo las protestas en Twitter?
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ARROJAN DISPARES RESULTADOS EN LA SOCIEDAD

Mucho 'TT' y mucho 'hashtag', pero... ¿sirven para algo las protestas en Twitter?

Twitter funciona como foro de debate político, pero ¿es un buen canal para protestar y conseguir cambios? A veces lo es, pero no es esa su función

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El pasado día 19 de noviembre conocíamos la intención del Gobierno de aprobar una nueva Ley de Seguridad Ciudadana. En el borrador que manejaba el Ministerio de Interior se convertían en faltas administrativas algunos comportamientos relacionados, entre otros, con el derecho de reunión y de manifestación.

La noticia, como era de esperar, fue carne de Twitter en cuestión de minutos. Crítica, protesta y chanza, ¿qué más podían pedir los tuiteros? Unos analizaban las consecuencias de convertir lo que antes eran faltas penales en infracciones administrativas; otros señalaban la conveniencia para las autoridades de sancionar aquello que les es incómodo; la mayoría canalizaban su protesta a través de la sorna utilizando la etiqueta #InventaUnaMulta, creada para parodiar la arbitrariedad de las nuevas sanciones.

El hashtag caló. El humor es parte intrínseca de la conversación en Twitter, donde existe una especie de competición tácita para demostrar el ingenio sobre todo tipo de temas en 140 caracteres en búsqueda del retuit y, en cierta forma, de la popularidad. Indignación, sí, pero con un punto de ironía siempre.

Tras conocerse que serán consideradas infracciones graves aquellas conductas consideradas ofensas a España, la etiqueta #OfendeAEspaña recogía el testigo este pasado fin de semana.

Los dos inconvenientes de Twitter: ruido y sesgo

Twitter se ha convertido en un foro de debate político (y económico, futbolístico, cultural…) muy activo en el que están implicados los propios protagonistas: políticos y partidos participan en la conversación, si bien es verdad que a veces con poca maña. Sin embargo, hay dos factores que limitan su eficacia como canal de protestas.

Por un lado, el ruido, entendido como todos esos mensajes generados sobre un tema que poco tienen que ver con él. Participar en una etiqueta creada con intención reivindicativa no quiere decir necesariamente que se esté reivindicando nada. A veces es solo una forma de hacerse más visible y participar en el tema de conversación. Es el espíritu de la red y cada usuario la utiliza como quiere, pero a la hora de analizar corrientes de opinión, resulta una distracción.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que Twitter no es, como a veces se cree, una representación válida de la opinión pública general en España (ni en ninguna otra parte). Según los datos, en nuestro país hay 5 millones de usuarios, y la muestra no es representativa del total de la población ya que sufre importantes sesgos: son mayoría los menores de 45 años, simpatizantes de ideologías de izquierda y hay una representación demasiado alta de profesionales de la comunicación.

La protesta Erasmus nació y triunfóen Twitter

¿Significa todo esto que la protesta en Twitter es estéril? Pues según los expertos, no del todo. Al fin y al cabo, es un foro de comunicación política importante, y el eco de lo que en la red se habla llega a las esferas de poder.

En el caso de la Ley de Seguridad Ciudadana, el borrador del anteproyecto fue suavizado (ligeramente) antes de pasar a la siguiente fase de tramitación. La presión de distintos grupos, incluida la expresada a través de Twitter, es la responsable de esa rebaja en algunas sancionesy lo seguirá siendo en los próximos meses hasta su aprobación.

En el caso de la polémica por las becas Erasmus en la que se vio envuelto el ministro José Ignacio Wert a principios de noviembre, la acción en Twitter fue más decisiva: fue en esta red donde una estudiante malagueña dio a conocer la decisión del Ministerio de imponer una nueva condición a la para recibir sus ayudas al programa Erasmus, lo que en la práctica dejaba a muchosde los participantes sin ellas.

Los afectados utilizaron Twitter y la etiqueta #ErasmusRIPpara denunciar la situación y miles de usuarios se unieron a la protesta. El ministro rectificaba unos días después, achacando la polémica a un error de comunicación.

Somos conscientes de la barrera entre 'online' y 'offline'

La clave está en la barrera entre la dimensión online y la offline, y en ser conscientes de qué significa ser políticamente activo. Algo que, según un estudio, tenemos perfectamente claro.

Lo ha llevado a cabo la Universidad de Delaware y concluye que los internautas que participan en debates políticos son conscientes de lo limitada que es la influencia de esos comentarios publicados en internet. “No se engañan pensando que pueden influir a su gobierno simplemente con la participación online”, explica Lindsay Hoffman, autora principal del estudio.

Lo que ocurre es que la red se ha convertido en un espacio más de nuestra actividad diaria, y en ella expresamos nuestros interesesincluidos los políticos, sin que ello signifiqueesperar como resultado un cambio inmediato. Es más bien una carrera de fondo, un foro de debate a largo plazo en el que la expresión de ideas solo tiene un límite: los consabidos 140 caracteres.

El pasado día 19 de noviembre conocíamos la intención del Gobierno de aprobar una nueva Ley de Seguridad Ciudadana. En el borrador que manejaba el Ministerio de Interior se convertían en faltas administrativas algunos comportamientos relacionados, entre otros, con el derecho de reunión y de manifestación.

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